28 de octubre de 2009

Oración del duque de Gandía (escrito de San Francisco de Borja)

Fecha: 1 de febrero de 1548. - Texto en Vázquez, Historia de la vida del P. Francisco de Borja, lib. I, cap. 33. ARSI, Vitae 80, folios 91v-93v. - Las obras, núm. 9.

El texto de esta oración lo conocernos por el P. Dio­nisio Vázquez, que lo insertó en la Vida del santo (l. I, cap. XXXIII) con el título que aquí le damos. Este ti­tulo nos indica el tiempo en que fue compuesta la ora­ción, es decir el día en que Borja hizo su profesión, que fue el 1 de febrero de 1548.

san francisco de borja

Oración del duque de Gandía cuando hizo profesión

Señor mío y todo mi refugio, ¿qué hallastes en mí para mirarme? ¿Qué vistes en mí para quererme en la Compañía de los vuestros? Porque, si conviene que ellos sean animosos, yo soy cobarde; si han de ser menospreciadores del mundo, yo estoy rodeado de sus respetos; si han de ser perseguidores de sí mismos, en mí hay mucho amor propio. Pues ¿qué hallastes en mí? ¿Hallastes, por ventura, que fui más animoso para contradecir vuestros mandamientos? ¿O que los menosprecié más que los otros? ¿O que aborrecí más vuestras cosas por querer más las mías? Si esto, Señor, buscáis, halládolo habéis; si tras esto andáis, recaudo tenéis. Domine ecce adsum mitie me.[1] ¡Oh piélago de inmensa sapiencia! ¡Oh grandeza de infinita potencia! ¡Cómo buscáis lo más flaco para mostrar en ello las riquezas de vuestra fortaleza! Con razón os alabarán los ángeles con admiración y este pecador con confusión, viendo que sobre fundamentos tan flacos queréis levantar vuestros edificios. ¡Oh alma mía!, considera esto con atención, porque si te dicen que esto te dan por satisfacción de tus pecados, no menos te debes ma­ravillar porque ahora eres captiva, entonces serás libre; agora posees poco y con dolor, después lo poseerás todo y con gozo; al fin, sales de la vida activa, desabrida, y entras en la dulce contemplativa. ¡Oh, Señor, qué cambios son los vuestros y qué cosa es tratar con Vos, y cómo es cosa de ver la satisfacción que queréis del pecador! Verdaderamente, Señor, vos sois el que fingís trabajo en lo que mandáis,[2] pues en lugar de penitencia regaláis, y por la abstinencia dais hartura. Pues si esto se ordena por satisfacción de los pasos que anduvistes por mí, y para que imitando vuestra pobreza y obediencia os siga, desto, Señor, me espanto mucho más; porque Vos, Señor, salistes de vuestra casa y heredad, y yo salgo de la ajena; Vos salistes del Padre sin dejarle para venir al mundo, y a mí hacéisme dejar el mundo para llevarme al Padre; Vos salistes para la pena, y yo salgo de ella. ¡Ay, Señor, qué salida la vuestra y qué salida la mía! Vos para ser preso y yo para escapar de las prisiones; Vos para la amargura y yo para el gozo; Vos para la tribulación y yo para la quietud. ¡Oh Señor! ¿Vos sois el Dios de las venganzas? Y ¿qué venganza es ésta? Cierto. Vos sois el Dios de las misericordias, pues tomastes la venganza en Vos por no tomarla ahora en mí y por regalarme en lugar de castigarme.

