9 de junio de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migaja 80

“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (80)

Asemejados a la Vid

 

Queridos hermanos:

 

El amor iguala amante y amado. Al estar unidos a la vid nos hace vid con él, sarmientos de la vid que dan fruto. ¿Qué frutos? Los frutos del Espíritu Santo.

 

“Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: "caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad" (Gálatas 5,22-23, vulgata)”. (Catecismo de la Iglesia Católica nº 1832). Como dirá Jesús, “por sus frutos los conoceréis” (ver Mateo 7, 16-20).

 

El amor nos asemeja con el amado. Lo decía San Juan de la Cruz:

 

“Tan sólo el amor puede hacer que el alma sea igual a Dios. Cuando el alma tiene perfecto amor se llama Esposa del Hijo de Dios, porque el amor crea igualdad entre el Esposo y la Esposa. Crea amistad. Y en la amistad no hay tuyo ni mío, sino que todo es de los dos amigos, como lo dijo el Esposo a sus discípulos: «Os llamo amigos porque os he comunicado todo lo que le he oído a mi Padre» (Juan 15,15)” (Anotación para la canción 28. Cántico Espiritual B).

 

Por ello la consagración al Señor, el anhelo de santidad, el deseo de estar con Él, es lo más fecundo. Unido a Él, entregado a Él como su esposa, su amigo, su sarmiento, ya no tendremos otro oficio. Solo dar fruto, solo amar, será nuestro ejercicio:

 

“Allí me dio su pecho, allí me enseñó ciencia muy sabrosa, y yo le di de hecho a mí, sin dejar cosa; allí le prometí de ser su esposa. Mi alma se ha empleado y todo mi caudal en su servicio; ya no guardo ganado ni ya tengo otro oficio, que ya sólo en amar es mi ejercicio” (San Juan de la Cruz. Cántico Espiritual B. canciones 27 y 28).

 

Pidamos a la Santísima Trinidad que lleve a cabo su obra. Que haga de nosotros verdaderos amigos de Jesucristo, pues hemos sido elegidos por él, nos ha hecho sus amigos, nos ha revelado sus confidencias, ha sido fiel con nosotros, en definitiva, nos ha amado. Recordemos las características de la amistad:

 

-  fidelidad u obediencia (“vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”, Juan 15,14);

 

- estabilidad o permanencia (“permaneced en mi amor”, Juan 15,9);

 

- confidencialidad (“no os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer”, Juan 15,15);

 

- elección (“no me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros”, Juan 15,16).

 

Su amor nos iguala a Él por los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía, para que la savia que corra por nuestras venas sea su gozo (“os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado” Juan 15,11) y por nuestras venas corra también su caridad (“este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Juan 15,12.17). Que demos, pues, abundantes frutos.

 

 Jesús, vuestro párroco

 

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