23 de julio de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migaja 124.

“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (124)


El fin de todas las cosas está cercano

 

Primera carta de San Pedro (3)

 

Queridos hermanos: 

 

La generación de tiempos de Noé, los incrédulos, no acogió la predicación de Noé. Y perecieron bajo las aguas. Tuvieron una segunda oportunidad con la predicación de Jesús en el Hades, como dice San Pedro: “se anunció el Evangelio también a los que ya están muertos, para que, condenados como todos los hombres en el cuerpo, vivan según Dios en el Espíritu.” (1 Pedro 4,6; ver también 1 Pedro 3,19).

 

Nosotros hoy vivimos como en tiempos de Noé. Y de muchas formas San Pedro nos advierte: “el fin de todas las cosas está cercano” (1 Pedro 4,7), ha llegado el tiempo de dar cuenta “ante aquel que está dispuesto para juzgar a vivos y muertos” (1 Pedro 4,5), “Ha llegado el momento de que el juicio empiece por la casa de Dios” (1 Pedro 4,17).

 

Nosotros desconocemos si tendremos una segunda oportunidad tras la muerte, como la tuvo la generación de Noé. Por eso San Pedro nos hace una invitación seria a romper con el pecado:

 

En primer lugar, no temer sufrir: “dado que Cristo sufrió según la carne, también vosotros armaos de la misma mentalidad, porque el que sufre según la carne ha acabado con el pecado” (1 Pedro 4,1).

 

En segundo lugar, vivir el resto de nuestras vidas no según las pasiones humanas, sino según la voluntad de Dios. (1 Pedro 4,2).

 

En tercer lugar, dejar de vivir conforme viven los gentiles, “libertinajes, instintos, borracheras, comilonas, orgías e idolatrías nefastas” (1 Pedro 4,3).

 

En cuarto lugar, ser sensatos y sobrios para darnos a la oración. (1 Pedro 4, 7 y 1,13).

 

Y mientras esperamos la venida de Jesucristo y la Revelación de su Gloria (1 Pedro 4,13):

Amemos (4,8). 

Seamos hospitalarios sin murmurar (4,9). 

Pongamos los dones recibidos al servicio de los demás (4,10-11).

Alegrémonos si sufrimos alguna prueba; es un fuego que purifica y nos hace participar en los sufrimientos de Cristo (4,12-13).

Tengámonos por dichosos si sufrimos injurias. “El Espíritu de la gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros” (4, 14); o si sufrimos por ser cristianos (4,15-16). Pues hay sufrimiento que es por ser un “asesino, ladrón, malhechor o entrometido” (4,15). 

En el sufrimiento según la voluntad de Dios, confiemos nuestra vida al Padre haciendo el bien (4,19).

 

Jesús, vuestro párroco

 

No hay comentarios: