31 de diciembre de 2009

Domingo 3 de enero

HOJA

PARROQUIAL
Parroquia de Sant Francesc de Borja

Email de la parroquia: sfb500@gmail.com


Domingo 3 de enero de 2010







                                    


 

                 
                    Queridos hermanos:
De la mano de la Virgen María, Madre de Dios, comenzamos este nuevo año solar, el año 2010.
La Virgen María sigue ofreciendo a todos a este frágil Niño, que nace pobre, débil y dependiente. “Necesitado de nuestro amor. Ahora –dice ese Dios que se ha hecho niño– ya no podéis tener miedo de mí, ya sólo podéis amarme.” (Benedicto XVI. Homilía 24-12-2008). “La Palabra eterna se ha hecho pequeña, tan pequeña como para estar en un pesebre. Se ha hecho niño para que la Palabra esté a nuestro alcance.” (Homilía Benedicto XVI. 24-12-2006).
Este niño ha elegido un caminito nuevo para llegar a nosotros: la humildad de nuestra carne, la carne de un niño débil y frágil. Pero esa carne es la carne de María Virgen. Por eso también Jesús nos ofrece a María. Celebrar la Navidad es celebrar que Dios nos ha visitado a través de María.
Durante el Adviento nos hemos servido del icono de la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel para profundizar en los Misterios que estamos celebrando. “Visitar” viene del verbo latino “visitare”, que significa ir a ver, recorrer una distancia para ver a uno en su casa. La Navidad es una visita de nuestro Dios. Ha acortado el camino que separaba al hombre de Dios; se ha abajado hasta nosotros; ha entrado en el interior de la historia para salvarla. “Él no ha llenado el tiempo entrando en él desde las alturas, sino "desde dentro", haciéndose una pequeña semilla para llevar a la humanidad hasta su plena maduración”. (Homilía Benedicto XVI. 31-12-2006). “Ha visitado y redimido a su pueblo”, como dirá Zacarías, el esposo de Santa Isabel. ¿También nos ha visitado a nosotros en esta Navidad? ¿Estábamos en casa o fuera de casa? La sociedad actual nos lleva a vivir fuera de nosotros mismos, en la di-versión “con frecuencia vivida como evasión de la realidad”. (Benedicto XVI. Homilía 31-12-2006).
Muy distinta debe ser la actitud de los cristianos. La con-versión es una vuelta a uno mismo, es un entrar en la casa de nuestro corazón, es volver a recuperar la atención y la vigilancia, para que encontrar a Aquel que nos ha visitado. Él ya estaba en la puerta de casa esperándonos. Diríamos más: Nos ha visitado en un “establo”, a través de la más humilde de las mujeres: Nos ha visitado a través de María.
¡Qué fácil nos lo ha puesto! Juntamente con María miremos a Jesús, nuestro “Anatolé”, el Sol que nace de lo alto e ilumina las tinieblas y presentémosle oración por todos los hombres en sus necesidades.
Jesús, vuestro párroco

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 1-5. 9-14

En el principio ya existía la Palabra,
  y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo,
  y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.
Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal,
ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre,
lleno de gracia y de verdad.
Palabra del Señor.






 
“Sobre el inicio del año civil y la Virgen María
En esta tarde del 31 de diciembre se entrecruzan dos perspectivas diversas:  la primera, vinculada al fin del año civil; la segunda, a la solemnidad litúrgica de María santísima Madre de Dios, que concluye la octava de la santa Navidad. El primer acontecimiento es común a todos; el segundo es propio de los cristianos. (...)
El primer tema, muy sugestivo, está vinculado a la dimensión del tiempo. En las última horas de cada año solar asistimos al repetirse de algunos "ritos" mundanos que, en el contexto actual, están marcados sobre todo por la diversión, con frecuencia vivida como evasión de la realidad, como para exorcizar los aspectos negativos y favorecer improbables golpes de suerte.
¡Cuán diversa debe ser la actitud de la comunidad cristiana! La Iglesia está llamada a vivir estas horas haciendo suyos los sentimientos de la Virgen María. Juntamente con ella está invitada a tener fija su mirada en el Niño Jesús, nuevo Sol que ha surgido en el horizonte de la humanidad y, confortada por su luz, a apresurarse a presentarle "las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos". (Homilía en las Vísperas. 31-12-2006)

“Al inicio de un nuevo año se nos invita a entrar en su escuela, en la escuela de la fiel discípula del Señor, para aprender de ella a acoger en la fe y en la oración la salvación que Dios quiere derramar sobre los que confían en su amor misericordioso.
"María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón" (Lc 2, 19). El primer día del año está puesto bajo el signo de una mujer, María. El evangelista san Lucas la describe como la Virgen silenciosa, en constante escucha de la Palabra eterna, que vive en la palabra de Dios. María conserva en su corazón las palabras que vienen de Dios y, uniéndolas como en un mosaico, aprende a comprenderlas. En su escuela queremos aprender también nosotros a ser discípulos atentos y dóciles del Señor.” (Homilía 1-1-2006)
Sobre el Niño que adoramos en Belén
“El teólogo medieval Guillermo de S. Thierry dijo una vez: Dios ha visto que su grandeza –a partir de Adán– provocaba resistencia; que el hombre se siente limitado en su ser él mismo y amenazado en su libertad. Por lo tanto, Dios ha elegido una nueva vía. Se ha hecho un niño. Se ha hecho dependiente y débil, necesitado de nuestro amor. Ahora –dice ese Dios que se ha hecho niño– ya no podéis tener miedo de mí, ya sólo podéis amarme.” (Homilía Misa de Nochebuena. 2008)

“Ese Niño que adoramos en Belén, nos invita a sentir el inmenso amor de Dios, ese Dios que bajó del cielo y que se nos ha hecho cercano a cada uno de nosotros para hacernos sus hijos, parte de su propia Familia. (…) En Cristo, Dios descendió hasta la última profundidad del ser humano, hasta la noche del odio y de la ceguera, hasta la oscuridad de la lejanía del hombre de Dios para encender allí la luz de su amor. (…) El cielo ya no está cerrado, Dios está cerca; en Cristo todos nos pertenecemos unos a otros. (…) Todos juntos somos la familia de Dios, hermanos y hermanas en virtud de un único Padre” (Discurso 21 diciembre 2009).
Sobre los pastores
“Reflexionemos esta noche en los pastores. ¿Qué tipo de hombres son? En su ambiente, los pastores eran despreciados; se les consideraba poco de fiar y en los tribunales no se les admitía como testigos. (...). El evangelio destaca una característica que luego, en las palabras de Jesús, tendrá un papel importante: eran personas vigilantes. Esto vale ante todo en su sentido exterior: por la noche velaban cercanos a sus ovejas. Pero también tiene un sentido más profundo: estaban dispuestos a oír la palabra de Dios, el anuncio del ángel. Su vida no estaba cerrada en sí misma; tenían un corazón abierto. De algún modo, en lo más íntimo de su ser, estaban esperando algo. Su vigilancia era disponibilidad; disponibilidad para escuchar, disponibilidad para ponerse en camino; era espera de la luz que les indicara el camino.
Esto es lo que a Dios le interesa. Él ama a todos porque todos son criaturas suyas. Pero algunas personas han cerrado su alma; su amor no encuentra en ellas resquicio alguno por donde entrar. Creen que no necesitan a Dios; no lo quieren. (...) Pidámosle que no encuentre cerrado nuestro corazón. Esforcémonos por ser capaces de ser portadores activos de su paz, concretamente en nuestro tiempo. (Homilía Nochebuena 2005)

El santo cura de Ars “estaba convencido de que todo el fervor en la vida de un sacerdote dependía de la Misa: “La causa de la relajación del sacerdote es que descuida la Misa. Dios mío, ¡qué pena el sacerdote que celebra como si estuviese haciendo algo ordinario!”. Siempre que celebraba, tenía la costumbre de ofrecer también la propia vida como sacrificio: “¡Cómo aprovecha a un sacerdote ofrecerse a Dios en sacrificio todas las mañanas!”.
(De la carta del Papa Benedicto XVI para la convocación de un año sacerdotal con ocasión del 150 aniversario del dies natalis del santo cura de Ars)


¡Oh Señor y Criador del cielo y de la tierra! Conozca ya vuestra criatura lo que hacéis con ella por vuestra bondad y lo que ella hace en sí por su maldad, para que viendo cómo deshace lo que en ella hacéis y cómo borra lo que en ella pintáis, se tenga por destructora de si misma y de vuestras obras, y por tal se conozca y se persiga hasta que merezca ser atada por vuestra misericordia para el mal obrar, y de esta manera alcance que vos obréis en ella. Y pues vos decís, Señor, que vuestro Padre eterno de cada día obra, y que Vos siempre obráis (Jn 5,17), obren en mi Señor vuestras manos, y la mano del pecador no me mueva, para que os alaben vuestras obras y sean alabadas de los ángeles en la corte celestial. Amen.
(Del Ejercicio espiritual repartido por todos los días de la semana de San Francisco de Borja).


A los sacerdotes pobres,
llénalos de Ti, Señor.
A los sacerdotes en crisis,
sostenlos en la lucha y muéstrales tu camino.
A los sacerdotes calumniados y perseguidos, dales mansedumbre y un corazón capaz de perdonar.
A los sacerdotes enfermos y ancianos,
ilumina su vida con tu presencia y dales tu paz.
A los Sacerdotes que sienten el peso de su soledad,
déjalos en el corazón de tu Madre, Señor.
A todos tus sacerdotes,
infúndeles tu Espíritu para que se transformen en Ti.


1. El sábado 2 de enero después de la misa de 6 de la tarde nos visitará el Paje de SS.MM. los Reyes de Oriente para recoger las cartas de los niños.
2. Domingo 3 de enero a las 17.30 h. Festival de villancicos. Cada familia o grupo interpretará al menos uno. Habrá chocolate para la merienda.
3. Las colectas del sábado 2 y domingo 3 de enero serán extraordinarias para pagar el Crédito y la Hipoteca.
4. Martes 5 de enero a las 20.30 h. Visita de SS.MM. los Reyes de Oriente y entrega de regalos a los pequeños.
5. Los jueves de San Francisco de Borja:
· El jueves 7 de enero a las 8.30 noche adoración del Santísimo Sacramento.
· El jueves 14 de enero: formación sobre la Vida de San Francisco de Borja con los cuadernos. Hoja nº 3.
6. Se reanudan las reuniones con niños y jóvenes tras las vacaciones de Navidad: El viernes 8 de enero a las 6 de la tarde la catequesis del buen Pastor con niños de 3 a 5 años. Y también el grupo Anatolé con niños de 9 a 11 años. A las 8.15 noche los grupos de confirmación.
7. El pasado 19 de diciembre el Papa Benedicto XVI reconoció las virtudes heroicas de los siervos de Dios los Papas Pío XII y Juan Pablo II proclamándolos venerables junto con otro buen número de siervos de Dios. Es el paso previo a la Beatificación.
8. A lo largo del año, en todas las misas, se reza por todos los difuntos. Algunas celebraciones incluyen una intención particular por algún difunto o por alguna necesidad. En muchas de las ocasiones se acompaña de una ofrenda para el sacerdote llamada estipendio. Es esta una costumbre que proviene del Antiguo Testamento, donde Judas Macabeo, como dice el Libro de los Macabeos,  hizo una ofrenda al Templo de Jerusalén para que ofrecieran sacrificios por los pecados de los difuntos, “pues de no esperar que los difuntos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; mas si consideraba que una magnífica recompensa está reservada a los que duermen piadosamente, era un pensamiento santo y piadoso. (2 Macabeos 12, 44-45). Nuestra parroquia es deficitaria en intenciones. Les invitamos a solicitar en el despacho la celebración de intenciones particulares.
9. La parroquia está realizando la rifa de una cesta. Les invitamos a colaborar comprando o vendiendo boletos de la misma. A su vez, todavía quedan calendarios sin vender. Animarles a hacerlo. Es un práctico regalo que acerca la parroquia a las casas.
10. Os deseamos a todos un feliz y próspero año nuevo con la bendición del Libro de los Números:
“El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti  y te conceda la paz.”



De no esperar que los difuntos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; mas si consideraba que una magníficarecompensa está reservada a los que duermen piadosamente, era unpensamiento santo y piadoso.

2 Macabeos 12, 44-45
 Del 4 al 10 de enero de 2010
Lunes 4.  19.30 h.: En sufragio de: Rogelio Roselló.
Martes 5. Solemnidad de la Epifanía del Señor. 18.00 h.: Con niños. Sin intención.
19.30 h.: En sufragio de: Dif. Fam. García- Estruch.
Miércoles 6. Solemnidad de la Epifanía del Señor. 12.00 h. Pro Pópulo. 13.15: Bautismo.
Jueves 7. 19.30 h.: Sin intención.
Viernes 8. 19.30 h.: En sufragio de: Antonio Casanova.
Sábado 9. Fiesta del Bautismo del Señor. 18.00 h.: Con niños. Sin intención.
19.30 h.: Sin intención.
21.00 h.: Con las comunidades neocatecumenales. Sin intención.
Domingo 10. Fiesta del Bautismo del Señor. 12.00 h. Pro Pópulo









29 de diciembre de 2009

Homilía del cardenal Rouco en la misa de las Familias de Europa en Madrid

Homilía del cardenal Rouco en la misa de las Familias de Europa en Madrid
Sin las familias, “Europa se quedaría sin el futuro del amor”

MADRID, domingo, 27 de diciembre de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos la homilía que pronunció el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, durante la misa que congregó este domingo de la Sagrada Familia a familias de Europa en la plaza de Lima en Madrid.
* * *


Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor:
Una vez más, una Plaza madrileña, la Plaza de Lima, nos ofrece un bello marco para celebrar la Fiesta de la Sagrada Familia públicamente ante la sociedad y ante el mundo como "una Misa de las Familias": de las familias de Madrid y de toda España. Así sucedió el pasado año. Hoy, además, como una Eucaristía de las familias de toda Europa. Me es muy grato, por ello, saludar con afecto fraterno en el Señor a los Sres. Cardenales, Arzobispos y Obispos de las Diócesis de España, pero, especialmente, a los hermanos venidos de Roma y de diversos países europeos. En un lugar destacado quisiera hacerlo con el Sr. Cardenal Prefecto del Pontificio Consejo para las Familias, que subraya con su presencia el valor pastoral que le merecen al Santo Padre y a sus colaboradores más próximos nuestra iniciativa a favor de la familia. El luminoso y siempre certero mensaje del Papa Benedicto XVI no nos ha faltado tampoco en esta ocasión en que la Eucaristía de las familias cristianas de España se abre a las Iglesias particulares de Europa. Mi saludo muy cordial se dirige también a los innumerables hermanos sacerdotes españoles y europeos, cercanos siempre a las familias que ellos atienden y sirven con cuidadoso celo y caridad pastorales. Nuestro más efusivo saludo va dirigido, sin embargo, a las innumerables familias - abuelos, padres, hijos, hermanos... - que se han sacrificado para venir a Madrid y poder celebrar en esta fría mañana madrileña, unidos en una extraordinaria asamblea litúrgica con los fieles de nuestra diócesis, la Acción de Gracias eucarística con alegría jubilosa por el inmenso don de la familia cristiana: familia que se mira en la Sagrada Familia de Nazareth como el modelo insuperable y decisivo para poder vivir en plenitud la riqueza de la gracia del matrimonio cristiano en el día a día del crecer y del quehacer de la propia familia. La familia cristiana sabe, además, que en Jesús, María y José, encuentra el apoyo sobrenatural necesario que le ha sido preparado amorosamente por Dios para que no desfallezca en la realización de su hermosa vocación.
Vuestra multitudinaria presencia, queridas familias, y vuestra participación atenta, piadosa y activa en esta celebración eucarística habla un claro y elocuente lenguaje: ¡queréis a vuestras familias! ¡queréis a la familia!; ¡mantenéis fresca y vigorosa la fe en la familia cristiana!; estáis seguras, compartiendo la doctrina de la Iglesia una, santa, católica y apostólica, de que el modelo de la familia cristiana es el que responde fielmente a la voluntad de Dios y, por ello, es el que garantiza el bien fundamental e insustituible de la familia para sus propios miembros -los padres y los hijos en eminente lugar-, para toda la sociedad y, no en último lugar, para la Iglesia. La Iglesia es, en definitiva, la "construcción de Dios", "en la que habita su familia", como enseña el Vaticano II; y la familia en ella es "Iglesia doméstica" (LG 6 y 11). Queridas familias cristianas: sois muy conscientes, incluso en virtud de vuestras propias experiencias de la vida en el matrimonio y en vuestra familia, de que ese otro lenguaje de los diversos modelos de familia, que parece adueñarse, avasallador y sin réplica alguna, de la mentalidad y de la cultura de nuestro tiempo, no responde a la verdad natural de la familia, tal como viene dada al hombre "desde el principio" de la creación y de que, por ello, es incapaz de resolver la problemática tantas veces cruel y dolorosa de los fracasos materiales, morales y espirituales que afligen hoy al hombre y a la sociedad europea de nuestro tiempo con una gravedad pocas veces conocida por la historia. Queridas familias: porque queréis vivir vuestra familia en toda la verdad, la bondad y la belleza que le viene dada por el plan salvador de Dios, estáis aquí como protagonistas del nuevo Pueblo y de la nueva Familia de Dios, que peregrina en este mundo hacia la Casa y la Gloria del Padre, celebrando con la Iglesia el Sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, culmen y fuente de toda la vida cristiana -y consecuentemente ¡de la verdadera vida de vuestras familias!- como una Fiesta, iluminada por la memoria, hecha actualidad, de la Sagrada Familia de Nazareth.
Con la Sagrada Familia, formada por Jesús, María y José, se inicia el capítulo de la nueva y definitiva historia de la familia: el de la familia, que, fundada por el Creador en el verdadero matrimonio entre el varón y la mujer, va a quedar liberada de la esclavitud del pecado y transformada por la gracia del Redentor. Acerquémonos pues con la mirada de la fe, clarificada por la palabra de Dios, a la realidad de esta familia, sagrada y entrañable a la vez, que abre a las nuestras el tiempo nuevo del amor y de la vida sin ocaso. Llama la atención desde el primer momento de su preparación y constitución que lo que guía y mueve a María y a José a desposarse y acoger en su seno al Hijo, a Jesús, es el cumplimiento de la voluntad de Dios sin condiciones; aunque, humanamente hablando, les cueste comprenderla. María dice "Sí" a la maternidad de su Hijo, que era nada menos que el Hijo del Altísimo. Lo concibe por obra del Espíritu Santo, siendo Virgen y permaneciendo Virgen. José acepta acoger a María en su casa como esposa, castamente, sabiendo que el Hijo que lleva en sus entrañas no es suyo, ¡es de Dios! Se abandonan a su santísima voluntad, sabiendo que responden así a los designios inescrutables, pero ciertos, del amor de un Dios que quiere salvar al hombre por caminos que le sobrepasan por la magnitud infinita de la misericordia que revelan. Son cada vez más conscientes de que a ellos se les ha confiado la vida y la muerte terrena de un niño, que es el Hijo de Dios, el Mesías, el Señor. Sí, sobre todo, lo sabe su Madre María que lo acompaña, a veces desde la distancia física, pero siempre desde una inefable cercanía del corazón hasta el momento de la Cruz: ¡la hora de la expropiación total del Hijo y de la Madre en aras del Amor más grande! En la escena del adolescente Jesús, perdido y hallado por sus padres en el Templo de Jerusalén, que nos relata hoy el Evangelio de San Lucas, se confirmaba y se preludiaba hasta qué grado de entrega y oblación de la vida conllevaba la aceptación amorosa de la voluntad del Padre: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?". Y, aunque ellos no comprendieron del todo lo que les quería decir, su angustia precedente quedó enternecedoramente compensada por el Hijo: Jesús bajó con ellos a Nazareth y, bajo su autoridad, "iba creciendo en sabiduría, estatura, y en gracia ante Dios y ante los hombres". Y "su madre conservaba todo esto en su corazón". De aquel amor de María y José, amor de total entrega a Dios, y, por ello, de una fecundidad humanamente inimaginable, ¡sobrenatural!, surge la familia en la que nace, crece y vive el Salvador del hombre, el Autor de la Nueva Vida, el Cabeza del Nuevo Pueblo de Dios, el Primero entre una incontable multitud de hermanos, que habrían de configurar la nueva familia humana.
Queridas familias cristianas de España y de toda Europa: miraos a vosotras mismas como esposas y esposos, padres e hijos, en el límpido espejo de ese prototipo de la nueva familia querida y dispuesta por Dios en su plan de salvación del hombre, que es la familia de Jesús, María y José. ¿Verdad que también vosotros podéis certificar que, cuando todo ese edificio de íntimas relaciones personales entre vosotros y con vuestros hijos se fundamenta en la vivencia fiel y siempre renovada de vuestro compromiso contraído sacramentalmente en Cristo, ante Dios y ante la Iglesia, os es posible e incluso sencillo y gratificante configurar vuestra familia como esa íntima comunidad de vida y amor donde se va abriendo día a día, "cruz a cruz", el camino de la verdadera felicidad? Entonces os sentís "como elegidos de Dios, santos y amados, para revestiros "de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión". Sabéis pedir perdón y perdonáis. Sabéis sobrellevaros y ¿os santificáis mutuamente? Colocáis por encima de todo "el amor" que "es el ceñidor de la unidad consumada". ¿En quién y en dónde podrán encontrar los niños, que van a nacer, los discapacitados, los enfermos, los rechazados... etc., el don de la vida y del amor incondicional sino en vosotros, padres y madres de las familias cristianas? ¿Hay quien responda mejor y más eficazmente a las situaciones dramáticas de los parados, de los ancianos, de los angustiados por la soledad física y espiritual, de los rotos por las decepciones y fracasos sentimentales, matrimoniales y familiares, que la familia verdadera, la fundada en la ley de Dios y en el amor de Jesucristo?
En esta madrileña Plaza de Lima, el día 2 de noviembre de 1982, el inolvidable Juan Pablo II, declarado Venerable el pasado día 19 de diciembre por nuestro Santo Padre Benedicto XVI, celebraba una Eucaristía memorable, convocada como "la Misa para las familias" en el tercer día de su largo primer viaje por toda la geografía de las Diócesis de España ¡Viaje Apostólico inolvidable! En su vibrante homilía se encuentra un pasaje, cuya vigorosa fuerza profética no ha perdido ni un ápice de actualidad. Permitidme que os lo recuerde:
"Además, según el plan de Dios, -afirmaba el Papa- el matrimonio es una comunidad de amor indisoluble ordenado a la vida como continuación y complemento de los mismos cónyuges. Existe una relación inquebrantable entre el amor conyugal y la transmisión de la vida, en virtud de la cual, como enseñó Pablo VI, "todo acto conyugal debe permanecer abierto a la transmisión de vida". Por el contrario, -como escribí en la Exhortación Apostólica "Familiaris Consortio"-"al lenguaje natural que expresa la recíproca donación total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente: se produce no sólo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino también una falsificación de la verdad interior del amor conyugal.
Pero hay otro aspecto aún más grave y fundamental, que se refiere al amor conyugal como fuente de la vida: hablo del respeto absoluto a la vida humana, que ninguna persona o institución, privada o pública, puede ignorar. Por ello, quien negara la defensa a la persona humana más inocente y débil, a la persona humana ya concebida aunque todavía no nacida, cometería una gravísima violación del orden moral. Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente. Se minaría el mismo fundamento de la sociedad."
Benedicto XVI nos enseña hoy, en medio de una crisis socio-económica generalizada, un cuarto de siglo después de la homilía de la Plaza de Lima, en su Encíclica "Cáritas in Veritate": "La apertura moralmente responsable a la vida es una riqueza social y económica... Por eso, se convierte en una necesidad social, e incluso económica, seguir proponiendo a las nuevas generaciones la hermosura de la familia y del matrimonio, su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona. En esta perspectiva, los estados están llamados a establecer políticas que promuevan la centralidad y la integridad de la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, célula primordial y vital de la sociedad".
El panorama que presenta la realidad de la familia en la Europa contemporánea no es precisamente halagüeño. El preocupante diagnóstico del estado de salud de la familia europea, que hacía en octubre de 1999 la II Asamblea Especial para Europa del Sínodo de los Obispos y que, después, Juan Pablo II recogía, detallaba y confirmaba en la Exhortación Postsinodal "La Iglesia en Europa", se ha ido agravando más y más. La actualidad del matrimonio y de la familia en los países europeos está marcada por la facilitación jurídica del divorcio hasta extremos impensables hasta hace poco tiempo y asimilables al repudio; por la aceptación creciente de la difuminación, cuando no de la eliminación, primero cultural y luego legal de la consideración del matrimonio como la unión irrevocable de un varón y una mujer en íntima comunidad de amor y de vida, abierta a la procreación de los hijos; por el crecimiento, al parecer imparable, de las rupturas matrimoniales y familiares con las conocidas y dramáticas consecuencias que acarrean para la suerte y el bien de los niños y de los jóvenes. A esta situación se ha añadido la crisis económica, con la inevitable secuela del paro y el desempleo como factor sobrevenido a la situación ya muy extendida de la crisis del matrimonio y de la familia. El derecho a la vida del niño, todavía en el vientre de su madre -del "nasciturus"-, se ve lamentablemente suplantado en la conciencia moral de un sector cada vez más importante de la sociedad, y en la legislación que la acompaña y la estimula, por un supuesto derecho al aborto en los primeros meses del embarazo. La vida de las personas con discapacidades varias, de los enfermos terminales y de los ancianos, sin un entorno familiar que las cobije, se ve cada vez más en peligro. Un panorama a primera vista oscuro y desolador. Sólo a primera vista. En el trasfondo alumbran los signos luminosos de la esperanza cristiana: ¡Aquí estáis vosotras, las queridas familias cristianas de España y de toda Europa, para dar testimonio de esa esperanza y corroborarla. Con el "sí" gozoso a vuestro matrimonio y a vuestra familia, sentida y edificada cristianamente como representación viva del amor de Dios -amor de oblación y entrega, ofrecido y fecundo también en "vuestra carne"- y con vuestro "sí" al matrimonio y a la familia como "el santuario de la vida" y fundamento de la sociedad, estáis abriendo de nuevo el surco para el verdadero porvenir de la Europa del presente y del futuro. Europa, sin vosotras, queridas familias cristianas, se quedaría prácticamente sin hijos o, lo que es lo mismo, sin el futuro de la vida. Sin vosotras, Europa se quedaría sin el futuro del amor, conocido y ejercitado gratuitamente; se quedaría sin la riqueza de la experiencia del ser amado por lo que se es y no por lo que se tiene. El futuro de Europa, su futuro moral, espiritual e, incluso, biológico, pasa por la familia realizada en su primordial y plena verdad. ¡El futuro de Europa pasa por vosotras, queridas familias cristianas!
Habéis recibido el gran don de poder vivir vuestro matrimonio y vuestra familia cristianamente, siguiendo el modelo de la Familia de Nazareth, y, con el don, una grande y hermosa tarea : la de ser testigos fieles y valientes, con obras y palabras, del Evangelio de la vida y de la familia en una grave coyuntura histórica de los pueblos de Europa, vinculados entre sí por la común herencia de sus raíces cristianas. Unidas en la Comunión de la Iglesia, alentadas y fortalecidas por la Sagrada Familia de Nazareth, por Jesús, María y José, la podréis llevar a un buen y feliz término. ¡Sí, con el gozo jubiloso de los que han descubierto y conocen que en Belén de Judá, hace dos mil años, nos nació de María, la Virgen y Doncella de Nazareth, el Mesías, el Señor, el Salvador, lo podréis!
Amén.

