25 de agosto de 2012

Domingo 26 de agosto de 2012. 21 TO B.


HOJA 
PARROQUIAL

Parroquia de Sant Francesc de Borja
Email de la parroquia: sfb500@gmail.com

Domingo 26 de agosto de 2012.  



Queridos hermanos:
¿Quién puede hacerle caso?” Estas son las palabras de aquellos que han escuchado el discurso del Pan de vida que el Señor ha proclamado en Cafarnaún, y ven que este modo de hablar es muy duro. Pero a nosotros, los cristianos, Cristo nos dice: “a vosotros se os ha dado a conocer los misterios del Reino”.
Gracias a los sacramentos, en particular a la Eucaristía, cada uno personalmente se alimenta del mismo Cristo, de modo que la comunión nos ayuda a crecer en fraternidad, la cual tiene como finalidad la construcción del Cuerpo eclesial de Cristo: “Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo” (Plegaria Eucarística II). Comiendo un único Pan, nos hacemos un pan. Comiendo el Cuerpo sacramental, nos vamos haciendo Cuerpo comunitario e imagen viva de Cristo. Si Cristo glorioso asume este pan y este vino y se identifica con ellos, es para dársenos a nosotros, transformarnos, hacer de nosotros "un solo cuerpo y un solo espíritu", es decir, su propio Cuerpo.
Tu tienes palabras de vida eterna”. En la Exhortación post-sinodal Verbum Domini, Benedicto XVI dice: “En esta perspectiva kerigmática, la Asamblea sinodal ha sido para la Iglesia y el mundo un testimonio de la belleza del encuentro con la Palabra de Dios”. ¿Qué significa en esta perspectiva kerigmática? Dice S. Juan al respecto: «Os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo» (1 Jn 1,2-3). En este sentido hay que añadir que este anuncio es portador de vida eterna; de hecho nuestro Señor, en su oración sacerdotal (Jn 17) dice: «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo» (Jn 17, 3). Conocer a Dios y a su Hijo es acoger el misterio de la comunión de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en la propia vida, que ya desde ahora se abre a la vida eterna”. (Bto. Juan Pablo II, Evangelium vitae 37).
En definitiva, al participar de la comunión del Cuerpo y Sangre de Cristo se cumplen las palabras que Jesús dijo un día a sus Apóstoles: “para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos”. (Jn 17, 26)
María, madre de la Iglesia, tú que creíste a la palabra, haz de nosotros sagrarios del Espíritu Santo.
Arturo vuestro vicario

