20 de junio de 2009

Renovación de la consagración al sagrado corazón de Jesús.


El decálogo del Corazón de Jesús, según Benedicto XVI

CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 7 junio 2008 (ZENIT.org).- El domingo 1 de junio, en sus palabras previas al rezo del Ángelus, el Papa Benedicto XVI habló de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, trazando una síntesis de este misterio y culto. He aquí, en forma de decálogo, redactado por Jesús de las Heras, director de la revista Ecclesia, sus ideas y frases.

El Corazón de Cristo es símbolo de la fe cristiana

El Corazón de Jesús, síntesis de la Encarnación y de la Redención

El Sagrado Corazón, manantial de bondad y de verdad

El Corazón de Jesús, expresión de la buena nueva del amor

El Sagrado Corazón, palpitación de una presencia en que se puede confiar

1.- El Corazón de Cristo es símbolo de la fe cristiana, particularmente amado tanto por el pueblo como por los místicos y los teólogos, pues expresa de una manera sencilla y auténtica la "buena noticia" del amor, resumiendo en sí el misterio de la encarnación y de la Redención.

2.- La solemnidad litúrgica del Sagrado Corazón de Jesús es la tercera y última de las fiestas que han seguido al Tiempo Pascual, tras la Santísima Trinidad y el Corpus Christi. Esta sucesión hace pensar en un movimiento hacia el centro: un movimiento del espíritu guiado por el mismo Dios.

3.- Desde el horizonte infinito de su amor, de hecho, Dios ha querido entrar en los límites de la historia y de la condición humana, ha tomado un cuerpo y un corazón, para que podamos contemplar y encontrar el infinito en el finito, el Misterio invisible e inefable en el Corazón humano de Jesús, el Nazareno.

4.- En mi primera encíclica sobre el tema del amor, el punto de partida ha sido precisamente la mirada dirigida al costado traspasado de Cristo, del que habla Juan en su Evangelio (Cf. 19,37; Deus caritas est, 12).

5.- Este centro de la fe es también la fuente de la esperanza en la que hemos sido salvados, esperanza que ha sido el tema de mi segunda encíclica.

6.- Toda persona necesita un "centro" para su propia vida, un manantial de verdad y de bondad al que recurrir ante la sucesión de las diferentes situaciones y en el cansancio de la vida cotidiana.

7.- Cada uno de nosotros, cuando se detiene en silencio, necesita sentir no sólo el palpitar de su corazón, sino, de manera más profunda, el palpitar de una presencia confiable, que se puede percibir con los sentidos de la fe y que, sin embargo, es mucho más real: la presencia de Cristo, corazón del mundo.

8.- Os invito, por tanto, a cada uno de vosotros a renovar en el mes de junio su propia devoción al Corazón de Cristo.

9.- Uno de los caminos para revitalizar esta devoción al Corazón de Cristo es valorar y practicar también la tradicional oración de ofrecimiento del día y teniendo presentes las intenciones que propongo a toda la Iglesia.

10.- Junto al Sagrado Corazón de Jesús, la liturgia nos invita a venerar el Corazón Inmaculado de María. Encomendémonos siempre a ella con gran confianza.


El cardenal Rouco y la renovación de la consagración al Sagrado Corazón

“Pediremos por España”

MADRID, jueves 18 de junio de 2009 (ZENIT.org).- No era fácil la situación en España en 1919, bajo permanente amenaza de un estallido social. La respuesta de la Iglesia -explica el cardenal Rouco, arzobispo de Madrid en esta entrevista concedida a Alfa y Omega- fue el Sagrado Corazón de Jesús, "la proclamación de que el amor de Cristo llega hasta el fondo del hombre, le perdona sus pecados, le cura por dentro y le da nueva vida".

Aquel acto se actualizará, el próximo domingo, en el Cerro de los Ángeles, de Getafe, centro geográfico de la Península.

"Volveremos a pedirle al Señor por la fe de España, por la fe de los españoles, para que no la pierdan", explica el cardenal, presidente de la Conferencia Episcopal Española.


--¿Por qué se renueva ahora la consagración de España al Sagrado Corazón?

