31 de marzo de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migajas 11


“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (11)

La esperanza con la alegría

Queridos hermanos:

Durante nuestro confinamiento obligatorio en el arca conviene que alimentemos nuestra esperanza. Una esperanza con alegría, una esperanza que nos tenga alegres, una esperanza que traiga vida al mundo, como dice el Libro de la Sabiduría: “Ya al principio, cuando perecían los soberbios gigantes, la esperanza del mundo se refugió en una balsa [el Arca de Noé] que, pilotada por tu mano, legó al mundo una semilla de vida” (Sabiduría 14,6).

La esperanza de Noé y de su familia se alimentó con esa rama de olivo llevada en el pico por la paloma. Y así todos ellos fueron esperanza para la humanidad. Una semilla de vida.

Cada día el Señor te trae esa rama de olivo llevada por el Espíritu Santo: la Palabra de Dios. Ante la pandemia de desesperanza, desánimo, desilusión, no hay mejor medicina que la lectura de la Sagrada Escritura: “Pues, todo lo que se escribió en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, a fin de que a través de nuestra paciencia y del consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza.” (Romanos 15, 4).

Leer la Sagrada Escritura hará que se cumpla lo que dice el libro de Job: “Un árbol tiene la esperanza de retoñar, aunque sea talado, de que no fallarán sus renuevos. Aunque envejezcan sus raíces en la tierra y su tocón agonice en el polvo, cuando siente el agua reverdece y echa brotes como una planta joven.” (Job 14,7-9). Esa agua que nos hace reverdecer es la Palabra de Dios. Por eso te invito a leer la Palabra de Dios. Y así tu familia será esa Nueva Arca de Jesús, su familia, los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen (Lucas 8, 19-21).

Jesús, vuestro párroco




30 de marzo de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migajas 10


“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (10)

La paloma salió para posarse en el Ungido

Queridos hermanos:

La tercera vez que fue soltada la paloma ya no volvió a esa arca. Esperaba el momento de posarse sobre el retoño que brota del tronco de Jesé (Isaías 11, 1-4). Es decir, sobre Jesús, el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1, 29-34).

Si la paloma habita en nuestra casa descubriremos que, al contrario que el cuervo del arca de Noé, “no hay mayor libertad que la de dejarse llevar por el Espíritu, renunciar a calcularlo y controlarlo todo, y permitir que Él nos ilumine, nos guíe, nos oriente, nos impulse hacia donde Él quiera. Él sabe bien lo que hace falta en cada época y en cada momento.” (Francisco. Evangelii Gaudium nº 280).

La presencia del Espíritu Santo dará el buen olor de Cristo, del Ungido, en nuestras vidas: “Doy gracias a Dios, que siempre nos asocia a la victoria de Cristo y difunde por medio de nosotros en todas partes la fragancia de su conocimiento. Porque somos incienso de Cristo ofrecido a Dios, entre los que se salvan y los que se pierden; para unos, olor de muerte que mata; para los otros, olor de vida, para vida” (2 Corintios 2,14-16). Y hará de ti un Noé, es decir, una persona que consolará a los demás (Génesis 5, 28-29).

Jesús, vuestro párroco

Post

Por medio del Espíritu Santo el Señor hará de ti también un olivo que llevará la alegría y el consuelo a los demás: “Olivo verde de fino fruto te puso por nombre el Señor” (Jeremías 11,16). Y también: “Pero yo, como verde olivo, en la casa de Dios, confío en la misericordia de Dios por siempre jamás” (Salmo 52 (51), 10). Y “tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa” (Salmo 128 (127),3). Y así se cumplirá en ti una vocación misionera: “Desde mi entrada en el arca bendita, siempre he pensado que si Jesús no me llevaba muy pronto al cielo, mi suerte sería la misma que la de la palomita de Noé: que un día el Señor abriría la ventana del arca y me mandaría volar muy lejos, muy lejos, hacia las riberas infieles, llevando conmigo la ramita de olivo” (Santa Teresita del Niño Jesús. Patrona de las Misiones. Historia de un alma).


29 de marzo de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migajas 9


“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (9)

El arca de Noé tenía ancla

Queridos hermanos:

El arca de Noé tenía un ancla. Esa ancla era la esperanza. Seguramente Noé tendría momentos de desánimo, de pérdida de esperanza. Tantos días en el arca que parecían no tener fin. Pero fue la gracia del Espíritu Santo la que le mantuvo firme en la fe. Pidámoslo. La esperanza no defrauda. Mira lo que hace el Señor a los que se les ha muerto la esperanza (Lee Ezequiel 37, 12-14). Esa ancla es el Espíritu de Jesús, el Espíritu del Padre. Es la paloma del arca de Noé.

Una forma de alimentar la esperanza es la oración. Oración desde lo profundo, desde la tribulación, desde la prueba, desde una situación difícil. Esa oración hizo que Noé estuviera como un centinela, esperando el final de la tribulación (cf. Salmo 130 (129), esperando en su misericordia.

Son muchas las noticias de enfermos o del fallecimiento de cercanos o conocidos. En el Evangelio leemos que Lázaro también ha fallecido. Nos puede ayudar escuchar al Papa Francisco:

“La tumba está cerrada con una gran piedra; alrededor hay solo llanto y desolación. También Jesús está conmovido por el misterio dramático de la pérdida de una persona querida: “Se conmovió profundamente” y estaba “muy turbado” (Juan 11, 33). Después “estalló en llanto” (v. 35) y fue al sepulcro, dice el Evangelio, “conmoviéndose nuevamente” (v. 38). Este es el corazón de Dios: lejano del mal pero cercano a quien sufre; no hace desaparecer el mal mágicamente, sino que con-padece el sufrimiento, lo hace propio y lo transforma habitándolo.

Notamos, sin embargo que, en medio de la desolación general por la muerte de Lázaro, Jesús no se deja llevar por el desánimo. Aun sufriendo Él mismo, pide que se crea firmemente; no se encierra en el llanto, sino que, conmovido se pone en camino hacia el sepulcro. No se deja capturar del ambiente emotivo resignado que lo circunda, sino que reza con confianza y dice: “Padre, te doy gracias” (v. 41). Así, en el misterio del sufrimiento, (…) Jesús nos da ejemplo de cómo comportarnos: no huye del sufrimiento, que pertenece a esta vida, pero no se deja aprisionar por el pesimismo.

En torno al sepulcro se lleva así un gran encuentro-desencuentro. Por una parte está la gran desilusión, la precariedad de nuestra vida mortal que, atravesada por la angustia de la muerte, experimenta a menudo la derrota, una oscuridad interior que parece insuperable. Nuestra alma, creada para la vida, sufre sintiendo que su sed eterna de bien es oprimida por un mal antiguo y oscuro. Por una parte, la derrota del sepulcro. Pero por la otra, está la esperanza que vence la muerte y el mal y que tiene un nombre; la esperanza se llama: Jesús. Él no trae un poco de bienestar o algún remedio para alargar la vida, sino que proclama: “Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en mí, aunque muera, vivirá” (cf. Jn 11, 1-45) (Francisco. Homilía. 2-4-2017).

Ponle un ancla a este confinamiento. Pon a Jesús Resurrección y Vida. Pide el Espíritu Santo. Si la paloma habita en el arca, si “el Espíritu de Dios habita en vosotros… el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros” (Romanos 8, 8-11).

Jesús, vuestro párroco


Reflexiones sobre la Palabra. Migajas 8


“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (8)

La rama de olivo en el pico


Queridos hermanos:

Noé volvió a soltar la paloma por segunda vez. Y la paloma les llevó la esperanza de que todo iba a terminar bien, pues volvió al atardecer con una rama de olivo en el pico (Génesis 8,11). El verde del olivo. El verde de la esperanza, el verde de la vida.

La paloma para llevar esa rama en el pico debió posarse sobre un olivo, que según los rabinos, es el árbol de la vida. Ese árbol, al que no se podía acceder tras el pecado de Adán y Eva (Génesis 3, 20-24), ahora el Espíritu Santo te lo lleva al arca de tu casa por medio de esa rama de olivo. El olivo trae el aceite y con él la fuerza, la salud, la alegría. Es lo que necesitamos en estos momentos. Fortaleza, salud espiritual y física, alegría.

Ahora tu familia es esa Arca de Noé. Por el bautismo eres miembro del cuerpo de Cristo. Eres Iglesia doméstica, que se reúne en tu casa. Tienes acceso al Árbol de la Vida. El Espíritu Santo seguramente está intentando entrar en tantas y tantas arcas hoy día. Invoquemos su presencia en medio de nuestras relaciones en este tiempo de clausura obligada. Que al atardecer nos traiga cada día una rama del árbol de la vida, que unja nuestras relaciones con oleo de alegría y júbilo (cf. Salmo 45 (44), 2-10). Pues un fruto del Espíritu Santo es la alegría (cf. Gálatas 5, 22-25). Jesús no desea otra cosa más que participemos de su vida y alegría. Aunque no puedas salir físicamente, sí puedes salir espiritualmente, pues Jesús es la Puerta. Por Jesús entramos y salimos (cf. Juan 10, 9-11). Hoy hay muchas personas que están solas. Quizá incluso enfermas, de gravedad o moribundas. Por medio de Jesús, por medio de la oración, podemos estar cerca de ellas y consolarlas. Por la intercesión. Pues Jesús es la puerta que conduce al Padre… y al hermano.

Jesús, vuestro párroco

Post

Por medio del Espíritu Santo el Señor hará de ti también un olivo: “Olivo verde de fino fruto te puso por nombre el Señor” (Jeremías 11,16). Y también: “Pero yo, como verde olivo, en la casa de Dios, confío en la misericordia de Dios por siempre jamás” (Salmo 52 (51), 10). Y “tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa” (Salmo 128 (127),3).

