23 de septiembre de 2020

Misa Funeral de Teodora Domínguez Buendía

 Hoy 23.09.2020 acompañamos en las exequias a Teodora, madre de D. Jesús Sánchez, párroco de San Francisco de Borja de Gandia. Descanse en Paz.

Homilía:





Hoy la iglesia celebra a San Pio de Pietrelcina ( Padre Pio).:

L. Patrística

Piedras del edificio eterno
San Pío de Pietrelcina, presbítero
(Edición 1994: II, 87-90, n. 8)

Mediante asiduos golpes de cincel salutífero y cuidadoso despojo, el divino Artífice busca preparar piedras para construir un edificio eterno, como nuestra madre, la santa Iglesia Católica, llena de ternura, canta en el himno del oficio de la dedicación de una iglesia. Y así es en verdad.
Toda alma destinada a la gloria eterna puede ser considerada una piedra constituida para levantar un edificio eterno. Al constructor que busca erigir una edificación le conviene ante todo pulir lo mejor posible las piedras que va a utilizar en la construcción. Lo consigue con el martillo y el cincel. Del mismo modo el Padre celeste actúa con las almas elegidas que, desde toda la eternidad, con suma sabiduría y providencia, han sido destinadas para la erección de un edificio eterno.
El alma, si quiere reinar con Cristo en la gloria eterna, ha de ser pulida con golpes de martillo y cincel, que el Artífice divino usa para preparar las piedras, es decir, las almas elegidas. ¿Cuáles son estos golpes de martillo y cincel? Hermana mía, las oscuridades, los miedos, las tentaciones, las tristezas del espíritu y los miedos espirituales, que tienen un cierto olor a enfermedad, y las molestias del cuerpo.
Dad gracias a la infinita piedad del Padre eterno que, de esta manera, conduce vuestra alma a la salvación. ¿Por qué no gloriarse de estas circunstancias benévolas del mejor de todos los padres? Abrid el corazón al médico celeste de las almas y, llenos de confianza, entregaros a sus santísimos brazos: como a los elegidos, os conduce a seguir de cerca a Jesús en el monte Calvario. Con alegría y emoción observo cómo actúa la gracia en vosotros.
No olvidéis que el Señor ha dispuesto todas las cosas que arrastran vuestras almas. No tengáis miedo a precipitaros en el mal o en la afrenta de Dios. Que os baste saber que en toda vuestra vida nunca habéis ofendido al Señor que, por el contrario, ha sido honrado más y más.
Si este benevolentísimo Esposo de vuestra alma se oculta, lo hace no porque quiera vengarse de vuestra maldad, tal como pensáis, sino porque pone a prueba todavía más vuestra fidelidad y constancia y, además, os cura de algunas enfermedades que no son consideradas tales por los ojos carnales, es decir, aquellas enfermedades y culpas de las que ni siquiera el justo está inmune. En efecto, dice la Escritura: «Siete veces cae el justo» (Pr 24, 16).
Creedme que, si no os viera tan afligidos, me alegraría menos, porque entendería que el Señor os quiere dar menos piedras preciosas... Expulsad, como tentaciones, las dudas que os asaltan... Expulsad también las dudas que afectan a vuestra forma de vida, es decir, que no escucháis los llamamientos divinos y que os resistís a las dulces invitaciones del Esposo. Todas esas cosas no proceden del buen espíritu sino del malo. Se trata de diabólicas artes que intentan apartaros de la perfección o, al menos, entorpecer el camino hacia ella. ¡No abatáis el ánimo!
Cuando Jesús se manifieste, dadle gracias; si se oculta, dadle gracias: todas las cosas son delicadezas de su amor. Os deseo que entreguéis el espíritu con Jesús en la cruz: «Todo está cumplido» (Jn 19, 30).

1 de agosto de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Postmigajas

 “¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (postmigajas)

Queridos hermanos:

Demos gracias a Dios por todo este tiempo que hemos caminado juntos. Otras muchas migajas no han sido enviadas, (sobre el reposo del arca en el Monte Ararat, sobre la hoja amarga del olivo llevado en el pico de la paloma, sobre la Alianza, el arco iris, otros confinamientos fecundos en la historia como el del profeta Daniel y la ayuda de Habacuc o el de San Juan de la Cruz o el cardenal Van Thuan, sobre el hecho de que hay más de cuatro noches en la historia de la salvación, sobre el sacrificio de Noé, sobre el deseo de que se cumpla espiritualmente la maldición de Noé a su hijo Cam, sobre la luz en el arca, sobre Noé o el arca como señal, sobre el hecho de que entraran cuatro matrimonios (hombre mujer) en el arca, sobre los “por qués” en el arca…). Las que se han enviado han sido para alimentar vuestra fe en Jesucristo y vuestra  esperanza. (Cf. Juan 20, 30-31).

En muchas ocasiones me veía como San Agustín en la escena del niño que intenta meter en el agujero de una migaja el mar inmenso del amor de Dios revelado. Imposible. Toda una vida y miles de migajas hechas no agotan la fuente. Como dice San Efrén: “¿Quién hay capaz, Señor, de penetrar con su mente una sola de tus frases? Como el sediento que bebe de la fuente, mucho más es lo que dejamos que lo que tomamos. Porque la palabra del Señor presenta muy diversos aspectos, según la diversa capacidad de los que la estudian.

El Señor pintó con multiplicidad de colores su palabra, para que todo el que la estudie pueda ver en ella lo que más le plazca. Escondió en su palabra variedad de tesoros, para que cada uno de nosotros pudiera enriquecerse en cualquiera de los puntos en que concentrara su reflexión.

La palabra de Dios es el árbol de vida que te ofrece el fruto bendito desde cualquiera de sus lados, como aquella roca que se abrió en el desierto y manó de todos lados una bebida espiritual. Comieron—dice el Apóstol—el mismo alimento espiritual y bebieron la misma bebida espiritual.