+   Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 60-69

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron:
— «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?» Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: — «¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.»
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: — «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mi, si el Padre no se lo concede.»
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce: — «¿También vosotros queréis marcharos?» Simón Pedro le contestó: — «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»
Palabra del Señor.
«Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?» (Jn 6, 60). Tampoco la nueva bondad del Señor es agua almibarada. Para muchos el escándalo de la cruz es más insoportable aún que el trueno del Sinaí para los israelitas. Sí, tenían razón cuando decían: Si Dios nos habla «moriremos» (Ex 20, 19). Sin un «morir», sin que naufrague lo que es sólo nuestro, no hay comunión con Dios ni redención. (Benedicto XVI. Jesús de Nazaret)
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En momentos o situaciones difíciles, recordad aquellas palabras de la Carta a los Hebreos: «corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, sin miedo a la ignominia [...], y no os canséis ni perdáis el ánimo» (12, 1-3). Proclamad que Jesús es «el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16), «el que tiene palabras de vida eterna» (cf. Jn 6, 68), y no os canséis de dar razón de vuestra esperanza (cf. 1 P 3, 15)”. (Carta de Benedicto XVI a los obispos españoles. VALENCIA, 7 julio 2006)
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“Precisamente porque se trata de una realidad misteriosa que rebasa nuestra comprensión, no nos ha de sorprender que también hoy a muchos les cueste aceptar la presencia real de Cristo en la Eucaristía. No puede ser de otra manera. Así ha sucedido desde el día en que, en la sinagoga de Cafarnaúm, Jesús declaró abiertamente que había venido para darnos en alimento su carne y su sangre (cf. Jn 6, 26-58). Ese lenguaje pareció "duro" y muchos se volvieron atrás. Ahora, como entonces, la Eucaristía sigue siendo "signo de contradicción" y no puede menos de serlo, porque un Dios que se hace carne y se sacrifica por la vida del mundo pone en crisis la sabiduría de los hombres. Pero con humilde confianza la Iglesia hace suya la fe de Pedro y de los demás Apóstoles, y con ellos proclama, y proclamamos nosotros: "Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna" (Jn 6, 68). Renovemos también nosotros esta tarde la profesión de fe en Cristo vivo y presente en la Eucaristía. Sí, "es certeza para los cristianos: el pan se convierte en carne, y el vino en sangre". (…) El milagro realizado por el Señor contiene una invitación explícita a cada uno para dar su contribución. Los cinco panes y dos peces indican nuestra aportación, pobre pero necesaria, que él transforma en don de amor para todos. "Cristo —escribí en la exhortación postsinodal Sacramentum Caritatis— sigue exhortando también hoy a sus discípulos a comprometerse en primera persona" (n. 88). Por consiguiente, la Eucaristía es una llamada a la santidad y a la entrega de sí a los hermanos, pues "la vocación de cada uno de nosotros consiste en ser, junto con Jesús, pan partido para la vida del mundo" (ib.). (Benedicto XVI. 7 de junio de 2007)
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Entendemos y tratamos de profundizar cada vez más el lenguaje de esta verdad que el Redentor del hombre ha encerrado en la frase: «El Espíritu es el que da vida, la carne no aprovecha para nada».(124) Estas palabras, no obstante las apariencias, expresan la más alta afirmación del hombre: la afirmación del cuerpo, al que vivifica el espíritu. ((Juan Pablo II. Redemptor Hominis 18)
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El mundo necesita hoy de modo particular que se anuncie y se dé testimonio de Dios que es amor y, por tanto, la única luz que, en el fondo, ilumina la oscuridad del mundo y nos da la fuerza para vivir y actuar (cf. Deus caritas est, 39).

“Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí mismo para establecerme en ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos en la profundidad de tu Misterio. Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin reservas a tu acción creadora”. (Oración de la Beata Isabel de la Trinidad).

131           "Es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual" (DV 21). "Los fieles han de tener fácil acceso a la Sagrada Escritura" (DV 22).
144           Obedecer ("ob-audire") en la fe, es someterse libremente a la palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios, la Verdad misma. De esta obediencia, Abraham es el modelo que nos propone la Sagrada Escritura. La Virgen María es la realización más perfecta de la misma.
145           La carta a los Hebreos, en el gran elogio de la fe de los antepasados insiste particularmente en la fe de Abraham: "Por la fe, Abraham obedeció  y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba" (Hb 11,8; cf. Gn 12,1-4). Por la fe, vivió como extranjero y peregrino en la Tierra prometida (cf. Gn 23,4). Por la fe, a Sara se otorgó el concebir al hijo de la promesa. Por la fe, finalmente, Abraham ofreció a su hijo único en sacrificio (cf. Hb 11,17).
146 Abraham realiza así la definición de la fe dada por la carta a los Hebreos: "La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven" (Hb 11,1). "Creyó Abraham en Dios y le fue reputado como justicia" (Rom 4,3; cf. Gn 15,6). Gracias a esta "fe poderosa" (Rom 4,20), Abraham vino a ser "el padre de todos los creyentes" (Rom 4,11.18).
147 El Antiguo Testamento es rico en testimonios acerca de esta fe. La carta a los Hebreos proclama el elogio de la fe ejemplar de los antiguos, por la cual "fueron alabados" (Hb 11,2.39). Sin embargo, "Dios tenía ya dispuesto algo mejor": la gracia de creer en su Hijo Jesús, "el que inicia y consuma la fe" (Hb 11,40; 12,2).
148 La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que "nada es imposible para Dios" (Lc 1,37; cf. Gn 18,14) y dando su asentimiento: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38). Isabel la saludó: "¡Dichosa la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!" (Lc 1,45). Por esta fe todas las generaciones la proclamarán bienaventurada (cf. Lc 1,48)
LOS ESCENARIOS
DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN (IV):
EL ESCENARIO POLÍTICO
“Desde el Concilio Vaticano II hasta el presente, los cambios que se han verificado en este escenario pueden ser definidos con justa razón “de época”. Con la crisis de la ideología comunista ha terminado la división del mundo occidental en dos bloques. Esto ha favorecido la libertad religiosa y la posibilidad de reorganización de las Iglesias históricas. El surgimiento sobre la escena mundial de nuevos actores económicos, políticos y religiosos, como el mundo islámico, el mundo asiático, ha creado una situación inédita y totalmente desconocida, rica de potencialidades, pero también plena de riesgos y de nuevas tentaciones de dominio y de poder. En este escenario, varias respuestas han subrayado diversas urgencias: el empeño por la paz, el desarrollo y la liberación de los pueblos; una mejor regulación internacional y una interacción de los gobiernos nacionales; una investigación de formas posibles de escucha, convivencia, diálogo y colaboración entre las diversas culturas y religiones; la defensa de los derechos humanos y de los pueblos, sobre todo de las minorías; la promoción de los más débiles; la salvaguardia de la creación y el empeño por el futuro de nuestro planeta. Estos son temas que las diversas Iglesias particulares han aprendido a sentir como propios, y que como tales, han de ser custodiados y promovidos en la vida cotidiana de nuestras comunidades”. (Nº 57).

