8 de abril de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migajas 18

“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (18)

El arca de la Iglesia

Queridos hermanos:

Ayer veíamos que el arca hace referencia al madero de la cruz y a Cristo crucificado. Veamos hoy el segundo simbolismo.

El otro simbolismo fundamental del arca hace referencia a la comunidad cristiana, el cuerpo de Cristo, en que entran toda clase de animales (Génesis 7, 1-10). Y podemos vernos representados en alguno de ellos: el lobo, el cordero, el leopardo, el cabrito, el ternero, el león, la vaca, el oso, el buey, la serpiente, el áspid. Y hasta los niños pueden jugar con los animales más peligrosos. En el arca de la Iglesia, el Niño Jesús pastorea y “nadie causa daño ni estrago” e igual que las aguas colman el mar así estará lleno del amor del Señor esa arca (cf. Isaías 11, 6-9).

Igual que en el arca de Noé, los diferentes animales no se devoraron unos a otros gracias a la presencia de la paloma, símbolo del Espíritu Santo, así también el Espíritu Santo crea la unidad y hace que siendo diferentes los miembros del cuerpo, formen un solo cuerpo (cf. 1 Corintios 12, 12-27).

Pero atención. Podemos estar en el arca y no estar unidos de corazón a Noé y al Señor. Es lo que le pasó a Cam-Canaán (ya lo veremos más adelante). San Agustín, viendo que muchos estaban en la Iglesia, pero no de corazón, escribió esto: “hay bautizados en la Iglesia católica, que renuncian al mundo con palabras solamente y no con obras, ¿cómo pueden pertenecer al misterio de este arca si en ellos no existe el compromiso de la buena conciencia? O ¿cómo pueden salvarse por el agua los que usando mal del santo bautismo, pareciendo que están dentro, perseveran hasta el fin de su vida en sus disolutas y perdidas costumbres?
Y añade: “las expresiones "dentro de la Iglesia" y "fuera de la Iglesia" deben entenderse del corazón, no del cuerpo” (San Agustín. Tratado sobre el bautismo).

Es decir, podemos estar dentro del arca, pero en realidad estar fuera del arca, como el hermano mayor de la parábola del hijo pródigo y el padre misericordioso. Jesucristo ha entrado en la muerte para reunirnos en un solo cuerpo, para que estemos unidos a Él de corazón. Hace de nosotros uno en Él. Y esto hace que también entre nosotros seamos uno, que podamos estar en comunión, sin quejarnos unos de otros y atendiendo a los más pequeños, débiles y necesitados. Por eso es tan importante reunirnos en oración para que Él se ponga en medio de nuestras relaciones (cf. Mateo 18, 10-20). Hermanos: “Levantemos el corazón”. Y respondamos: “Lo tenemos levantado hacia el Señor”.

Jesús, vuestro párroco

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Ahora a continuación os envío la migaja del Miércoles Santo. Es una celebración para pedir perdón al Señor en ausencia del Sacramento de la Reconciliación. Por tanto hoy recibes el envío de hoy y el de mañana. Ánimo.

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