Pues ¿qué diré, Señor, a esta vuestra caridad? ¿Con qué responderé a vuestro amor? Fáltame el entendi­miento para entender y la lengua para decir; porque si algunos sintiendo de vuestra bondad os alaban, porque perdonárades a Judas si pidiera perdón, y si con razón se os deben por ello infinitas alabanzas, ¿cuántas os debo yo, pues siento y veo que, siendo otro Judas, no sólo me perdonáis, mas aún me llamáis, como si ninguna traición hubiese hecho en vuestra casa? Volveré a hablar a mi Dios, aunque sea polvo y ceniza.[3] Señor, ¿qué hallastes en mí? ¿Qué hallastes? Bendito seáis Vos para siempre, apiadaos de mí, toda mi esperanza; pues tenemos estos vuestros tesoros en vasos de tierra,[4] para que esto no venga a ser para mayor condenación mía; conozca la tierra su miseria; conozca el flaco su flaqueza, y dadme a entender cuan poco merece el vaso tener en sí tal licor, habiendo tan mal conservado el que hasta aquí habéis infundido en él. Pues, no soy yo sino disipador de vuestros bienes, téngame yo por otro Judas, pues soy otro traidor; confúndame yo con mis hermanos, pues he vendido a su Maestro por menos precio que Judas; tema de comer con ellos, pues comiendo vuestro pan me levanté contra Vos; tema de tratar su hacienda, pues tan mal recado he puesto en la vuestra; confúndase mi desobediencia, con la obediencia que vuestras criaturas os tienen. Y si aun ésta es pequeña confusión para con ellas y para los que moran en la tierra ¿cuál será la que debo tener con los que gozan en el cielo? ¿Cuánto debo confundirme en la presencia de los ángeles, habiendo dejado el estandarte de mi Rey de gloria? Y ¿con qué abatimiento debo pedir merced a vuestra bendita Madre, habiendo crucificado a su bendito Hijo en mí mismo? Pues delante vuestro acatamiento ¿qué dirá el gusano podrido y miserable, que no sabe sino apartarse de Vos? ¡Oh Señor! Alumbrad ya mi ceguedad, para que conociéndome os conozca, confundiéndome os alabe, humillándome os ensalce, y muriendo todo en mí viva yo todo a Vos. Y pues me sacáis por vuestra voluntad del estado de los ricos, de los cuales dijistes, que con dificultad se salvarían los que en él estuviesen,[5] hacedme merecedor por vuestro santo nombre, de lo que prometéis a los pobres, diciéndoles: Ciertamente que los que dejastes por mí todas las cosas y me seguistes, cuando en la regeneración se sentare el Hijo del hombre en el trono de la majestad, vosotros os sentaréis sobre las doce sillas a juzgar las tribus de Israel.[6]


[1] Cf. Is 6, 8.

[2] Sal 93, 20.

[3] Gen 18, 27.

[4] 2 Cor 4, 7.

[5] Mt 19, 23.

[6] Mt 19, 27.

24 de octubre de 2009

Domingo 25 de octubre

HOJA

PARROQUIAL



Parroquia de Sant Francesc de Borja

Email de la parroquia: sfb500@gmail.com


Domingo 25 de octubre de 2009
(XXX-T.O.Ciclo B)








