28 de abril de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migaja 38

“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (38)

Noé vivió de fe


Queridos hermanos:

Dice el Génesis que Noé andaba con Dios (Génesis 6,9). Noé tenía amistad con Dios, tenía fe y vivía de fe. Y la fe lo que da es la vida, la vida eterna, la vida de Dios.

Puede ayudarnos un profeta a adentrarnos en esta vida de fe: Habacuc.

Cuando Habacuc ve cómo los países caldeos invaden Israel, llenos de violencia y burla, y que hacen de su “fuerza” un dios, el profeta consulta al Señor:

“¿no eres, desde siempre, mi Dios? ¡Oh, Santo, que no muramos! (…) ¿Por qué, pues, ves a los traidores y callas, cuando el malvado se traga al justo?”

Mientras espera la respuesta del Señor Habacuc se dice:

“Aguantaré de pie en mi guardia, me mantendré erguido en la muralla y observaré a ver qué me responde, cómo replica a mi demanda.”

Tiene un cierto parecido a la canción de “Resistiré”, tan popular en estos tiempos:

“Resistiré, erguido frente a todo. Me volveré de hierro para endurecer la piel. Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte, soy como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie.”

“Aguantaré de pie en mi guardia, me mantendré erguido en la muralla”, dice Habacuc. Pero añade algo que no añade la canción: “y observaré a ver qué me responde, cómo replica a mi demanda.” Este esperar en el Señor tiene mucho que ver con la fe, que es un diálogo de amor con Dios.

Y el Señor le respondió: “el altanero no triunfará; pero el justo por su fe vivirá.” (Habacuc 1, 1-16 y 2, 1-4). ¡Qué respuesta! El justo vive por su fe. Fe y altanería no casan. La amistad con Dios solo puede ser posible de humilde con Humilde.

Por la fe Noé, Habacuc y tantos otros, vivieron anticipadamente el misterio Pascual (cf Hb 11, 1-12). Pues se trata, hermanos, de vivir de fe, de andar en fe, viviendo en la amistad con Dios en el arca. No seamos, pues, cobardes para perdición, sino creyentes para salvación. Aunque tengamos que sufrir un poco todavía, tengamos paciencia (ver Hebreos 10, 35-39).

O quizá el Señor tenga que decirnos: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?» (cf. Mc 4, 35-41).

Jesús, vuestro párroco

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