24 de octubre de 2009

Domingo 25 de octubre

HOJA

PARROQUIAL



Parroquia de Sant Francesc de Borja

Email de la parroquia: sfb500@gmail.com


Domingo 25 de octubre de 2009
(XXX-T.O.Ciclo B)








     Queridos hermanos: 
Bien nos puede servir el texto del Evangelio de hoy para ver en él una parábola de lo que le ocurrió a San Francisco de Borja, cuyo Jubileo comenzamos este domingo.
Jericó, La llamada «ciudad de las palmeras» (Dt 34,3) es una de las más antiguas de Palestina. Tiene más de 7000 años de historia. Es la ciudad más baja del mundo, encontrándose a 300 metros bajo el nivel del mar, en el valle del río Jordán, muy próxima al Mar Muerto. Está situada en medio del desierto de Judá separada unos 37 km. de Jerusalén por un camino impracticable, en donde San Lucas ambienta la parábola del Samaritano. Es un oasis fertilísimo de unos 3 km. de diámetro. Tiene una temperatura de unos 10 grados menos que Jerusalén. Lo cual, especialmente en el período invernal y de lluvias, representa una gran ventaja.
En el AT, aparece como una ciudad fortificada (Jos 6,1) cuyas murallas cayeron conquistada por Josué, y se maldijo su posible reconstrucción (Jos 6,26). En tiempos de Jesús, era una ciudad rica y floreciente, a la que se acercaban muchos visitantes, bien para disfrutar del buen vino extraído de los dátiles y gozar de la fragancia de sus rosaledas, o bien para utilizar sus excelentes bálsamos y ser curados de enfermedades oculares. Sin embargo, comparada con Jerusalén, Jericó era considerada una ciudad de pecado y libertinaje.
Jesús parece tener prisa. No puede detenerse para gozar de este espectáculo encantador. La meta es otra y él debe conseguirla. Jericó se puede convertir en la tentación del descanso. Por ello entra, pero para salir inmediatamente. Y es que la tierra prometida es conquistada abandonando Jericó.
Tras la curación del ciego Bartimeo, dice el Evangelio, que «lo siguió por el camino» (Mc 10,52). Un discípulo más. En un momento importante. Bartimeo ha comprendido que aquella no era la estación del descanso. En Jericó entonces debía haber muchos curiosos, muchos ociosos. Estos acompañan a Jesús durante un trozo del camino, lo acompañan hasta el límite de «la ciudad de las palmeras». Cuando el camino se adentra en el desierto, se vuelven hacia el oasis reconfortante. Solamente el ciego ha visto que Jesús vale más que el Oasis y emprende aquel itinerario tan poco turístico. La tierra prometida, por esta vez, se puede conseguir no conquistando, sino abandonando de prisa Jericó. Así hizo San Francisco de Borja: tras su conversión dejó la Jericó de su fama, prestigio, posición y cargo, y siguió a Jesús por el desierto hacia Jerusalén donde morirá en la cruz. Pidamos la intercesión de San Francisco de Borja para que el Señor ilumine nuestros ojos para dejar las seducciones de este mundo siguiendo al verdadero Señor que nos ofrece el verdadero paraíso de la caridad y del servicio a Dios y al prójimo.
Jesús, vuestro párroco












Lectura del santo Evangelio según San Marcos 10,46-52

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
- Hijo de David, ten compasión de mí.
Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: - Hijo de David, ten compasión de mí.
Jesús se detuvo y dijo: - Llamadlo.
Llamaron al ciego diciéndole: - Ánimo, levántate que te llama.
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: - ¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó: - Maestro, que pueda ver.
Jesús le dijo: - Anda, tu fe te ha curado.
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Palabra del Señor








2616 La petición apremiante de los ciegos: "¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!" (Mt 9, 27) o "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" (Mc 10, 48) ha sido recogida en la tradición de la Oración a Jesús: "¡Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ten piedad de mí, pecador!" Curando enfermedades o perdonando pecados, Jesús siempre responde a la plegaria que le suplica con fe: "Ve en paz, ¡tu fe te ha salvado!".

