25 de julio de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migaja 126.

“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (126)


Ante la incipiente persecución obrar el bien

 

Primera carta de San Pedro (5)

 

Queridos hermanos: 

 

Cuando el Señor nos llamó emprendió con nosotros un camino de salida del mundo. De estar en el mundo. Pero sin ser del mundo (ver Juan 15,19). Pues somos ciudadanos del cielo (ver Filipenses 3,20).

 

Y esto conlleva a un cierto odio del mundo hacia los discípulos de Jesús anunciado por él (Juan 15, 18-19). Pero el cristiano, tratado como un malhechor, se convierte en ocasión de gracia para ése que insulta o calumnia. En primer lugar la buena conducta empleada hace callar la boca al que calumnia (1 Pedro 2,15). En segundo lugar permite dar razón de la esperanza con dulzura y respeto a quien vive sin esperanza (3,15-16). En tercer lugar llena de confusión a quien nos trata mal y a su vez recibe el bien (3, 16). Y en cuarto lugar, cuando venga Jesucristo, el calumniador dará gloria a Dios por esa conducta ejemplar calumniada (2,12). Pues esta es la voluntad de Dios, que obrando el bien tapéis la boca a los ignorantes insensatos (2,15).

 

Es decir, que el hacer el bien, incluso ante la calumnia o la persecución, tiene efectos en la vida presente y futura. Si haciendo el bien, encima, uno sufre persecución, calumnias, insultos, esto es bella cosa ante Dios (2,19-20), pues hemos sido llamados para parecernos a Jesucristo: “Pues para esto habéis sido llamados, porque también Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca. Él no devolvía el insulto cuando lo insultaban; sufriendo no profería amenazas; sino que se entregaba al que juzga rectamente. Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño, para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia. Con sus heridas fuisteis curados. Pues andabais errantes [como Caín] como ovejas, pero ahora os habéis convertido al pastor y guardián de vuestras almas” (2, 21-25).

 

Dichosos si sufrimos a causa de la justicia (3,14). Más vale padecer por obrar el bien que por obrar el mal (3,17). Cuando San Pedro escribe insinúa una leve persecución contra los cristianos. La persecución se recrudecerá y llegará a haber durante el Imperio Romano hasta diez persecuciones, algunas de una crudeza espantosa, con testimonios admirables de los mártires. Mirando a Cristo, pareciéndonos a Él, perseveremos, pues vendrán más persecuciones. Hasta el final así será (ver Mateo 10, 16-22).

 

Jesús, vuestro párroco

 

 


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