7 de febrero de 2020

Domingo 9 de febrero de 2020. 5 TO A.

   
                     Queridos hermanos:
El evangelio de este domingo presenta la misión de la Iglesia bajo tres imágenes: la sal, la luz y la ciudad.
Respecto a la sal, (que sala, condimenta, da sabor, conserva de la corrupción, mantiene sanos los alimentos, acompaña la ofrenda y el sacrificio), pensemos que basta poca cantidad para dar sabor a la comida o para dar sentido a los sufrimientos de la vida. Nuestra misión unidos a Jesús Sal: dar sabor a la vida de las personas, dar sentido, alegría, esperanza manteniendo viva la presencia de Cristo en nosotros. Pidamos no volvernos sosos e insípidos, conformándonos con una vida mediocre. Para que aparezca la sal de la tierra el agua ha debido pasar por los recovecos de la piedra de la montaña extrayendo los microscópicos minerales que luego cristalizarán en la sal. Sigue dejando que la Palabra de Dios vaya salando tu vida día tras día.
Respecto a la luz, no hará falta un gran foco que elimine toda oscuridad. Será suficiente una candela encendida. La luz de la fe, la luz de la esperanza, la luz del amor. “La luz de la fe no disipa todas nuestras tinieblas, sino que, como una lámpara, guía nuestros pasos en la noche, y esto basta para caminar.” (Francisco. Lumen Fidei 57). La luz también es el amor, que “es en el fondo la única luz que «ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar». (Francisco. Evangelii Gaudium 272). No somos nosotros la luz. La Luz es Cristo y su amor es el que reflejamos. “Si nosotros, los cristianos, perdemos el sabor y apagamos nuestra presencia de sal y de luz, perdemos la eficacia. (…) Si el cristiano apaga esta luz, su vida no tiene sentido: es un cristiano sólo de nombre, que no lleva la luz, una vida sin sentido.” (Francisco. Ángelus. 9-2-2014).
La ciudad entendida como una familia de hermanos bajo la amorosa mirada del Padre. No una comunidad de perfectos ya acabados, sino que hermanos que se quieren y se perdonan, que siguen creciendo y donde siempre cabe un hermano más.
No se puede ocultar. La sal, la luz, la ciudad, no se pueden ocultar. Tan noble es el puesto que Dios nos ha asignado, dice la Carta a Diogneto, que no nos está permitido desertar de él. Debe iluminar siempre, con las buenas obras, realizadas para que glorifiquen a Dios. Podría ocurrir que creyéramos que realizamos las obras de vida eterna por ostentación o vanidad, por falsa humildad, o por pereza, o cobardía. Mientras San Bernardo predicaba, le sugirió el diablo: - “¡Qué bien lo haces!” A lo que contestó el santo: –"Ni por tí lo comencé, ni por tí lo dejaré". El Señor nos llamó, él comenzó su obra, dejemos que la lleve a término ayudándole en esta misión.
Jesús, vuestro párroco
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».
Palabra del Señor.
Las características del Pueblo de Dios
782  El Pueblo de Dios tiene características que le  distinguen claramente de todos los grupos religiosos, étnicos, políticos o culturales de la Historia:
– Es el Pueblo de Dios: Dios no pertenece en propiedad a ningún pueblo. Pero El ha adquirido para sí un pueblo de aquellos que antes no eran un pueblo: "una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa" (1 P 2, 9).
– Se llega a ser miembro de este cuerpo no por el nacimiento físico, sino por el "nacimiento de arriba", "del agua y del Espíritu" (Jn 3, 3-5), es decir, por la fe en Cristo y el Bautismo.
– Este pueblo tiene por jefe [cabeza] a Jesús el Cristo [Ungido, Mesías]: porque la misma Unción, el Espíritu Santo fluye desde la Cabeza al Cuerpo, es "el Pueblo mesiánico".
– "La identidad de este Pueblo, es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo".
– "Su ley, es el mandamiento nuevo: amar como el mismo Cristo mismo nos amó (cf. Jn 13, 34)". Esta es la ley "nueva" del Espíritu Santo (Rm 8,2; Ga 5, 25).
– Su misión es ser la sal de la tierra y la luz del mundo (cf. Mt 5, 13-16). "Es un germen muy seguro de unidad, de esperanza y de salvación para todo el género humano".
– "Su destino es el Reino de Dios, que el mismo comenzó en este mundo, que ha de ser extendido hasta que él mismo lo lleve también a su perfección" (LG 9). 1243   En Cristo, los bautizados son "la luz del mundo" (Mt 5,14; cf Flp 2,15).

737   La misión de Cristo y del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo. Esta misión conjunta asocia desde ahora a los fieles de Cristo en su Comunión con el Padre en el Espíritu Santo: El Espíritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Señor resucitado, les recuerda su palabra y abre su mente para entender su Muerte y su Resurrección. Les hace presente el Misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía para reconciliarlos, para conducirlos a la Comunión con Dios, para que den "mucho fruto" (Jn 15, 5. 8. 16).