LOS ESCENARIOS
DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN (IV):
EL ESCENARIO de la investigación científica y tecnológica.
“Vivimos en una época que es todavía capaz de sorprenderse de las maravillas suscitadas por los continuos progresos que la investigación en estos campos ha logrado superar. Todos podemos experimentar en la vida cotidiana los beneficios ofrecidos por estos progresos. Todos dependemos cada vez más de ellos. Frente a tantos aspectos positivos, existen también peligros de excesivas esperanzas y de manipulaciones. La ciencia y la tecnología corren así el riesgo de transformarse en los nuevos ídolos del presente. Es fácil en un contexto digitalizado y globalizado hacer de la ciencia “nuestra nueva religión”. Nos encontramos frente al surgimiento de nuevas formas de gnosis, que asumen la técnica como forma de sabiduría, en vista de una organización mágica de la vida, que funcione como criterio para conocer la realidad y dar un sentido a las cosas. Asistimos al afirmarse de nuevos cultos. Éstos instrumentalizan en modo terapéutico las prácticas religiosas que los hombres están dispuestos a vivir, estructurándose como religiones de la prosperidad y de la gratificación instantánea” (Nº 58).
1. El día 15 de septiembre estará la preparación para el curso Alpha en la Salle de Liria a partir de las 10 h.
2. En septiembre será realidad que la Diócesis de Valencia contará con una capilla de Adoración Eucarística Perpetua en la parroquia de San Martín Obispo de Valencia: las 24 horas de los 365 días del año. Para ello hacen falta como mínimo 500 personas, necesarias para cubrir los 168 turnos a la semana, una hora por persona cada siete días, que permiten mantenerla abierta de forma continuada y perpetua para no dejar solo al Santísimo. Se está llevando a cabo por medio del padre Justo Lofeudo, misionero de la Santísima Eucaristía, una comunidad francesa cuyo carisma principal es la promoción y el establecimiento de capillas de adoración perpetua en todo el mundo.
Donativos recibidos para los nuevos locales en la calle Ciudad de Laval:

Ingresados hasta el  20-07-2012 : 63.296,95 €.
+ 920 €.
Ingresados hasta el20-7-2012:

64.216,95 €.
Colabore en la cuenta que la parroquia tiene en 
BANKIA (Paseo Germanías 82)
2038-6230-75-3000420970



Del 27 al 2 de septiembre de 2012

Lunes 27.  19.30 h.: sin intención. 


Martes 28. 19.30 h.: sin intención. 
Miércoles 29. 19.30 h.: En sufragio de Rosendo Roche. 
Jueves 30. 19.30 h.: sin intención. 
Viernes 31. 19.30 h.: sin intención. 
Sábado 1. XXII T.O. 19.30 h.: sin intención. 21.00 h.: En sufragio de los difuntos de la familia Ferrer Puig. 
Domingo 2. XXII T.O. Pro populo. 12.00 h. Pro Pópulo.

