3 de abril de 2020

Domingo 5 de abril de 2020. 6 DOM RAMOS A

   
Una Semana Santa diferente
La celebración de la Semana Santa de ese año 2020 es muy diferente.
La crisis sanitaria provocada por el COVID-19 y las disposiciones tanto de la autoridad civil como de la eclesial para evitar los contagios masivos de este virus hace imposible que podamos reunirnos como comunidad cristiana en torno al altar del Señor para recordar los misterios que nos dieron la salvación.
Para los cristianos no poder celebrar juntos estos días es verdaderamente duro porque la riqueza espiritual de estas fiestas nos ayudan en el camino de nuestra fe y marcan de un modo significativo nuestra vida cristiana.
Sin embargo, los medios de comunicación social, especialmente la televisión e Internet nos permiten estar más comunicados que nunca y hacen posible poder vivir las celebraciones desde casa. Así, esta Semana Santa será diferente en cuanto al modo concreto de celebrarla, pero no debe ser distinta en cuanto a la vivencia espiritual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
Os ofrecemos los enlaces de los materiales que han elaborado tanto nuestra Diócesis como la Conferencia Episcopal española.
Manual para vivir la Semana Santa 2020 desde casa elaborado por nuestra Diócesis de Valencia:
Guía para vivir en familia la Semana Santa elaborado por la Conferencia Episcopal Española



Nos disponemos a entrar en la Semana Santa, de la Pasión del Señor, del silencio, de un silencio impuesto por la alarma de la pandemia del coronavirus, pero que es el mismo silencio que Jesús guarda ahora padeciendo camino de la cruz, sin abrir la boca, o colgado de la Cruz desde donde dijo al Padre y a los hombres, sus hermanos, nos dijo y nos dice palabras tan desgarradoras como consoladoras: "Padre, ¿por qué me has abandonado? ¡Que pase de mí este cáliz, pero que se haga lo que tú quieres, no lo que yo quiera! ¡Perdónales porque no saben lo que hacen! ¡Hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso! ¡A tus manos Señor encomiendo mi espíritu!" Y expiró.


Estamos a punto de celebrar una semana de cruz y sufrimiento, unidos a Jesús que sufre con nosotros y por nosotros, con su cruz a cuestas o colgado de ella, soportando ese vía-crucis de hoy recorrido, por todo el mundo, padeciendo junto a nosotros y con nosotros, porque no le es ajeno el dolor que estamos sufriendo por la pandemia,-"cargó con nuestras heridas y dolores"- y Él mismo lo asume. Hoy como ayer, asume el dolor de los hombres y lo hace suyo.

¿Dónde está vuestro Dios?, nos preguntan quienes piensan que no actúa en estos momentos, y que nos ha dejado abandonados. Es muy posible que muchos de nosotros nos estemos haciendo la misma pregunta ¿dónde está nuestro Dios?.¿Por qué nos ha abandonado?. Está ahí, con nosotros, que tanto estamos padeciendo en esta pasión, a la que tanto miedo tenemos, que tan desconcertados nos encontramos, compartiendo nuestro dolor, desconcierto y nuestra desgracia, sobre todo, en los afectados más directamente por esta enfermedad: los enfermos, ancianos -muchos de ellos abandonados, solos, sumidos en su propio dolor- los agonizantes, los que ya han muerto, los familiares, los amigos, angustiados sin poder acercarse a ellos, los médicos y las enfermeras sin poderles aportar la salud por la que luchan, ni darles la medicina y otros medios que necesitan y les devuelva a gozar de la vida .... Y también vemos a nuestro Dios, que llora ante sus amigos los hombres, como ante Lázaro: lo tenemos en los que están ahí, tantos y tantos, junto a la cruz que es la suya, la de Dios hecho hombre por nosotros, dando la vida por ellos- médicos, enfermeros y enfermeras, administrativos de hospitales, personas de la limpieza, conductores de ambulancias, militares, fuerzas de seguridad, transportistas de cadáveres, personas que atienden los servicios agroalimentarios, empresarios, sacerdotes, religiosos, religiosas etc. etc. como su Madre y nuestra Madre que en esa cruz nos es dada como salud y consuelo de los afligidos, auxilio de los desamparados.