28 de marzo de 2020

Domingo 29 de marzo d 2020. 5 CUA A

   
   
                  Queridos hermanos:
Con qué fuerza resuenan estas palabras de San Ambrosio sacadas del Oficio de Lectura del viernes de la 4ª semana de Cuaresma:
“Dios, amados hermanos, que al principio instituyó para nosotros esta fiesta, nos ha concedido poderla celebrar cada año; y el que entregó a su Hijo a la muerte por nuestra salvación nos otorga, por el mismo motivo, la celebración anual de esta santa solemnidad. Esta fiesta nos sostiene en medio de las miserias de este mundo; y ahora es cuando Dios nos comunica la alegría de la salvación, que irradia de esta fiesta, ya que en todas partes nos reúne espiritualmente a todos en una sola asamblea, haciendo que podamos orar y dar gracias todos juntos, como es de ley en esta fiesta. Éste es el prodigio de su bondad: que él reúne para celebrarla a los que están lejos y junta en una misma fe a los que se encuentran corporalmente separados.”
Este año la Pascua la celebraremos como los israelitas en Egipto. La primera Pascua. El pueblo de Israel, obedeciendo a la Palabra del Señor, se recluyó en su casa en santo confinamiento para celebrar en Egipto la primera Pascua de la historia. Iba a ser el Paso del Señor. Celebraron la Pascua en familia. En casa. Se proveyeron de un cordero de un año. Con su sangre rociaron las dos jambas y el dintel de la casa y esa noche de la Pascua comieron la carne del Cordero asada a fuego, panes sin fermentar y hierbas amargas. Y había que estar preparado para salir de la esclavitud: “cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano”. (cf. Éxodo 12, 1-8. 11-14).
Pidamos al Señor que la sangre del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo pase por nuestras casas, suprima toda mal, nos comunique la alegría de la salvación y nos reúna espiritualmente a los que estamos corporalmente separados hasta que podamos darnos un abrazo tan deseado.
Jesús, vuestro párroco
EL PAPA COMENTA EL EVANGELIO

“Las Lecturas de hoy nos hablan del Dios de la vida, que vence a la muerte. Detengámonos, en particular, en el último de los signos milagrosos que Jesús hace antes de su Pascua, en el sepulcro de su amigo Lázaro.
Allí todo parece terminado: la tumba está cerrada con una gran piedra; alrededor hay solo llanto y desolación. También Jesús está conmovido por el misterio dramático de la pérdida de una persona querida: “Se conmovió profundamente” y estaba “muy turbado” (Jn 11, 33). Después “estalló en llanto” (v. 35) y fue al sepulcro, dice el Evangelio, “conmoviéndose nuevamente” (v. 38). Este es el corazón de Dios: lejano del mal pero cercano a quien sufre; no hace desaparecer el mal mágicamente, sino que con-padece el sufrimiento, lo hace propio y lo transforma habitándolo.
Notamos, sin embargo que, en medio de la desolación general por la muerte de Lázaro, Jesús no se deja llevar por el desánimo. Aun sufriendo Él mismo, pide que se crea firmemente; no se encierra en el llanto, sino que, conmovido se pone en camino hacia el sepulcro. No se deja capturar del ambiente emotivo resignado que lo circunda, sino que reza con confianza y dice: “Padre, te doy gracias” (v. 41). Así, en el misterio del sufrimiento, frente al cual el pensamiento y el progreso se aplastan como moscas en los cristales, Jesús nos da ejemplo de cómo comportarnos: no huye del sufrimiento, que pertenece a esta vida, pero no se deja aprisionar por el pesimismo.
En torno al sepulcro se lleva así un gran encuentro-desencuentro. Por una parte está la gran desilusión, la precariedad de nuestra vida mortal que, atravesada por la angustia de la muerte, experimenta a menudo la derrota, una oscuridad interior que parece insuperable. Nuestra alma, creada para la vida, sufre sintiendo que su sed eterna de bien es oprimida por un mal antiguo y oscuro. Por una parte, la derrota del sepulcro. Pero por la otra, está la esperanza que vence la muerte y el mal y que tiene un nombre; la esperanza se llama: Jesús. Él no trae un poco de bienestar o algún remedio para alargar la vida, sino que proclama: “Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en mí, aunque muera, vivirá” (v. 25). Por esto dice: “quitad la piedra”(v. 39) y grita a Lázaro con voz fuerte: “Sal” (v. 43).
Queridos hermanos y hermanas, también nosotros estamos invitados a decidir de qué parte estar. Se puede estar de la parte del sepulcro o se puede estar de la parte de Jesús. Hay quienes se dejan encerrar por la tristeza y quienes se abren a la esperanza. Hay quienes se quedan atrapados en las ruinas de la vida, y quienes, como vosotros, con la ayuda de Dios, reconstruyen con paciente esperanza.
Frente a los grandes porqués de la vida tenemos dos caminos: quedarnos mirando melancólicamente los sepulcros de ayer y de hoy, o acercar a Jesús a nuestros sepulcros. Sí, porque cada uno de nosotros ya tiene un pequeño sepulcro, alguna zona un poco muerta dentro del corazón: una herida, un mal sufrido o realizado, un rencor que no da tregua, un remordimiento que regresa constantemente, un pecado que no se consigue superar. Identifiquemos hoy estos nuestros pequeños sepulcros que tenemos dentro e invitemos allí a Jesús. Es extraño, pero a menudo preferimos estar solos en las grutas oscuras que llevamos dentro, en vez de invitar a Jesús; estamos tentados de buscarnos siempre a nosotros mismos, rumiando y hundiéndonos en la angustia, lamiéndonos las heridas, en lugar de ir a Él, que nos dice: "Venid a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo os aliviaré." (Mt 11:28). No nos dejemos aprisionar por la tentación de quedarnos solos y desesperanzados quejándonos de lo que nos sucede; no cedamos a la lógica inútil del miedo que no lleva a ninguna parte, repitiendo resignados que todo está mal y nada es como antes. Esta es la atmósfera del sepulcro; el Señor, en cambio, quiere abrir el camino de la vida, el del encuentro con Él, de la confianza en Él, de la resurrección del corazón. El camino del "Levántate", ¡levántate, sal!, esto es lo que nos dice el Señor, y Él está a nuestro lado para hacerlo.
Escuchamos, pues, dirigidas a cada uno de nosotros, las palabras de Jesús a Lázaro: "¡Sal!"; sal del atasco de la tristeza sin esperanza; desata las vendas de miedo que obstruyen el camino; los lazos de las debilidades y de las inquietudes que te bloquean; repite que Dios desata los nudos. Siguiendo a Jesús aprendemos a no atar nuestras vidas en torno a los problemas que se enredan: siempre habrá problemas, siempre, y, cuando resolvemos uno, siempre, llega otro. Podemos, sin embargo, encontrar una nueva estabilidad, y esta estabilidad es precisamente Jesús, esta estabilidad se llama Jesús, que es la resurrección y la vida: con él la alegría habita en el corazón, renace la esperanza, el dolor se transforma en paz, el temor, en confianza, la prueba, en ofrenda de amor. Y aunque los pesos no faltarán, siempre estará su mano que levanta, su Palabra que alienta y nos dice a todos, a cada uno de nosotros: "¡Sal! ¡Ven a mí! ". Nos dice a todos: no tengáis miedo.
También a nosotros, hoy como entonces, Jesús nos dice: "Quítate la piedra". Por muy pesado que sea el pasado, grande el pecado, fuerte la vergüenza, nunca bloqueemos el ingreso del Señor. Quitemos ante El la piedra que le impide entrar: este es el tiempo favorable para remover nuestro pecado, nuestro apego a las vanidades del mundo, el orgullo que nos bloquea el alma. Tantas enemistades entre nosotros, en las familias, tantas cosas... y este es el tiempo favorable para remover todas estas cosas.
Visitados y liberados por Jesús, pidamos la gracia de ser testigos de vida en este mundo que tiene sed de ello, testigos que suscitan y resucitan la esperanza de Dios en los corazones cansados ​​y abrumados por la tristeza. Nuestro anuncio es la alegría del Señor viviente, que aún hoy dice, como a Ezequiel: "Yo voy a abrir vuestras tumbas, os haré salir de ellas, y os haré volver, pueblo mío, a la tierra de Israel" (Ez 37,12). (Francisco. Homilía. 2-4-2017).

Oración del Papa a la Virgen María

Oh María, Tú resplandeces siempre
en nuestro camino
como signo de salvación y esperanza.
Nosotros nos encomendamos a Ti,
salud de los enfermos, que ante la Cruz
fuiste asociada al dolor de Jesús
manteniendo firme tu fe.
Tú, Madre de Dios de los Desamparados,
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros
de que proveerás para que,
como en Caná de Galilea,
pueda regresar la alegría y la fiesta
después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y a hacer lo que nos dirá Jesús,
que ha tomado sobre sí
nuestros sufrimientos.
Y ha tomado sobre sí nuestros dolores
para llevarnos, a través de la Cruz,
al gozo de la Resurrección. Amén.
Bajo tu protección,
buscamos refugio,
Santa Madre de Dios.
No desprecies las súplicas
de los que estamos en la prueba
y líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita! 
COMUNICADO DEL ARZOBISPADO
DE VALENCIA
SOBRE LA CELEBRACIÓN
DE LAS PRIMERAS COMUNIONES
Y CONFIRMACIONES
CON MOTIVO DEL COVID - 19.

Ante las numerosas preguntas que llegan al Arzobispado, tanto de párrocos, como de padres, como de restaurantes, como de fotógrafos, etc. sobre qué hacer acerca de la celebración de las Primeras Comuniones o Confirmaciones que estaban programadas en mayo, junio o julio del presente año, comunicamos:

En primer lugar, que todos -sacerdotes, padres, distintos profesionales involucrados en esta cuestión- estamos sujetos a las directrices que nos den las autoridades gubernativas y sanitarias, las cuales, como se viene observando, pueden ir variando según la evolución de esta pandemia.

En segundo lugar, como consecuencia inmediata de lo anterior y dadas las circunstancias actuales, manifestamos que lo más prudente es posponer la celebración de las Primeras Comuniones y Confirmaciones a los meses de septiembre y octubre. Siempre es recomendable la sobriedad en dichas celebraciones, más si cabe en estos momentos de dificultad. 

En todo caso, durante el mes de julio, atenderemos a lo que las autoridades gubernativas y sanitarias digan sobre la posibilidad de la reunión de muchas personas juntas durante los meses de septiembre y octubre, pues a nadie se le escapa, que normalmente con ocasión de dichas celebraciones sacramentales, se suelen congregar muchos fieles.