     Queridos hermanos: 
Bien nos puede servir el texto del Evangelio de hoy para ver en él una parábola de lo que le ocurrió a San Francisco de Borja, cuyo Jubileo comenzamos este domingo.
Jericó, La llamada «ciudad de las palmeras» (Dt 34,3) es una de las más antiguas de Palestina. Tiene más de 7000 años de historia. Es la ciudad más baja del mundo, encontrándose a 300 metros bajo el nivel del mar, en el valle del río Jordán, muy próxima al Mar Muerto. Está situada en medio del desierto de Judá separada unos 37 km. de Jerusalén por un camino impracticable, en donde San Lucas ambienta la parábola del Samaritano. Es un oasis fertilísimo de unos 3 km. de diámetro. Tiene una temperatura de unos 10 grados menos que Jerusalén. Lo cual, especialmente en el período invernal y de lluvias, representa una gran ventaja.
En el AT, aparece como una ciudad fortificada (Jos 6,1) cuyas murallas cayeron conquistada por Josué, y se maldijo su posible reconstrucción (Jos 6,26). En tiempos de Jesús, era una ciudad rica y floreciente, a la que se acercaban muchos visitantes, bien para disfrutar del buen vino extraído de los dátiles y gozar de la fragancia de sus rosaledas, o bien para utilizar sus excelentes bálsamos y ser curados de enfermedades oculares. Sin embargo, comparada con Jerusalén, Jericó era considerada una ciudad de pecado y libertinaje.
Jesús parece tener prisa. No puede detenerse para gozar de este espectáculo encantador. La meta es otra y él debe conseguirla. Jericó se puede convertir en la tentación del descanso. Por ello entra, pero para salir inmediatamente. Y es que la tierra prometida es conquistada abandonando Jericó.
Tras la curación del ciego Bartimeo, dice el Evangelio, que «lo siguió por el camino» (Mc 10,52). Un discípulo más. En un momento importante. Bartimeo ha comprendido que aquella no era la estación del descanso. En Jericó entonces debía haber muchos curiosos, muchos ociosos. Estos acompañan a Jesús durante un trozo del camino, lo acompañan hasta el límite de «la ciudad de las palmeras». Cuando el camino se adentra en el desierto, se vuelven hacia el oasis reconfortante. Solamente el ciego ha visto que Jesús vale más que el Oasis y emprende aquel itinerario tan poco turístico. La tierra prometida, por esta vez, se puede conseguir no conquistando, sino abandonando de prisa Jericó. Así hizo San Francisco de Borja: tras su conversión dejó la Jericó de su fama, prestigio, posición y cargo, y siguió a Jesús por el desierto hacia Jerusalén donde morirá en la cruz. Pidamos la intercesión de San Francisco de Borja para que el Señor ilumine nuestros ojos para dejar las seducciones de este mundo siguiendo al verdadero Señor que nos ofrece el verdadero paraíso de la caridad y del servicio a Dios y al prójimo.
Jesús, vuestro párroco












Lectura del santo Evangelio según San Marcos 10,46-52

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
- Hijo de David, ten compasión de mí.
Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: - Hijo de David, ten compasión de mí.
Jesús se detuvo y dijo: - Llamadlo.
Llamaron al ciego diciéndole: - Ánimo, levántate que te llama.
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: - ¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó: - Maestro, que pueda ver.
Jesús le dijo: - Anda, tu fe te ha curado.
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Palabra del Señor








2616 La petición apremiante de los ciegos: "¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!" (Mt 9, 27) o "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" (Mc 10, 48) ha sido recogida en la tradición de la Oración a Jesús: "¡Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ten piedad de mí, pecador!" Curando enfermedades o perdonando pecados, Jesús siempre responde a la plegaria que le suplica con fe: "Ve en paz, ¡tu fe te ha salvado!".

2665         La oración de la Iglesia, alimentada por la palabra de Dios y por la celebración de la liturgia, nos enseña a orar al Señor Jesús. Aunque esté dirigida sobre todo al Padre, en todas las tradiciones litúrgicas incluye formas de oración dirigidas a Cristo. Algunos salmos, según su actualización en la Oración de la Iglesia, y el Nuevo Testamento ponen en nuestros labios y gravan en nuestros corazones las invocaciones de esta oración a Cristo: Hijo de Dios, Verbo de Dios, Señor, Salvador, Cordero de Dios, Rey, Hijo amado, Hijo de la Virgen, Buen Pastor, Vida nuestra, nuestra Luz, nuestra Esperanza, Resurrección nuestra, Amigo de los hombres...

2666 Pero el Nombre que todo lo contiene es aquel que el Hijo de Dios recibe en su encarnación: Jesús. El nombre divino es inefable para los labios humanos (cf Ex 3, 14; 33, 19-23), pero el Verbo de Dios, al asumir nuestra humanidad, nos lo entrega y nosotros podemos invocarlo: "Jesús", "YHVH salva" (cf Mt 1, 21). El Nombre de Jesús contiene todo: Dios y el hombre y toda la Economía de la creación y de la salvación. Decir "Jesús" es invocarlo desde nuestro propio corazón. Su Nombre es el único que contiene la presencia que significa. Jesús es el resucitado, y cualquiera que invoque su Nombre acoge al Hijo de Dios que le amó y se entregó por él (cf Rm 10, 13; Hch 2, 21; 3, 15-16; Ga 2, 20).

