Por monseñor José Ignacio Munilla Aguirre, obispo de Palencia
PALENCIA, sábado, 7 febrero 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito monseñor José Ignacio Munilla Aguirre, obispo de Palencia, con el título "Con serenidad y fortaleza" a propósito de la publicidad atea en autobuses de varias ciudades de Europa.
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Resulta sorprendente que la presencia de un crucifijo en la pared de un colegio público, se considere lesiva del derecho aducido por un solo padre, mientras que la exhibición publicitaria de un mensaje injurioso contra los creyentes en los autobuses urbanos, con evidente intención de agravio, se estime perfectamente admisible. Ciertamente, la lógica del laicismo es bastante peculiar...
¿Por qué es una blasfemia?
"Dios es amor" (cfr 1 Jn 4, 8) y es la fuente de la felicidad del hombre. El ateísmo más militante suele sostener que la existencia de Dios es incompatible con la libertad humana. Dios es presentado como un tirano que nos conduce a vivir angustiados y amargados. Es difícil formular una blasfemia más contraria al rostro de Dios revelado en
Blasfeman, luego existe
Más allá de la ofensa a Dios y de la falta de respeto a las convicciones de los creyentes, es muy probable que, por esas "carambolas" de la providencia divina, esta campaña injuriosa acabe teniendo resultados beneficiosos en sus destinatarios. De hecho, nuestra cultura actual ignora la cuestión de Dios, por entender que es un asunto privado que debe ser expulsado de la vida pública, y la noticia religiosa suele reducirse a criticar a
En efecto, son muchos los que se plantean en estos días cuál es el concepto de Dios del que han partido los autores de esta campaña, y si verdaderamente coincide con el Dios Padre revelado por Jesucristo y predicado por
Serenidad y mansedumbre, fortaleza y valentía
Esta conclusión final es muy importante, porque nos ofrece una orientación sobre el talante con el que los cristianos debemos afrontar este tipo de injurias: Tan incorrectas e impropias serían las reacciones indolentes, como las agresivas, o como las equidistantes.
Sabemos de sobra que nadie hubiese permitido un lema publicitario formulado en los siguientes términos: "Probablemente Alá no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida". Es evidente que estas blasfemias que se lanzan en Occidente, son un abuso de los principios de respeto y tolerancia sembrados por el cristianismo. Pero, sin embargo, no nos avergonzamos del Evangelio; y deseamos ser seguidores de aquellas palabras de Jesús que nos piden "guardar la espada" (cfr. Jn 18, 11); al mismo tiempo que responder con la misma firmeza y serenidad con que Cristo se dirigió al soldado que le abofeteaba: "Si he hablado mal, dime en qué. Pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?" (Jn 18, 23).