29 de abril de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migaja 39

“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (39)

Noé portero 1


Queridos hermanos:

No dejéis resquicio al diablo, pues ronda buscando por donde entrar a la casa (ver Efesios 4, 26-27 y 1 Pedro 5, 6-11). Noé le cerró la puerta.

Ocurrió que días antes del diluvio vio Noé llegar al arca una serie de animales en parejas que le causaron gran estupor y preocupación. ¿De dónde vendrán estos?, se preguntó. Vio al reconocimiento y a la vanidad, al amor a las riquezas y a la vanagloria (o amor a la fama), a la relajación y a la tibieza, a la ambición y a la mentira, al autoengaño y a la hipocresía. 

¡Madre mía, qué ganado!, se dijo. Y les dijo con voz alta y firme: "No. En esta arca no entraréis vosotros".
Otro día vio llegar muy contentos y disolutos a la prosperidad y la abundancia junto con la pereza y la seguridad temeraria. Un poquito después llegó también la incontinencia (fornicación) junto al ocio desmedido y a la gula junto al refinamiento en el vestir, tras los cuales llegaron la flojedad y la despreocupación. Y se juntaron todos ellos en espera de la aprobación de Noé para entrar en el arca. 

- ¿Quién os envía? Preguntó Noé. 
- La lujuria, dijeron a una. 
- Largo de aquí. Aquí no entraréis. 

Esa misma tarde llegó la impaciencia y la desfachatez (falta de pudor) junto con los celos y la crueldad (falta de inocencia), la indiferencia y la ingratitud.

Noé no se lo podía creer. Y preguntó mientras se rascaba la cabeza:
-  ¿Quién os ha empujado a venir a esta arca?
- La fama (o pompa) y el poder terreno, la envidia y la soberbia que se esconden tras esa colina. 
- Pues decidles que ni entraréis vosotros ni entraran ellos. 

Y así se pasó Noé dando entrada a unos e impidiendo el paso a otros animales. Noé hizo el papel del vigilante para no dejar entrar a ningún animal al que el Señor no hubiera llamado (ver Proverbios 8,32-36). (Cf. San Bernardo. Sermón 39 sobre el Cantar de los Cantares). Noé fue como ese portero que vigila del Evangelio (ver Mateo 13, 33-37).
Jesús, vuestro párroco


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