El mejor regalo.

INTERVENCION KIKO ARGÜELLO POR LA FAMILIA CRISTIANA MADRID 27.12.2009

Encuentro por la familia cristiana 27.12.2009

24 de diciembre de 2009

Domingo 27 de diciembre

HOJA

PARROQUIAL


Parroquia de Sant Francesc de Borja

Email de la parroquia: sfb500@gmail.com


Domingo 27 de diciembre de 2009







                                     




 

                  Queridos hermanos:
Llenos de alegría celebramos la Natividad del Señor en el seno de una familia, la Sagrada Familia de Nazaret.
Celebrar la Navidad es celebrar que lo pequeño salva al mundo. La señal que dio el ángel a los pastores para encontrar al Salvador, al Mesías, al Señor sigue siendo para hoy la misma: sólo un niño, la fragilidad de un niño, la pequeñez de un niño, la pobreza de un niño. Decía el Arzobispo de Tánger Fr. Santiago Agrelo Martínez: “Éste es el misterio de la Navidad: Noche de Dios, noche de lo pequeño, noche de humildad y de pobreza, noche del nacimiento de un niño que lleva la creación entera en el corazón, noche también de su cuerpo que es la Iglesia.”
Un niño pequeño en una pequeña familia. Jesús, María y José, que se fían de Dios. Y con esto basta ante los poderes de Herodes, Pilato, César Augusto, el Faraón de Egipto. Si miramos hoy los poderes de este mundo, “parecen decididos a demoler la cuna natural de la vida humana”, la familia. La familia cristiana es pequeña. Pero no temamos. A través del servicio a la vida, a la verdad, transmitiendo la fe y la caridad, la familia realiza un servicio aparentemente pequeño, pero “es grande precisamente lo que es pequeño y cómo, a través del servicio aparentemente pequeño de un hombre, Dios puede hacer cosas grandes, purificar y renovar el mundo desde dentro.” (Benedicto XVI Discurso 21 diciembre 2009).
Tenemos una gran misión a través de pequeños servicios: mostrar al mundo la belleza de la familia cristiana. No podemos quedarnos de brazos cruzados ante los atentados terroristas que está sufriendo la familia. “La Iglesia no puede permanecer indiferente ante la separación de los cónyuges y el divorcio, ante la ruina de los hogares y las consecuencias que el divorcio provoca en los hijos.” (Benedicto XVI a los Obispos de Brasil). Tenemos la misión de regenerar el tejido social haciendo de las familias un hogar en camino hacia la santidad, que rezuma evangelio, que se reúne para “dejar que Dios hable al corazón de sus miembros a través de su Palabra viva u eficaz”, que se reúne a orar, celebrar los sacramentos. Un hogar donde se aprende a vivir verdaderamente, a valorar la vida y la salud, la libertad y la paz, la justicia y la verdad, el trabajo, la concordia y el respeto, el silencio, Un hogar que refuerza la confianza en el Señor, da vigor a la esperanza, y nutre la caridad. (cf. Mensaje Benedicto XVI VI EMF. Méjico). “La familia es una escuela de humanización del hombre, para que crezca hasta hacerse verdaderamente hombre. En este sentido, la experiencia de ser amados por los padres lleva a los hijos a tener conciencia de su dignidad de hijos. (Benedicto XVI V EMF. Valencia). Lo pequeño salva al mundo. Y ese pequeño se llama Jesús, Salvador.
Jesús, vuestro párroco