Él está ahí mismo en todos estos, cuidadores anónimos y silenciosos, sin rechistar, sirviendo, gozosos de ayudar, deshaciéndose por los demás, los más y los menos sufrientes sin buscar aplausos sino sólo ser lenitivo y consuelo, signo de amor, entrega y esperanza de sanación, en definitiva, amando hasta la extenuación sin contrapartida, ¿no lo vemos ahí junto a aquellos con los que se identifica Jesús dando todo su amor, porque donde está el amor allí está Dios?
Y, sobre todo y más allá de cualquier otra consideración que nos forjemos, vemos a Dios en su Hijo Jesucristo, azotado, vilipendiado, condenado a muerte y despreciado, traicionado, olvidado, colgado en la cruz, crucificado ... por nosotros los hombres y por nuestra salvación, no está como espectador saciado, sino como Hijo implorando por todos salvación, perdón, amor: orando y amando hasta el extremo, rebajándose suplicando y obedeciendo humildemente y no reservándose nada, confiando enteramente y poniéndose en las manos del Padre, dándose por completo y enteramente. Oración, confianza, amor sin límites, perdón y concordia.

Ahí tenemos a nuestro Dios, y ahí está nuestra esperanza, ahí está la salvación. La esperanza brota de ahí, no de espectadores saciados que contemplan cabizbajos tanta muerte y dolor, pero nada más, sin mirar a Dios y sin orar. Muerte y dolor no sólo por estas muertes de ahora, que también, y primero. Dolor muy fuerte en estos momentos, pero también por las muertes injustas de los atentados y del terrorismo, de otras enfermedades, de millones de hombres mayores y niños que mueren o están muriendo de hambre, de las condenas injustas, de los miles y miles de abortos y de las eutanasias legales, -de los que nos olvidamos y son parte también de ese largo Vía Crucis y de esa cruz tan grande que sufren millones de hermanos sin voz que salga en su defensa-, ... También todos estos silenciados los tenemos presentes en esta Semana Santa del Silencio.

Y mi pregunta ahora se cambia y ya no digo solo ¿dónde está nuestro Dios y por qué nos ha abandonado?, sino, ¿por qué habéis abandonado a Dios? ¿Por qué lo habéis dejado? Ya no es ¿por qué me has abandonado?, sino, ¡Dios mío, ¿por qué te han abandonado? ¿No será por eso por lo que están habiendo tantas muertes, las reales o las que nos dicen?. Es necesario y urgente arrepentirse, pedir perdón, todos, -yo el primero- y volver a Dios, convertirse, desandar el camino que está llevando a la Humanidad y por los que se está llevando a la Humanidad, dejarse de tanta actitud de poder y autosuficiencia, de increencia y agnosticismo, ser humildes e invocar a Dios y se nos dará, y encontraremos entonces salvación y nos moveremos por sendas de alegría, de esperanza, que surgen del amor entre los hombres con aquel amor con el que Dios nos ama y hace todo por los demás, especialmente por los que sufren, a los que ama y junto a los que llora de verdad. Esta es la manera de celebrar la Semana Santa, con el ayuno y penitencia que entraña el privarse de oficios litúrgicos y de desfiles procesionales de la religiosidad popular, y, sin embargo, con la oración en la soledad sencilla y verdadera llena de fe, en nuestras casas, acompañando a María.

Con la contemplación de la cruz y siguiendo el vía crucis en esa misma soledad de nuestras casas, escuchando o leyendo, meditando la Palabra de Dios sobre todo de los relatos de la Pasión y amando, que es ayudando a quienes nos necesiten y podamos hacerlo, de miles formas. Sintiéndonos y estando al lado de los que sufren y pidiendo al Señor por ellos, por todos, además de pensar en las ayudas de comida u otras necesidades económicas que demanden, perdonando y promoviendo la concordia, y también siguiendo a través de TV los oficios litúrgicos que se transmitan, unidos a toda la Iglesia y orando por ella y con ella, que ora por todos. Será una Semana Santa que nunca hemos vivido, inolvidable. ¡Santa Semana!

