25 de abril de 2009

Domingo 26 de abril


HOJA

PARROQUIAL


Parroquia de Sant Francesc de Borja

Domingo 26 de abril de 2009

3º Domingo de Pascua. Ciclo B




 Este es el día en que actuó el Señor,

sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Queridos hermanos:

La semana pasada escuchábamos en el evangelio la aparición del resucitado a la comunidad reunida en el primer día de la semana.

Esta aparición instituía nuestro domingo, “el Díes Dómini”, Día del Señor, cada ocho días. Es el domingo cristiano que deja atrás el sábado, reunión de los judíos. En este encuentro Jesús les da la paz, los llena de alegría, les muestra sus llagas gloriosas, los libera de toda culpabilidad y cuenta con ellos para la misión. Aunque le abandonaron o no creyeron en él, como Tomás.

La existencia del domingo cristiano es una de las pruebas de la veracidad de la resurrección y de la manifestación de Jesús a sus elegidos. Domingo tras domingo, la Iglesia, tras dos mil años, es convocada por el resucitado.

Hoy en el evangelio volvemos a encontrarnos en el primer día de la semana, el día de la resurrección, con los discípulos reunidos en el Cenáculo, hablando de lo que el Señor ha hecho, comentando las apariciones de Jesús a los dos de Emaús y a Pedro.

Cada domingo que nos reunimos a celebrar la Eucaristía, Jesús se presenta en medio, como si del primer día de la semana se tratara, como si del día de la resurrección se tratara. Es un Día eterno, atemporal, que recoge toda la historia, personal y colectiva, y la concentra en una persona, Jesús, al que se puede ver, palpar, que nos habla, que nos abre la mente y el entendimiento para comprender las escrituras, que come con nosotros y se nos da como alimento, que es nuestro abogado defensor, si pecamos. Y nos envía como testigos de este perdón: “se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos”.

Todos los días actúa Dios, pero sobre todo uno: el Día del Señor.

Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Jesús, vuestro párroco

 

  




+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 3 5-48

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.

Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: — «Paz a vosotros.»

Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma.

Él les dijo: — «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»

Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no

acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:

— «¿Tenéis ahí algo que comer?»

Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: — «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y sal­mos acerca de mí tenía que cumplirse.»

Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: — «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»

Palabra del Señor.

 

 

 




El sepulcro vacío

640 "¿Por qué buscar entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado" (Lc 24, 5-6). En el marco de los acontecimientos de Pascua, el primer elemento que se encuentra es el sepulcro vacío. No es en sí una prueba directa. La ausencia del cuerpo de Cristo en el sepulcro podría explicarse de otro modo (cf. Jn 20,13; Mt 28, 11-15). A pesar de eso, el sepulcro vacío ha constituido para todos un signo esencial. Su descubrimiento por los discípulos fue el primer paso para el reconocimiento del hecho de la Resurrección. Es el caso, en primer lugar, de las santas mujeres (cf. Lc 24, 3. 22- 23), después de Pedro (cf. Lc 24, 12). "El discípulo que Jesús amaba" (Jn 20, 2) afirma que, al entrar en el sepulcro vacío y al descubrir "las vendas en el suelo"(Jn 20, 6) "vio y creyó" (Jn 20, 8). Eso supone que constató en el estado del sepulcro vacío (cf.Jn 20, 5-7) que la ausencia del cuerpo de Jesús no había podido ser obra humana y que Jesús no había vuelto simplemente a una vida terrenal como había sido el caso de Lázaro (cf. Jn 11, 44).

Las apariciones del Resucitado

641 María Magdalena y las santas mujeres, que venían de embalsamar el cuerpo de Jesús (cf. Mc 16,1; Lc 24, 1) enterrado a prisa en la tarde del Viernes Santo por la llegada del Sábado (cf. Jn 19, 31. 42) fueron las primeras en encontrar al Resucitado (cf. Mt 28, 9-10;Jn 20, 11-18).Así las mujeres fueron las primeras mensajeras de la Resurrección de Cristo para los propios Apóstoles (cf. Lc 24, 9-10). Jesús se apareció en seguida a ellos, primero a Pedro, después a los Doce (cf. 1 Co 15, 5). Pedro, llamado a confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22, 31-32), ve por tanto al Resucitado antes que los demás y sobre su testimonio es sobre el que la comunidad exclama: "¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!" (Lc 24, 34).