+   Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 41-52
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: — «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contesto: — «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron lo que queda decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.
Palabra del Señor.







 “Hay que volver a encender la luz y la gracia de Cristo en las sendas de la vida…
Hoy deseo hablaros de la primera de esas sendas: la familia fundada en el matrimonio, como "alianza conyugal en la que el hombre y la mujer se entregan y aceptan mutuamente" (cf. Gaudium et spes, 48). La familia, institución natural confirmada por la ley divina, está ordenada al bien de los cónyuges y a la procreación y educación de la prole, que constituye su corona (cf. ib.). Hay fuerzas y voces en la sociedad actual que, poniendo en tela de juicio todo ello, parecen decididas a demoler la cuna natural de la vida humana.
Que en cada hogar el padre y la madre, íntimamente robustecidos por la fuerza del Espíritu Santo, unidos sigan siendo la bendición de Dios en la propia familia, buscando la eternidad de su amor en las fuentes de la gracia confiadas a la Iglesia, que es "el pueblo unido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (Lumen gentium, 4).
La Iglesia compara la familia humana con la vida de la Santísima Trinidad —primera unidad de vida en la pluralidad de las personas— y no se cansa de enseñar que la familia tiene su fundamento en el matrimonio y en el plan de Dios, la conciencia generalizada en el mundo secularizado vive en la incertidumbre más profunda a ese respecto, especialmente desde que las sociedades occidentales legalizaron el divorcio. El único fundamento reconocido parece ser el sentimiento o la subjetividad individual que se expresa en la voluntad de convivir. En esta situación disminuye el número de matrimonios, porque nadie compromete su vida sobre una premisa tan frágil e inconstante, crecen las uniones de hecho y aumentan los divorcios. Con esta fragilidad se consuma el drama de muchos niños privados del apoyo de los padres, víctimas del malestar y del abandono, y se difunde el desorden social.
La Iglesia no puede permanecer indiferente ante la separación de los cónyuges y el divorcio, ante la ruina de los hogares y las consecuencias que el divorcio provoca en los hijos. Estos, para ser instruidos y educados, necesitan puntos de referencia muy precisos y concretos, es decir, padres determinados y ciertos que, de modo diverso, contribuyen a su educación. Ahora bien, este es el principio que la práctica del divorcio está minando y poniendo en peligro con la así llamada familia alargada o móvil, que multiplica los "padres" y las "madres" y hace que hoy la mayoría de los que se sienten "huér-fanos" no sean hijos sin padres, sino hijos que los tienen en exceso.
La Iglesia está firmemente convencida de que los problemas actuales que encuentran los cónyuges y debilitan su unión tienen su verdadera solución en un regreso a la solidez de la familia cristiana, ámbito de confianza mutua, de entrega recíproca, de respeto de la libertad y de educación para la vida social. Es importante recordar que "el amor de los esposos exige, por su misma naturaleza, la unidad y la indisolubilidad de la comunidad de personas que abarca la vida entera de los esposos" (Cat. Igl. cat., nº 1644). De hecho, Jesús dijo claramente: "Lo que Dios unió, no lo separe el hombre" (Mc 10, 9) y añadió: "Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquella; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio" (Mc 10, 11-12). Con toda la comprensión que la Iglesia puede sentir ante tales situaciones, no existen casados de segunda unión; esa es una situación irregular y peligrosa, que es necesario resolver con fidelidad a Cristo, encontrando con la ayuda de un sacerdote un camino posible para poner a salvo a cuantos están implicados en ella.
Para ayudar a las familias, os exhorto a proponerles con convicción las virtudes de la Sagrada Familia: la oración, la laboriosidad,  y el silencio. De este modo, animo a vuestros sacerdotes y a los centros pastorales de vuestras diócesis a acompañar a las familias para que no se vean engañadas y seducidas por ciertos estilos de vida relativistas, que promueven las producciones cinematográficas y televisivas y otros medios de información. Confío en el testimonio de los hogares que toman sus energías del sacramento del matrimonio; con ellas es posible superar la prueba que se presenta, saber perdonar una ofensa, acoger a un hijo que sufre, iluminar la vida del otro, aunque sea débil o discapacitado, mediante la belleza del amor. El tejido de la sociedad se ha de restablecer a partir de estas familias.
(Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a los Obispos de Brasil en Visita «Ad Limina». Viernes 25 de sept. de 2009)


