1 de agosto de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migaja 131.

“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (131)

El salir del arca


Queridos hermanos:

Cuando Dios mandó salir a Noé y su familia y a los animales del arca se produjo una grandísima alegría. Salir del confinamiento, salir de la estrechez: “Entonces dijo Dios a Noé: «Sal del arca con tu mujer, tus hijos y tus nueras. Haz salir también todos los animales que están contigo, todas las criaturas: aves, ganados y reptiles; que se muevan por la tierra, sean fecundos y se multipliquen en ella». Salió, pues, Noé con sus hijos, su mujer y sus nueras. También salieron del arca, por familias, todos los animales, todos los ganados, todas las aves y todos los reptiles que se mueven sobre la tierra” (Génesis 8, 15-19). No salieron antes. Salieron cuando el Señor se lo mandó.

Noé experimentó algo similar a cuando estaba Israel en la esclavitud en Babilonia y se proclamó el retorno de los exiliados: “nos parecía soñar”. “Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos». El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Recoge, Señor, a nuestros cautivos como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas” (Salmo 126 (125), 1-6). Salieron con júbilo.

Nuestra vida también puede ser un vivir en el arca con estrechez, (una mala noche en una mala posada, decía Santa Teresa de Jesús respecto a esta vida); y deseamos que el Señor nos haga salir, de esta morada-arca terrena para entrar en la morada-arca eterna: “Porque sabemos que si se destruye esta nuestra morada terrena, tenemos un sólido edificio que viene de Dios, una morada que no ha sido construida por manos humanas, es eterna y está en los cielos. Y, de hecho, en esta situación suspiramos anhelando ser revestidos de la morada que viene del cielo, si es que nos encuentran vestidos y no desnudos. Pues los que vivimos en esta tienda suspiramos abrumados, por cuanto no queremos ser desvestidos sino sobrevestidos para que lo mortal sea absorbido por la vida; y el que nos ha preparado para esto es Dios, el cual nos ha dado como garantía el Espíritu” (2 Corintios 5,1-5).

Pidamos, pues, estar llenos de buen ánimo agradando a Dios, mientras vivamos en esta arca terrena y estemos dispuestos para salir con júbilo y vivir junto al Señor para siempre: “Así pues, siempre llenos de buen ánimo y sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, estamos desterrados lejos del Señor, caminamos en fe y no en visión. Pero estamos de buen ánimo y preferimos ser desterrados del cuerpo y vivir junto al Señor. Por lo cual, en destierro o en patria, nos esforzamos en agradarlo. Porque todos tenemos que comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir cada cual por lo que haya hecho mientras tenía este cuerpo, sea el bien o el mal” (2 Corintios 5,6-10).

Jesús, vuestro párroco

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