16 de febrero de 2024

Cuaresma 2024: Reflexiones

 

Reflexiones para meditar en Cuaresma

 

NO HAY PASCUA SIN CUARESMA,  NI  HAY CUARESMA SIN PASCUA

PRIMERA SEMANA DE CUARESMA

 «Somos  embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por medio nuestro.  Por eso, os suplicamos en nombre de Cristo: Dejaos reconciliar con Dios. A  aquel que no  conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en  favor nuestro, a fin  de que nosotros seamos justificados por él.

Y porque somos sus colaboradores, os exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios. Porque él nos dice en la Escritura: En el momento favorable te escuché, y en el día de la salvación te socorrí. Este es el tiempo favorable, este es el día de la salvación»  2 Cor  5,20-6,2. 

NO HAY PASCUA  SIN  CUARESMA

«Dios todopoderoso, concédenos que el sacramento anual de la Cuaresma nos conduzca a un mejor conocimiento del misterio de Cristo y a una vida cristiana más digna»
La cuaresma es un tiempo de cuarenta días en los que peregrinamos hacia la meta de la Pascua. No es un fin absoluto, sino un trampolín que nos zambulle en la alegría de la resurrección y en la comunión con el resucitado. Las semanas que ella abarca, no son un simple trago amargo que debemos beber con una mueca de fastidio y desagrado. Al contrario, aunque nos cueste comprenderlo, la cuaresma es un tiempo sacramental, una fuente de bendiciones y de  gracias, que nos introduce de forma gradual, en un mejor conocimiento del misterio de Cristo. Y desplazando el pecado de nuestras vidas, “gota a gota”, nos va humanizando y cristianizando. 
Debemos recordar también, que este caminar cuaresmal presenta una dimensión comunitaria y solidaria
. Desde los cuatro puntos cardinales, la multitud de los creyentes, se ha puesto en camino, y  va convergiendo hacia la noche de la vigilia pascual. Dibujando en el horizonte de la historia, una radiante cruz del sur.

SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA

«Tened cuidado de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibiréis ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Os aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando oréis, no hagáis como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Os aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre,  que ve en lo  secreto, te recompensará.

Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Os aseguro que con eso, ya han recibido su  recompensa.  Tú en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará»  Mt  6,1-6.16-18

 LA ESPIRITUALIDAD DEL PEREGRINO

El camino cuaresmal es un camino de fe, por eso, al caminante que lo recorre se le llama peregrino. Y todo peregrino tiene que ajustarse a una serie de pautas espirituales, que le garantizarán dentro de los imprevistos del camino, arribar a la meta pascual.

Durante el recorrido, tendremos que pensar en que nuestro Dios no es un Dios de bolsillo. Dios no nos “retribuye” por los esfuerzos realizados durante la peregrinación. Él nos “regala” las ganas y las fuerzas para convertir nuestros esfuerzos en realidad. Ahora sí podemos pasar a enumerar los tres componentes espirituales básicos que ocupan “la mochila” del peregrino. Ellos son: la oración, el dominio de sí mismo y la solidaridad.

No es cuestión de elegir solamente uno de ellos. Necesitamos recurrir a los tres, como lo veremos más adelante. No olvidemos que los grandes problemas y malentendidos de la vida espiritual, se han producido cuando se ha acentuado uno en detrimento de los otros.

TERCERA SEMANA DE CUARESMA 

«Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Quién de vosotros, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!»  Mt  7,7-11

EL OXÍGENO DEL ALMA 

No se podría concebir una peregrinación hacia un santuario, que no estuviera jalonada por la oración. Otro tanto tendríamos que decir de nuestro peregrinar cuaresmal. Sin la oración, nos faltaría aire para respirar la vida de la fe. Permaneceríamos inermes y sin poder avanzar hacia el horizonte pascual.
Por eso el peregrino busca intensificar su intimidad con Dios. Procura respirar “boca a boca” con el Señor dador de vida. A él recurre, necesitado de reanudar una comunicación que lo sane de su postración espiritual.
La oración tiene también un invalorable poder curativo. En una longitud de onda distinta, pero real y efectiva, la oración en el nombre del Señor Jesús, atraviesa tiempos y distancias. El cristiano, al utilizarla con pobreza y humildad, estará cumpliendo con un verdadero ministerio de la oración.
Cabe preguntarnos qué pasaría con la humanidad, continuamente “acunada” por la oración de los creyentes, si éstos algún día dejasen de rezar...

CUARTA SEMANA DE CUARESMA

«Jesús les dijo: El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día»

Después dijo a todos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá  y el que pierda su vida la por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?»  Lc  9,22-25

CON CORAZÓN DE ATLETA

Afrontar una larga peregrinación sin tener en cuenta nuestro estado físico, resultaría un despropósito, y correríamos el riesgo de quedar a mitad de camino, o de hacer el resto del recorrido en una ambulancia.

Por eso, se hará necesario evaluar nuestras posibilidades para afrontar el desafío y poder asumirlo con corazón de atleta.

En nuestra vida espiritual ocurre otro tanto. Tendremos que ir entrenándonos durante la cuarentena cuaresmal, a fin de conseguir un dominio sobre nosotros mismos, que nos permita con la gracia de Dios, practicar las virtudes cristianas y combatir los vicios que nos deshumanizan.

El ayuno en el camino, no consiste en una mera acrobacia de autocontrol. De ninguna manera. Todo ayuno cristiano debe ser personal y personalizador. Personal, porque busca seguir a la persona de Cristo pobre y despojado. Personalizador, porque el peregrino, en la medida que siga a Cristo, se irá él mismo cristianizando.

QUINTA SEMANA DE CUARESMA 

“Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado…”  Lc 16, 19-31.

GLOBALIZAR LA SOLIDARIDAD

La Cuaresma es un tiempo fuerte que hay que revivir en comunión y en participación. Las peregrinaciones se realizan habitualmente en grupos solidarios, y estos proclaman a un solo Señor, un solo bautismo, y una misma fe.

Hoy estamos sumergidos en una cultura subjetiva y egoísta, alejada de los criterios evangélicos de la fraternidad. Sin embargo, estos nos recuerdan, que nuestra propia vida depende de nuestro hermano.

Las grandes carencias de nuestro mundo actual, se generan en la falta de participación a todo nivel. Al no compartirse la abundancia de los bienes materiales, intelectuales y espirituales, se producen las grandes injusticias que claman al cielo.

En la sociedad de nuestros días, son pocos los que se quedan con mucho, y son muchos los que reciben cada vez menos.

Por eso, tendremos que aprovechar estos cuarenta días de entrenamiento, para aprender a compartir. Sabiendo que cuando se comparte, sobra.

 


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