23 de mayo de 2009

Domingo 24 de mayo


HOJA

PARROQUIAL


Parroquia de Sant Francesc de Borja

Domingo 24 de mayo de 2009

Ascensión del Señor. Ciclo B





ANCLAS DE ESPERANZA

     Queridos hermanos:

En tiempos de crisis se hace especialmente necesaria una espiritualidad de la esperanza que haga de nosotros, junto con Cristo, anclas de esperanza.

Decía el Papa Benedicto: “La esperanza cristiana, fundamentada en Cristo, no es un espejismo, sino que, como dice la carta a los Hebreos, "en ella tenemos como una ancla de nuestra alma" (Hb 6, 19), una ancla que penetra en el cielo, donde Cristo nos ha precedido. ¿Y qué es lo que más necesita el hombre de todos los tiempos, sino esto: una sólida ancla para su vida?”. (Benedicto XVI. Regina Caeli. Domingo de la Ascensión del Señor, 4 de mayo de 2008).

Una ancla es lo que da seguridad a un barco. Con ganchos metálicos para aferrarse a las rocas evita que el barco vaya a la deriva o naufrague. No se ve. Pero hará que el barco aguante las embestidas de la olas y los vientos.

Cristo, con su ascensión, ha introducido la humanidad en el cielo, en la Casa del Padre. Es la certeza de la victoria. Es como una ancla del barco de la humanidad colocada en el cielo.

El catecismo dice que “Dejada a sus fuerzas naturales, la humanidad no tiene acceso a la "Casa del Padre". (nº 661). La certeza de llegar a puerto se disuelve. Pero Cristo es nuestra esperanza, nuestra ancla.

La tarea del cristiano es hacer presente la vida del cielo en la tierra, aportando en cada gesto y en cada palabra la certeza y seguridad del amor de Dios y el destino al que somos llamados. La ascensión de Cristo revela la grandeza y la dignidad de cada hombre: “Cristo sube al cielo con la humanidad que asumió y que resucitó de entre los muertos: esa humanidad es la nuestra, transfigurada, divinizada, hecha eterna. Por tanto, la Ascensión revela la "grandeza de la vocación" (Gaudium et spes, 22) de toda persona humana, llamada a la vida eterna en el  reino de Dios, reino de amor, de luz y de paz. (Benedicto XVI. Regina Caeli. Domingo 21 de mayo de 2006).

La Iglesia tiene la misión de hacer presente la espiritualidad de la ascensión, espiritualidad de esperanza, certeza de llegada a la Casa del Padre, en nuestra travesía por las tempestades de este mundo.

 

Jesús, vuestro párroco

 





+ Conclusión del santo evangelio según san Marcos 16, 15-20

 

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: — «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado.

A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.

Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

Palabra del Señor.

 





661 Dejada a sus fuerzas naturales, la humanidad no tiene acceso a la "Casa del Padre" (Jn 14, 2), a la vida y a la felicidad de Dios. Solo Cristo ha podido abrir este acceso al hombre, "ha querido precedernos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su Reino" (MR, Prefacio de la Ascensión).

 

662           "Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí"(Jn 12, 32). La elevación en la Cruz significa y anuncia la elevación en la Ascensión al cielo. Es su comienzo. Jesucristo, el único Sacerdote de la Alianza nueva y eterna, no "penetró en un Santuario hecho por mano de hombre, ... sino en el mismo cielo, para presentarse ahora ante el acatamiento de Dios en favor nuestro" (Hb 9, 24). En el cielo, Cristo ejerce permanentemente su sacerdocio. "De ahí que pueda salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor"(Hb 7, 25). Como "Sumo Sacerdote de los bienes futuros"(Hb 9, 11), es el centro y el oficiante principal de la liturgia que honra al Padre en los cielos (cf. Ap 4, 6-11).

 

663 Cristo, desde entonces, está sentado a la derecha del Padre: "Por derecha del Padre entendemos la gloria y el honor de la divinidad, donde el que existía como Hijo de Dios antes de todos los siglos como Dios y consubstancial al Padre, está sentado corporalmente después de que se encarnó y de que su carne fue glorificada" (San Juan Damasceno, f.o. 4, 2; PG 94, 1104C).

664 Sentarse a la derecha del Padre significa la inauguración del reino del Mesías, cumpliéndose la visión del profeta Daniel respecto del Hijo del hombre: "A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás" (Dn 7, 14). A partir de este momento, los apóstoles se convirtieron en los testigos del "Reino que no tendrá fin" (Símbolo de Nicea-Constantinopla).

 

665 La ascensión de Jesucristo marca la entrada definitiva de la humanidad de Jesús en el dominio celeste de Dios de donde ha de volver (cf. Hch 1, 11), aunque mientras tanto lo esconde  a los ojos de los hombres (cf. Col 3, 3).

 

666 Jesucristo, cabeza de la Iglesia, nos precede en el Reino glorioso del Padre para que nosotros, miembros de su cuerpo,  vivamos en la esperanza de estar un día con él eternamente.

 

667 Jesucristo, habiendo entrado una vez por todas en el santuario del cielo, intercede sin cesar por nosotros como el mediador que nos asegura permanentemente la efusión del Espíritu Santo.

 



Enterrémonos con Cristo por el Bautismo, para resucitar con él; descendamos con él para ser ascendidos con él; ascendamos con él para ser glorificados con él (S. Gregorio Nacianceno. Or. 40, 9).