--Cardenal Rouco: Ha habido peticiones desde distintas diócesis, desde movimientos de vida apostólica, y lo que llama más la atención, desde grupos juveniles. Los obispos de la Provincia Eclesiástica de Madrid acogimos esa petición con agrado, e invitamos a los distintos obispos que quisieran a sumarse al acto. Este año se cumplen los 90 años de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús. Se podría haber esperado al centenario, pero nos pareció que, dadas las circunstancias, tanto las que tienen que ver con la vida de la Iglesia, como las necesidades de evangelización en el momento actual de la sociedad en España, era providencial esa petición.

--¿Cómo era la España en la que Alfonso XIII hace la Consagración?

--Cardenal Rouco: En 1919, había en España un régimen constitucional, monárquico, con un Estado confesional, aunque la Constitución recogía el principio de tolerancia religiosa. Por tanto, no es de extrañar que el rey fuera quien hiciese la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús. No hay que olvidar tampoco que el año 1919 era el primero después de la Primera Guerra Mundial. Europa estaba en ruina material y espiritual. La revolución soviética del 17 había originado movimientos sociales de extraordinaria fuerza revolucionaria, que habían puesto en peligro el desarrollo de la Europa de la postguerra. En España, estaba muy reciente la huelga general de 1917, y había un ambiente en el que el terrorismo anarquista se hacía notar de una forma progresiva... La respuesta a la gravedad del momento histórico fue un acto de adoración, de entrega, de reconocimiento de lo que entonces se llamaba el Reinado social de Cristo; es decir, la proclamación de que el amor de Cristo llega hasta el fondo del hombre, le perdona sus pecados, le cura por dentro y le da nueva vida. Estábamos en una ola teológico-espiritual muy marcada por la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, como símbolo de ese amor redentor. Venía cultivándose intensamente, por lo menos, desde el siglo XVII, si no nos queremos remontar más atrás, por ejemplo, al Libro de los Ejercicios, de san Ignacio, o a la renovación teresiana de la Orden del Carmelo. Por otro lado, en el arranque del siglo XX, hay una serie de datos fundamentales que configuran el momento espiritual de aquella Consagración: el pontificado de san Pío X, que se sintetiza en su lema Instaurare omnia in Christo (Instaurar todas las cosas en Cristo); las apariciones de la Virgen de Fátima, en 1917; el acento cristológico, tan hondo, del pontificado de Benedicto XV, y después, del de Pío XI, que instauró la fiesta de Cristo Rey... La Iglesia ofrecía el Evangelio y la salvación al hombre, en esa primera mitad del siglo XX, tan conmocionada por corrientes ideológicas negadoras de Dios y del propio hombre, a través de la propuesta del amor redentor de Cristo. Era la gran respuesta a las necesidades del hombre de entonces, una respuesta hondamente teológica, espiritual y, a la vez, muy cercanamente humana.

--Y esa respuesta se renueva ahora...

--Cardenal Rouco: Es importante subrayar que se renueva; se actualiza esa actitud de adoración y de súplica. La Iglesia en España pide por España, que no es una realidad abstracta, sino una comunidad histórica de hombres, de familias, con una cultura, con una fe, con sus problemas, y sometida también a los vaivenes de propuestas anticristianas. Queremos renovar aquel momento en un contexto histórico nuevo, marcado por el Concilio Vaticano II, por los grandes pontificados del postconcilio, y siguiendo la línea del Papa, que se centra una y otra vez en ofrecer a Cristo al mundo de nuestro tiempo.

Es verdad que los problemas ahora son otros. Pero recordemos que la familia empezaba entonces a ser atacada. En la primera legislación soviética, se suprime la familia, y se aprueban leyes pro aborto, aunque aún no se había puesto en cuestión algo tan fundamental como la realidad del matrimonio como unión entre un hombre y una mujer...

Hablamos de realidades donde el pecado se hace estructura. Vivimos hoy un momento grave, y vamos a renovar la consagración al Corazón de Cristo de una nación con una historia impregnada de cristianismo, más que otros países de Europa. Volveremos a pedirle al Señor por la fe de España, por la fe de los españoles, para que no la pierdan; para que vivan con esperanza. Lo hacemos, naturalmente, en un contexto de relaciones Iglesia-Estado distinto que en 1919. Estamos en un Estado aconfesional, en un Estado laico, en el sentido positivo de la expresión, que no es confesional, pero está abierto, por la vía del reconocimiento de la libertad religiosa, a este tipo de expresiones.

