22 de marzo de 2016

Domingo 27 de marzo de 2016. 1 Domingo de Resurrección 2016.

HOJA
PARROQUIAL
Parroquia de Sant Francesc de Borja
Email de la parroquia: sfb500@gmail.com

Domingo 27 de Marzo de 2016

GRACIAS
Queridos hermanos:
Cuenta la Beata Madre Teresa de Calcuta: “Un día en Calcuta recogimos por la calle una mujer que se encontraba en las últimas. Dije a las hermanas: “Yo me cuido de ella”. Lo hice. Le ofrecí los cuidados que el amor me inspiró. Cuando la puse en su cama, me apretó con fuerza la mano. En su rostro estaba dibujada una hermosa sonrisa. Nunca he visto una sonrisa como aquella en un rostro humano. No dijo más que una palabra: “Gracias”. Y expiró.
Reflexioné y me pregunté. ¿Qué hubiera hecho yo de haber estado en su lugar? Me contesté a mí misma con toda sinceridad: Hubiera hecho todo lo posible para atraer la atención. Hubiera dicho: ¡Estoy helada! ¡Me estoy muriendo! O algo así. Aquella mujer sólo dijo: “Gracias”. (Palabras dirigidas al VI Congreso mundial de la Federación de ex-alumnos de las Escuelas Cristianas, reunidos en Malta el 30 de agosto de 1976).
Sirvan estas palabras para inspirar la reflexión sobre días tan santos. ¿Qué hubiera dicho yo la víspera de la pasión, en la última cena? ¿Qué hubiera dicho yo en la cruz antes de morir? Y tras muerte tan horrenda, si se me concediera resucitar, ¿qué hubiera dicho yo a aquellos con quienes me encontrara? ¿Reproches, cara larga, queja, subrayar lo mucho que hago por el otro y lo poco que recibo a cambio? ¿Qué hubiera dicho yo?: “¡No hay derecho! ¿Así me tratas? ¡Qué poca vergüenza! No vale la pena hacer esto para tan mal trago.”
Jesús, “tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: — «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.» Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, (es decir, pronunció la acción de gracias), diciendo: — «Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros.» (Lc 22,19-20).
Jesús da gracias, a sabiendas que no le entienden, que le van a traicionar, negar y abandonar. Da gracias, a sabiendas que le van a condenar, maltratar, ultrajar, crucificar. Da gracias. Es lo más sencillo y humilde. Da gracias al Padre. Y prolonga su acción de gracias en toda su pasión. Toda su pasión es un sacrificio de acción de gracias al Padre.
En el Antiguo Testamento, cuando un fiel acude al Señor en medio del peligro y el Señor le escucha y lo libra, acaba con una acción de gracias.
Jesús, en cambio, da gracias, antes de que suceda. Jesús da gracias ante el próximo fracaso que se le avecina. Jesús convierte su cuerpo, su sangre, su corazón, su muerte en un sacrificio de acción de gracias. La Eucaristía. Lugar de entrenamiento y aprendizaje para unirnos a Jesús y dar Gracias siempre y en todo lugar.
Jesús, vuestro párroco

 
+   Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 1-12
El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando las aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron:
— «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo estando todavía en Galilea: “El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar.”»
Recordaron sus palabras, volvieron del sepulcro y anunciaron todo esto a los Once y a los demás.
María Magdalena, Juana y María, la de Santiago, y sus compañeras contaban esto a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron.
Pedro se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, vio sólo las vendas por el suelo. Y se volvió admirándose de lo sucedido.
Palabra del Señor.