Valencia, a 27 de marzo de 2020

El Vicario general
Vicente Fontestad Pastor



Del 30 de marzo al 5 de abril de 2020
Lunes 30. 19.30 h.: En sufragio de: Tomás y Josefa; Víctor Ferragut; Reyes Vila Bruno; Juan Maiques.
Martes 31. 19.30 h.: En sufragio de: Vicente y Patrocinio; María Sanz.
Miércoles 1. 19.30 h.: En sufragio de: Vicente Santamaría y Victoria Pellicer; Enrique Peralta.
Jueves 2. San Francisco de Paula. 19.30 h.: En sufragio de: Dif. Fam. Ferrer Puig; Alberto Belda Serra; María Sanz.
Viernes 3. 19.30 h.: En sufragio de: Rogelio Roselló; Pedro y Juan Pedro; Francisco, Amparo y Rafael Miret.
Sábado 4. (SERÁ POR LA MAÑANA) 11.30 h.: En sufragio de: Dif. Fam. Garía Estruch; Andrés Paniagua.
Domingo 5. DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR. 11.30 h.: Pro Pópulo.
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Puedes descargar la Hoja Parroquial:

27 de marzo de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migajas 7


“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (7)

Dios providente

Queridos hermanos:

No quisiera que pensaras que el cuervo es el malo y la paloma la buena. Esto es maniqueísmo. Dividir y separar a las personas en malas y buenas.

Fíjate. El cuervo será el ave que alimentará a Elías en su confinamiento en el torrente Querit. El rey de Israel, Ajab, una persona muy inmadura, se ha casado con una mujer fenicia, Jezabel, que es muy astuta y consigue sustituir el culto al Señor por el culto a Baal, divinidad fenicia. Debido a esta idolatría imperante en Israel, hay una sequía tremenda que durará tres años y medio.

En esa situación el Señor manda a su profeta a refugiarse en un lugar donde hay agua: el torrente Querit, y donde será alimentado con carne y pan cada día (cf. 1 Reyes 17, 1-6). Ese torrente es ahora mismo la oración en tu casa. La oración con la Palabra de Dios. Ese pan y esa carne que llevan los cuervos a Elías son el alimento de cada día, tanto el que va al estómago como el que va al corazón.

Y es que Dios es Padre providente. También cuida de los cuervos. E Igual que cuida de los cuervos también cuida de ti: “No os inquietéis por la vida, qué vais a comer; ni por el cuerpo, con qué os vais a vestir, pues la vida es más que el alimento y el cuerpo más que el vestido. Fijaos en los cuervos: ni siembran ni cosechan, no tienen despensa ni granero, y Dios los alimenta; ¡cuánto más valéis vosotros que los pájaros! ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? Por tanto, si no podéis lo más pequeño, ¿por qué inquietaros por lo demás? (Lucas 12,22-26). San Lucas ha querido utilizar la expresión “cuervos” en lugar de la expresión “aves” que utiliza San Mateo. Ni a los cuervos debemos juzgar.

No temas. Dios ya ha provisto el alimento, como al pueblo de Israel le proveyó con el maná en el desierto (Éxodo 16,35). Ese maná es la Palabra de Dios y la oración que salvará la vida de las cuatro familias en el arca de Noé y será la que salve tu vida y tu familia. Y ten por seguro que la oración es muy poderosa, como ocurrió cuando Elías oró al Señor para que volviera la lluvia (cf. Santiago 5,10-18).

Jesús, vuestro párroco

Reflexiones sobre la Palabra. Migajas 6

“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (6)

La imagen de la paloma

Queridos hermanos:

Cuando el cuervo no volvió, Noé envió entonces la paloma, la cual fue soltada tres veces. (Génesis 8, 8-12). La primera vez que fue soltada no trajo nada.

Puede ocurrir también que pronto perdamos la esperanza. Inténtalo de nuevo. No te canses. No te rindas. Ni en la oración personal o familiar, ni en la relación con los demás o contigo mismo. Se puede deslizar la tentación del “total, ¿para qué volverlo a intentar?”, el “che, pa qué” que muchos conocéis. Ten paciencia. Vuelve a intentarlo.

Dice el texto que “la paloma no encontró donde posarse y volvió al arca, porque todavía había agua sobre la superficie de toda la tierra” (Génesis 8,9). Cuando todo lo que se ve alrededor no augura esperanza, cuando no se puede salir, cuando alrededor hay agua, barro, lugar donde uno no puede posarse, es importante esperar y volverlo a intentar.

Pero para ello te invitamos a hacer lo mismo que Noé: “alargando su mano, la asió y la metió consigo en el arca” (Génesis 8, 9). Esa paloma es figura del Espíritu Santo. Mete la paloma en tu casa. ¿Cómo? Con la oración. Invocando su presencia y acción en tu casa. Con el Espíritu Santo estás metiendo la esperanza en tu casa.

Haz como Salomón que, tras la muerte de David su padre y viéndose joven e inexperto pidió la sabiduría al Señor. No pidió riquezas, ni la muerte de sus enemigos. Pidió el Espíritu Santo (cf. Sabiduría 7, 7-14). Pero pide el Espíritu Santo, pide su sabiduría, con insistencia, con determinación, y Dios te lo concederá (Santiago 1, 5-8). Pues Dios es tu Padre. Y si se lo pides Él te lo dará (cf. Lucas 11, 9-13).

Jesús, vuestro párroco

Reflexiones sobre la Palabra. Migajas 5

“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (5)

La imagen del cuervo

Queridos hermanos:

En el Arca de Noé hubo dos animales que estuvieron con Noé y su familia: el cuervo y la paloma (Génesis 8, 6-12). A los once meses y diez días de estar confinados en el arca, Noé “abrió la claraboya que había hecho en el arca y soltó el cuervo, que estuvo saliendo y retornando hasta que se secó el agua en la tierra” (Génesis 8,6-7). El cuervo estuvo entrando y saliendo “_hasta que_” se secó el agua. Luego ya no volvió.

Para los rabinos, el cuervo es figura del que prefiere su libertad, aun cuando la tierra está llena de barro y no es todavía habitable.

Éste tipo de ave puede estar en el arca de la propia casa y seguramente en el propio corazón. El cuervo puede ser el que, tras mucho ir y venir, tras mucho servir, trata de escapar a cualquier tarea que le quite su tiempo libre, que cuida con obsesión su tiempo personal, que necesita imperiosamente preservar sus espacios de autonomía (cf. Francisco. Evangelii Gaudium nº 81) y necesita salir. Ya ha hecho bastante. Es el “_ahora me toca a mi_”. Es el “¿_y yo qué_?”. Nos puede ocurrir como el cuervo, que tras mucho servir, tras entregarnos con abundancia, necesitemos buscar nuestro escape, e incluso abandonemos la casa, diciendo: “_ya está bien_”, “_ahí te quedas_”. Conviene, pues, pedir al Señor la perseverancia en el servicio, en la alegría, en la caridad y seamos blancos como la paloma y no negros como el cuervo.

También se parece el amor que tenemos al Señor como el del cuervo. Es temporal, superficial, muchas veces interesado. Como el pueblo de Israel, que ve que les va peor sin el Señor. Cuando el profeta les anuncia que el Señor los va a abandonar por su maldad deciden volver a Él. Pero su vuelta es superficial, efímera, sin conversión interior y así se lo hace saber (cf. Oseas 6, 1-6). ¿Quién no recuerda al hijo mayor de la parábola? Entra y sale de la casa, sin dejar de trabajar para el padre, pero su corazón está lejos de Él. No tiene todavía los mismos sentimientos de misericordia que tiene su padre para con su hermano, que se ha ido, ha vuelto y el Padre le ha montado una fiesta porque lo ha recuperado con salud (cf. Lucas 15, 18-32). Por eso animémonos a la perseverancia, que Dios no se olvida de ninguno de los servicios, trabajos y amor demostrados en vuestra arca (cf. Hebreos 6, 10-12).

Jesús, vuestro párroco

Post: Hoy celebramos la solemnidad de la Anunciación del Señor, la Encarnación del Hijo de Dios. Demos gracias a Dios, pues su Hijo, obediente al Padre, siendo un Espíritu Puro con el Padre, aceptó el confinamiento en nuestra carne, en nuestra naturaleza humana..., para siempre. Pues el Verbo se hizo carne. Una sola carne con nosotros. Gran misterio de amor es este. Y te amó y te ama.

24 de marzo de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migajas 4


“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (4)


Reforzadas las relaciones

Queridos hermanos:

La estancia en el arca permitió que fuera reforzada la relación con el Señor nuestro Dios, pues está cerca de los que le invocan (Cf. Deuteronomio 4, 5-9).

Cada miembro del Arca, como un pequeño rebaño, como ovejas del Señor, escuchan su voz: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, lo que me ha dado, es mayor que todo, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno” (Juan 10, 27-30). Que este tiempo recupere y rejuvenezca las relaciones con el Señor, con su Palabra.

Pero la estancia en el Arca escuchando la Palabra de Dios permitió que salieran más reforzadas sus relaciones entre los esposos, entre padres e hijos, entre nueras y suegros. «Sal del arca con tu mujer, tus hijos y tus nueras». (Génesis 8,16). Noé salió con “su” mujer. Salieron unidos. Y salió con “sus” hijos. Y los hijos con “sus” padres, pues atendían a sus consejos en el temor del Señor (cf. Proverbios 1, 7-15). Y también salió reforzada la relación con “sus” nueras y ellas con “sus” suegros. Este fue, sin duda, un milagro especial.

Es lo que desea el Señor, como lo expresa San Pablo: “Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque eso es justo. Honra a tu padre y a tu madre es el primer mandamiento al que se añade una promesa: Te irá bien y vivirás largo tiempo en la tierra. Padres, no exasperéis a vuestros hijos; criadlos educándolos y corrigiéndolos según el Señor.” (Efesios 6, 1-4).

Que el Señor nos conceda en este tiempo que al salir, salgamos “con” el otro, con ese que forma parte de ti, es decir, que se hayan recuperado las relaciones con la mujer o el marido, con los hijos, o con los padres, con aquellos con los que compartimos esta pequeña gran arca de Noé porque Jesús está en medio..

Jesús, vuestro párroco


23 de marzo de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migajas 3.


“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (3)

La imagen del Arca de Noé


Queridos hermanos:

Esta barca en la que nos encontramos es como la de Noé, donde han de convivir en poco espacio cuatro matrimonios. Noé y su esposa; los tres hijos de Noé – Sem, Cam y Jafet - y sus esposas; y animales de toda especie. ¡De toda especie! Estarán en esa barca sin poder salir. Y así estarán un año y diez días (cf. Génesis 7,6-16; 8, 13-14). Esperemos que no sea tanto el tiempo en que tengamos que permanecer en casa.