 

642 Todo lo que sucedió en estas jornadas pascuales compromete a cada uno de los Apóstoles - y a Pedro en particular - en la  construcción de la era nueva que comenzó en la mañana de Pascua. Como testigos del Resucitado, los apóstoles son las piedras de fundación de su  Iglesia. La fe de la primera comunidad de  creyentes se funda en el testimonio de hombres concretos, conocidos de los cristianos y, para la mayoría, viviendo entre ellos todavía. Estos "testigos de la Resurrección de Cristo" (cf. Hch 1, 22) son ante todo Pedro y los Doce, pero no solamente ellos: Pablo habla claramente de más de quinientas personas a las que se apareció Jesús en una sola vez, además de Santiago y de todos los apóstoles (cf. 1 Co 15, 4-8).

 

643 Ante estos testimonios es imposible interpretar la Resurrección de Cristo fuera del orden físico, y no reconocerlo como un hecho histórico. Sabemos por los hechos que la fe de los discípulos fue sometida a la prueba radical de la pasión y de la muerte en cruz de su Maestro, anunciada por él de antemano (cf. Lc 22, 31-32). La sacudida provocada por la pasión fue tan grande que los discípulos (por lo menos, algunos de ellos) no creyeron tan pronto en la noticia de la resurrección. Los evangelios, lejos de mostrarnos una comunidad arrobada por una exaltación mística, los evangelios nos presentan a los discípulos abatidos ("la cara sombría": Lc 24, 17) y asustados (cf. Jn 20, 19). Por eso no creyeron a las santas mujeres que regresaban del sepulcro y "sus palabras les parecían como desatinos" (Lc 24, 11; cf. Mc 16, 11. 13). Cuando Jesús se manifiesta a los once en la tarde de Pascua "les echó en cara su incredulidad y su dureza de cabeza por no haber creído a quienes le habían visto resucitado" (Mc 16, 14).

 

644 Tan imposible les parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de Jesús resucitado, los discípulos dudan todavía (cf. Lc 24, 38): creen ver un espíritu (cf. Lc 24, 39). "No acaban de creerlo a causa de la alegría y estaban asombrados" (Lc 24, 41). Tomás conocerá la misma prueba de la duda (cf. Jn 20, 24-27) y, en su última aparición en Galilea referida por Mateo, "algunos sin  embargo dudaron" (Mt 28, 17). Por esto la hipótesis según la cual la resurrección habría sido un "producto" de la fe (o de la credulidad) de los apóstoles no tiene consistencia. Muy al contrario, su fe en la Resurrección nació - bajo la acción de la gracia divina- de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado.

 




La aceptación social del aborto y la crisis económica actual son una muestra de la más profunda crisis de la conciencia moral que existe en las sociedades actuales, y también en la española. Así lo hizo notar el cardenal Antonio María Rouco, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) durante la apertura de la plenaria de los obispos este pasado lunes en Madrid.

El cardenal se refirió especialmente a la cuestión del aborto, so-bre la que advirtió que "uno de los campos de la vida social donde urge evangelizar de nuevo es el de la conciencia acerca del don inestimable de la vida de cada ser humano". Lo preocupante de este tema es que "amplios sectores sociales han empezado a considerar públicamente que eliminar a los que van a nacer no sería algo de por sí reprobable" y "tal mentalidad ha encontrado eco en las legislaciones".

En este sentido, recordó que los obispos siempre "han anunciado el Evangelio de la Vida" y negó que esto suponga "hacer política": "Se trata más bien de procurar por medios legítimos el reconocimiento efectivo de aquellos valores éticos fundamentales que trascienden, preceden y sustentan la misma acción política". "Si, por una trágica ofuscación de la conciencia colectiva, el escepticismo llegara a poner en duda hasta los principios fundamentales de la ley moral, el mismo ordenamiento democrático se tambalearía en sus fundamentos, reduciéndose a un puro mecanismo de regulación empírica de intereses diversos y contrapuestos", añadió citando a Juan Pablo II.

Añadió que "cuando la crisis de la conciencia moral en la sociedad afecta a un bien tan decisivo como es la vida humana y el derecho a la misma, no es de extrañar que la crisis moral pueda extenderse y de hecho se extienda a otros aspectos de la existencia de las personas y de las sociedades".

Recordó también la necesidad de defender el derecho de los padres a educar a sus hijos, y añadió que "se violan los derechos de los padres y de las escuelas cuando se impone legalmente a todos una determinada visión antropológica y moral, es decir, una formación estatal de las conciencias", en referencia a la polémica asignatura "Educación para la Ciudadanía".