“Este jueves, Jesús estaba en la mesa con los discípulos, celebrando la fiesta de la Pascua. Y el pasaje del Evangelio que hemos escuchado contiene una frase que es precisamente el centro de lo que hizo Jesús por todos nosotros: «Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn 13, 1). Jesús nos amó. Jesús nos ama. Sin límites, siempre, hasta el extremo. El amor de Jesús por nosotros no tiene límites: cada vez más, cada vez más. No se cansa de amar. A ninguno. Nos ama a todos nosotros, hasta el punto de dar la vida por nosotros. Sí, dar la vida por nosotros; sí, dar la vida por todos nosotros, dar la vida por cada uno de nosotros. Y cada uno puede decir: «Dio la vida por mí». Por cada uno. Ha dado la vida por ti, por ti, por ti, por mí, por él… por cada uno, con nombre y apellido. Su amor es así: personal. El amor de Jesús nunca defrauda, porque Él no se cansa de amar, como no se cansa de perdonar, no se cansa de abrazarnos. Esta es la primera cosa que quería deciros: Jesús nos amó, a cada uno de nosotros, hasta el extremo.
Y luego, hizo lo que los discípulos no comprendieron: lavar los pies. En ese tiempo era habitual, era una costumbre, porque cuando la gente llegaba a una casa tenía los pies sucios por el polvo del camino; no existían los adoquines en ese tiempo… Había polvo por el camino. Y en el ingreso de la casa se lavaban los pies. Pero esto no lo hacía el dueño de casa, lo hacían los esclavos. Era un trabajo de esclavos. Y Jesús lava como esclavo nuestros pies, los pies de los discípulos, y por eso dice: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora —dice a Pedro—, pero lo comprenderás más tarde» (Jn 13, 7). Es tan grande el amor de Jesús que se hizo esclavo para servirnos, para curarnos, para limpiarnos.
Y hoy, en esta misa, la Iglesia quiere que el sacerdote lave los pies de doce personas, en memoria de los doce apóstoles. Pero en nuestro corazón debemos tener la certeza, debemos estar seguros de que el Señor, cuando nos lava los pies, nos lava todo, nos purifica, nos hace sentir de nuevo su amor. En la Biblia hay una frase, del profeta Isaías, muy bella, que dice: «¿Puede una madre olvidar a su hijo? Aunque ella se olvidara de su hijo, yo nunca me olvidaré de ti» (cf. 49, 15). Así es el amor de Dios por nosotros.
Y yo lavaré hoy los pies de doce de vosotros, pero en estos hermanos y hermanas estáis todos vosotros, todos, todos. Todos los que viven aquí. Vosotros los representáis a ellos. Y también yo necesito ser lavado por el Señor, y por eso rezad durante esta misa para que el Señor lave también mis suciedades, para que yo llegue a ser un mejor siervo vuestro, un mejor siervo al servicio de la gente, como lo fue Jesús.” (Homilía del Santo Padre Francisco. Iglesia "Padre Nuestro". Nuevo Complejo Penitenciario de Rebibbia, Roma. Jueves Santo 2 de abril de 2015)
Oh Cristo crucificado y victorioso, tu Vía Crucis es la síntesis de tu vida; es el icono de tu obediencia a la voluntad del Padre; es la realización de tu infinito amor por nosotros pecadores; es la prueba de tu misión; es la realización definitiva de la revelación y la historia de la salvación. El peso de tu cruz nos libera de todos nuestras cargas.

En tu obediencia a la voluntad del Padre, caemos en la cuenta de nuestra rebelión y desobediencia. En ti vendido, traicionado y crucificado por tu gente y por tus seres queridos, vemos nuestras traiciones cotidianas y nuestras usuales infidelidades. En tu inocencia, Cordero inmaculado, vemos nuestra culpa. En tu rostro azotado, escupido y desfigurado, vemos toda la brutalidad de nuestros pecados. En la crueldad de tu Pasión, vemos la crueldad de nuestro corazón y de nuestras acciones. En tu sentirte «abandonado», vemos a todos los abandonados por los familiares, la sociedad, la atención y la solidaridad. En tu cuerpo destrozado, desgarrado y lacerado, vemos los cuerpos de nuestros hermanos abandonados a lo largo de las calles, desfigurados por nuestra negligencia y nuestra indiferencia. En tu sed, Señor, vemos la sed de Tu Padre misericordioso que en Ti quiso abrazar, perdonar y salvar a toda la humanidad. En Ti, divino amor, vemos también hoy a nuestros hermanos perseguidos, decapitados y crucificados por su fe en Ti, ante nuestros ojos o a menudo con nuestro silencio cómplice.
Imprime en nuestro corazón, Señor, sentimientos de fe, esperanza, caridad, de dolor por nuestros pecados y condúcenos a arrepentirnos de nuestros pecados que te han crucificado. Llévanos a transformar nuestra conversión hecha de palabras, en conversión de vida y de obras. Llévanos a custodiar en nosotros un recuerdo vivo de tu Rostro desfigurado, para no olvidar nunca el gran precio que has pagado para liberarnos. Jesús crucificado, refuerza en nosotros la fe para que no decaiga ante las tentaciones; reaviva en nosotros la esperanza, que no pierda el camino siguiendo las seducciones del mundo; custodia en nosotros la caridad para que no se deje engañar por la corrupción y la mundanidad. Enséñanos que la Cruz es el camino hacia la Resurrección. Enséñanos que el Viernes santo es camino hacia la Pascua de la luz; enséñanos que Dios nunca olvida a ninguno de sus hijos y nunca se cansa de perdonarnos y abrazarnos con su infinita misericordia. Pero enséñanos también a no cansarnos nunca de pedir perdón y creer en la misericordia sin límites del Padre.