738   Así, la misión de la Iglesia no se añade a la de Cristo y del Espíritu Santo, sino que es su sacramento: con todo su ser y en todos sus miembros ha sido enviada para anunciar y dar testimonio, para actualizar y extender el Misterio de la Comunión de la Santísima Trinidad
EL EVANGELIO COMENTADO POR EL PAPA

“En estos domingos la liturgia nos propone el llamado Discurso de la montaña, en el Evangelio de Mateo. Después de haber presentado el domingo pasado las Bienaventuranzas, hoy destaca las palabras de Jesús que describe la misión de sus discípulos en el mundo (cf. Mateo 5, 13-16). Él utiliza las metáforas de la sal y de la luz y sus palabras son dirigidas a los discípulos de cada época, por lo tanto también a nosotros.
Jesús nos invita a ser un reflejo de su luz, a través del testimonio de las buenas obras. Y dice: «Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5, 16). Estas palabras subrayan que nosotros somos reconocibles como verdaderos discípulos de Aquel que es la Luz del mundo, no en las palabras, sino de nuestras obras. De hecho, es sobre todo nuestro comportamiento que —en el bien y en el mal— deja un signo en los otros. Tenemos por tanto una tarea y una responsabilidad por el don recibido: la luz de la fe, que está en nosotros por medio de Cristo y de la acción del Espíritu Santo, no debemos retenerla como si fuera nuestra propiedad. Sin embargo estamos llamados a hacerla resplandecer en el mundo, a donarla a los otros mediante las buenas obras. ¡Y cuánto necesita el mundo de la luz del Evangelio que transforma, sana y garantiza la salvación a quien lo acoge! Esta luz debemos llevarla con nuestras buenas obras.
La luz de nuestra fe, donándose, no se apaga sino que se refuerza. Sin embargo puede disminuir si no la alimentamos con el amor y con las obras de caridad. Así la imagen de la luz se encuentra con la de la sal. La página evangélica, de hecho, nos dice que, como discípulos de Cristo, somos también «la sal de la tierra (v. 13)». La sal es un elemento que, mientras da sabor, preserva la comida de la alteración y de la corrupción —¡en la época de Jesús no había frigoríficos!—. Por lo tanto, la misión de los cristianos en la sociedad es la de dar “sabor” a la vida con la fe y el amor que Cristo nos ha donado, y al mismo tiempo tiene lejos los gérmenes contaminantes del egoísmo, de la envidia, de la maledicencia, etc. Estos gérmenes arruinan el tejido de nuestras comunidades, que deben, sin embargo, resplandecer como lugares de acogida, de solidaridad, de reconciliación. Para unirse a esta misión, es necesario que nosotros mismos seamos los primeros liberados de la degeneración que corrompe de las influencias mundanas, contrarias a Cristo y al Evangelio; y esta purificación no termina nunca, se hace continuamente, ¡se hace cada día! (Francisco. Ángelus. 5-2-2017).
Señor Jesús, escuchamos en el Salmo: “Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes” (24(23),1). El Padre, por medio tuyo y por la acción del Espíritu Santo creo la tierra que expresa la belleza del Padre Creador, y nos creo dándonos el regalo inmenso de este planeta, nuestra casa común, la casa sin paredes. Se nos regaló para que la cuidáramos y labrásemos –obteniendo de ella pan para el hambriento, agua para el que tiene sed, vestido para el desnudo o casa para el indigente–.
Concédenos escuchar el clamor de la tierra y el clamor de los pobres, sabiendo que la pobreza y la fragilidad del planeta son dos caras de una misma realidad. Concédenos cuidar de la naturaleza y ayudar a los más empobrecidos y desfavorecidos de la tierra.
Concédenos luchar contra el hambre y la miseria. No solo contra sus efectos, también contra las causas. Entre ellas se encuentran el maltrato a la tierra, la privación de posibilidades para obtener los recursos necesarios para vivir y la vulneración de los derechos humanos, sobre todo los de mujeres y niñas, que son los grupos de población más vulnerables.


Recogida de donativos para el 2º ventanal.
Presupuesto 650 €.
Sobrante primer ventanal 65 €.
Total dos donativos: 110 €
Recaudado hasta hoy 175 €.
Donativos en BANKIA
ES83-2038-6230-7530-0042-0970 
1. El lunes 10 de febrero a las 20.30 h. se reunirá el Consejo de pastoral en su primera reunión tras su renovación.
2. Del 9 al 16 de febrero se celebra en la Parroquia la Semana del Enfermo. Los actos están expuestos más abajo. Les invitamos a participar en estos actos organizados por los miembros del Equipo de Pastoral de la Salud. Y a rezar por los enfermos.
3. El Sábado 15 en la misa de 18.00 h. se hará la entrega del Credo a los niños de 3º de la catequesis Jesús es el Señor.
4. Recaudado hasta el momento de los donativos de la Infancia Misionera: 168,50 €.


Del 10 al 16 de febrero de 2020
Lunes 10. Santa Escolástica, virgen. 19.30 h.: En sufragio de: Eladia Blanco saiz; José Soler y Asunción Borrull.
Martes 11. Nuestra Señora de Lourdes. 19.30 h.: Sin intención.
Miércoles 12. 19.30 h.: Sin intención.
Jueves 13. 19.30 h.: En sufragio de: Rvdo. D. Felipe Salvador Barber.
Viernes 14. Fiesta de San Cirilo monje y Metodio obispo, patronos de Europa. 19.30 h.: Sin intención.
Sábado 15. Por la tarde: SEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.
18.00 h.: Con niños. Sin intención. 19.30 h.: Sin intención. 21.00 h.: Sin intención.
Domingo 16. SEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.
10.00 h.: Sin intención. 11.30 h.: Pro Pópulo. 19.30 h.: Sin intención.
-----------------------------------------------------
Puedes descargar la Hoja Parroquial:

No hay comentarios: