3 de mayo de 2014

Domingo 4 de mayo de 2014. III PAS A


Parroquia de Sant Francesc de Borja
Email de la parroquia: sfb500@gmail.com
Domingo 4 de mayo de 2014

                 Queridos hermanos:
Cristo ha resucitado y sigue caminando al lado de todo hombre que camina abatido y desesperanzado. Le escucha sus quejas, desánimos, desesperanzas y desconsuelos y le propone la Palabra que da sentido a todo acontecimiento. Le propone el camino de la Vida que consiste en amar perdiendo la vida como el grano de trigo que es sembrado en tierra..
Verdaderamente ha resucitado y se oculta en el hambriento y en el sediento, en el peregrino y el forastero o en el desnudo, en el enfermo o en el malhechor. En tanto que nos hacemos hospitalarios y acogedores del Señor en el hermano diciéndole: “quédate con nosotros”, nuestra vida se va iluminando. El hermano no resulta un extraño, sino alguien que queremos esté unido para siempre a nuestra misma suerte en el amor.
El evangelio de hoy es de gran riqueza para la acción que Cristo sigue realizando en su Iglesia: pues el Padre trabaja y Jesús también trabaja (cf. Jn 5, 17).
Pero esa presencia de Jesús en nuestras vidas, caminando a nuestro lado, por medio de su Palabra o esa presencia de Jesús en los necesitados será posible descubrirla solamente desde la fracción del Pan. Es la Eucaristía la cumbre y fuente de nuestra vida, de todo lo que hacemos y vivimos. La Eucaristía es la mayor expresión de amor que nos devuelve la comunión con los hermanos. Por eso  los discípulos de Emaús se volvieron a Jerusalén cuando la tarde ya había caído y fueron al Cenáculo donde estaba reunida la comunidad cristiana.
Pidamos al señor que encienda nuestro corazón, que lo haga arder de caridad, como decía San Agustín: “La caridad es el fuego que hacía arder a aquellos dos discípulos por el camino. Después de reconocer a Cristo y, habiendo desaparecido él de su presencia, se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en el camino mientras nos explicaba las Escrituras? (…) Dejaos enfervorizar por el Espíritu y arded en el fuego de la caridad; que vuestro fervor se traduzca en alabanzas a Dios y en inmejorables costumbres. Un cristiano es ardiente, otro frío: que el ardiente encienda al frío y el que arde poco desee arder más y suplique ayuda. El Señor está dispuesto a concederla; nosotros, con el corazón dilatado, deseemos recibirla”. (San Agustín. Sermón 234)
Jesús, vuestro párroco
Lectura del santo evangelio según san Lucas        24, 13-35

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. (...) Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: - «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.» Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron: - «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?» Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: - «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.» Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor.
439           Numerosos judíos e incluso ciertos paganos que compartían su esperanza reconocieron en Jesús los rasgos fundamentales del mesiánico "hijo de David" prometido por Dios a Israel (cf. Mt 2, 2; 9, 27; 12, 23; 15, 22; 20, 30; 21, 9. 15). Jesús aceptó el título de Mesías al cual tenía derecho (cf. Jn 4, 25-26;11, 27), pero no sin reservas porque una parte de sus contemporáneos lo comprendían según una concepción demasiado humana (cf. Mt 22, 41-46), esencialmente política (cf. Jn 6, 15; Lc 24, 21).

642           Todo lo que sucedió en estas jornadas pascuales compromete a cada uno de los Apóstoles - y a Pedro en particular - en la construcción de la era nueva que comenzó en la mañana de Pascua. Como testigos del Resucitado, los apóstoles son las piedras de fundación de su  Iglesia. La fe de la primera comunidad de  creyentes se funda en el testimonio de hombres concretos, conocidos de los cristianos y, para la mayoría, viviendo entre ellos todavía. Estos "testigos de la Resurrección de Cristo" (cf. Hch 1, 22) son ante todo Pedro y los Doce

601 Este designio divino de salvación a través de la muerte del "Siervo, el Justo" (Is 53, 11;cf. Hch 3, 14) había sido anunciado antes en la Escritura como un misterio de redención universal, es decir, de rescate que libera a los hombres de la esclavitud del pecado (cf. Is 53, 11-12; Jn 8, 34-36). S. Pablo profesa en una confesión de fe que dice haber "recibido" (1 Co 15, 3) que "Cristo ha muerto por nuestros pecados según las Escrituras" (ibidem: cf. también Hch 3, 18; 7, 52; 13, 29; 26, 22-23). La muerte redentora de Jesús cumple, en particular, la profecía del Siervo doliente (cf. Is 53, 7-8 y Hch 8, 32-35). Jesús mismo presentó el sentido de su vida y de su muerte a la luz del Siervo doliente (cf. Mt 20, 28). Después de su Resurrección dio esta interpretación de las Escrituras a los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 25-27), luego a los propios apóstoles (cf. Lc 24, 44-45).
La incredulidad de los discípulos. Los llamó, los instruyó, vivió con ellos en la tierra y hasta hizo en su presencia abundantes obras maravillosas. Hasta resucitó algunos muertos; pero no creían que pudiera resucitar a su carne. Llegaron las mujeres al sepulcro, no encontraron allí su cuerpo, escucharon de boca de los ángeles que Cristo había resucitado; las mujeres lo comunicaron a los varones. ¿Y qué está escrito? ¿Qué habéis oído? A ellos estas cosas les parecieron delirios. ¡Gran desdicha la de la naturaleza humana! Cuando Eva refirió lo que le había dicho la serpiente, al instante se le prestó oído. Se dio crédito a una mujer que mentía, lo que nos condujo a la muerte, y no se les dio a las mujeres que decían la verdad que nos conduciría a la vida. (San Agustín. Sermón 232)