Lo que sí esperamos es que se cumpla lo que el Señor les dijo al salir: «Sal del arca con tu mujer, tus hijos y tus nueras». (Génesis 8,16).

Es decir, el tiempo de estancia en el arca no les llevó a olvidar la Palabra de Dios. Al salir no habían olvidado el timbre de la voz del Señor que les dijo: “Sal del arca”. Noé reconoció a Dios que le habló. Salió reforzada la relación íntima con Dios que hizo una alianza con ellos. Y también salió reforzada la relación entre ellos.

Así pues, si escuchas al Señor tu Dios a lo largo de este tiempo, de esta especial Cuaresma en Cuarentena, te podrá ocurrir lo que dice Isaías: «Ahora escucha, Jacob, siervo mío, Israel, mi elegido. Esto dice el Señor que te hizo, que te formó en el vientre y te auxilia: No temas, siervo mío, Jacob, a quien corrijo, mi elegido; derramaré agua sobre el suelo sediento, arroyos en el páramo; derramaré mi espíritu sobre tu estirpe y mi bendición sobre tus vástagos. Brotarán como en un prado, como sauces a la orilla de los ríos. Uno dirá: “Soy del Señor”; otro se pondrá por nombre “Jacob”; uno escribirá sobre su mano: “Del Señor”, lo llamarán con respeto “Israel”». (Isaías 44, 1-5).

Gran premio se espera de la escucha atenta durante este tiempo. “Escucha, Israel, amarás al Señor... amarás a tu prójimo.... (cf. Marcos 12,28-34). Gran recompensa por dejar que la Palabra de Dios refresque nuestra memoria de ser pueblo suyo. A través de la Sagrada Escritura nos habla el Señor. Pues la Sagrada Escritura es “inspirada por Dios es también útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia” (2 Timoteo 3, 14-17). Los hijos desearán ser del Señor, como dice la lectura de Isaías: Yo “soy del Señor”, yo soy fuerte con Dios, soy “Israel”.
Dile pues al Señor: “habla, Señor, que tu siervo escucha”, pues tuyo soy y quiero ser tuyo.

Jesús, vuestro párroco


22 de marzo de 2020

Domingo 22-03-2020. Homilía

Reflexiones sobre la Palabra. Migaja 2

“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (2)
Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo

Queridos hermanos:
Estamos en el Domingo de la Alegría, Cuarto Domingo de Cuaresma, Domingo del ciego de nacimiento en este ciclo A, Domingo de gracias abundantísimas.

¿Os imagináis estar recluidos no 15 días, sino un mes? ¿Y no un mes, sino un año? ¿Y si en vez de un año estuviéramos recluidos 2 años, 3 años, 10 años… 40 años? Sus padres, en el evangelio de hoy, dicen que el ciego de nacimiento era mayor. Un ciego que no ha visto nunca “recluido”, “confinado” años y años en su… ceguera. Y se ha acostumbrado. No espera nada nuevo en su vida.

Pensad en el pueblo de Israel. Recluido, confinado en esclavitud… 430 años. No han conocido otra cosa. Nosotros sí hemos conocido otra cosa. Y por eso nos resulta molesto estar en casa confinados. Precisamente esa aparente libertad nos ha hecho como muchos personajes en el evangelio. Fíjate las veces que dice “sabemos”, “sabemos”. Ese sabemos puede ser un impedimento a ser aprendices de la luz. Nosotros somos sedientos que van descubriendo el agua viva en Jesús y su Espíritu. La samaritana era sedienta. Pero su sed la intentaba apagar en un pozo que no sacia, en unos maridos que la abandonan, en unos ídolos que dejan insatisfechos. Jesús orientará la sed de la samaritana a Él: “si conocieras lo que Dios da y quien te pide de beber le pedirías tú.” En este Evangelio Jesús también orienta la luz. Nosotros somos ciegos que van descubriendo en Jesús la luz, que se abren a la luz. Por eso cada vez que se proclama el Evangelio se cumple lo que dice al final: «Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no ven, vean, y los que ven, se queden ciegos» (Jn 9, 1-41). Ánimo pues. Cristo será tu luz (Efesios 5, 8-14). El Señor es el Pastor de este rebaño. (Salmo 23 (22).

Te invito a llenar “tu cuerno de aceite” (cf. 1 Samuel 1-13). Es lo que le dice el Señor a Samuel, el que desde niño aprendió que Dios hablaba y le hablaba. No había recipientes de cristal. Bastaba un cuerno vaciado. Que eso sea nuestra vida. Un recipiente dispuesto a recibir la luz, el agua viva, el aceite perfumado. Cuerno significa fuerza. Este tiempo de estar confinados en casa puede ser un tiempo de fortalecerte con la gracia de Dios, llenándote de su Santo Espíritu, al que el aceite perfumado representaba.

Y ¿para qué llenar el cuerno de aceite? Para una consagración. Para ser suyos. Para ser reyes con él, para ser iluminados por él. Dios ve el corazón. Dejemos que él lo limpie y lo llene de su luz. Pues, derramado, puede ungir reyes.


Jesús, vuestro párroco

21 de marzo de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migaja 1.

Preparando la hoja parroquial me ha salido el poder preparar cada día unas migajas.
Cada migaja tendrá una lectura de cada parte (Pentateuco, Profetas o Históricos o Sapienciales, Nuevo Testamento y Evangelio).
A ver qué os parece.

“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (I)

Queridos hermanos:

Quiero compartir con vosotros en estos momentos de tempestad algunas palabras. La barca de la humanidad y de la Iglesia está siendo zarandeada, golpeada, por estas olas y parece vaya a naufragar. Los discípulos están confinados en la barca. No pueden salir. El viento es contrario. Las olas amenazan inundar la barca. Pero Jesús camina sobre las aguas y nos dice: “¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (Mt 14, 27). Si Él está no tememos: “Los que temen al Señor vivirán, porque su esperanza está en aquel que los salva. Quien teme al Señor de nada tiene miedo, de nada se acobarda, porque él es su esperanza. Dichoso el que teme al Señor: ¿en quién confía?, ¿quién es su apoyo? Los ojos del Señor están fijos en los que lo aman, él es para ellos protección poderosa, apoyo firme, refugio contra el viento abrasador y el calor del mediodía, defensa para no tropezar, auxilio para no caer. Él levanta el ánimo, ilumina los ojos, da salud, vida y bendición. (Eclo 34,13-17)

Nos puede servir la imagen del Arca de Noé y algunos otros santos confinamientos. Y un texto bíblico citado en un documento recién salido de la Penitenciaria Apostólica del Vaticano este 20 de marzo de 2020. Este documento utiliza un texto de la carta de San Pablo a los Romanos muy oportuno: “Con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración” (Rm 12,12). O la traducción de la Conferencia Episcopal: “Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración”.

A lo largo de los próximos días aportaremos nuestro granito de pan, nuestra migaja que alimente la esperanza, nos dé firmeza en medio de esta tribulación y nos permita una mayor intimidad en la oración con el Señor de forma que el amor y la alegría sea el brillo que desprenda nuestro rostro, como lo desprendió Moisés tras bajar del Sinaí (cf. Ex 34, 29-35).
Jesús, vuestro párroco

Reflexiones sobre la Palabra. Migajas. Instrucciones.

MIGAJAS DURANTE LA CUARESMA EN CUARENTENA

Instrucciones de uso

1. Estas migajas pueden ser leídas y rumiadas personalmente o en familia.
2. Como en una reunión familiar de oración, se puede colocar un pequeño mantel blanco, una vela encendida, una plantita, una cruz, algún icono o imagen de la Virgen María, y la Biblia. Puede cada uno tener su Biblia.
3. Siempre conviene al empezar invocar el Espíritu Santo tras una oración improvisada que dé gracias a Dios por permitir la reunión de oración con la Palabra de Dios y pida su gracia.
4. Se puede comenzar leyendo la migaja.
5. Tras ello se entresacan las citas. Suele haber al menos cuatro, una de cada parte de la Biblia (Pentateuco, profetas-libros históricos-libros sapienciales, Nuevo Testamento y Evangelio).
6. Se buscan esas citas en la Biblia y tras ello se van leyendo.
7. Tras cada lectura se puede hacer eco o resonancia de lo que se ha proclamado.
8. Para el eco pueden servir estas preguntas que propone el Papa Francisco:

“La lectura espiritual. Hay una forma concreta de escuchar lo que el Señor nos quiere decir en su Palabra y de dejarnos transformar por el Espíritu. Consiste en la lectura de la Palabra de Dios en un momento de oración para permitirle que nos ilumine y nos renueve. (Francisco. Evangelii Gaudium 152). “En la presencia de Dios, en una lectura reposada del texto, es bueno preguntar, por ejemplo: « Señor, ¿qué me dice a mí este texto? ¿Qué quieres cambiar de mi vida con este mensaje? ¿Qué me molesta en este texto? ¿Por qué esto no me interesa? », o bien: « ¿Qué me agrada? ¿Qué me estimula de esta Palabra? ¿Qué me atrae? ¿Por qué me atrae? ». (Francisco. Evangelii Gaudium 153).

9. Tras los ecos se puede hacer un momento de silencio para oración personal.
10. Luego se pueden formular algunas peticiones o acciones de gracias.
11. A continuación el Padrenuestro y la oración del Papa a la Virgen María en este tiempo de prueba:

Oh María,
Tú resplandeces siempre
en nuestro camino
como signo de salvación y esperanza.
Nosotros nos encomendamos a Ti,
salud de los enfermos,
que ante la Cruz
fuiste asociada al dolor de Jesús
manteniendo firme tu fe.
Tú, Madre de Dios de los Desamparados,
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros
de que proveerás para que,
como en Caná de Galilea,
pueda regresar la alegría y la fiesta
después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y a hacer lo que nos dirá Jesús,
que ha tomado sobre sí
nuestros sufrimientos.
Y ha tomado sobre sí nuestros dolores
para llevarnos, a través de la Cruz,
al gozo de la Resurrección. Amén.
Bajo tu protección,
buscamos refugio,
Santa Madre de Dios.
No desprecies las súplicas
de los que estamos en la prueba
y líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!

12. Concluye con la bendición del Padre de familia a toda la familia con la oración de San Francisco:

“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor.
El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz”. (Nm 6, 24-26)
El Señor te bendiga.