Aquel, pues, que llegue a alcanzar alguna parte del tesoro de esta palabra no crea que en ella se halla solamente lo que él ha hallado, sino que ha de pensar que, de las muchas cosas que hay en ella, esto es lo único que ha podido alcanzar. Ni por el hecho de que esta sola parte ha podido llegar a ser entendida por él, tenga esta palabra por pobre y estéril y la desprecie, sino que, considerando que no puede abarcarla toda, dé gracias por la riqueza que encierra. Alégrate por lo que has alcanzado, sin entristecerte por lo que te queda por alcanzar. El sediento se alegra cuando bebe y no se entristece porque no puede agotar la fuente. La fuente ha de vencer tu sed, pero tu sed no ha de vencer la fuente, porque, si tu sed queda saciada sin que se agote la fuente, cuando vuelvas a tener sed podrás de nuevo beber de ella; en cambio, si al saciarse tu sed se secara también la fuente, tu victoria sería en perjuicio tuyo.

Da gracias por lo que has recibido y no te entristezcas por la abundancia sobrante. Lo que has recibido y conseguido es tu parte, lo que ha quedado es tu herencia. Lo que, por tu debilidad, no puedes recibir en un determinado momento lo podrás recibir en otra ocasión, si perseveras. Ni te esfuerces avaramente por tomar de un solo sorbo lo que no puede ser sorbido de una vez, ni desistas por pereza de lo que puedes ir tomando poco a poco.” (Sobre el Diatésaron 1,18-19. En Oficio lectura Domingo, VI semana Tiempo Ordinario).

Si estas migajas te sirvieron para comer, quedo yo satisfecho. Pues yo también comí preparando cada migaja y me alimenté gastándome por ti. Como decía san Pablo: “Por mi parte, con sumo gusto gastaré y me desgastaré yo mismo por vosotros. Y si yo os quiero más, ¿me querréis vosotros menos?” (2 Corintios 12, 15).

Jesús, vuestro párroco

Reflexiones sobre la Palabra. Migaja y 132.

“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (y 132)

Cuando Noé dijo: ¡“Oh”!

Queridos hermanos:

Y llegó el momento de la Alianza. ¡Qué sorpresa!

“Dios dijo a Noé y a sus hijos: «Yo establezco mi alianza con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañan, aves, ganados y fieras, con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Establezco, pues, mi alianza con vosotros: el diluvio no volverá a destruir criatura alguna ni habrá otro diluvio que devaste la tierra».

Y Dios añadió: «Esta es la señal de la alianza que establezco con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las generaciones: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi alianza con la tierra. Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco y recordaré mi alianza con vosotros y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir a los vivientes. Aparecerá el arco en las nubes, y al verlo recordaré la alianza perpetua entre Dios y todos los seres vivientes, todas las criaturas que existen sobre la tierra». Aún dijo Dios a Noé: «Esta es la señal de la alianza que establezco con toda criatura que existe en la tierra». (Génesis 9, 8-17).

Cuando Noé contempló el arco iris dijo: ¡“Oh”!

Te dejo con esta pequeña poesía con la que me despido de las migajas que durante estos cuatro meses y pico te he ido acompañando. Un abrazo bien fuerte.

Es una poesía inspirada en este canto de Giuseppe Povia.

https://youtu.be/eYeV94UcUKE.

 

Cuando Noé dijo: ¡“Oh”!

¡Qué maravilla!, un arco brilla.

Cuando Noé dijo: ¡“Oh”!

Un arco iris de gran belleza.

 

Cuando Noé dijo: ¡“Oh”!

Muchos colores, bien conjuntados.

Cuando Noé dijo: ¡“Oh”!

Limpios sus ojos a Dios contempla.

 

Cuando Noé dijo: ¡“Oh”!

Un arco tenso, entre las nubes.

Cuando Noé dijo: ¡“Oh”!

Flechas dispara de Su presencia.

 

Cuando Noé dijo: ¡“Oh”!

Perpetua alianza, llena de asombro.

Cuando Noé dijo: ¡“Oh”!

Una esperanza de vida nueva.

 

Cuando su esposa dijo: ¡“Oh”!

¡Cuánta belleza tras la tormenta!

Cuando Jafet dijo: ¡“Oh”!

¡Cuánta hermosura es contemplada!

 

Cuando Cam diga: ¡“Oh”!

Será el retorno de los perdidos.

Cuando Sem diga: ¡“Oh”!

Será el asombro de los benditos (Mt 25,37).

 

Quizá tú has perdido el ¡“Oh”!

Hazte pequeño como los niños.

Quizá tú has perdido el ¡“Oh”!

Nace del agua y del Espíritu.

 

Quizá tú estás en el ¡”bah”!

Mira contento, emocionado.

Quizá tú estás en el ¡”bah”!

Vuelve tu rostro al Resucitado.

 

Que no nos roben este ¡“Oh”!

Ni los impuros ni los ladrones.

Que no nos roben este ¡“Oh”!

Ni los soberbios ni los burlones.

 

El arco iris  es un ¡“Oh”!

Siete colores de gran pureza.

El arco iris  es LUZ BLANCA.

No la soporta ni la lujuria ni la impureza.

 

Cada Alianza trae un ¡“Oh”!

No tengo miedo, Él me protege.

Cada Alianza trae un ¡“Oh”!

Entre los niños y los humildes.

 

Cada Alianza trae un ¡“Oh”!

Unge tu rostro con el aceite.

Cada Alianza trae un ¡“Oh”!

De aquél Olivo de la Paloma.

 

La Eucaristía es nuestro ¡“Oh”!

 

Jesús, vuestro párroco