Los discípulos tienen menos fe y esperanza que un ladrón en la cruz
Fue -dicen- un varón profeta, grande por sus palabras y obras. Y cómo lo crucificaron los jefes de los sacerdotes, y he aquí que han pasado ya tres días desde que todo esto sucedió. Nosotros esperábamos. Esperabais: ¿ya no esperáis? ¿A eso se reduce toda vuestra condición de discípulos? Un ladrón en la cruz os ha superado: vosotros os habéis olvidado de quien os instruía; él reconoció a aquel con quien estaba colgado. Nosotros esperábamos. ¿Qué esperabais? Que él redimiría a Israel3. La esperanza que teníais y que perdisteis cuando él fue crucificado, la conoció el ladrón en la cruz. Dice al Señor: Señor, ¡acuérdate de mí cuando llegues a tu reino! Ved que era él quien había de redimir a Israel. Aquella cruz era una escuela; en ella enseñó el Maestro al ladrón. El madero de un crucificado se convirtió en cátedra de un maestro. (San Agustín. Sermón 234)

¿No ardía nuestro corazón en el camino?
La caridad es el fuego que hacía arder a aquellos dos discípulos por el camino. Después de reconocer a Cristo y, habiendo desaparecido él de su presencia, se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en el camino mientras nos explicaba las Escrituras? Arded, pero no con el fuego que ha de quemar a los demonios. Arded con el fuego de la caridad para distinguiros de los demonios. Este ardor os arrastra a lo alto, os lleva hacia arriba, os levanta al cielo. (…) Dejaos enfervorizar por el Espíritu y arded en el fuego de la caridad; que vuestro fervor se traduzca en alabanzas a Dios y en inmejorables costumbres. Un cristiano es ardiente, otro frío: que el ardiente encienda al frío y el que arde poco desee arder más y suplique ayuda. El Señor está dispuesto a concederla; nosotros, con el corazón dilatado, deseemos recibirla. (San Agustín. Sermón 234)

¿Dónde lo reconocieron?
Atención, hermanos; ¿dónde quiso el Señor que lo reconocieran? En la fracción del pan. No nos queda duda: partimos el pan y reconocemos al Señor. Pensando en nosotros, que no le íbamos a ver en la carne, pero que íbamos a comer su carne, no quiso que lo reconocieran más que allí. La fracción del pan es causa de consuelo para todo fiel, quienquiera que seas; quienquiera que seas tú que llevas el nombre cristiano, si no lo llevas en vano (San Agustín. Sermón 235)