 

“Así pues, la Ascensión de Cristo es nuestra propia elevación y al lugar al que precedió la gloria de la cabeza es llamada también la esperanza del cuerpo. Dejemos, pues, queridos, que estalle nuestra alegría cuando él se sienta, y regocijémonos con piadosa acción de gracias. Hoy, en efecto, no sólo se nos confirma en la posesión del paraíso, sino que hasta hemos penetrado con Cristo en las alturas de los cielos; hemos recibido más por la gracia inefable de Cristo, que lo que perdiéramos por el odio del diablo…”.
(SAN LEON MAGNO, Sermón 1 sobre
la Ascensión).

 

“...A los cuarenta días de su resurrección, se elevó al cielo en presencia de sus discípulos, poniendo así término a su presencia corporal, para permanecer a la derecha de su Padre hasta la consumación de los tiempos divinamente previstos para que se multipliquen los hijos de la Iglesia, y venga a juzgar a los vivos y a los muertos en la misma carne en que ascendió. Así pues, lo que había podido verse del Redentor, ha pasado a los ritos sagrados; y para que la fe sea más excelente y más firme, la instrucción ha sucedido a la visión: en su autoridad descansarán en adelante los corazones de los creyentes, iluminados por los rayos de luz de lo alto.” (SAN LEON MAGNO, Sermón 2 sobre la Ascensión).

 

Y ellos "estaban mirando fijamente al cielo mientras se iba" (Hch 1, 9-10). Estamos llamados, permaneciendo en la tierra, a mirar fijamente al cielo, a orientar la atención, el pensamiento y el corazón hacia el misterio inefable de Dios. Estamos llamados a mirar hacia la realidad divina, a la que el hombre está orientado desde la creación. En ella se encierra el sentido definitivo de nuestra vida. (Benedicto XVI. Homilía domingo 28 de mayo de 2006)

 



Te damos gracias, Señor y Dios nuestro,
porque has resucitado a tu Hijo
y lo has encumbrado hasta tu diestra en el cielo. De este modo has suscitado en nosotros una gran esperanza y has abierto camino a las aspiraciones de nuestro corazón.

Te pedimos, Señor y Padre nuestro,
que sepamos ver tu claridad en los acontecimientos,
que podamos ver tu huella en todas las cosas,
para que no se apegue a ellas nuestro corazón
y se vea libre para remontarse hasta Ti.

Ayúdanos, Dios y Padre nuestro
a buscarte en el dolor y en la adversidad
a descubrirte en el gozo y en los placeres,
a sentirte cercano en los que sufren y tienen hambre,
a mirarte con amor en el pobre y el marginado.

Danos tu Espíritu, ¡oh Dios!,
para construir una vida y un mundo más hermoso,
donde todos puedan vivir en armonía como hermanos,
donde todos puedan llegar a conocerte
y en todos viva la esperanza de tu gloria.

 




1. El lunes 25 de mayo a las 5 de la tarde habrá escuela de Catequistas.

2. El martes 26, miércoles 27 y jueves  28 de mayo será el final de curso de la catequesis de infancia. También de martes a viernes será el ensayo del último turno de comuniones.

3. El plazo para apuntarse al campamento del 6 al 9 de julio termina a final de mayo. Habrá una reunión informativa el lunes 8 de junio a las 20.30 horas en nuestra Parroquia.

 

ESPIRITUALIDAD CRISTIANA DE LA ASCENSIÓN.

 

Los cristianos, mientras esperan este término, deben mantenerse unidos por la fe y los sacramentos con su Señor glorificado. Ya desde ahora resucitados y hasta sentados en los cielos con él (Ef 2,6) buscan «las cosas de arriba», pues su verdadera vida está «escondida con Cristo en Dios» (Col 3,1ss). Su ciudad se halla en los cielos (Flp 3,20), la casa celestial que los espera y de la que aspiran a revestirse (2Cor 5,1ss), no es sino el mismo Cristo glorioso (Flp 3.21), el «hombre celestial» (ICor 15,45-49). De ahí brota toda una espiritualidad de ascensión a base de esperanza, pues desde ahora hace vivir al cristiano en la realidad del mundo nuevo en que reina Cristo. Pero no por eso es arrancado del mundo antiguo, que todavía le retiene, sino, por el contrario, tiene misión y poder de vivir en él en forma nueva, que eleva a este mundo a la transformación de gloria a que Dios lo llama. (Leon Dufour. Vocabulario de Teología Bíblica)

 



De no esperar que los difuntos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; mas si consideraba que una magnífica recompensa está reservada a los que duermen piadosamente, era unpensamiento santo y piadoso.

2 Macabeos 12, 44-45

Del 25 al 31 de mayo de 2009

Lunes 25.  19.30 h.:

Una intención al Espíritu Santo.

Martes 26. San Felipe Neri. 19.00 h.: Sin intención

Miércoles 27. 19.30 h.: Sin intención.

Jueves 28. 19.30 h.: Sin intención.

Viernes 29. 19.30 h.: En sufragio de: Rosendo Roche.

Sábado 30. Pascua de Pentecostés.     18.00 h.: Con niños. Sin intención.

19.30 h.: Sin intención.

21.00 h.: Sin intención

Domingo 31. Pascua de Pentecostés. 12.00 h. Pro Pópulo.

PRIMERAS COMUNIONES