“El Santo Cura de Ars enseñaba a sus parroquianos sobre todo con el testimonio de su vida. De su ejemplo aprendían los fieles a orar”. (...) “Dicha educación de los fieles en la presencia eucarística y en la comunión era particularmente eficaz cuando lo veían celebrar el Santo Sacrificio de la Misa. Los que asistían decían que “no se podía encontrar una figura que expresase mejor la adoración… Contemplaba la hostia con amor”. Les decía: “Todas las buenas obras juntas no son comparables al Sacrificio de la Misa, porque son obras de hombres, mientras la Santa Misa es obra de Dios”.
(De la carta del Papa Benedicto XVI para la convocación de un año sacerdotal con ocasión del 150 aniversario del dies natalis del santo cura de Ars)





Un día, en la celebración de la misa siente consolación espiritual mirando un cuadro de la Sagrada Familia que todavía hoy se venera en la capilla donde también celebraba la misa San Ignacio.
"Mirando la imagen de nuestra capilla y al niño Jesús en ella, como preguntando a la Madre para qué le criaba, y consideraba que para mí; su sangre para mí, su vida para mí" (Diario espiritual. San Francisco de Borja).

A nuestro Santísimo Padre el Papa,
dale, Señor, tu corazón de Buen Pastor.
A los Obispos, dales la plenitud de tu Espíritu y hazlos fieles a tu Evangelio.
A los Sacerdotes, dales amor a su sacerdocio y fidelidad hasta la muerte.
A los Párrocos, concédeles ejercer su ministerio con amor, humildad y actitud de servicio.
A los confesores y directores espirituales, infúndeles tu Espíritu y dales tu celo ardiente por la salvación de los hombres.
A los misioneros, que lleven tu palabra a los que no te conocen y su vida sea el mejor testimonio de lo que predican.
A los que trabajan con los pobres y los jóvenes, con los presos y los enfermos, asístelos en su apostolado y dales fortaleza y constancia.





1. El sábado 26 en las misas de 18.00 h. y 19.30 h.: Bendición de las Familias en las misas. En la misa de 19.30 h. celebración de las Bodas de Oro y Plata matrimoniales, así como dar gracias por los que han contraído su matrimonio en este año.

2. El domingo 27 de diciembre: salida a Madrid al encuentro de las Familias en la Pl. de Lima. Pueden apuntarse en despacho.

3. Lunes 28 de diciembre a las 20.30 h. Vigilia de Oración por la vida.

4. Domingo 3 de enero a las 17.30 h. Festival de villancicos. Cada familia o grupo interpretará al menos uno.

5. Martes 5 de enero a las 20.30 h. Visita de SS.MM. los Reyes de Oriente y entrega de regalos a los pequeños.


“Hoy se pide potencia al Padre para ablandar
el pesebre  del corazón duro.”
(S. Francisco de Borja. Diario Espiritual 182)

En este año jubilar, con motivo del 500 aniversario
del nacimiento de San Francisco de Borja,
deseamos para ti y tu familia
un corazón tierno,
una cuna de carne,
un pesebre sensible
 a Dios y a los demás,
donde la caridad
y el amor de Cristo
puedan nacer.


Feliz y Santa
Navidad 2009
y un año 2010
lleno de ternura





De no esperar que los difuntos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; mas si consideraba que una magníficarecompensa está reservada a los que duermen piadosamente, era unpensamiento santo y piadoso.

2 Macabeos 12, 44-45
 Del 28 de diciembre al 3 de enero de 2010





Lunes 28. Fiesta de los Santos Inocentes. 19.30 h.: En sufragio de: Ana Mª Femenía Miralles. 20.30: Vigilia de Oración por la vida.
Martes 29. 19.00 h.: En sufragio de: Rosendo Roche.
Miércoles 30. 19.30 h.: En sufragio de: Carmen Escolano Escrivá.
Jueves 31. Solemnidad de Santa María Madre de Dios.
18.00 h.: Con niños. Sin intención.
19.30 h.: En sufragio de: Carmen Escolano Escrivá.
Viernes 1. Solemnidad de Santa María Madre de Dios.
12.00 h. Pro Pópulo
Sábado 2. Segundo domingo de Navidad.
18.00 h.: Con niños. Sin intención.
19.30 h.: En sufragio de: Dif.Fam. Ferrer-Puig; Modesto Iñesta Genaro.
Domingo 3. Segundo domingo de Navidad. 12.00 h. Pro Pópulo