Alma de Cristo, santifícanos.
Cuerpo de Cristo, sálvanos.
Sangre de Cristo, embriáganos.
Agua del costado de Cristo, lávanos.
Pasión de Cristo, confórtanos.
O buen Jesús, óyenos.
Dentro de tus llagas, escóndenos.
No permitas que nos separemos de ti.
Del maligno enemigo defiéndenos.
En la hora de nuestra muerte llámanos.
Y manda que vengamos a Ti para que te alabemos
con tus santos, por los siglos de los siglos. Amén.
(Palabras Papa Francisco en el Vía Crucis. Viernes Santo 3 de abril de 2015) 
Esta noche es noche de vigilia. El Señor no duerme, vela el guardián de su pueblo (cf. Sal 121,4), para sacarlo de la esclavitud y para abrirle el camino de la libertad. El Señor vela y, con la fuerza de su amor, hace pasar al pueblo a través del Mar Rojo; y hace pasar a Jesús a través del abismo de la muerte y de los infiernos. Esta fue una noche de vela para los discípulos y las discípulas de Jesús. Noche de dolor y de temor. Los hombres permanecieron cerrados en el Cenáculo. Las mujeres, sin embargo, al alba del día siguiente al sábado, fueron al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús. Sus corazones estaban llenos de emoción y se preguntaban: «¿Cómo haremos para entrar?, ¿quién nos removerá la piedra de la tumba?...». Pero he aquí el primer signo del Acontecimiento: la gran piedra ya había sido removida, y la tumba estaba abierta.
«Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco» (Mc 16,5). Las mujeres fueron las primeras que vieron este gran signo: el sepulcro vacío; y fueron las primeras en entrar. «Entraron en el sepulcro». En esta noche de vigilia, nos viene bien detenernos a reflexionar sobre la experiencia de las discípulas de Jesús, que también nos interpela a nosotros. Efectivamente, para eso estamos aquí: para entrar, para entrar en el misterio que Dios ha realizado con su vigilia de amor. No se puede vivir la Pascua sin entrar en el misterio. No es un hecho intelectual, no es sólo conocer, leer... Es más, es mucho más. «Entrar en el misterio» significa capacidad de asombro, de contemplación; capacidad de escuchar el silencio y sentir el susurro de ese hilo de silencio sonoro en el que Dios nos habla (cf. 1 Re 19,12). Entrar en el misterio nos exige no tener miedo de la realidad: no cerrarse en sí mismos, no huir ante lo que no entendemos, no cerrar los ojos frente a los problemas, no negarlos, no eliminar los interrogantes… Entrar en el misterio significa ir más allá de las cómodas certezas, más allá de la pereza y la indiferencia que nos frenan, y ponerse en busca de la verdad, la belleza y el amor, buscar un sentido no ya descontado, una respuesta no trivial a las cuestiones que ponen en crisis nuestra fe, nuestra fidelidad y nuestra razón. Para entrar en el misterio se necesita humildad, la humildad de abajarse, de apearse del pedestal de nuestro yo, tan orgulloso, de nuestra presunción; la humildad para redimensionar la propia estima, reconociendo lo que realmente somos: criaturas con virtudes y defectos, pecadores necesitados de perdón. Para entrar en el misterio hace falta este abajamiento, que es impotencia, vaciamiento  de las propias idolatrías... adoración. Sin adorar no se puede entrar en el misterio.
Todo esto nos enseñan las mujeres discípulas de Jesús. Velaron aquella noche, junto a la Madre. Y ella, la Virgen Madre, les ayudó a no perder la fe y la esperanza. Así, no permanecieron prisioneras del miedo y del dolor, sino que salieron con las primeras luces del alba, llevando en las manos sus ungüentos y con el corazón ungido de amor. Salieron y encontraron la tumba abierta. Y entraron. Velaron, salieron y entraron en el misterio. Aprendamos de ellas a velar con Dios y con María, nuestra Madre, para entrar en el misterio que nos hace pasar de la muerte a la vida. (Francisco. Homilía Vigilia Pascual. Sábado Santo 4 de abril de 2015)
 
1. Del martes 29 al jueves 31 de marzo tendrá lugar la convivencia de Pascua con los jóvenes de confirmación.
2. El sábado 2 de abril será la excursión con los niños de Anatolé. También recordar que participarán en el Festival de la Canción Vocacional en Moncada el próximo domingo 10 de abril.