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18 de agosto de 2012

EL CHÓFER DE CRISTO


EL CHÓFER DE CRISTO

Agosto 16th, 2012


    Otra mañana llevando la Sagrada Comunión a enfermos… Me siento “el chófer de Cristo”, y, la verdad, me gusta. Desde esa posición, se advierten detalles que sólo los chóferes conocemos. Son retazos de historias de Amor en las que uno se entromete por un momento, y que sólo con ciertas dosis de pudor puede escribir.
    Por ejemplo: mi primera parada se produce en casa de una anciana inválida que cuenta con casi noventa años, y que, cuando recibe la visita del Señor, se pinta los labios, se repeina y se perfuma. Quiere estar atractiva para su Amor. Mientras deposito en sus labios la Sagrada Hostia me tiemblan las manos; siento que algo muy grande está sucediendo. Si los ángeles comulgasen, comulgarían así. Sé que no debería fijarme, porque soy el chófer, pero me puede la curiosidad. Humildemente, le pido al Señor, para mí, el mismo fervor.
    Algunas paradas del recorrido me hacen pensar. Me pregunto por qué sigo llevando a Jesús a ciertas casas. Lo cierto es que me pidieron una vez que les llevase la Comunión, y, al finalizar la primera visita, les pregunté si deseaban que volviese a la semana siguiente… No se entusiasmaron demasiado: “¡No se moleste, padre, no quisiéramos quitarle tanto tiempo!”… Les respondí que no era molestia, que era mi trabajo, y casi vencidos por mi insistencia accedieron a recibir a Jesús a la semana siguiente. Con algunos de éstos llevo más de dos años, semana tras semana, repitiendo la visita. Y todavía, cuando les digo: “¡Hasta el jueves que viene!”, me miran con cansancio, como diciendo: “¡Qué remedio!”… Puede que me equivoque, pero en algún caso pienso que se arrepienten de haberme llamado por primera vez. Por eso, mientras vamos de camino, le pregunto al Señor: “¿Por qué vamos a esta casa? ¡Si parece que molestas!”… Entonces el Señor me mira, desde el maletín donde lo llevo, con un gesto indefenso y pobre, sin darme explicación alguna… Y yo entiendo que Él, a pesar de todo, está deseando visitar a su amigo aunque su amigo no arda precisamente en deseos de verlo a Él… ¡Qué curioso! Me parece que siente más Jesús los deseos de ser comulgado que algunas personas de comulgar.
    A muchos de los enfermos que Jesús visita los he visto marcharse al Cielo con Él. Recuerdo ahora a una mujer cuyo marido, en la primera visita de Jesús, encendió una vela muy larga, de esas que se usan para los candelabros de algunos salones. Cada jueves la volvía a encender durante el rito de la Comunión, y, jueves a jueves, la vela fue menguando. Después de casi dos años, apenas quedaba un taco de cera. Y, cuando la vela se gastó, añadí el rito de la unción a una Comunión que se volvió viático. La amiga de Jesús se fue al Cielo con Él.
    No vamos solos en el coche. Nos acompaña la Virgen. Por eso yo voy rezando el Rosario, y así hablo con los dos a la vez. No niego que hay semanas en que siento pereza antes de emprender el viaje. Pero tampoco puedo negar que, una vez arrancado el coche, no hay semana en que no pueda decir que lo he pasado muy bien. Me gusta ser el chófer de Cristo.
José-Fernando Rey Ballesteros

Domingo 19 de agosto de 2012. 20 TO B.


HOJA 
PARROQUIAL

Parroquia de Sant Francesc de Borja
Email de la parroquia: sfb500@gmail.com

Domingo 19 de agosto de 2012.  