2665         La oración de la Iglesia, alimentada por la palabra de Dios y por la celebración de la liturgia, nos enseña a orar al Señor Jesús. Aunque esté dirigida sobre todo al Padre, en todas las tradiciones litúrgicas incluye formas de oración dirigidas a Cristo. Algunos salmos, según su actualización en la Oración de la Iglesia, y el Nuevo Testamento ponen en nuestros labios y gravan en nuestros corazones las invocaciones de esta oración a Cristo: Hijo de Dios, Verbo de Dios, Señor, Salvador, Cordero de Dios, Rey, Hijo amado, Hijo de la Virgen, Buen Pastor, Vida nuestra, nuestra Luz, nuestra Esperanza, Resurrección nuestra, Amigo de los hombres...

2666 Pero el Nombre que todo lo contiene es aquel que el Hijo de Dios recibe en su encarnación: Jesús. El nombre divino es inefable para los labios humanos (cf Ex 3, 14; 33, 19-23), pero el Verbo de Dios, al asumir nuestra humanidad, nos lo entrega y nosotros podemos invocarlo: "Jesús", "YHVH salva" (cf Mt 1, 21). El Nombre de Jesús contiene todo: Dios y el hombre y toda la Economía de la creación y de la salvación. Decir "Jesús" es invocarlo desde nuestro propio corazón. Su Nombre es el único que contiene la presencia que significa. Jesús es el resucitado, y cualquiera que invoque su Nombre acoge al Hijo de Dios que le amó y se entregó por él (cf Rm 10, 13; Hch 2, 21; 3, 15-16; Ga 2, 20).

2667 Esta invocación de fe bien sencilla ha sido desarrolla da en la tradición de la oración bajo formas diversas en Oriente y en Occidente. La formulación más habitual, transmitida por los espirituales del Sinaí, de Siria y del Monte Athos es la invocación: "Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ¡Ten piedad de nosotros, pecadores!" Conjuga el himno cristológico de Flp 2, 6-11 con la petición del publicano y del mendigo ciego (cf Lc 18,13; Mc 10, 46-52). Mediante ella, el corazón está acorde con la miseria de los hombres y con la misericordia de su Salvador.

2668 La invocación del santo Nombre de Jesús es el camino más sencillo de la oración continua. Repetida con frecuencia por un corazón humildemente atento, no se dispersa en "palabrerías" (Mt 6, 7), sino que "conserva la Palabra y fructifica con perseverancia" (cf Lc 8, 15). Es posible "en todo tiempo" porque no es una ocupación al lado de otra, sino la única ocupación, la de amar a Dios, que anima y transfigura toda acción en Cristo Jesús.











«No me buscarías si no me hubieras encontrado» (Pascal) .
«Lo buscamos para encontrarlo (a Dios); pero tenemos que buscarlo también después de haberlo encontrado. El está oculto para que, antes de encontrarlo, lo busquemos. Y, como es inmenso, lo busquemos también una vez encontrado». (San Agustín)
“Amad a Dios, puesto que nada encontraréis mejor que él. Amáis la plata porque es mejor que el hierro y el bronce; amáis el oro más todavía, porque es mejor que la plata; amáis aún más las piedras preciosas, porque superan incluso el precio del oro; amáis, por último esta luz que teme perder todo hombre que teme la muerte; amáis, repito, esta luz igual que la deseaba con gran amor quien gritaba detrás de Jesús: Ten compasión de mí, hijo de David. Gritaba el ciego cuando pasaba Jesús. Temía que pasara y no lo curara. ¿Cómo gritaba? Hasta el punto de no callar, aunque se lo ordenaba la muchedumbre. Venció, oponiéndose a ella, y obtuvo al Salvador. Al vocear la muchedumbre y prohibirle gritar, se paró Jesús, lo llamó y le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Señor -le dijo- que vea. Mira, tu fe te ha salvado (Lc 18,38-42). Amad a Cristo, desead la luz que es Cristo. Si aquél deseó la luz corporal, ¡cuánto más debéis desear vosotros la del corazón!” (...) Es la muchedumbre que trata de impedir que el ciego grite. Y hasta son cristianos algunos de los que impiden vivir cristianamente; en efecto, también aquella turba caminaba al lado de Cristo y ponía obstáculos al hombre que vociferaba junto a Cristo y deseaba su luz como regalo del mismo Cristo. Hay cristianos así; pero venzámoslos, vivamos santamente; sea nuestra vida nuestro grito a Cristo. Él se parará, puesto que ya está parado. (San Agustín).