Respecto a la actual crisis económica, la consideró como una expresión más de esa "crisis de la conciencia moral" que "afecta no sólo a los campos de derechos fundamentales como el derecho a la vida y el derecho a la educación, sino también al derecho al trabajo". Ante esto, los católicos deben dar una doble respuesta: por un lado, con un aumento de las ayudas económicas, y en segundo lugar, también con "el discernimiento de las causas éticas, tanto individuales como sociales, que han provocado la situación de crisis".

Para el purpurado, "será muy difícil superar esta crisis, de tan hondas raíces morales y humanas, sin el respeto de los imperativos espirituales y morales de la sobriedad y de la austeridad de vida; de la aceptación del sacrificio personal, compartido por todos, en aras del bien común; de la concepción y realización del trabajo como un derecho, pero también como un deber generosa y creativamente practicado".

También es necesaria "una regulación normativa jurídica y administrativamente eficaz de la vida económica y financiera que proteja mejor a las instituciones estatales, a las financieras y a las empresas de conductas gravemente egoístas e inmorales, tantas veces estimuladas por generalizados patrones de vida marcados por el ansia del enriquecimiento fácil y rápido". Recordó que los propios obispos, de-cidieron aumentar los fondos destinados a las Cáritas diocesanas. Y advirtió, que "en los meses transcurridos desde entonces la situación ha ido empeorando". Por ello invitó a todas las diócesis a aumentar su apoyo a las Cáritas, especialmente con la próxima colecta con motivo del Corpus Christi.

 




Cuando santo Tomás Moro (1447-1535), que fue canciller de Enrique VIII y condenado a muerte por decapitación, estaba encerrado en la Torre de Londres, le asaltó una noche la tentación del suicidio. Respondió así: “¿Colgarme yo? Por una parte, está el hecho de que peso demasiado, estoy demasiado gordo, y correría el riesgo de que se rompiera la cuerda. Por otra, ni siquiera tengo la cuerda”. Y rompió a reír y desapareció la tentación.

He aquí su famosa oración:

“Dame, Señor, una buena digestión y, naturalmente, algo que digerir. Dame la salud del cuerpo y el buen humor necesario para conservarla. Dame un alma serena, Señor, que tenga siempre ante los ojos loo que es bueno y puro, de forma que no me escandalice ante el pecado, sino que sepa encontrar en modo de ponerle remedio. Dame un alma que no conozca el aburrimiento, los refunfuños, los suspiros y los lamentos, y no permitas que me tome demasiado en serio eso tan avasallador que se llama “yo”. Dame el sentido del ridículo. Concédeme la gracia de entender las bromas a fin de tener alegría en la vida y hacer partícipes de ella a los demás. Amén.

  





1. El lunes 27 de abril a las 5 de la tarde habrá escuela de Catequistas.

2. El mismo lunes a las 20.30 h. en los locales parroquiales habrá reunión para preparar el campamento de verano con niños.

3. El miércoles 29 de abril después de la misa vespertina habrá ensayo de cantos.

4. El jueves 30 de abril a las 8.30 tarde habrá reunión del Consejo de Pastoral.

5. El domingo 3 de mayo se celebrará la procesión del traslado del Santísimo Sacramento desde la Colegiata de Gandía a la Iglesia de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, con motivo del centenario de la llegada de la Congregación de las Esclavas a Gandía en 1908. Comenzará a las 6.30 tarde.

6. De lunes a jueves a las 6 de la tarde será el ensayo de la comuniones de los niños que comulgan el domingo 3 de mayo.

 






Del 27 de abril al 3 de mayo de 2009

 

Lunes 27.  19.30 h.: En sufragio de: Difuntos familia Martínez Royo.

Martes 28. 19.00 h.: En sufragio de: Rvdo D. José Soler Cardona.

Miércoles 29. 19.30 h.: En sufragio de: Rosendo Roche.

Jueves 30. 19.30 h.: En sufragio de: Difuntos familia Martínez Royo.

Viernes 1. 19.30 h.: En sufragio de: Rvdo D. José Soler Cardona.

Sábado 2. IV de Pascua. 18.00 h.: Con niños. Sin intención.

19.30 h.: En sufragio de: Difuntos familia Ferrer Puig.

21.00 h.: En sufragio de: Rogelio Roselló. Bautismo de Miguel Ángel Kleba

Domingo 3. IV de Pascua. 12.00 h. Pro Pópulo. PRIMERAS COMUNIONES.