16 de junio de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migaja 86

“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (86)

Algunos enfados en el arca: el enfado de Simón

 

Queridos hermanos:

 

¿Os habéis enfadado con aquellos con los que convivís durante el confinamiento? ¿Muchas veces? Y ¿os habéis podido perdonar? Seguro que Noé también discutió con su mujer y ella le recriminaría su falta de atención. También se darían peleas entre los hermanos: que si Jafet está muy pendiente de su “tipito”, que si Cam está cabreado por lo que ha tenido que dejar y tiene que estar obligado en el arca, que si Sem se cree el único, el elegido y los demás son de segunda clase, que si las nueras tienen sus desavenencias…. envidias, peleas, discusiones…

 

Durante la convivencia (y más si es tan intensa) surgen muchas ofensas, palabras hirientes, gestos de indiferencia, desprecio, hipocresía, voz altisonante, mirada agresiva y culpabilizadora…

 

Simón vivió esta situación y tuvo que consultar al Señor. Tras ser elegido como “Pedro” (“sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”) y acto seguido ser llamado “Satanás” por Jesús (ver Mateo 16, 13-23), tuvo que sufrir múltiples desprecios y humillaciones de los otros miembros del arca, del arca de Jesús. Y preguntó a Jesús:

«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?». Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» (Mateo 18, 21-22). [Fíjate que en el evangelio de san Mateo solamente han pasado dos capítulos entre una escena (elección como Pedro y ser llamado Satanás) y otra (la consulta a Jesús sobre el número de ofensas)].

 

Caín, tras asesinar a Abel, fue marcado por el Señor para defenderlo, y el que lo matara lo pagaría siete veces (Génesis 4, 15). Lámek, un descendiente de Caín, será vengado setenta veces siete (Génesis 4, 24).

 

Cualquiera de nosotros tiene ocasión para pedir perdón y ser perdonado mientras dura este hoy. «Si tu hermano te ofende, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: “Me arrepiento”, lo perdonarás». (Lucas 17, 3-4). Siete ofensas diarias y siete veces pedir perdón y siete veces perdonar al hermano que ha ofendido (que es el mismo, no siete personas distintas) requiere una cintura y elasticidad parecida al canto del corro de la patata que cantábamos de niños: “agáchate y vuélvete a agachar”. “Perdónale y vuélvele a perdonar”, tendríamos que cantar.

 

De tal palo tal astilla. De un Padre misericordioso salen hijos misericordiosos, dispuestos a perdonar siempre: «Todo cuanto pidáis en la oración, creed que os lo han concedido y lo obtendréis. Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas» (Marcos 11, 24-25). Y es que «cuando en una familia se pide “permiso”, cuando en una familia se aprende a decir “gracias”, y cuando en una familia uno sabe pedir “perdón”, en esa familia hay paz y hay alegría » (Francisco. Amoris Laetitiae nº 133).

 

Jesús, vuestro párroco

 

No hay comentarios: