3 de noviembre de 2018

Domingo 4 de noviembre de 2018. 31 T.O. B.

HOJA PARROQUIAL

Parroquia de Sant Francesc de Borja
Email de la parroquia: sfb500@gmail.com
              Queridos hermanos:
Decimos en la Iglesia Católica que el matrimonio legítimo entre un hombre y una mujer es indisoluble, es decir, que nada puede separarlo más que la muerte. Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre. En el Evangelio de este domingo también se expresan algunos “matrimonios indisolubles” que puede ser interesante resaltar. Por ejemplo entre la escucha y el amor. O también entre la fe y la caridad. Y entre el amor a Dios y el amor al prójimo.
El Papa Benedicto XVI lo expresó de manera admirable en la encíclica Deus Cáritas Est. Decía el Papa: “Los Santos —pensemos por ejemplo en la beata Teresa de Calcuta— han adquirido su capacidad de amar al prójimo de manera siempre renovada gracias a su encuentro con el Señor eucarístico y, viceversa, este encuentro ha adquirido realismo y profundidad precisamente en su servicio a los demás.
Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, son un único mandamiento. Pero ambos viven del amor que viene de Dios, que nos ha amado primero. (nº 18). “Amor a Dios y amor al prójimo… están tan estrechamente entrelazados, que la afirmación de amar a Dios es en realidad una mentira si el hombre se cierra al prójimo o incluso lo odia. El versículo de Juan se ha de interpretar más bien en el sentido de que el amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios, y que cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios.” (nº 16).
A su vez, el Papa Francisco, afirma esta unidad de ambos preceptos cuando dice:
“Podríamos pensar que damos gloria a Dios solo con el culto y la oración, o únicamente cumpliendo algunas normas éticas es verdad que el primado es la relación con Dios, y olvidamos que el criterio para evaluar nuestra vida es ante todo lo que hicimos con los demás. La oración es preciosa si alimenta una entrega cotidiana de amor. Nuestro culto agrada a Dios cuando allí llevamos los intentos de vivir con generosidad y cuando dejamos que el don de Dios que recibimos en él se manifieste en la entrega a los hermanos. Por la misma razón, el mejor modo de discernir si nuestro camino de oración es auténtico será mirar en qué medida nuestra vida se va transformando a la luz de la misericordia. Porque «la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus verdaderos hijos».88 Ella «es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia»… la misericordia …«es la llave del cielo».” (Francisco. Gaudete et Exultate. 104-105).
Jesús, vuestro párroco
+ Lectura del santo Evangelio según san Marcos                                12, 28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?». Respondió Jesús:
«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».
El escriba replicó:
«Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
«No estás lejos del reino de Dios».
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor.
2083.       Jesús resumió los deberes del hombre para con Dios en estas palabras: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente" (Mt 22,37; cf Lc 10,27: "...y con todas tus fuerzas"). Estas palabras siguen inmediatamente a la llamada solemne: "Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor" (Dt 6,4).
Dios amó primero. El amor del Dios Único es recordado en la primera de las "diez palabras". Los mandamientos explicitan a continuación la respuesta de amor que el hombre está llamado a dar a su Dios.


222 Creer en Dios, el Único, y amarlo con todo el ser tiene consecuencias inmensas para toda nuestra vida:

223 Es reconocer la grandeza y la majestad de Dios.

224 Es vivir en acción de gracias.

225 Es reconocer la unidad y la verdadera dignidad de todos los hombres: Todos han sido hechos "a imagen y semejanza de Dios" (Gn 1,26).

226 Es usar bien de las cosas creadas.

227 Es confiar en Dios en todas las circunstancias, incluso en la adversidad. Una oración de Santa Teresa de Jesús lo expresa admirablemente:

Nada te turbe / Nada te espante / Todo se pasa / Dios no se muda / La paciencia todo lo alcanza / quien a Dios tiene/Nada le falta: / Sólo Dios basta (poes. 30)
EL PAPA COMENTA EL EVANGELIO
“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de hoy nos recuerda que toda la Ley divina se resume en el amor a Dios y al prójimo. El evangelista Mateo relata que algunos fariseos se pusieron de acuerdo para poner a prueba a Jesús (cf. 22, 34-35). Uno de ellos, un doctor de la ley, le hizo esta pregunta: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?» (v. 36). Jesús, citando el libro del Deuteronomio, le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este mandamiento es el principal y primero» (vv. 37-38). Y hubiese podido detenerse aquí. En cambio, Jesús añadió algo que no le había preguntado el doctor de la ley. Dijo: «El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (v. 39). Tampoco este segundo mandamiento Jesús lo inventa, sino que lo toma del libro del Levítico. Su novedad consiste precisamente en poner juntos estos dos mandamientos —el amor a Dios y el amor al prójimo— revelando que ellos son inseparables y complementarios, son las dos caras de una misma medalla. No se puede amar a Dios sin amar al prójimo y no se puede amar al prójimo sin amar a Dios. El Papa Benedicto nos dejó un bellísimo comentario al respecto en su primera encíclica Deus caritas est, (nn. 16-18).
En efecto, el signo visible que el cristiano puede mostrar para testimoniar al mundo y a los demás, a su familia, el amor de Dios es el amor a los hermanos. El mandamiento del amor a Dios y al prójimo es el primero no porque está en la cima de la lista de los mandamientos. Jesús no lo puso en el vértice, sino en el centro, porque es el corazón desde el cual todo debe partir y al cual todo debe regresar y hacer referencia.
Ya en el Antiguo Testamento la exigencia de ser santos, a imagen de Dios que es santo, comprendía también el deber de hacerse cargo de las personas más débiles, como el extranjero, el huérfano, la viuda (cf. Ex 22, 20-26). Jesús conduce hacia su realización esta ley de alianza, Él que une en sí mismo, en su carne, la divinidad y la humanidad, en un único misterio de amor.
Ahora, a la luz de esta palabra de Jesús, el amor es la medida de la fe, y la fe es el alma del amor. Ya no podemos separar la vida religiosa, la vida de piedad del servicio a los hermanos, a aquellos hermanos concretos que encontramos. No podemos ya dividir la oración, el encuentro con Dios en los Sacramentos, de la escucha del otro, de la proximidad a su vida, especialmente a sus heridas. Recordad esto: el amor es la medida de la fe. ¿Cuánto amas tú? Y cada uno se da la respuesta. ¿Cómo es tu fe? Mi fe es como yo amo. Y la fe es el alma del amor.
En medio de la tupida selva de preceptos y prescripciones —a los legalismos de ayer y de hoy— Jesús abre una brecha que permite distinguir dos rostros: el rostro del Padre y el del hermano. No nos entrega dos fórmulas o dos preceptos: no son preceptos y fórmulas; nos entrega dos rostros, es más, un solo rostro, el de Dios que se refleja en muchos rostros, porque en el rostro de cada hermano, especialmente en el más pequeño, frágil, indefenso y necesitado, está presente la imagen misma de Dios. Y deberíamos preguntarnos, cuando encontramos a uno de estos hermanos, si somos capaces de reconocer en él el rostro de Dios: ¿somos capaces de hacer esto?
De este modo Jesús ofrece a cada hombre el criterio fundamental sobre el cual edificar la propia vida. Pero Él, sobre todo, nos donó el Espíritu Santo, que nos permite amar a Dios y al prójimo como Él, con corazón libre y generoso. Por intercesión de María, nuestra Madre, abrámonos para acoger este don del amor, para caminar siempre en esta ley de los dos rostros, que son un rostro solo: la ley del amor.” (Francisco. Ángelus. 26-10-2014).
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“Es sano recordar frecuentemente que existe una jerarquía de virtudes, que nos invita a buscar lo esencial. El primado lo tienen las virtudes teologales, que tienen a Dios como objeto y motivo. Y en el centro está la caridad. San Pablo dice que lo que cuenta de verdad es «la fe que actúa por el amor» (Ga 5,6).Estamos llamados a cuidar atentamente la caridad: «El que ama ha cumplido el resto de la ley […] por eso la plenitud de la ley es el amor» (Rm 13,8.10). «Porque toda la ley se cumple en una sola frase, que es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Ga 5,14).61. Dicho con otras palabras: en medio de la tupida selva de preceptos y prescripciones, Jesús abre una brecha que permite distinguir dos rostros, el del Padre y el del hermano. No nos entrega dos fórmulas o dos preceptos más. Nos entrega dos rostros, o mejor, uno solo, el de Dios que se refleja en muchos. Porque en cada hermano, especialmente en el más pequeño, frágil, indefenso y necesitado, está presente la imagen misma de Dios. En efecto, el Señor, al final de los tiempos, plasmará su obra de arte con el desecho de esta humanidad vulnerable. Pues, «¿qué es lo que queda?, ¿qué es lo que tiene valor en la vida?, ¿qué riquezas son las que no desaparecen? Sin duda, dos: El Señor y el prójimo. Estas dos riquezas no desaparecen». (Francisco. Gaudete et Exultate 60-61).
Señor Jesús, Camino, Verdad y Vida, que has colocado en el centro de la existencia para ser felices la escucha y el amor, y has unido de modo indisoluble el amor a Dios y el amor al prójimo en tu encarnación, concédenos que nuestra fe crezca por la oración y por la misericordia, por la piedad y por la caridad. Y que nuestro amor tenga siempre como alma la fe, sin separar el amor al hermano del amor a Dios. Que lo que Dios ha unido no lo separemos nosotros. Que la fe vaya unida al amor y el amor a la fe. Que el amor vaya unido a la relación personal contigo, a estar unido a Ti, a estar abierto a la gracia. Que el amor a Ti, Señor, la oración o la lectura del Evangelio, aumenten la pasión y eficacia de nuestra entrega al prójimo. Y que la fe vaya unida al amor concreto, de tal forma que reconozcamos tu rostro en el rostro de nuestros hermanos, sobre todo los más heridos, pequeños, frágiles, indefensos.
 (cf. Francisco. Gaudete et Exultate 100-101)
El lunes 5 de noviembre a las 17.30 h. y a las 20.15 h. en los locales de la parroquia habrá una sesión de formación para catequistas sobre las tres edades de la vida interior. Esta formación es abierta a todos los miembros de la parroquia que lo deseen.
1. La colecta del Domund ha ascendido a 1.104 €.
2. El viernes 9 de noviembre a las 21.30 h. en las Clarisas de Gandía se hará la Adoración Eucarística con jóvenes.
3. La colecta de la semana que viene irá destinada a ayudar a nuestra Diócesis en sus necesidades.
4. YA ESTÁ A SU DISPOSICIÓN EL EVANGELIO 2019, tanto en letra grande como pequeña, Y LIBRETAS PARA APUNTES.
5. Se ha puesto en marcha la rifa de un móvil. Con la venta de cada papeleta se colabora con dos euros. La rifa será el 21 de diciembre.
6. Se está poniendo en marcha en la parroquia un grupo de deporte y ocio que pretende hacer senderismo, rutas en bicicleta, etc. También está en marcha una Revista parroquial. Les daremos más información en breve.
7. Se acabaron de pagar la reforma de los ventanales que ascendían a algo más de 1.900 €. Muchas gracias por su colaboración. Si desea colaborar con la parroquia puede hacer un donativo en la cuenta de BANKIA:
ES83-2038-6230-75-3000420970
Del 4 al 11 de noviembre de 2018

Lunes 5. Santa Ángela de la Cruz Gómez Gonzales. 19.30 h.: Sin intención.
Martes 6. Santos Pedro Poveda Castroverde e Inocencio de la Inmaculada Canoura Arnau, Presbíteros y compañeros mártires. Beata Josefa Naval Girbés. 19.30 h.: Sin intención.
Miércoles 7. San Jacinto Castañeda. Presbítero y mártir. 19.30 h.: Sin intención.
Jueves 8. 19.30 h.: En sufragio de: Antonio Casanova.
Viernes 9. Fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán. 19.30 h.: Sin intención.
Sábado 10. Por la mañana: San León Magno, Papa y Doctor.
Por la tarde: DOMINGO 32 DEL TIEMPO ORDINARIO.
18.00 h.: Con niños. Sin intención. 19.30 h.: Sin intención. 21.00 h.: Sin intención.
Domingo 11. DOMINGO 32 DEL TIEMPO ORDINARIO.
10.00 h.: Sin intención. 11.30 h.: Pro Pópulo. 19.30 h.: Sin intención.
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