“Estas afirmaciones, nacidas del corazón sacerdotal del santo párroco, pueden parecer exageradas. Sin embargo, revelan la altísima consideración en que tenía el sacramento del sacerdocio. Parecía sobrecogido por un inmenso sentido de la responsabilidad: “Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor… Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de Nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra… ¿De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes… Dejad una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias… El sacerdote no es sacerdote para sí mismo, sino para vosotros”.
(De la carta del Papa Benedicto XVI para la convocación de un año sacerdotal con ocasión del 150 aniversario del dies natalis del santo cura de Ars)









Oración por la Santificación
de los sacerdotes (I) de Pablo VI

Ven, oh Espíritu Santo,
y da a los sacerdotes,
dispensadores de los misterios de Dios, un corazón nuevo
que actualice toda su educación y toda su preparación,
que les haga conscientes cual sorprendente
revelación del sacramento recibido,

y que respondan siempre con nueva ilusión
a los incesantes deberes de su ministerio,
en orden a tu Cuerpo Eucarístico y a tu Cuerpo Místico. Dales un corazón nuevo, siempre joven y alegre.

Ven, oh Espíritu Santo,
y da a nuestros sacerdotes,
discípulos y apóstoles de Cristo Señor, un corazón puro, capaz de amarle solamente a Él
con la plenitud, el gozo, y la profundidad
que solo Él sabe dar, cuando constituye
el exclusivo y total objeto del amor de un hombre
que vive de tu gracia;

dales un corazón puro que sólo conozca el mal
para denunciarlo, combatirlo y huir de él;

un corazón puro como el de un niño,
pronto al entusiasmo y a la emoción. ........./..........









1. El comienzo del año jubilar de San Francisco de Borja será el domingo 25 de octubre. Habrá una eucaristía que presidirá el Arzobispo en la Iglesia de los jesuitas. Con este motivo la misa parroquial del domingo será a las 10.30 horas y no a las 12.00.
2. Están a su disposición colgaduras de los balcones de San Francisco de Borja para adornar las calles durante este año jubilar.
3. Durante el año jubilar un icono y la reliquia de San Francisco de Borja recorrerán las diversas casas de la parroquia que lo soliciten. Pueden apuntarse en el despacho de la parroquia o en la sacristía.
4. Recuerden el cambio de hora: a las 3 de la madrugada del día 25 de octubre serán las 2 de la madrugada.
5. El lunes 26 de octubre a las 8.30 noche en los locales de la Parroquia de San Nicolás del Grau tendrá lugar la 1ª sesión de formación de catequistas de infancia sobre la Guía del Catecismo Jesús es el Señor.
6. El jueves 29 a las 8.30 noche tendrá lugar la Asamblea Parroquial de Inicio de Curso en el que comentaremos las nuevas realidades pastorales programadas en la Parroquia.
7. El sábado 31 de octubre tendrá lugar la Bendición de la Casa de Acogida de los Franciscanos presidida por el Arzobispo de Valencia D. Carlos Osoro.
8. Reuniones de los diversos Equipos de la parroquia:
- Equipo de Catequistas de primero: lunes después de la catequesis.
- Equipo de Catequistas de segundo: martes a las 5 tarde.
- Equipo de Catequistas de tercero: miércoles a las 5 tarde.
- Equipo de catequistas de niños de 3 a 5 años: el viernes 30 a las 6 tarde.




De no esperar que los difuntos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; mas si consideraba que una magníficarecompensa está reservada a los que duermen piadosamente, era unpensamiento santo y piadoso.

2 Macabeos 12, 44-45
 Del 26 de octubre al 1 de noviembre de 2009




Lunes 26. 19.30 h.: En sufragio de: Alberto Muñoz Ferrer.
Martes 27. 19.30 h.: En sufragio de: Alberto Muñoz Ferrer.
Miércoles 28. Fiesta de San Simón y San Judas, apóstoles. 19.30 h.: En sufragio de: Alberto Muñoz Ferrer.
Jueves 29. 19.30 h.: En sufragio de: Alberto Muñoz Ferrer; Rosendo Roche.
Viernes 30. 19.30 h.: En sufragio de: Alberto Muñoz Ferrer.
Sábado 31. Solemnidad de Todos los Santos. 18.00 h.: Con niños. En sufragio de: Alberto Muñoz Ferrer.
19.30 h.: En sufragio de: Carmen Escolano Escrivá.
21.00 h.: Sin intención
Domingo 1. Solemnidad de Todos los Santos. 12.00 h. Pro Pópulo.







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