--¿Cómo debemos entender hoy la promesa al padre Hoyos: "Reinaré en España", inscrita en el monumento del Cerro del Cerro de los Ángeles?

--Cardenal Rouco: La recordaremos. El padre Bernardo Hoyos va a ser beatificado pronto, y las apariciones a él del Sagrado Corazón tienen mucha solidez. Queremos que eso resuene como una nota de la especial Providencia de Cristo con respecto a España, la gran nación misionera de la Iglesia en la Edad Moderna. Tenemos confianza en esa especial Providencia, que no permitirá que la apostasía se extienda, se consume, sino al contrario. Tenemos la esperanza de una nueva primavera de la Iglesia en España, con repercusiones en la Iglesia universal. Vemos que están surgiendo nuevas realidades de grupos, de personas, de carismas que todavía no han mostrado una eficacia deslumbrante, y que pueden parecer sólo florecillas. Pero son ya más que brotes verdes. ¡Son un jardín que empieza a florecer! Y muchos jóvenes vienen a conocer esas flores de la nueva vida.

--El culto al Sagrado Corazón ha perdido fuerza en España...

--Cardenal Rouco: No sólo en España. En el postconcilio hubo un declive de la espiritualidad del Sagrado Corazón. Iba unida a prácticas de religiosidad popular, que al no encajar fácilmente con las reformas litúrgicas, se fueron dejando. También afectó la crisis del matrimonio y de la familia. El Corazón de Jesús estaba muy metido en la vida de las familias españolas, que se consagraban a Él, como recordaban las placas en las puertas de las casas.

Algunos vincularon el Sagrado Corazón a ciertas fórmulas de piedad melosas, dulzonas... Esas deformaciones se dieron, pero también existía una veta profundamente enraizada, sobre todo, en la espiritualidad ignaciana. Más aún, hubo un movimiento que intentó recuperar y renovar, en clave del nuevo marco teológico y espiritual abierto por el Concilio Vaticano II, la teología del Sagrado Corazón de Jesús. En Toulouse, se celebró, en 1981, un Congreso, en el que tuvo una ponencia muy famosa el entonces cardenal Ratzinger. Y hubo grupos de fieles muy activos en España. La devoción se mantuvo viva, pero ahora está adquiriendo nueva fuerza, creo que por la necesidad que tenemos de experimentar la gracia de Cristo en un mundo tan atomizado, tan fracturado...

La responsabilidad del sacerdote

El Papa ha pedido a los sacerdotes que sean ejemplo de "una auténtica devoción a la Eucaristía", como el santo Cura de Ars. Parece que hay muchos elementos en común entre la devoción al Sagrado Corazón y el Año Sacerdotal que mañana comienza...

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús ha estado siempre unida a la piedad eucarística. En el sacrificio eucarístico, se actualiza el momento en el que, del corazón de Cristo, salen sangre y agua. Y en el sagrario existe esa presencia real de Cristo eucarístico. La misma explicación de la instauración del sacramento de la Eucaristía, de que el Señor se humille, hasta convertirse en las sustancias del pan y del vino a disposición del hombre, que Lo puede profanar, que Lo puede ofender, es expresión de esa verdad increíble de que Dios se entrega de una forma en que la humillación no puede ser mayor. Lo inerme de la acción de Dios no puede quedar más al descubierto. Se pone en nuestras manos, y en las manos del sacerdote, en primer lugar, porque es el ministro que hace posible la renovación del sacrificio eucarístico y la adoración permanente al Señor en la Eucaristía. Por tanto, es el máximo protagonista de ese amor al Sagrado Corazón de Jesús, y el máximo responsable de que esa espiritualidad, que está en lo más hondo del sacramento de la Eucaristía, sea de provecho para los fieles, para que puedan ir a beber a las fuentes de la salvación... Podríamos hablar de la identidad eucarística del sacerdote. El sacerdote se define por la Eucaristía, básicamente, por su relación con la Eucaristía.