+ Antonio Cañizares Llovera Arzobispo de Valencia



Oración del Papa a la Virgen María

Oh María, Tú resplandeces siempre
en nuestro camino
como signo de salvación y esperanza.
Nosotros nos encomendamos a Ti,
salud de los enfermos, que ante la Cruz
fuiste asociada al dolor de Jesús
manteniendo firme tu fe.
Tú, Madre de Dios de los Desamparados,
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que proveerás para que,
como en Caná de Galilea,
pueda regresar la alegría y la fiesta
después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y a hacer lo que nos dirá Jesús,
que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos.
Y ha tomado sobre sí nuestros dolores
para llevarnos, a través
de la Cruz,
al gozo de la
Resurrección. Amén.
Bajo
tu protección,
buscamos refugio,
Santa Madre
de Dios.
No desprecies
las súplicas
de los que
estamos
en la prueba
y líbranos
de todo peligro,
¡oh Virgen
gloriosa
y bendita!


La Congregación para el Culto Divino ha publicado una misa para el tiempo de la pandemia para implorar a Dios el fin de esta pandemia y una nueva intención universal para rezar durante la liturgia de la Pasión del Señor el Viernes Santo.
A continuación les ofrecemos la oración colecta y la oración sobre el pueblo de la misa para el tiempo de la pandemia:

Dios todopoderoso y eterno,
refugio en toda clase de peligro,
a quien nos dirigimos en nuestra angustia;
te pedimos con fe que mires compasivamente nuestra aflicción,
concede descanso eterno a los que han muerto,
consuela a los que lloran, sana a los enfermos,
da paz a los moribundos, fuerza a los trabajadores sanitarios,
sabiduría a nuestros gobernantes y valentía
para llegar a todos con amor
glorificando juntos tu santo nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Oh, Dios, protector de los que en ti esperan, bendice a tu pueblo, sálvalo, defiéndelo, prepáralo con tu gracia, para que, libre de pecado y protegido contra sus enemigos, persevere siempre en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor
+ + + + + + + + + + + + + +
La Celebración de la Pasión del Señor en el Viernes Santo tiene este año una característica particular por la terrible pandemia que afecta al mundo.
En efecto, el día en el que celebramos la pasión y muerte redentora de Jesucristo en la cruz, que, corno Cordero degollado, cargó sobre si el dolor y el pecado del mundo, la Iglesia eleva suplicas a Dios Padre omnipotente por toda la humanidad, particularmente por los que más sufren, mientras espera con fe el gozo de la resurrección de su Esposo.
Por tanto, esta Congregación, (…)  propone una intención para añadir en la Oración universal de la mencionada celebración, a fin de que lleguen hasta Dios Padre las súplicas de quienes lo invocan en su tribulación, para que todos sientan en sus adversidades el gozo de su misericordia.

Oración universal IX b.

Por quienes sufren en tiempo de pandemia
Oremos también por todos los que sufren las consecuencias de la pandemia actual: para que Dios Padre conceda la salud a los enfermos, fortaleza al personal sanitario, consuelo a las familias y la salvación a todas las víctimas que han muerto.
Oración en silencio. Prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, singular protector de la enfermedad humana, mira compasivo la aflicción de tus hijos que padecen esta pandemia; alivia el dolor de los enfermos, da fuerza a quienes los cuidan, acoge en tu paz a los que han muerto y, mientras dura esta tribulación, haz que todos puedan encontrar alivio en tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Del 6 al 12 de abril de 2020
Lunes Santo. 6 de abril 13.00 h.: En sufragio de: Rosa Vidal e hijo Salvador; Dif. Fam. Sabater Sanfelix.

Martes Santo 7 de abril. 13.00 h.: En sufragio de: Antonio y Petra.

Miércoles Santo 8 de abril. 13.00 h.: En sufragio de: Antonio Casanova.

Jueves Santo 9 de abril. 19.00 h. Misa de la Cena del Señor.

Viernes Santo 10 de abril. 15.00 h.: Celebración de la Pasión del Señor.

Sábado Santo 11 de abril. 22.00 h.: Vigilia Pascual.

Domingo de resurrección 12 de abril: 12.00 h. Pro Pópulo.
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Puedes descargar la Hoja Parroquial:

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