23 de abril de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migaja 32

“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (32)

La obediencia de Noé


Queridos hermanos:

La Sagrada Escritura nos dice que Noé andaba con Dios y que Noé hacía lo que el Señor le mandaba. Esto lo dice hasta en cuatro ocasiones. (Génesis 6, 22; 7, 5; 7, 9 y 7, 16). De hecho, no saldrá del arca hasta que el Señor no se lo mande. Aun cuando todo presagia que ya puede salir. Él ve que la tierra ya está seca. Pero el Señor todavía no le ha dicho que salga. Y pasará un mes y 27 días desde que ve que la tierra está seca hasta que el Señor le diga que salga: “El año seiscientos uno, el día primero del mes primero se secó el agua en la tierra. Noé abrió la claraboya del arca, miró y vio que la superficie del suelo estaba seca. El día veintisiete del mes segundo la tierra estaba seca. Entonces dijo Dios a Noé: «Sal del arca»” (Génesis 8, 13-16). Y entonces, y sólo entonces, salió del arca. ¿Qué hubiéramos hecho nosotros?

Nos recuerda la figura de Noé otro personaje muy querido por nosotros: San José. No dice nada. Solamente obedece al Señor. Aun cuando duerme, está vigilante y despierto para escuchar al Señor y hacer todo lo que le manda el Ángel del Señor (ver Mateo 1,24; 2, 13-15 y 19-23). José es un ejemplo de obediencia.

Se contaba del Abba Juan Colobos que, habiéndose retirado con un Anciano tebano en Escete, moraba en el desierto. Su abba, tomando una rama seca la plantó y le dijo: "Cada día, riégala con un cántaro de agua, hasta que ella produzca fruto". El agua estaba tan lejos que era necesario partir a la tarde y regresar a la mañana siguiente. Al cabo de tres años, la madera revivió y produjo frutos. Entonces el Anciano, tomando este fruto lo llevó a la Iglesia y dijo a los hermanos: "Tomad, comed el fruto de la obediencia". (Apotegmas de los Padres del desierto).

También Jesús es obediente. No hará nada que el Padre no le haya ordenado (ver Juan 5,19; 8, 28-29). Jesús obedecerá al Padre hasta la muerte y muerte de cruz. “Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre.” (ver Filipenses 2,1-11). Por eso. Por eso. Pidamos al Señor la obediencia, la gracia de hacer su voluntad, la gracia de que su voluntad se haga en nosotros.
Jesús, vuestro párroco

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