Queridos hermanos:
“El que me come vivirá por mí.” “Estas palabras de Jesús nos permiten comprender cómo el misterio «creído» y «celebrado» contiene en sí un dinamismo que lo convierte en principio de vida nueva en nosotros y forma de la existencia cristiana. En efecto, comulgando el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo se nos hace partícipes de la vida divina de un modo cada vez más adulto y consciente. Análogamente a lo que san Agustín dice en las Confesiones sobre el Logos eterno, alimento del alma, poniendo de relieve su carácter paradójico, el santo Doctor imagina que se le dice: «Soy el manjar de los grandes: crece, y me comerás, sin que por eso me transforme en ti, como el alimento de tu carne; sino que tú te transformarás en mí». En efecto, no es el alimento eucarístico el que se transforma en nosotros, sino que somos nosotros los que gracias a él acabamos por ser cambiados misteriosamente. Cristo nos alimenta uniéndonos a él; « nos atrae hacia sí ».” (Benedicto XVI, Sacramentum caritatis 70)
El otro día escuche un relato titulado “el chófer de Dios”. Este cuento habla de un hombre que llevaba la Sagrada Comunión a una casa, en la que vivía un enfermo durante muchos años. Este hombre, llegó el momento, en que no ponía interés por recibir la Sagrada Comunión. Y un día, mientras el chófer iba de camino a casa del enfermo, le preguntó al Señor: “¿Por qué vamos a esta casa? ¡Si parece que molestas!” Entonces el Señor me miró, desde el maletín donde lo llevaba, con un gesto indefenso y pobre sin darme explicación alguna… Y yo entiendo que Él, a pesar de todo, está deseando visitar a su amigo aunque su amigo no arda precisamente en deseos de verlo a El… ¡Que curioso! Me parece que siente más Jesús los deseos de ser comulgado que algunas personas de comulgar. En efecto, “podemos decir que no solamente cada uno de nosotros recibe a Cristo, sino que también Cristo nos recibe a cada uno de nosotros. Él estrecha su amistad con nosotros: «Vosotros sois mis amigos» (Jn 15, 14). Más aún, nosotros vivimos gracias a Él: «el que me coma vivirá por mí» (Jn 6, 57).(Bto. Juan Pablo II, Ecclesia de Eucaristia 22)
María, auxilio de los cristianos y refugio de los pecadores, intercede por nosotros para que nos dé firmeza en la fe.
Arturo vuestro vicario
+  Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 51-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
— «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí:
— «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo:
— «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»
Palabra del Señor.

“El sacrificio eucarístico no sólo hace presente el misterio de la pasión y muerte del Salvador, sino también el misterio de la resurrección, que corona su sacrificio. En cuanto viviente y resucitado, Cristo se hace en la Eucaristía «pan de vida» (Jn 6, 35.48), «pan vivo» (Jn 6, 51). San Ambrosio lo recordaba a los neófitos, como una aplicación del acontecimiento de la resurrección a su vida: «Si hoy Cristo está en ti, Él resucita para ti cada día». (De sacramentis, V, 4, 26). San Cirilo de Alejandría, a su vez, subrayaba que la participación en los santos Misterios «es una verdadera confesión y memoria de que el Señor ha muerto y ha vuelto a la vida por nosotros y para beneficio nuestro». (21. Sobre el Evangelio de Juan, XII, 20). La eficacia salvífica del sacrificio se realiza plenamente cuando se comulga recibiendo el cuerpo y la sangre del Señor. De por sí, el sacrificio eucarístico se orienta a la íntima unión de nosotros, los fieles, con Cristo mediante la comunión: le recibimos a Él mismo, que se ha ofrecido por nosotros; su cuerpo, que Él ha entregado por nosotros en la Cruz; su sangre, «derramada por muchos para perdón de los pecados» (Mt 26, 28). Recordemos sus palabras: «Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí» (Jn 6, 57). Jesús mismo nos asegura que esta unión, que Él pone en relación con la vida trinitaria, se realiza efectivamente. La Eucaristía es verdadero banquete, en el cual Cristo se ofrece como alimento. Cuando Jesús anuncia por primera vez esta comida, los oyentes se quedan asombrados y confusos, obligando al Maestro a recalcar la verdad objetiva de sus palabras: « En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros » (Jn 6, 53). No se trata de un alimento metafórico: «Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida» (Jn 6, 55). Por la comunión de su cuerpo y de su sangre, Cristo nos comunica también su Espíritu. Escribe san Efrén: «Llamó al pan su cuerpo viviente, lo llenó de sí mismo y de su Espíritu [...], y quien lo come con fe, come Fuego y Espíritu. [...]. Tomad, comed todos de él, y coméis con él el Espíritu Santo. En efecto, es verdaderamente mi cuerpo y el que lo come vivirá eternamente». (Homilía IV para la Semana Santa). La Iglesia pide este don divino, raíz de todos los otros dones, en la epíclesis eucarística. Se lee, por ejemplo, en la Divina Liturgia de san Juan Crisóstomo: « Te invocamos, te rogamos y te suplicamos: manda tu Santo Espíritu sobre todos nosotros y sobre estos dones [...] para que sean purificación del alma, remisión de los pecados y comunicación del Espíritu Santo para cuantos participan de ellos ». Y, en el Misal Romano, el celebrante implora que: « Fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un sólo cuerpo y un sólo espíritu». (Plegaria Eucarística III). (Juan Pablo II Ecclesia de Eucaristía 14-17).
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Cristo es la vid, plantada en la viña elegida, que es el Pueblo de Dios, la Iglesia. Por el misterio del Pan eucarístico el Señor puede decirnos a cada uno: “El que come mi carne y bebe mi sangre habita en Mí y Yo en él” (Jn 6, 56). Su vida pasa a nosotros como la savia vivificante de la vid pasa a los sarmientos para que estén vivos y produzcan frutos. Sin verdadera unión con Cristo –en quien creemos y de quien nos alimentamos– no puede haber vida sobrenatural en nosotros ni frutos fecundos. (Homilía del Santo Padre Juan Pablo II al final de La Adoración Eucarística en la Catedral de Sevilla. Sábado 12 de junio de 1993)