Si quieres reconocer a Jesús dale hospitalidad
La vida caminaba con ellos, pero en sus corazones aún no residía la vida. También tú, pues, si quieres poseer la vida, haz lo que hicieron ellos para reconocer igualmente al Señor. Le dieron hospitalidad. El Señor tenía el aspecto de uno que iba lejos, pero lo retuvieron. Cuando llegaron al lugar al que se dirigían, le dijeron: Quédate aquí con nosotros, pues el día ya declina. Dale hospitalidad, si quieres reconocerlo como salvador. La hospitalidad les devolvió aquello de lo que les había privado la incredulidad. Así, pues, el Señor se hizo presente a sí mismo en la fracción del pan. Aprended dónde buscar al Señor, dónde tenerlo, dónde reconocerlo: cuando lo coméis. (San Agustín. Sermón 235)
Señor Jesús, que en los discípulos de Emaús te muestras cercano a todo hombre que camina abatido y desesperanzado.
Señor Jesús, creador de todas las cosas, que aceptas con humildad la invitación que te hace la Iglesia de quedarte con nosotros como huésped, siendo tú el anfitrión del banquete de la vida.
Señor Jesús, Camino que peregrina con nosotros, Verdad que hace arder los corazones, Vida que es reconocida al partirse, al darse, concédenos acogerte en nuestro corazón en tu palabra que nos enciende en la caridad, en la Eucaristía donde te partes por nosotros, y enséñanos a acogerte en todos los peregrinos que necesitan amor, comida, bebida, vestido, acogida, visita. Pues acogiéndolos a ellos te acogemos a ti. Y así llegar junto con todos los peregrinos y necesitados contigo al lugar donde no habrá hambre, ni sed, ni desnudez, ni enfermedad, ni peregrinación, ni fatiga, ni dolor. (cf. San Agustín. Sermón 236)
HOMILÍA DE CANONIZACIÓN
En el centro de este domingo, con el que se termina la octava de pascua, y que san Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, están las llagas gloriosas de Cristo resucitado. (…)
Las llagas de Jesús son un escándalo para la fe, pero son también la comprobación de la fe. Por eso, en el cuerpo de Cristo resucitado las llagas no desaparecen, permanecen, porque aquellas llagas son el signo permanente del amor de Dios por nosotros, y son indispensables para creer en Dios. No para creer que Dios existe, sino para creer que Dios es amor, misericordia, fidelidad. San Pedro, citando a Isaías, escribe a los cristianos: «Sus heridas nos han curado» (1 P 2,24; cf. Is 53,5).
San Juan XXIII y san Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano (cf. Is 58,7), porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia. Fueron sacerdotes y obispos y papas del siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte; fue más fuerte la fe en Jesucristo Redentor del hombre y Señor de la historia; en ellos fue más fuerte la misericordia de Dios que se manifiesta en estas cinco llagas; más fuerte, la cercanía materna de María.
En estos dos hombres contemplativos de las llagas de Cristo y testigos de su misericordia había «una esperanza viva», junto a un «gozo inefable y radiante» (1 P 1,3.8). La esperanza y el gozo que Cristo resucitado da a sus discípulos, y de los que nada ni nadie les podrá privar. La esperanza y el gozo pascual, purificados en el crisol de la humillación, del vaciamiento, de la cercanía a los pecadores hasta el extremo, hasta la náusea a causa de la amargura de aquel cáliz. (…) Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia. (…) En la convocatoria del Concilio, san Juan XXIII demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado, guiado por el Espíritu. Éste fue su gran servicio a la Iglesia; por eso me gusta pensar en él como el Papa de la docilidad al Espíritu santo. En este servicio al Pueblo de Dios, san Juan Pablo II fue el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia. Me gusta subrayarlo ahora que estamos viviendo un camino sinodal sobre la familia y con las familias, un camino que él, desde el Cielo, ciertamente acompaña y sostiene. Que estos dos nuevos santos pastores del Pueblo de Dios intercedan por la Iglesia, para que, durante estos dos años de camino sinodal, sea dócil al Espíritu Santo en el servicio pastoral a la familia. Que ambos nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama. (Francisco. Homilía canonización. 27-4-2014).
1. Este domingo 4 de mayo los niños de Anatolé de la parroquia participarán en el Festival de la Canción vocacional en el seminario de Moncada con una canción en torno al tema de “Seréis mis testigos”.
2. El domingo 4 de mayo será la Fiesta del Beato con la Misa Solemne a las 11.30 h. y la Solemne Procesión a las 8 noche.
3. El lunes 5 de mayo comienzan los ensayos de las Primeras Comuniones. Los turnos de las comuniones serán el 11, el 18 y el 25 de mayo en la misa de 12.00.
4. El lunes 5 de mayo comienza el Curso de preparación al Matrimonio en la Parroquia de San Nicolás a las 9 noche.
5. El martes 6 de mayo a las 6 de la tarde reunión con los padres de los niños de 2º curso de la catequesis de infancia para preparar su primera confesión.
6. El jueves 8 de mayo después de la misa vespertina será la Adoración del Santísimo Sacramento.
7. El viernes 9 de mayo habrá Vigilia de oración con jóvenes con el Señor Arzobispo a las 10 de la noche en la parroquia de la Alquería de la Comtessa.
8. El domingo 11 de mayo será la Fiesta en honor a la Virgen de los Desamparados en la Colegiata. A las 12.30 h. la Eucaristía solemne y a las 20.00 h. la Solemne procesión.
9. El domingo 11 de mayo comienza la Misión por las Plazas en tiempo de Pascua. Durante cinco domingos seguidos a las 11,00 de la mañana en el parque de las Esclavas se rezará la Oración de la mañana y se realizará el anuncio de la Buena Noticia. Invitarles a participar en este acto parroquial siguiendo las enseñanzas del Papa Francisco de salir a las calles a anunciar el amor de Cristo vivo y resucitado.
Del 5 al 11 de mayo de 2014
Lunes 5.  19.30 h.: En sufragio de Octavio Monllor Colomina. 
Martes 6. 19.30 h.: En sufragio de Carmen Mascarell Carbó. 
Miércoles 7. 19.30 h.: sin intención. 
Jueves 8. 19.30 h.: En sufragio de Antonio Casanova, Dolores y Carmen Gómez Gasent. 
Viernes 9. Ntra. Señora de las Gracias. 19.30 h.: sin intención. 
Sábado 10. (Por la mañana) BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA , MADRE DE LOS DESAMPARADOS. (Por la tarde) Cuarto domingo de Pascua. 18.00 h.: Con niños. Sin intención. 19.30 h.: sin intención. 21.00 h.: sin intención. 
Domingo 11. Cuarto domingo de Pascua. 9.30 h.: sin intención. 11.00 h.: sin intención. 12.00 h. Pro Pópulo. 1ª COMUNIONES. 19.30 h.: sin intención.


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