13 de abril de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migaja 23


“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (23)
El arca de Noé caminó sobre las aguas

Queridos hermanos:

Todos conocemos el pasaje donde Jesús camina sobre las aguas. Nos sirvió de entradilla a todas estas migajas. Los discípulos están confinados en la barca. No pueden salir. El viento es contrario. Las olas amenazan inundar la barca. Pero Jesús camina sobre las aguas y nos dice: “¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (Mt 14, 27). Este caminar de Jesús sobre las aguas es anticipo de su victoria sobre la muerte.

Pues bien, el arca de Noé también participó, en figura, de esta victoria, ya que surcó las aguas del diluvio sin ser engullida por las aguas de la muerte.

Tras participar en cuarentena de la Semana Santa iniciamos la Pascua en cuarentena. Celebramos la victoria de Jesucristo sobre la muerte. Esta victoria de Cristo requiere que tú también tengas experiencia de ella. Que también pruebes a poner el pie en el agua y ver que no te hundes. Que degustes que has subido al arca de Noé, a la barca de Pedro, y el mal y la muerte no te engullen. Es lo que experimentó Noé. En el arca se salvó de las aguas de la muerte. Y es lo que quiso experimentar Pedro. Y Jesús quiso que lo experimentara.

Nuestra arca es Jesús mismo y la fe en él. Por eso podemos caminar sobre las aguas, símbolo de la muerte. Basta que no dejes de mirarlo y tendrás la experiencia de que no te hundes. Dejar de mirarlo puede ser fatal. Con todo, Jesús está ahí para auxiliarnos siempre que le invocamos (Ver Mateo 14, 22-34).

Esas aguas de la muerte pueden ser algunas circunstancias adversas o el asedio del mundo que vive como si Dios no existiera. Pues hoy vivimos en “una generación paralizada por la mundialización de la indiferencia y cegada por el culto a Mammón [=al dinero]” (Cardenal Marc Ouellet. La Hora de la Vida Contemplativa. Carta a la Reverenda Madre Agnès, Priora, del Protomonasterio de las Hermanas Clarisas de Asís. 25 de marzo de 2020).

En esa batalla entre la fe y la incredulidad, entre las aguas de la muerte y el arca humilde de madera zarandeada por las olas, lo que vence es nuestra fe: “es nuestra fe la que vence al mundo (1 Juan 5, 4-5).

Es la fe la que nos salva, la que nos hace participar de la resurrección de Jesucristo, la que nos regenera para una esperanza viva (1 Pedro 1, 1-9). Una fe que ha de ser puesta a prueba como el oro que se aquilata a fuego. Es lo que el mismo Pedro vivirá en esa experiencia de la barca y en el caminar sobre las aguas. Y esas experiencias le darán la garantía, la prueba de que es cierto lo que nos anuncia la fe (Hebreos 11, 1-7).
Ánimo. No temas. Confía en el Señor.
Jesús, vuestro párroco



No hay comentarios: