20 de marzo de 2020

Domingo 22 de marzo de 2020. 4 CUA A.

   
   
                   Queridos hermanos:
Quiero compartir con vosotros en estos momentos de tempestad algunas palabras. La barca de la humanidad y de la Iglesia está siendo zarandeada, golpeada, por estas olas y parece vaya a naufragar. Los discípulos están confinados en la barca. No pueden salir. El viento es contrario. Las olas amenazan inundar la barca. Pero Jesús camina sobre las aguas y nos dice: “¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (Mt 14, 27). Si Él está no tememos: “Los que temen al Señor vivirán, porque su esperanza está en aquel que los salva. Quien teme al Señor de nada tiene miedo, de nada se acobarda, porque él es su esperanza.  Dichoso el que teme al Señor: ¿en quién confía?, ¿quién es su apoyo? Los ojos del Señor están fijos en los que lo aman, él es para ellos protección poderosa, apoyo firme, refugio contra el viento abrasador y el calor del mediodía, defensa para no tropezar, auxilio para no caer. Él levanta el ánimo, ilumina los ojos, da salud, vida y bendición. (Eclo 34,13-17)
Nos puede servir la imagen del Arca de Noé y algunos otros santos confinamientos. Y un texto bíblico citado en un documento recién salido de la Penitenciaria Apostólica del Vaticano este 20 de marzo de 2020. Este documento utiliza un texto de la carta de San Pablo a los Romanos muy oportuno: “Con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración” (Rm 12,12). O la traducción de la Conferencia Episcopal: “Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración”.
A lo largo de los próximos días aportaremos nuestro granito de pan, nuestra migaja que alimente la esperanza, nos dé firmeza en medio de esta tribulación y nos permita una mayor intimidad en la oración con el Señor de forma que el amor y la alegría sea el brillo que desprenda nuestro rostro, como lo desprendió Moisés tras bajar del Sinaí (cf. Ex 34, 29-35).

Jesús, vuestro párroco
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 9, 1. 6-9. 13-17. 34-38

En aquel tiempo, al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento.
Entonces escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, y le dijo:
«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)».
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:
«¿No es ese el que se sentaba a pedir?».
Unos decían: «El mismo». Otros decían: «No es él, pero se le parece». Él respondía: «Soy yo».
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé y veo».
Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado».
Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?». Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:  «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?».
Él contestó: «Que es un profeta».
Le replicaron: «Has nacido completamente empecatado, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?».
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?». Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?».
Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es». Él dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante él.
Palabra del Señor.
PERSEVERAR EN EL AMOR

2742         "Orad constantemente" (1 Ts 5, 17), "dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo" (Ef 5, 20), "siempre en oración y suplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos" (Ef 6, 18)."No nos ha sido prescrito trabajar, vigilar y ayunar constantemente; pero sí tenemos una ley que nos manda orar sin cesar" (Evagrio, cap. pract. 49). Este ardor incansable no puede venir más que del amor. Contra nuestra inercia y nuestra pereza, el combate de la oración es el del amor humilde, confiado y perseverante. Este amor abre nuestros corazones a tres evidencias de fe, luminosas y vivificantes:

2743 Orar es siempre posible: El tiempo del cristiano es el de Cristo resucitado que está "con nosotros, todos los días" (Mt 28, 20), cualesquiera que sean las tempestades (cf Lc 8, 24). Nuestro tiempo está en las manos de Dios:
Es posible, incluso en el mercado o en un paseo solitario, hacer una frecuente y fervorosa oración. Sentados en vuestra tienda, comprando o vendiendo, o incluso haciendo la cocina (San Juan Crisóstomo, ecl.2).

2744 Orar es una necesidad vital: si no nos dejamos llevar por el Espíritu caemos en la esclavitud del pecado (cf Ga 5, 16-25). ¿Cómo puede el Espíritu Santo ser "vida nuestra", si nuestro corazón está lejos de él?

Nada vale como la oración: hace posible lo que es imposible, fácil lo que es difícil. Es imposible que el hombre que ora pueda pecar (San Juan Crisóstomo, Anna 4, 5)
Quien ora se salva ciertamente, quien no ora se condena ciertamente (San Alfonso María de Ligorio, mez.).

2745 Oración y vida cristiana son inseparables porque se trata del mismo amor y de la misma renuncia que procede del amor. La misma conformidad filial y amorosa al designio de amor del Padre. La misma unión transformante en el Espíritu Santo que nos conforma cada vez más con Cristo Jesús. El mismo amor a todos los hombres, ese amor con el cual Jesús nos ha amado. "Todo lo que pidáis al Padre en mi Nombre os lo concederá. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros" (Jn 15, 16-17).
Ora continuamente el que une la oración a las obras y las obras a la oración. Sólo así podemos encontrar realizable el principio de la oración continua (Orígenes, or. 12).
EL EVANGELIO COMENTADO POR EL PAPA

“En el centro del Evangelio de este cuarto domingo de Cuaresma se encuentran Jesús y un hombre ciego desde el nacimiento (cf Juan 9, 1-41). Cristo le devuelve la vista y obra este milagro con una especie de rito simbólico: primero mezcla la tierra con la saliva y la unta en los ojos del ciego; luego le ordena ir a lavarse en la piscina de Siloé. Ese hombre va, se lava, y se aclara la vista. Era ciego desde el nacimiento. Con este milagro Jesús se manifiesta y se manifiesta a nosotros como luz del mundo; y el ciego de nacimiento nos representa a cada uno de nosotros, que hemos sido creados para conocer a Dios, pero a causa del pecado somos como ciegos, necesitamos una luz nueva; todos necesitamos una luz nueva: la de la fe, que Jesús nos ha donado. Efectivamente ese ciego del Evangelio aclarando la vista se abre al misterio de Cristo. Jesús le pregunta: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?» (v. 35). «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?», responde el ciego sanado (v. 36): «Creo, Señor» y se postró ante Jesús (v. 37).
Este episodio nos lleva a reflexionar sobre nuestra fe, nuestra fe en Cristo, el Hijo de Dios, y al mismo tiempo se refiere también al Bautismo, que es el primer sacramento de la fe: el sacramento que nos hace “venir a la luz”, mediante el renacimiento del agua y del Espíritu Santo; así como le sucede al ciego de nacimiento, al cual se le abren los ojos después de haberse lavado en el agua de la piscina de Siloé. El ciego de nacimiento sanado nos representa cuando no nos damos cuenta de que Jesús es la luz, es «la luz del mundo», cuando miramos a otro lado, cuando preferimos confiar en pequeñas luces, cuando nos tambaleamos en la oscuridad. El hecho de que ese ciego no tenga un nombre nos ayuda a reflejarnos con nuestro rostro y nuestro nombre en su historia. También nosotros hemos sido “iluminados” por Cristo en el Bautismo, y por ello estamos llamados a comportarnos como hijos de la luz. Y comportarse como hijos de la luz exige un cambio radical de mentalidad, una capacidad de juzgar hombres y cosas según otra escala de valores, que viene de Dios. El sacramento del Bautismo, efectivamente, exige la elección de vivir como hijos de la luz y caminar en la luz. Si ahora os preguntase: “¿Creéis que Jesús es el Hijo de Dios? ¿Creéis que puede cambiaros el corazón? ¿Creéis que puede hacer ver la realidad como la ve Él, no como la vemos nosotros? ¿Creéis que Él es la luz, nos da la verdadera luz?” ¿Qué responderíais? Que cada uno responda en su corazón.
¿Qué significa tener la verdadera luz, caminar en la luz? Significa ante todo abandonar las luces falsas: la luz fría y fatua del prejuicio contra los demás, porque el prejuicio distorsiona la realidad y nos carga de rechazo contra quienes juzgamos sin misericordia y condenamos sin apelo. ¡Este es el pan de todos los días! Cuando se chismorrea sobre los demás, no se camina en la luz, se camina en las sombras. Otra falsa luz, porque es seductora y ambigua, es la del interés personal: si valoramos hombres y cosas en base al criterio de nuestra utilidad, de nuestro placer, de nuestro prestigio, no somos fieles la verdad en las relaciones y en las situaciones. Si vamos por este camino del buscar solo el interés personal, caminamos en las sombras.
La Virgen Santa, que en primer lugar acogió a Jesús, luz del mundo, nos obtenga la gracia de acoger nuevamente en esta Cuaresma la luz de la fe, redescubriendo el don inestimable del Bautismo, que todos nosotros hemos recibido. Y que esta nueva iluminación nos transforme en las actitudes y en las acciones, para ser también nosotros, a partir de nuestra pobreza, de nuestras pequeñeces, portadores de un rayo de la luz de Cristo. (Francisco. Ángelus. 26-3-2017).
Oración del Papa a la Virgen María
Oh María, Tú resplandeces siempre  en nuestro camino
como signo de salvación y esperanza.
Nosotros nos encomendamos a Ti,
salud de los enfermos, que ante la Cruz
fuiste asociada al dolor de Jesús manteniendo firme tu fe.
Tú, Madre de Dios de los Desamparados,
sabes lo que necesitamos y estamos seguros
de que proveerás para que,  como en Caná de Galilea,
pueda regresar la alegría y la fiesta  después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre
y a hacer lo que nos dirá Jesús,
que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos.
Y ha tomado sobre sí nuestros dolores para llevarnos, a través de la Cruz,
al gozo de la Resurrección. Amén.
Bajo tu protección, buscamos refugio,
Santa Madre de Dios.
No desprecies las súplicas  de los que estamos en la prueba
y líbranos de todo peligro,  ¡oh Virgen gloriosa y bendita!
COMUNICADO DE LA ARCHIDIÓCESIS DE VALENCIA
14 de marzo de 2020

La Archidiócesis de Valencia comunica la suspensión de celebración pública de la Misa con asistencia de fieles en todos los templos Archidiócesis de Valencia, 14 de marzo.-

El Cardenal Arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, tras las medidas ordenadas por el Gobierno, comunica la necesaria adopción de nuevas disposiciones de urgencia siguiendo las indicaciones de las autoridades gubernamentales, para frenar la pandemia del COVID-19.

Ante esta situación la Archidiócesis de Valencia comunica que quedan suspendidas las celebraciones públicas de la Santa Misa con fieles en todas las iglesias.

Asimismo, apelando a la responsabilidad se considera necesario suspender todos los actos públicos previos así como las procesiones de Semana Santa, atendiendo a la excepcional situación que compartimos todos, y agradeciendo la comprensión de todos los fieles.

Se reitera la petición de que los fieles sigan la Santa Misa a través de los medios de comunicación u otros canales de distribución. (LA 8 MEDITERRANEO TV, CANAL YOUTUBE de la Catedral de Valencia, COPE, La 13, RNE, TVE), y que los fieles que participen de la Eucaristía a través de estos medios, y por tanto, no presencial, hagan la comunión espiritual, recuperando la práctica tradicional de la iglesia como medio de comunión eclesial.

A los sacerdotes, que celebrarán en privado la Eucaristía, que incluyan peticiones para la erradicación de la pandemia, y por los fallecidos, enfermos y sus familias, y también por los profesionales sanitarios abnegados, y dedicados a costa de sus propias vidas a salvaguardar las nuestras pensando en el bien común.

Asimismo, se transmite a los fieles que los sacerdotes permanecerán siempre disponibles para la atención espiritual, especialmente para los enfermos y necesitados de consuelo espiritual.

Respecto a las celebraciones fúnebres, en los funerales se realizarán con la celebración de la Palabra posponiéndose las Misas Exequiales. En cuanto a los bautizos y bodas programados, que se realicen siguiendo las directrices de las autoridades sanitarias, y los que no estén programados, que se pospongan, -en el caso de los bautizos, exceptuando el peligro de muerte-.

“La gran manifestación de solidaridad y cercanía con la totalidad de nuestro pueblo, es que elevemos nuestra plegaria y clamemos desde lo hondo al Señor, infinito en su compasión, que tenga piedad y nos bendiga. Su bendición es comprensión, colaboración, y verdad que se realiza en el amor. Supliquemos a Dios y a la santísima Virgen, Madre de los Desamparados, implorando su auxilio”.





Del 23 al 29 de marzo de 2020
Lunes 23. Santo Toribio de Mogrovejo, obispo. 19.30 h.: En sufragio de: Rvdo. D. Rafael Reig Armiñana; José Antonio Cabanilles.    
Martes 24. 19.30 h.: En sufragio de: Sor Mª José; Francisco Rodríguez Melis.
Miércoles 25. Solemnidad de la Anunciación del Señor. 19.30 h.: En sufragio de: Rvdo. P. Conrado.
Jueves 26. 19.30 h.: En sufragio de: Rvdo. P. Bartolomé.
Viernes 27. 19.30 h.: En sufragio de: Joaquín y Dolores.
Sábado 28. Por la tarde: QUINTO DOMINGO DE CUARESMA.
19.30 h.: En sufragio de: Fernando y Carmen; Rosendo Roche; José y Carmen e hijo José.
Domingo 29. QUINTO DOMINGO DE CUARESMA.
11.30 h.: Pro Pópulo.
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Puedes descargar la Hoja Parroquial:


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