 “La Eucaristía es un sacrificio de alabanza.
Esencialmente orientado a la comunión plena entre Dios y el hombre, "el sacrificio eucarístico es la fuente y la cima de todo el culto de la Iglesia y de toda la vida cristiana.
En este sacrificio de acción de gracias, de propiciación, de impetración y de alabanza los fieles participan con mayor plenitud cuando no sólo ofrecen al Padre con todo su corazón, en unión con el sacerdote, la sagrada víctima y, en ella, se ofrecen a sí mismos, sino que también reciben la misma víctima en el sacramento" (Sagrada Congregación de Ritos, Eucharisticum Mysterium, 3).
Como dice el término mismo en su etimología griega, la Eucaristía es "acción de gracias"; en ella el Hijo de Dios une a sí mismo a la humanidad redimida en un cántico de acción de gracias y de alabanza.” (San Juan Pablo II. Catequesis sobre la Eucaristía. Audiencia General, 11 de octubre de 2000)
Del 28 de marzo al 3 de abril de 2016
Lunes 28. Octava de Pascua.  19.30 h.: Sin intención. 
Martes 29. Octava de Pascua. 19.30 h.: En sufragio de: Rosendo Roche. 
Miércoles 30. Octava de Pascua. 19.30 h.: Sin intención. 
Jueves 31. Octava de Pascua. 19.30 h.: Sin intención. 
Viernes 1. Octava de Pascua. 19.30 h.: Sin intención.
Sábado 2. Por la mañana: Octava de Pascua. Por la tarde: Segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia. 18.00 h.: Con niños. Sin intención. 19.30 h.: En sufragio de: Dif. Fam. Ferrer-Puig. 21.00 h.: Sin intención.
Domingo 3. Segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia.
9.30 h.: Sin intención. 11.00 h.: En sufragio de: Rogelio Roselló. 12.00 h. Pro Pópulo. 19.30 h.: Sin intención.
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Puedes descargar la Hoja Parroquial:

17 de marzo de 2016

Domingo 20 de marzo de 2016. DOM RAMOS C


HOJA
PARROQUIAL
Parroquia de Sant Francesc de Borja
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Domingo 20 de Marzo de 2016

POR UNO SOLO            
Queridos hermanos:
Comenzamos la Semana Santa inaugurada por el Domingo de Ramos en este año de la Misericordia.
Hay un pasaje bíblico que puede ayudarnos a mirar la pasión de Cristo. Cuando Abraham tenía 99 años el Señor le visitó en tres personas y le prometió que al cabo de un año tendría un hijo (Gn 18,10). Tras de lo cual el Señor le cuenta a Abraham lo que va a hacer con Sodoma y Gomorra: bajar personalmente a averiguar si lo que cuentan de estos dos pueblos es verdad, pues su pecado es gravísimo. (cf. Gn 18,20-21). Entonces Abraham intercedió por Sodoma y Gomorra (Gn 18,16-33) y llegó a preguntar si perdonaría a la ciudad si encontrara 10 justos (Gn 18,32).  Nosotros hemos recibido muchas veces el amor y la misericordia de Dios. Si dialogáramos con Jesús como Abraham lo hizo y le preguntáramos: “Señor, ¿por cuántos padecerás insultos, burlas, desprecios, muerte infamante de cruz? Si fuera por muchos, por diez,…, pero ¿por uno solo?”
La Beata Madre Teresa de Calcuta en una carta al arzobispo F. Périer, sj, que temía por su seguridad, de 30 de marzo de 1947, le pide le deje ir a Calcuta para ocuparse de los más pobres entre los pobres y le habla de la Pasión de Jesús y su fracaso: “¿No vale la pena pasar todo sufrimiento posible por una sola alma? ¿No hizo Nuestro Señor lo mismo?: Qué fracaso fue Su Cruz en el Calvario—y todo por mí, una pecadora.” (Cit. en Ven sé mi Luz. Pág. 90). Es lo que dirá San Pablo: “vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Ga 2,20). El amor recibido, el perdón ofrecido por el Señor una y otra vez, a cada uno, lleva a ofrecerse en amor e intercesión por los demás.  Cuando la Madre Teresa de Calcuta fue invitada al Sínodo de los Obispos del año 1980 habló de la soledad como una nueva forma de pobreza entre los que viven en la abundancia.
 “Hace poco, un hombre vino a mí en la calle. Me preguntó: «¿Es usted Madre Teresa?» «Sí» le contesté. Me dijo: «Por favor envíe a alguien a mi casa. Mi mujer está medio loca y yo soy medio ciego. Pero estamos deseando intensamente escuchar el sonido cariñoso de una voz humana.» Era gente acomodada. Tenían de todo en su casa. Sin embargo, estaban muriendo de soledad, muriendo por escuchar una voz cariñosa. (…) La tuberculosis y el cáncer no son las peores enfermedades. Yo creo que una enfermedad mucho mayor es sentirse despreciado, no amado. (…) Pienso que es esto lo que nuestros pobres de todo el mundo están viviendo, en cada familia, en cada hogar. Este sufrimiento se está repitiendo en cada hombre, mujer y niño. Yo pienso que Cristo está reviviendo de nuevo Su Pasión. Y somos nosotros, usted y yo los llamados a ayudarles—ser Verónica, ser Simón (de Cirene) para ellos.” (Ven, Sé mi luz. Pág.  357-358). Igual ese uno solo es tu marido, tu mujer, tu padre, hijo, vecino… tú.

Jesús, vuestro párroco
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 23, 33-49
Y, cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía:
«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»
Y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte. El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas, diciendo: — «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.»
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre (...) Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: — «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.» Pero el otro le increpaba: — «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.» Y decía: — «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.» Jesús le respondió:
«Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»
Era ya eso de mediodía, y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
«Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.»
Y, dicho esto, expiró. El centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios, diciendo:
— «Realmente, este hombre era justo.»
Palabra del Señor.

La entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén

559 ¿Cómo va a acoger Jerusalén a su Mesías? Jesús rehuyó siempre las tentativas populares de hacerle rey (cf. Jn 6, 15), pero elige el momento y prepara los detalles de su entrada mesiánica en la ciudad de "David, su Padre" (Lc 1,32; cf. Mt 21, 1-11). Es aclamado como hijo de David, el que trae la salvación ("Hosanna" quiere decir "¡sálvanos!", "Danos la salvación!"). Pues bien, el "Rey de la Gloria" (Sal 24, 7-10) entra en su ciudad "montado en un asno" (Za 9, 9): no conquista a la hija de Sión, figura de su Iglesia, ni por la astucia ni por la violencia, sino por la humildad que da testimonio de la Verdad (cf. Jn 18, 37).
Por eso los súbditos de su Reino, aquel día fueron los niños (cf. Mt 21, 15-16; Sal 8, 3) y los "pobres de Dios", que le aclamaban como los ángeles lo anunciaron a los pastores (cf. Lc 19, 38; 2, 14). Su aclamación "Bendito el que viene en el nombre del Señor" (Sal 118, 26), ha sido recogida por la Iglesia en el "Sanctus" de la liturgia eucarística para introducir al memorial de la Pascua del Señor.
EL PAPA COMENTA
EL EVANGELIO DEL DOMINGO DE RAMOS
“Jesús entra en Jerusalén. La muchedumbre de los discípulos lo acompaña festivamente, se extienden los mantos ante él, se habla de los prodigios que ha hecho, se eleva un grito de alabanza: «¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto» (Lc 19,38).
Gentío, fiesta, alabanza, bendición, paz. Se respira un clima de alegría. Jesús ha despertado en el corazón tantas esperanzas, sobre todo entre la gente humilde, simple, pobre, olvidada, esa que no cuenta a los ojos del mundo. Él ha sabido comprender las miserias humanas, ha mostrado el rostro de misericordia de Dios y se ha inclinado para curar el cuerpo y el alma.
Este es Jesús. Este es su corazón atento a todos nosotros, que ve nuestras debilidades, nuestros pecados. El amor de Jesús es grande. Y, así, entra en Jerusalén con este amor, y nos mira a todos nosotros. Es una bella escena, llena de luz – la luz del amor de Jesús, de su corazón –, de alegría, de fiesta.
Al comienzo de la Misa, también nosotros la hemos repetido. Hemos agitado nuestras palmas. También nosotros hemos acogido al Señor; también nosotros hemos expresado la alegría de acompañarlo, de saber que nos es cercano, presente en nosotros y en medio de nosotros como un amigo, como un hermano, también como rey, es decir, como faro luminoso de nuestra vida. Jesús es Dios, pero se ha abajado a caminar con nosotros. Es nuestro amigo, nuestro hermano. El que nos ilumina en nuestro camino. Y así lo hemos acogido hoy. Y esta es la primera palabra que quisiera deciros: alegría. No seáis nunca hombres y mujeres tristes: un cristiano jamás puede serlo. Nunca os dejéis vencer por el desánimo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona, Jesús; que está entre nosotros; nace del saber que, con él, nunca estamos solos, incluso en los momentos difíciles, aun cuando el camino de la vida tropieza con problemas y obstáculos que parecen insuperables, y ¡hay tantos! Y en este momento viene el enemigo, viene el diablo, tantas veces disfrazado de ángel, e insidiosamente nos dice su palabra. No le escuchéis. Sigamos a Jesús. Nosotros acompañamos, seguimos a Jesús, pero sobre todo sabemos que él nos acompaña y nos carga sobre sus hombros: en esto reside nuestra alegría, la esperanza que hemos de llevar en este mundo nuestro. Y, por favor, no os dejéis robar la esperanza, no dejéis robar la esperanza. Esa que nos da Jesús.
Segunda palabra: ¿Por qué Jesús entra en Jerusalén? O, tal vez mejor, ¿cómo entra Jesús en Jerusalén? La multitud lo aclama como rey. Y él no se opone, no la hace callar (cf. Lc 19,39-40). Pero, ¿qué tipo de rey es Jesús? Mirémoslo: montado en un pollino, no tiene una corte que lo sigue, no está rodeado por un ejército, símbolo de fuerza. Quien lo acoge es gente humilde, sencilla, que tiene el sentido de ver en Jesús algo más; tiene ese sentido de la fe, que dice: Éste es el Salvador. Jesús no entra en la Ciudad Santa para recibir los honores reservados a los reyes de la tierra, a quien tiene poder, a quien domina; entra para ser azotado, insultado y ultrajado, como anuncia Isaías en la Primera Lectura (cf. Is 50,6); entra para recibir una corona de espinas, una caña, un manto de púrpura: su realeza será objeto de burla; entra para subir al Calvario cargando un madero. Y, entonces, he aquí la segunda palabra: cruz. Jesús entra en Jerusalén para morir en la cruz. Y es precisamente aquí donde resplandece su ser rey según Dios: su trono regio es el madero de la cruz. Pienso en lo que decía Benedicto XVI a los Cardenales: Vosotros sois príncipes, pero de un rey crucificado. Ese es el trono de Jesús. Jesús toma sobre sí... ¿Por qué la cruz? Porque Jesús toma sobre sí el mal, la suciedad, el pecado del mundo, también el nuestro, el de todos nosotros, y lo lava, lo lava con su sangre, con la misericordia, con el amor de Dios. Miremos a nuestro alrededor: ¡cuántas heridas inflige el mal a la humanidad! Guerras, violencias, conflictos económicos que se abaten sobre los más débiles, la sed de dinero, que nadie puede llevárselo consigo, lo debe dejar. Mi abuela nos decía a los niños: El sudario no tiene bolsillos. Amor al dinero, al poder, la corrupción, las divisiones, los crímenes contra la vida humana y contra la creación. Y también –cada uno lo sabe y lo conoce– nuestros pecados personales: las faltas de amor y de respeto a Dios, al prójimo y a toda la creación. Y Jesús en la cruz siente todo el peso del mal, y con la fuerza del amor de Dios lo vence, lo derrota en su resurrección. Este es el bien que Jesús nos hace a todos en el trono de la cruz. La cruz de Cristo, abrazada con amor, nunca conduce a la tristeza, sino a la alegría, a la alegría de ser salvados y de hacer un poquito eso que ha hecho él aquel día de su muerte.” (Francisco. Homilía. 24 marzo 2013).
Concédenos, Señor, peregrinar contigo, seguirte e imitarte. Concédenos a la Virgen María como compañera de camino.
Concédenos ir a Nazaret y recordar continuamente el inicio de la salvación por el anuncio del ángel a nuestras vidas; Concédenos ir a Belén donde tu has nacido y vives entre nosotros; Concédenos subir la escalera hacia el Calvario hasta el lugar en el que moriste por nosotros en la cruz; Concédenos estar ante el sepulcro vacío; rezar donde su cuerpo inerte descansó y donde al tercer día tuvo lugar la resurrección. Concédenos seguirte, Señor, caminando con alegría, sabiendo que tú eres el camino. Concédenos que siguiéndote seamos mensajeros de la paz, orando por la paz, y dando el fruto de las buenas obras: la bondad y la ternura. (Oración inspirada en Benedicto XVI. 28-3-2010)


DOMINGO DE RAMOS
Sábado 19 de marzo:
19.30 h.: Celebración del Domingo de Ramos.
Domingo 20 de marzo:
9.30.: Celebración del Domingo de Ramos.
11.00 h.: Bendición de Palmas y Ramos en la Iglesia de las Esclavas. Procesión hasta la Parroquia. Al llegar, celebración de la Eucaristía.
19.30.: Celebración del Domingo de Ramos.

MARTES SANTO 22 de marzo. 20.30 h.: Celebración Comunitaria del Sacramento del Perdón

JUEVES SANTO 24 de marzo

11.00 h.: Rezo comunitario de Laudes. A la misma hora, actividades para los niños de 3 a 6 años; para los niños de 6 a 8 años y para los niños de 9 a 12 años por parte de los catequistas.

19.30 h.: Misa de la Cena del Señor. Al finalizar habrá turnos de vela ante el Monumento.

22.00 h.: Hora Santa. Se cerrará la Capilla de la Comunión a las 12.00 de la noche. La Colecta será para Cáritas parroquial.
VIERNES SANTO 25 de marzo
8.00 h.: Vía Crucis por las calles del Barrio.
11.00 h.: Rezo comunitario de Laudes. A la misma hora, actividades para los niños de 3 a 6 años; para los niños de 6 a 8 años y para los niños de 9 a 12 años por parte de los catequistas.
16.30 h.: Celebración de la Pasión del Señor. La Colecta será para Tierra Santa.
SÁBADO SANTO 26 de marzo
11.00 h.: Rezo comunitario de Laudes. A la misma hora, actividades para los niños de 3 a 5 años y para los niños de 6 a 12 años por parte de los catequistas.
A continuación, preparación de la Vigilia Pascual.
22.00 h.: Solemne Vigilia Pascual. Lleven pequeñas campanitas para los niños para el canto del “Gloria”. Al finalizar se les hará un dulce obsequio. Colecta extraordinaria parroquial.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN
27 de marzo
11.30 h.; 19.30 h.: Eucaristías del Domingo de Resurrección. Colecta extraordinaria parroquial
 
1. El Domingo de Ramos a las 4.30 tarde en el Templo parroquial habrá un Cine-fórum para todos los públicos en el templo parroquial. Con una película para todos los públicos que ayude a adentrarse en los misterios que vamos a celebrar en la Semana Santa.
2. LIMPIEZA GENERAL DEL TEMPLO: el lunes santo 21 de marzo desde las 16.00 h.; el miércoles santo 23 de marzo desde las 21.00 h., y el Sábado santo desde las 12.30 h. Colaboremos en la Limpieza de nuestro Templo. Gracias.
3. Celebraciones del Perdón:
Lunes 21 de marzo 20 h: Cristo Rey; Martes 22 de marzo 19:30 h: San Nicolás; Martes 22 de marzo 20 h: Santa María Magdalena; Martes 22 de marzo 20:30 h: San Francisco de Borja; Miércoles 23 de marzo 20 h: Sagrada Familia.
Del 21 al 27 de marzo de 2016
Lunes santo 21 de marzo.  19.30 h.: En sufragio de: Josefa Julio Xaixo. 
Martes santo 22 de marzo. 19.30 h.: En sufragio de: Rvdo. Rafael Armiñana. 
Miércoles santo 23 de marzo. 19.30 h.: En sufragio de: José Antonio Cabanilles.
Jueves santo 24 de marzo. Misa de la Cena del Señor. 19.30 h. 
Viernes santo 25 de marzo. Celebración de la Pasión del Señor. 16.30 h. 
Sábado santo 26 de marzo. Solemne Vigilia Pascual. 22.00 h.
Domingo de resurrección. 27 de marzo.
Horario especial: 11.30 h.: Pro Pópulo. 19.30 h.: Sin intención.
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Hoja parroquial en formato pdf


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