29 de marzo de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migajas 8


“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (8)

La rama de olivo en el pico


Queridos hermanos:

Noé volvió a soltar la paloma por segunda vez. Y la paloma les llevó la esperanza de que todo iba a terminar bien, pues volvió al atardecer con una rama de olivo en el pico (Génesis 8,11). El verde del olivo. El verde de la esperanza, el verde de la vida.

La paloma para llevar esa rama en el pico debió posarse sobre un olivo, que según los rabinos, es el árbol de la vida. Ese árbol, al que no se podía acceder tras el pecado de Adán y Eva (Génesis 3, 20-24), ahora el Espíritu Santo te lo lleva al arca de tu casa por medio de esa rama de olivo. El olivo trae el aceite y con él la fuerza, la salud, la alegría. Es lo que necesitamos en estos momentos. Fortaleza, salud espiritual y física, alegría.

Ahora tu familia es esa Arca de Noé. Por el bautismo eres miembro del cuerpo de Cristo. Eres Iglesia doméstica, que se reúne en tu casa. Tienes acceso al Árbol de la Vida. El Espíritu Santo seguramente está intentando entrar en tantas y tantas arcas hoy día. Invoquemos su presencia en medio de nuestras relaciones en este tiempo de clausura obligada. Que al atardecer nos traiga cada día una rama del árbol de la vida, que unja nuestras relaciones con oleo de alegría y júbilo (cf. Salmo 45 (44), 2-10). Pues un fruto del Espíritu Santo es la alegría (cf. Gálatas 5, 22-25). Jesús no desea otra cosa más que participemos de su vida y alegría. Aunque no puedas salir físicamente, sí puedes salir espiritualmente, pues Jesús es la Puerta. Por Jesús entramos y salimos (cf. Juan 10, 9-11). Hoy hay muchas personas que están solas. Quizá incluso enfermas, de gravedad o moribundas. Por medio de Jesús, por medio de la oración, podemos estar cerca de ellas y consolarlas. Por la intercesión. Pues Jesús es la puerta que conduce al Padre… y al hermano.

Jesús, vuestro párroco

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Por medio del Espíritu Santo el Señor hará de ti también un olivo: “Olivo verde de fino fruto te puso por nombre el Señor” (Jeremías 11,16). Y también: “Pero yo, como verde olivo, en la casa de Dios, confío en la misericordia de Dios por siempre jamás” (Salmo 52 (51), 10). Y “tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa” (Salmo 128 (127),3).

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