Te adoro devotamente, oculta Deidad, que bajo estas sagradas especies te ocultas verdaderamente: A ti mi corazón totalmente se somete, pues al contemplarte, se siente desfallecer por completo. La vista, el tacto, el gusto, son aquí falaces, sólo con el oído se llega a tener fe segura; Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada más verdadero que esta palabra de Verdad.

1391         La comunión acrecienta nuestra unión con Cristo. Recibir la Eucaristía en la comunión da como fruto principal la unión íntima con Cristo Jesús. En efecto, el Señor dice: "Quien come mi Carne y bebe mi Sangre habita en mí y yo en él" (Jn 6,56). La vida en Cristo encuentra su fundamento en el banquete eucarístico: "Lo mismo que me ha enviado el Padre, que vive, y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí" (Jn 6,57):
                 Cuando en las fiestas del Señor los fieles reciben el Cuerpo del Hijo, proclaman unos a otros la Buena Nueva de que se dan las arras de la vida, como cuando el ángel dijo a María de Magdala: "¡Cristo ha resucitado!" He aquí que ahora también la vida y la resurrección son comunicadas a quien recibe a Cristo (Fanqîth, Oficio siriaco de Antioquía, vol. I, Commun, 237 a-b).
1392 Lo que el alimento material produce en nuestra vida corporal, la comunión lo realiza de manera admirable en nuestra vida espiritual. La comunión con la Carne de Cristo resucitado, vivificada por el Espíritu Santo y vivificante (PO 5), conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia recibida en el Bautismo. Este crecimiento de la vida cristiana necesita ser alimentado por la comunión eucarística, pan de nuestra peregrinación, hasta el momento de la muerte, cuando nos sea dada como viático.
1393 La comunión nos separa del pecado. El Cuerpo de Cristo que recibimos en la comunión es "entregado por nosotros", y la Sangre que bebemos es "derramada por muchos para el perdón de los pecados". Por eso la Eucaristía no puede unirnos a Cristo sin purificarnos al mismo tiempo de los pecados cometidos y preservarnos de futuros pecados:
"Cada vez que lo recibimos, anunciamos la muerte del Señor" (1 Co 11,26). Si anunciamos la muerte del Señor, anunciamos también el perdón de los pecados. Si cada vez que su Sangre es derramada, lo es para el perdón de los pecados, debo recibirle siempre, para que siempre me perdone los pecados. Yo que peco siempre, debo tener siempre un remedio (S. Ambrosio, sacr. 4, 28).
LOS ESCENARIOS
DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN (II):
EL fenómeno migratorio