El Papa ha pedido, además, a los sacerdotes que se coloquen en una situación de tensión, de vocación a la santidad sacerdotal, y que ahonden en la vivencia del misterio de la comunión de la Iglesia y estudien a fondo el Concilio Vaticano II, que no puede entenderse en clave de ruptura, sino de continuación y renovación de una tradición viva que se hace vida nueva, se hace presentación nueva, en este momento dado de la Iglesia. Y termina el Papa pidiendo que el sacerdote viva misioneramente su vocación; que se identifique, primero, en su interior y personalmente, y que se identifique también externamente, para ser testigo misionero del Evangelio. Un sacerdocio propuesto y vivido así, con la figura ideal del santo Cura de Ars, embebido de la devoción al Corazón de Jesús, es lo que nos propone hoy el Papa. La relación entre el Año Sacerdotal y la consagración de España al Corazón de Jesús no puede ser más estrecha...

--¿Qué frutos espera de este Año?

--Cardenal Rouco: Hay que esperar que esa renovación doctrinal, espiritual y pastoral de la figura del sacerdote produzca en los que lo viven ya una especie de nuevo entusiasmo, de nueva identificación, según la medida de Cristo, con el ideal de la santidad sacerdotal. Hay muchos sacerdotes así, en todas las generaciones, pero en los jóvenes ésta es ya una clave normal de interpretación de sus vidas. Y podemos también esperar que ayude a esos sacerdotes que, a lo mejor, están desanimados, que no acaban de apreciar el valor de su ministerio. Y esperamos también que el Año Sacerdotal nos anime a todos a renovar el compromiso con la nueva evangelización, y a caminar firmemente por el camino de la recuperación de la espiritualidad eucarística.

--Una Iglesia con sus prioridades claras, ¿lo tiene más difícil para dialogar con el mundo de hoy?

--Cardenal Rouco: Muchas veces, desde el mundo de los medios, desde las categorías semánticas con las que se ha operado en los últimos años y que dominan el panorama de la concepción del hombre y de la sociedad, ésta es la impresión que se transmite. Pero cuanto más nazca de una vida plena cristiana, más convincente será nuestro mensaje. No podemos evangelizar a partir de pórticos intelectuales y culturales remotamente cristianos. No dudo de que, a veces, sean necesarias fórmulas de pre-evangelización, pero cuanto más directamente se vaya al núcleo de la evangelización, mejor.

--¿San Pablo sigue siendo un modelo? Usted viajará dentro de unos días, como representante del Papa, para clausurar el Año Paulino en Siria.

--Cardenal Rouco: Si ha habido una persona que amase a Cristo de forma apasionada, es san Pablo, de manera que, a la hora de interpretar la espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús, hay que recurrir a sus cartas: "Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí..." Nadie lo ha superado en calor, en entrega, en identificación... Es un modelo permanente de espiritualidad sacerdotal vivida en clave misionera, apostólica, evangelizadora, de una eficacia enorme, que llega hasta los rincones más íntimos del tejido de la propia persona y de la sociedad: el Señor te encuentra, te fascina, te entregas... ¡Y te invita a salir! ¡A salir a las calles y a las plazas del mundo!


Renovación de la Consagración de España al Corazón de Jesús

Entrevista con el obispo de Palencia, monseñor José Ignacio Munilla

ROMA, viernes, 5 junio 2009 (ZENIT.org).- España va a renovar su consagración al Sagrado Corazón de Jesús. El acto tendrá lugar el 21 de junio en el Cerro de los Ángeles de Madrid con una celebración eucarística.

Un vídeo en youtube (http://www.youtube.com/watch?v=u44sKEksN5M ) ha sido el medio elegido por el obispo de Palencia, monseñor José Ignacio Munilla, para realizar una catequesis sobre la espiritualidad del Corazón de Cristo, pues muchos jóvenes desconocen qué significa "renovar la consagración de España al Corazón de Jesús".

Es un acto emblemático, tanto por el lugar como por la fecha: Se trata del punto céntrico geográfico de la Península Ibérica, donde se levanta una imagen en honor al Corazón de Jesucristo.

Al mismo tiempo, se cumplen 90 años de que el monarca Alfonso XIII pronunciase la consagración de España, en presencia de la jerarquía.

En la última reunión Plenaria de la Conferencia Episcopal, el cardenal Antonio María Rouco, arzobispo de Madrid, extendió una invitación a la Iglesia española para participar en este acto, a realizar el domingo 21, a las 10:00 de la mañana.

La noche anterior tendrá lugar una vigilia para jóvenes, comenzando a medianoche, y que se extenderá hasta las 8:30 de la mañana. Se contará en esta vigilia con la presencia de los dos obispos responsables del Departamento de Juventud de la CEE (Mons. Francisco Cerro y Mons. José Ignacio Munilla). Hemos entrevistado a éste último, quien lleva en su escudo episcopal la imagen del Corazón de Cristo, con el lema "In te confido" (En ti confío).

--España consagrada al Sagrado Corazón de Jesús. ¿Por qué es necesario un acto de este tipo en estos momentos?

--Monseñor Munilla: Dentro de diez años tendrá lugar el centenario de la consagración de España, y es de esperar que entonces celebremos con mayor solemnidad el aniversario... Sin embargo, en este delicado momento que atraviesa la sociedad española, parece conveniente que realicemos un "gesto profético", expresando nuestra confianza en la misericordia de Dios, única capaz de sanar tantas heridas.

En efecto, la secularización y el relativismo son generadores de nuevas formas de pobreza que necesitan sanación: la ruptura de la familia, la inconstancia, la vivencia obsesiva del sexo como compensación por la carencia de un amor estable, la soledad, el aislamiento y la falta de experiencia de la amistad, las adicciones provocadas por un uso compulsivo de las nuevas tecnologías, la manipulación del sentido de la historia y del pensamiento humano, etc... Todo ello es indicativo de las heridas interiores de nuestra generación, que a veces tratamos de disimular con una especie de "huida hacia adelante".

Pero lo cierto es que cuando el ser humano se cierra al misterio del amor, paradójicamente, "mendiga" afectividad; y lo suele hacer de una forma autodestructiva y hasta ofensiva.

En los momentos de crisis se suele reaccionar de dos maneras: bien sea sucumbiendo, o bien redescubriendo nuestras raíces y volviendo al amor primero. Por ello, nosotros recurrimos a renovar la consagración.

Estamos convencidos de que el misterio del Corazón de Cristo tiene un mensaje de salvación para esta generación.

--El acto no quiere tener connotaciones políticas sino religiosas. Rezar. Orar para que España tome un rumbo positivo. ¿Qué es lo que a usted le preocupa más de lo que pasa en el país?

--Monseñor Munilla: El mayor problema, sin lugar a dudas, es nuestra secularización interna. Los embates agresivos del laicismo contra las raíces cristianas de España no tendrían tanta efectividad, si nuestra adhesión a Cristo y a su Iglesia fuese más firme.

Decía San Agustín que el "enemigo" combate contra los seguidores de Cristo bajo dos estrategias distintas: los halaga para seducirlos o los atemoriza para doblegarlos. Sin duda alguna, la primera estrategia es mucho más temible que la segunda. En consecuencia, la medicina es nuestra conversión; para la cual dirigimos nuestra mirada al Corazón de Cristo.

--Desde fuera se sigue hablando de la "católica España". ¿Es una imagen real?

--Monseñor Munilla: Las raíces católicas de España son incuestionables, pero ¡no cabe vivir mucho tiempo "de las rentas"! La pérdida de tensión hacia la santidad, unida a la tentación de materialismo, hedonismo, frivolidad, combinado todo ello con ideologías liberales, pueden debilitar en poco tiempo una tradición católica labrada a lo largo de los siglos.

Esta situación ha originado una crisis de identidad muy notoria, ya que es obvio que en España no existe una cultura ni una historia al margen de sus raíces cristianas. Cuando la secularización nos "roba" el "alma cristiana", se genera en nosotros una especie de suicidio espiritual.

Y, sin embargo, al mismo tiempo están surgiendo entre nosotros nuevos brotes de vida cristiana, que son un indicio muy esperanzador de que el Espíritu Santo continúa dirigiendo nuestra historia, incluso en momentos difíciles.

--¿Qué relación tendrá esta consagración con la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid?

--Monseñor Munilla: La próxima Jornada Mundial de la Juventud es un regalo "providencial" para la Iglesia en España.

Se trata de una ocasión magnífica para abrir nuestras ventanas, rejuveneciéndonos con el aire fresco de la catolicidad.

El domingo 21 de junio queremos encomendar también al Corazón de Cristo la JMJ de Madrid 2011... ¡Gran instrumento de la pastoral juvenil que el Papa ha puesto al servicio de los jóvenes españoles! Al fin de cuentas, ¿qué es la JMJ, sino una "ventana" que introduce a los jóvenes en el Corazón abierto de Cristo?

Por Miriam Díez i Bosch