2667 Esta invocación de fe bien sencilla ha sido desarrolla da en la tradición de la oración bajo formas diversas en Oriente y en Occidente. La formulación más habitual, transmitida por los espirituales del Sinaí, de Siria y del Monte Athos es la invocación: "Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ¡Ten piedad de nosotros, pecadores!" Conjuga el himno cristológico de Flp 2, 6-11 con la petición del publicano y del mendigo ciego (cf Lc 18,13; Mc 10, 46-52). Mediante ella, el corazón está acorde con la miseria de los hombres y con la misericordia de su Salvador.

2668 La invocación del santo Nombre de Jesús es el camino más sencillo de la oración continua. Repetida con frecuencia por un corazón humildemente atento, no se dispersa en "palabrerías" (Mt 6, 7), sino que "conserva la Palabra y fructifica con perseverancia" (cf Lc 8, 15). Es posible "en todo tiempo" porque no es una ocupación al lado de otra, sino la única ocupación, la de amar a Dios, que anima y transfigura toda acción en Cristo Jesús.











«No me buscarías si no me hubieras encontrado» (Pascal) .
«Lo buscamos para encontrarlo (a Dios); pero tenemos que buscarlo también después de haberlo encontrado. El está oculto para que, antes de encontrarlo, lo busquemos. Y, como es inmenso, lo busquemos también una vez encontrado». (San Agustín)
“Amad a Dios, puesto que nada encontraréis mejor que él. Amáis la plata porque es mejor que el hierro y el bronce; amáis el oro más todavía, porque es mejor que la plata; amáis aún más las piedras preciosas, porque superan incluso el precio del oro; amáis, por último esta luz que teme perder todo hombre que teme la muerte; amáis, repito, esta luz igual que la deseaba con gran amor quien gritaba detrás de Jesús: Ten compasión de mí, hijo de David. Gritaba el ciego cuando pasaba Jesús. Temía que pasara y no lo curara. ¿Cómo gritaba? Hasta el punto de no callar, aunque se lo ordenaba la muchedumbre. Venció, oponiéndose a ella, y obtuvo al Salvador. Al vocear la muchedumbre y prohibirle gritar, se paró Jesús, lo llamó y le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Señor -le dijo- que vea. Mira, tu fe te ha salvado (Lc 18,38-42). Amad a Cristo, desead la luz que es Cristo. Si aquél deseó la luz corporal, ¡cuánto más debéis desear vosotros la del corazón!” (...) Es la muchedumbre que trata de impedir que el ciego grite. Y hasta son cristianos algunos de los que impiden vivir cristianamente; en efecto, también aquella turba caminaba al lado de Cristo y ponía obstáculos al hombre que vociferaba junto a Cristo y deseaba su luz como regalo del mismo Cristo. Hay cristianos así; pero venzámoslos, vivamos santamente; sea nuestra vida nuestro grito a Cristo. Él se parará, puesto que ya está parado. (San Agustín).












“Estas afirmaciones, nacidas del corazón sacerdotal del santo párroco, pueden parecer exageradas. Sin embargo, revelan la altísima consideración en que tenía el sacramento del sacerdocio. Parecía sobrecogido por un inmenso sentido de la responsabilidad: “Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor… Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de Nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra… ¿De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes… Dejad una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias… El sacerdote no es sacerdote para sí mismo, sino para vosotros”.
(De la carta del Papa Benedicto XVI para la convocación de un año sacerdotal con ocasión del 150 aniversario del dies natalis del santo cura de Ars)









Oración por la Santificación
de los sacerdotes (I) de Pablo VI

Ven, oh Espíritu Santo,
y da a los sacerdotes,
dispensadores de los misterios de Dios, un corazón nuevo
que actualice toda su educación y toda su preparación,
que les haga conscientes cual sorprendente
revelación del sacramento recibido,

y que respondan siempre con nueva ilusión
a los incesantes deberes de su ministerio,
en orden a tu Cuerpo Eucarístico y a tu Cuerpo Místico. Dales un corazón nuevo, siempre joven y alegre.

