27 de octubre de 2012

Domingo 28 de octubre de 2012. XXX TO B.


HOJA
PARROQUIAL
Parroquia de Sant Francesc de Borja
Email de la parroquia: sfb500@gmail.com

Domingo 28 de octubre de 2012.

                

LO SEGUÍA POR EL CAMINO
             Queridos hermanos:
El Evangelio de este domingo nos narra la curación de un ciego famoso: el ciego de Jericó llamado Bartimeo (el hijo de Timeo). Del ciego de Betsaida o del ciego de nacimiento, por ejemplo, no sabemos sus nombres.
Este relato “evoca el itinerario del catecúmeno hacia el sacramento del bautismo, que en la Iglesia antigua se llamaba también "iluminación". (Benedicto XVI. Ángelus. 29-10-2006). Son muchos los detalles que se pueden sacar de este relato: la situación inicial de ceguera, estancamiento y mendicidad; el saber que pasa Jesús, la necesidad vital y apremiante del ciego en recobrar la vista hasta el punto de hacer de su grito oración de fe… Nosotros vamos a detenernos en el final del evangelio: “recobró la vista y lo seguía por el camino”.
Jesús atraviesa Jericó y se dirige a Jerusalén pasando por 37 kilómetros de desierto. Este ciego, tras ser iluminado, sigue a Jesús. Deja el oasis y se adentra en el desierto. Ha encontrado el verdadero oasis que es seguir a Jesús, imitarle, parecerse a Él. El evangelio podría haber terminado así: ““recobró la vista y glorificaba a Dios por ello”, sin hacer referencia al seguimiento por el camino. Una vez curado de la ceguera, y agradecidísimo al Señor, hubiera quedado en Jericó. Pero este ciego ha descubierto lo que tantos santos a lo largo de la historia: “que nada hay en el mundo comparable a la alegría de gastar la vida en tu servicio”. (cf. oración colecta 3 de octubre fiesta de San Francisco de Borja). No estemos tan pendientes de lo que ya hemos recibido que dejemos de estar atentos a lo mucho que nos falta en parecernos a Jesús. Bien podemos aplicar a todos los discípulos de Cristo lo que San Antonio María Claret decía de los claretianos: “Un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura, por todos los medios, encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada le arredra, se goza en las privaciones, aborda los trabajos, abraza los sacrificios, se complace en las calumnias y se alegra en los tormentos. No piensa sino cómo seguirá e imitará a Jesucristo en trabajar, sufrir y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas”. (Lectura en el oficio del 24 de octubre).
Jesús, vuestro párroco
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 10,46-52

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
- Hijo de David, ten compasión de mí.
Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: - Hijo de David, ten compasión de mí.
Jesús se detuvo y dijo: - Llamadlo.
Llamaron al ciego diciéndole: - Ánimo, levántate que te llama.
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: - ¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó: - Maestro, que pueda ver.
Jesús le dijo: - Anda, tu fe te ha curado.
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Palabra del Señor

2616 La petición apremiante de los ciegos: "¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!" (Mt 9, 27) o "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" (Mc 10, 48) ha sido recogida en la tradición de la Oración a Jesús: "¡Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ten piedad de mí, pecador!" Curando enfermedades o perdonando pecados, Jesús siempre responde a la plegaria que le suplica con fe: "Ve en paz, ¡tu fe te ha salvado!".


2665         La oración de la Iglesia, alimentada por la palabra de Dios y por la celebración de la liturgia, nos enseña a orar al Señor Jesús. Aunque esté dirigida sobre todo al Padre, en todas las tradiciones litúrgicas incluye formas de oración dirigidas a Cristo. Algunos salmos, según su actualización en la Oración de la Iglesia, y el Nuevo Testamento ponen en nuestros labios y gravan en nuestros corazones las invocaciones de esta oración a Cristo: Hijo de Dios, Verbo de Dios, Señor, Salvador, Cordero de Dios, Rey, Hijo amado, Hijo de la Virgen, Buen Pastor, Vida nuestra, nuestra Luz, nuestra Esperanza, Resurrección nuestra, Amigo de los hombres...

2666 Pero el Nombre que todo lo contiene es aquel que el Hijo de Dios recibe en su encarnación: Jesús. El nombre divino es inefable para los labios humanos (cf Ex 3, 14; 33, 19-23), pero el Verbo de Dios, al asumir nuestra humanidad, nos lo entrega y nosotros podemos invocarlo: "Jesús", "YHVH salva" (cf Mt 1, 21). El Nombre de Jesús contiene todo: Dios y el hombre y toda la Economía de la creación y de la salvación. Decir "Jesús" es invocarlo desde nuestro propio corazón. Su Nombre es el único que contiene la presencia que significa. Jesús es el resucitado, y cualquiera que invoque su Nombre acoge al Hijo de Dios que le amó y se entregó por él (cf Rm 10, 13; Hch 2, 21; 3, 15-16; Ga 2, 20).

2667 Esta invocación de fe bien sencilla ha sido desarrolla da en la tradición de la oración bajo formas diversas en Oriente y en Occidente. La formulación más habitual, transmitida por los espirituales del Sinaí, de Siria y del Monte Athos es la invocación: "Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ¡Ten piedad de nosotros, pecadores!" Conjuga el himno cristológico de Flp 2, 6-11 con la petición del publicano y del mendigo ciego (cf Lc 18,13; Mc 10, 46-52). Mediante ella, el corazón está acorde con la miseria de los hombres y con la misericordia de su Salvador.

2668 La invocación del santo Nombre de Jesús es el camino más sencillo de la oración continua. Repetida con frecuencia por un corazón humildemente atento, no se dispersa en "palabrerías" (Mt 6, 7), sino que "conserva la Palabra y fructifica con perseverancia" (cf Lc 8, 15). Es posible "en todo tiempo" porque no es una ocupación al lado de otra, sino la única ocupación, la de amar a Dios, que anima y transfigura toda acción en Cristo Jesús.

"¿Qué quieres que te haga?". Dios es luz y creador de la luz. El hombre es hijo de la luz, está hecho para ver la luz, pero ha perdido la vista, y se ve obligado a mendigar. Junto a él pasa el Señor, que se ha hecho mendigo por nosotros: sediento de nuestra fe y de nuestro amor. "¿Qué quieres que te haga?". Dios lo sabe, pero pregunta; quiere que sea el hombre quien hable. Quiere que el hombre se ponga de pie, que encuentre el valor de pedir lo que le corresponde por su dignidad. El Padre quiere oír de la voz misma de su hijo la libre voluntad de ver de nuevo la luz, la luz para la que lo ha creado. "Rabbuní, ¡que vea!". Y Jesús le dice: "Vete, tu fe te ha salvado. Y al instante recobró la vista y lo seguía por el camino" (Mc 10, 51-52).

Queridos hermanos, demos gracias porque este "misterioso encuentro entre nuestra pobreza y la grandeza" de Dios”. (Benedicto XVI. Homilía. 25-10-2009).
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Bartimeo, tras recobrar la vista -narra el evangelio- "lo sigue por el camino", es decir, se convierte en su discípulo y sube con el Maestro a Jerusalén para participar con él en el gran misterio de la salvación. Este relato, en sus aspectos fundamentales, evoca el itinerario del catecúmeno hacia el sacramento del bautismo, que en la Iglesia antigua se llamaba también "iluminación".
La fe es un camino de iluminación: parte de la humildad de reconocerse necesitados de salvación y llega al encuentro personal con Cristo, que llama a seguirlo por la senda del amor. Según este modelo se presentan en la Iglesia los itinerarios de iniciación cristiana, que preparan para los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. En los lugares de antigua evangelización, donde se suele bautizar a los niños, se proponen a los jóvenes y a los adultos experiencias de catequesis y espiritualidad que permiten recorrer un camino de redescubrimiento de la fe de modo maduro y consciente, para asumir luego un compromiso coherente de testimonio. ¡Cuán importante es la labor que realizan en este campo los pastores y los catequistas! El redescubrimiento del valor de su bautismo es la base del compromiso misionero de todo cristiano”. (Benedicto XVI. Ángelus. 29-10-2006).
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“Jericó, donde ha empezado la última parte de la peregrinación de Jesús, se encuentra a 250 metros bajo el nivel del mar, mientras que Jerusalén -la meta del camino- está a 740-780 metros sobre el nivel del mar: un ascenso de casi mil metros. Pero este camino exterior es sobre todo una imagen del movimiento interior de la existencia, que se realiza en el seguimiento de Cristo: es una ascensión a la verdadera altura del ser humano. La persona puede escoger un camino cómodo y evitar todo cansancio. Puede también descender hacia lo bajo, lo vulgar. Puede hundirse en el lodo de la mentira y la deshonestidad. Jesús camina delante de nosotros, y va hacia lo alto. Él nos conduce a lo que es grande, puro, nos conduce al aire saludable de las alturas: a la vida según verdad; al coraje que no se deja intimidar por el cotilleo de las opiniones dominantes; a la paciencia que soporta y sostiene al otro. Él conduce a la disponibilidad para los que sufren, los abandonados; a la fidelidad que está de parte del otro también cuando la situación se hace difícil. Conduce a la disponibilidad para proporcionar ayuda; a la bondad que no se deja desarmar ni por la ingratitud. Él nos conduce al amor -nos conduce a Dios”. (Benedicto XVI. 28 de marzo de 2010)

Señor Jesús, que en tu camino hacia Jerusalén has instruido a tus discípulos acerca de tu pasión gloriosa, y has hecho de tu cruz la santísima escuela de la verdadera sabiduría, danos la luz de tu Espíritu para desear estar unidos a Ti, compartiendo tus sufrimientos por la salvación de todos los hombres. Concédenos un corazón recto y sincero que no esté queriendo servir a dos señores, cumplir contigo y con el mundo. Arráncanos de la Jericó del mundo y transfórmanos con el fuego de tu amor de forma que reflejemos en nuestra vida la imagen de Ti crucificado, modelo de toda dulzura y mansedumbre. (cf. Carta 1,43 de san Pablo de la Cruz, presbítero, en oficio del día 19 de octubre).


“La Iglesia empieza la nueva evangelización orando y con sencillez y humildad mientras proclama a Cristo al mundo. Esta labor no es una simple labor humana, sino el poder de Jesucristo vivo y obrando en el mundo. A través de Cristo conocemos a Su Padre y al Espíritu Santo, y al grandísimo Amor de la Trinidad, por lo que estamos llamados a una comunión que es Trinitaria.

Los evangelizadores están llamados primero a la conversión como individuos y como Iglesia, para alejarse del pecado y creer en el Evangelio. Para todos los que han sido bautizados en el Señor Jesús, empezando por los obispos, el Sacramento de la Penitencia es un sacramento especial, el abrazo del gran perdón de Dios.
Llamados a sentir la experiencia más profunda de Cristo en la Eucaristía, queremos despertar a un nuevo fervor al recordar a los primeros discípulos y los primeros misioneros de nuestra cultura”. (Mons. Robert J. KURTZ, C.R. Obispo de Hamilton. Intervención del 19 de octubre de 2012).

Dice San Bernardo, (cit. en San Juan de Ávila. Audi Filia 92)., «que, no estemos descuidados mirando lo que tenemos de las cosas de Dios, mas cuidadosos por alcanzar lo mucho que nos falta».

“No os engañe nadie; no quiere Cristo a los que quieren cumplir con Él y con el mundo; y por su bendita boca prometió, que ninguno puede servir a dos señores. Y pues Él dijo que no era del mundo, ni los suyos eran del mundo, ni su reino era de este mundo, no es razón que vos lo seáis.” (San Juan de Ávila. Audi Filia 98).

1. El lunes 29 de octubre a las 10.00 h. reunión del Equipo de Pastoral de la Salud; a las 20.15 es la reunión del grupo de IDR. A las 20.30 reunión del Grupo de Oración; a las 20.00 h. dará comienzo la formación arciprestal de catequistas en los nuevos locales parroquiales con una sesión sobre el Concilio Vaticano II. El total de las sesiones es de cinco: los lunes 29 de octubre; 5, 12 y 26 de noviembre y 3 de diciembre.

2. Ese mismo lunes da comienzo el curso de formación organizado por la Junta Mayor de Hermandades de Semana Santa. El tema es la Fe como fundamento de la Moral cristiana a cargo de la profesora Mª Luisa Viejo Sánchez. Los lunes 29 de octubre; 5, 12, 19 y 26 de noviembre de 21.00 a 22.30 h. en el Local Museo de Gandía, Abad Solá 101.
3. El viernes 2 de noviembre, conmemoración de los fieles difuntos, celebraremos tres eucaristías por los difuntos: a las 9.30 de la mañana, a las 12.00 h. y a las 19.30 h. Después de la misa matinal se expondrá el Santísimo Sacramento hasta las 7 tarde.
4. Del viernes 2 al domingo 4 estará de convivencia de inicio de curso la 1ª comunidad neocatecumenal de la parroquia.
5. El sábado 3 de noviembre de 11.00 a 13.00 h. en los locales de la parroquia de Cristo Rey será la formación de pastoral de la salud arciprestal.
6.  El sábado 3 de noviembre en la misa de 6 tarde con niños será el rito de acogida con los niños de primero de comunión.
7. Los lectores y salmistas de las misas de sábado y domingo pueden pasar por despacho o sacristía a retirar la hoja de ministerios para el mes de noviembre.

Donativos recibidos para los nuevos locales en la calle Ciudad de Laval:


Ingresados hasta el 19-10-2012 : 66.141,95 €.
+0€.
Ingresados hasta el 26-10-2012:

66.141,95 €.
Colabore en la cuenta que la parroquia tiene en
BANKIA (Paseo Germanías 82)
2038-6230-75-3000420970
Del 29 de octubre al 4 de noviembre de 2012

Lunes 29.  19.30 h.: En sufragio de: Rosendo Roche.
Martes 30. 19.30 h.: En sufragio de: Mª Jesús Ruíz; Víctor Ferragut Soler;
Miércoles 31. Víspera de la Solemnidad de Todos los Santos. 18.00 h.: Con niños. 19.30 h.: Por los difuntos de la parroquia.
Jueves 1. Solemnidad de Todos los Santos. 12.00 h.: Pro Pópulo.
Viernes 2. Conmemoración de los fieles difuntos. 9.30 h.: Por los difuntos de la parroquia. 12.00: Por los difuntos de la parroquia. 19.30 h.: En sufragio de: Dif. Fam. Ferrer –Puig.
Sábado 3. XXXI del T.O. 18.00 h.: Con niños. En sufragio de: Dif. Fam. García Estruch. 19.30 h.: En sufragio de: Rogelio Roselló. 21.00 h. 
Domingo 4. XXXI del T.O. 12.00 h. Pro Pópulo



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