“El grande fenómeno migratorio, que induce cada vez más a las personas a dejar el propio país de origen para vivir en contextos urbanizados. De esto deriva un encuentro y una mezcla de las culturas. Se están produciendo formas de desmoronamiento de las referencias fundamentales de la vida, de los valores y de los mismos vínculos a través de los cuales los individuos estructuran las propias identidades y acceden al sentido de la vida. Unido a la expansión de la secularización, el resultado cultural de estos procesos es un clima de extrema fluidez, dentro del cual hay siempre menos espacio para las grandes tradiciones, incluidas aquellas religiosas. A este escenario social está vinculado el fenómeno denominado “globalización”, realidad de no fácil explicación, que exige a los cristianos un agudo trabajo de discernimiento. Puede ser leída como un fenómeno negativo, si de esta realidad prevalece una interpretación determinista, ligada solamente a una dimensión económica y productiva. Pero también puede ser leída como un momento de crecimiento, en el cual la humanidad aprende a desarrollar nuevas formas solidarias y nuevos caminos para compartir el progreso de todos hacia el bien”. (Nº 55)

LOS ESCENARIOS
DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN (III):
EL ESCENARIO económico
“De este escenario, que en gran parte es causa directa del fenómeno de las migraciones, se han puesto en evidencia las tensiones y las formas de violencia concomitantes, como consecuencia de las desigualdades económicas provocadas dentro de las naciones y también entre ellas. En muchas respuestas, provenientes no sólo de Países en vía de desarrollo, ha sido denunciado un claro y decidido aumento de la disparidad entre ricos y pobres. Innumerables veces el Magisterio de los Sumos Pontífices ha denunciado los crecientes desequilibrios entre Norte y Sur del mundo, en el acceso y la distribución de los recursos, así como en el daño de la creación. La continua crisis económica en la que nos encontramos indica el problema del uso de los recursos, tanto de aquellos naturales como de los recursos humanos. De las Iglesias, invitadas a vivir el ideal evangélico de la pobreza, se espera todavía mucho en términos de sensibilización y de acción concretas, aunque ellas no encuentren suficiente espacio en los medios de comunicación”.
1. Del 24 al 26 de agosto está prevista la peregrinación a la Sagrada Familia de Gaudí en Barcelona con los niños de Anatolé y sus familias.
2. En septiembre será realidad que la Diócesis de Valencia contará con una capilla de Adoración Eucarística Perpetua en la parroquia de San Martín Obispo de Valencia: las 24 horas de los 365 días del año. Para ello hacen falta como mínimo 500 personas, necesarias para cubrir los 168 turnos a la semana, una hora por persona cada siete días, que permiten mantenerla abierta de forma continuada y perpetua para no dejar solo al Santísimo. Se está llevando a cabo por medio del padre Justo Lofeudo, misionero de la Santísima Eucaristía, una comunidad francesa cuyo carisma principal es la promoción y el establecimiento de capillas de adoración perpetua en todo el mundo.
Donativos recibidos para los nuevos locales en la calle Ciudad de Laval:

Ingresados hasta el  20-07-2012 : 63.296,95 €.
+ 920 €.
Ingresados hasta el20-7-2012:

64.216,95 €.
Colabore en la cuenta que la parroquia tiene en 
BANKIA (Paseo Germanías 82)
2038-6230-75-3000420970

Del 20 al 26 de agosto de 2012
Lunes 20.  19.30 h.: En sufragio de los difuntos de la familia Espí Sanchis. 
Martes 21. 19.30 h.: sin intención. 
Miércoles 22. 19.30 h.: sin intención. 
Jueves 23. 19.30 h.: En sufragio de José Antonio Cabanilles. 
Viernes 24. S. Bartolome. 19.30 h.: Bodas de oro de Valentín Sanz Simó y Francisca Pérez Molina. 
Sábado 25. XXI T.O. 19.30 h.: sin intención. 21.00 h.: sin intención. 
Domingo 26. XXI T.O. 12.00 h. Pro Pópulo
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