Ven, oh Espíritu Santo,
y da a nuestros sacerdotes,
discípulos y apóstoles de Cristo Señor, un corazón puro, capaz de amarle solamente a Él
con la plenitud, el gozo, y la profundidad
que solo Él sabe dar, cuando constituye
el exclusivo y total objeto del amor de un hombre
que vive de tu gracia;

dales un corazón puro que sólo conozca el mal
para denunciarlo, combatirlo y huir de él;

un corazón puro como el de un niño,
pronto al entusiasmo y a la emoción. ........./..........









1. El comienzo del año jubilar de San Francisco de Borja será el domingo 25 de octubre. Habrá una eucaristía que presidirá el Arzobispo en la Iglesia de los jesuitas. Con este motivo la misa parroquial del domingo será a las 10.30 horas y no a las 12.00.
2. Están a su disposición colgaduras de los balcones de San Francisco de Borja para adornar las calles durante este año jubilar.
3. Durante el año jubilar un icono y la reliquia de San Francisco de Borja recorrerán las diversas casas de la parroquia que lo soliciten. Pueden apuntarse en el despacho de la parroquia o en la sacristía.
4. Recuerden el cambio de hora: a las 3 de la madrugada del día 25 de octubre serán las 2 de la madrugada.
5. El lunes 26 de octubre a las 8.30 noche en los locales de la Parroquia de San Nicolás del Grau tendrá lugar la 1ª sesión de formación de catequistas de infancia sobre la Guía del Catecismo Jesús es el Señor.
6. El jueves 29 a las 8.30 noche tendrá lugar la Asamblea Parroquial de Inicio de Curso en el que comentaremos las nuevas realidades pastorales programadas en la Parroquia.
7. El sábado 31 de octubre tendrá lugar la Bendición de la Casa de Acogida de los Franciscanos presidida por el Arzobispo de Valencia D. Carlos Osoro.
8. Reuniones de los diversos Equipos de la parroquia:
- Equipo de Catequistas de primero: lunes después de la catequesis.
- Equipo de Catequistas de segundo: martes a las 5 tarde.
- Equipo de Catequistas de tercero: miércoles a las 5 tarde.
- Equipo de catequistas de niños de 3 a 5 años: el viernes 30 a las 6 tarde.




De no esperar que los difuntos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; mas si consideraba que una magníficarecompensa está reservada a los que duermen piadosamente, era unpensamiento santo y piadoso.

2 Macabeos 12, 44-45
 Del 26 de octubre al 1 de noviembre de 2009




Lunes 26. 19.30 h.: En sufragio de: Alberto Muñoz Ferrer.
Martes 27. 19.30 h.: En sufragio de: Alberto Muñoz Ferrer.
Miércoles 28. Fiesta de San Simón y San Judas, apóstoles. 19.30 h.: En sufragio de: Alberto Muñoz Ferrer.
Jueves 29. 19.30 h.: En sufragio de: Alberto Muñoz Ferrer; Rosendo Roche.
Viernes 30. 19.30 h.: En sufragio de: Alberto Muñoz Ferrer.
Sábado 31. Solemnidad de Todos los Santos. 18.00 h.: Con niños. En sufragio de: Alberto Muñoz Ferrer.
19.30 h.: En sufragio de: Carmen Escolano Escrivá.
21.00 h.: Sin intención
Domingo 1. Solemnidad de Todos los Santos. 12.00 h. Pro Pópulo.