10 de diciembre de 2009

Carta del Cardenal en ocasión del encuentro europeo de familias cristianas

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POR LA FAMILIA CRISTIANA

Domingo 27 de diciembre


A todos los párrocos, rectores de Iglesias, dirigentes de asociaciones y movimientos apostólicos, directores de colegios y centros de enseñanza, instituciones de la vida consagrada y a todos los fieles laicos.
Carta Pastoraldel Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal-Arzobispo D. Antonio María Rouco Varela

Mis queridos diocesanos:

Desde hace dos años la archidiócesis de Madrid celebra la Fiesta de la Sagrada Familia con una solemne liturgia o eucaristía en la que se hacen presentes muchos obispos de España e innumerables fieles procedentes de diversos lugares de nuestra geografía, muchos de ellos pertenecientes a movimientos y asociaciones apostólicas. Esta celebración, en el marco de las fiestas navideñas, pretende dar gracias a Dios por el don de la familia y exaltar la riqueza de esta institución natural, que el Hijo de Dios quiso consagrar naciendo en el seno de una familia, la de Nazaret, que se ha convertido en el modelo que debemos imitar.

También este año celebraremos la eucaristía el domingo 27 de Diciembre, Solemnidad de la Sagrada Familia, en la madrileña Plaza de Lima. Este año hemos abierto el horizonte de nuestra celebración a otras iglesias de Europa, que viven también preocupadas por la situación que atraviesa la institución familiar. Por ello, nos acompañarán algunos cardenales de Europa y de la Curia romana, que se unen gozosamente a esta fiesta de la Sagrada Familia y de todas las familias cristianas para testimoniar el plan de Dios sobre el matrimonio y la familia. Son muchos los motivos que tenemos para unirnos en oración y pedir a la Sagrada Familia la solución a problemas tan graves como son los que afectan a la institución familiar: la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la unión indisoluble del matrimonio entre el hombre y la mujer, el significado trascendente de la sexualidad humana y del amor conyugal, la educación cristiana de los hijos y el derecho de los padres a formarlos según sus propias convicciones religiosas y morales, el grave problema económico por el que atraviesan muchas familias, privadas de un trabajo digno y en situación de pobreza y necesidad.

Por ello, os exhorto a participar en esta celebración y dar testimonio de la gracia de ser cristianos en familia. La presencia de familias enteras será el mejor anuncio de que el evangelio de Cristo tiene arraigo en nuestra sociedad y que la familia edificada sobre la fe en Cristo aporta a la sociedad una vida nueva capaz de generar alegría, fecundidad y amor a los hombres.

Animad también a vuestros amigos y conocidos. Ocasiones como estas nos ayudan a recuperar el sentido de nuestra pertenencia a la gran familia de los hijos de Dios, que ha recibido la misión de anunciar a todos los hombres que Dios ha tomado nuestra carne para otorgarnos su condición divina. Que Jesús, María y José nos sostengan y alienten en esta tarea y hagan fecundos nuestros trabajos a favor de la familia y de la sociedad.

Con mi afecto y bendición, firma

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