13 de abril de 2019

Domingo 14 de abril de 2019. 6 DOM RAMOS C.

Parroquia de Sant Francesc de Borja
Email de la parroquia: sfb500@gmail.com
       ¡A ver quién grita más fuerte!
Nos disponemos a inaugurar la Semana Santa con la entrada de Jesús en Jerusalén donde es aclamado por los discípulos, los niños y los "pobres de Dios" (cf. Catecismo 559), diciendo: «¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en las alturas».
Y en el relato del Evangelio de la pasión según san Lucas encontramos una escena donde parece ganar el que grita más fuerte pidiendo su muerte. Es la escena en que Pilato intenta, por tres veces, soltar a Jesús teniendo que dar voces para dirigirse a la multitud (cf Lc 23, 14-16. 20.22).
A cada una de las palabras de Pilato el pueblo grita más fuerte que Pilato: A la primera intervención de Pilato: “vociferaron en masa: «¡Quita de en medio a ese! Suéltanos a Barrabás». (23,18); a la segunda vez ellos seguían gritando: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». (23,21); a la tercera y definitiva vez “se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo su griterío” (23,23). Las grandes voces de la multitud prevalecieron. Y “entonces Pilato sentenció que se realizara lo que pedían: “soltó al que le reclamaban (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su voluntad” (23,24-25).
¿Eran los mismos que le habían aclamado “¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor!, los que ahora le gritaban «¡Crucifícalo, crucifícalo!»? No, ciertamente. Dice el Papa Benedicto en su libro Jesús de Nazaret II que “los seguidores de Jesús no están en el lugar del proceso. Están ausentes por miedo.” (pág. 19.231).
Pero en todo este griterío aparece una voz más potente y elocuente. La de Aquel que “no abría la boca” (Is 53,7). Jesús permanece allí callado, en silencio. Aquí podríamos decir con el salmo: “La voz del Señor es potente, la voz del Señor es magnífica… La voz del Señor lanza llamas de fuego” (Sal 29 (28), 4.7). Con su silencio, Jesús, la Palabra del Padre hecha carne, nos habla. De su amor humilde, de su fidelidad, de su misericordia, de su obediencia al Padre, de su llamada a la conversión. ¡Ojala escuchemos esta voz! Como Jeremías podemos decir: “pecamos contra el Señor, nuestro Dios, nosotros igual que nuestros padres, desde la juventud hasta el día de hoy, y fuimos incapaces de oír la voz del Señor, nuestro Dios” (Jr 3,25). Si escuchamos su voz, nos pasará como a los que escucharon la predicación de Pedro, los mismos que había gritado «¡Crucifícalo, crucifícalo!». A esos la predicación les traspasó el corazón y se convirtieron (cf. Hch 2,37-38). También puede ocurrirnos como a Isaías: “Entonces escuché la voz del Señor, que decía: «¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?». Contesté: «Aquí estoy, mándame» (Is 6, 8).
Jesús, vuestro párroco
+ Lectura del santo Evangelio según San Lucas                 19, 28-40
En aquel tiempo, Jesús caminaba delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén. Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos diciéndoles:
«Id a la aldea de enfrente; al entrar en ella, encontraréis un pollino atado, que nadie ha montado nunca. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: “¿Por qué lo desatáis?”, le diréis así: “El Señor lo necesita”».
Fueron, pues, los enviados y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el pollino, los dueños les dijeron:
«¿Por qué desatáis el pollino?».
Ellos dijeron:
«El Señor lo necesita».
Se lo llevaron a Jesús y, después de poner sus mantos sobre el pollino, ayudaron a Jesús a montar sobre él.
Mientras él iba avanzando, extendían sus mantos por el camino. Y, cuando se acercaba ya a la bajada del monte de los Olivos, la multitud de los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios a grandes voces por todos los milagros que habían visto, diciendo:
«¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en las alturas».
Algunos fariseos de entre la gente le dijeron:
«Maestro, reprende a tus discípulos».
Y respondiendo, dijo:
«Os digo que, si estos callan, gritarán las piedras».

Palabra del Señor.
EL PAPA COMENTA
EL EVANGELIO DEL DOMINGO DE RAMOS
«¡Bendito el que viene en nombre del Señor!» (Cf. Lc 19,38), gritaba festiva la muchedumbre de Jerusalén recibiendo a Jesús. Hemos hecho nuestro aquel entusiasmo, agitando las palmas y los ramos de olivo hemos expresado la alabanza y el gozo, el deseo de recibir a Jesús que viene a nosotros. Sí, del mismo modo que entró en Jerusalén, desea también entrar en nuestras ciudades y en nuestras vidas. Así como lo ha hecho en el Evangelio, cabalgando sobre un asno, viene a nosotros humildemente, pero viene «en el nombre del Señor»: con el poder de su amor divino perdona nuestros pecados y nos reconcilia con el Padre y con nosotros mismos. Jesús está contento de la manifestación popular de afecto de la gente, y cuando los fariseos le invitan a que haga callar a los niños y a los otros que lo aclaman, responde: «si estos callan, gritarán las piedras» (Lc 19,40). Nada pudo detener el entusiasmo por la entrada de Jesús; que nada nos impida encontrar en él la fuente de nuestra alegría, de la alegría auténtica, que permanece y da paz; porque sólo Jesús nos salva de los lazos del pecado, de la muerte, del miedo y de la tristeza.
Sin embargo, la Liturgia de hoy nos enseña que el Señor no nos ha salvado con una entrada triunfal o mediante milagros poderosos. El apóstol Pablo, en la segunda lectura, sintetiza con dos verbos el recorrido de la redención: «se despojó» y «se humilló» a sí mismo (Fil 2,7.8). Estos dos verbos nos dicen hasta qué extremo ha llegado el amor de Dios por nosotros. Jesús se despojó de sí mismo: renunció a la gloria de Hijo de Dios y se convirtió en Hijo del hombre, para ser en todo solidario con nosotros pecadores, él que no conoce el pecado. Pero no solamente esto: ha vivido entre nosotros en una «condición de esclavo» (v. 7): no de rey, ni de príncipe, sino de esclavo. Se humilló y el abismo de su humillación, que la Semana Santa nos muestra, parece no tener fondo.
El primer gesto de este amor «hasta el extremo» (Jn 13,1) es el lavatorio de los pies. «El Maestro y el Señor» (Jn 13,14) se abaja hasta los pies de los discípulos, como solamente hacían lo siervos. Nos ha enseñado con el ejemplo que nosotros tenemos necesidad de ser alcanzados por su amor, que se vuelca sobre nosotros; no podemos prescindir de este, no podemos amar sin dejarnos amar antes por él, sin experimentar su sorprendente ternura y sin aceptar que el amor verdadero consiste en el servicio concreto.
Pero esto es solamente el inicio. La humillación de Jesús llega al extremo en la Pasión: es vendido por treinta monedas y traicionado por un beso de un discípulo que él había elegido y llamado amigo. Casi todos los otros huyen y lo abandonan; Pedro lo niega tres veces en el patio del templo. Humillado en el espíritu con burlas, insultos y salivazos; sufre en el cuerpo violencias atroces, los golpes, los latigazos y la corona de espinas desfiguran su aspecto haciéndolo irreconocible. Sufre también la infamia y la condena inicua de las autoridades, religiosas y políticas: es hecho pecado y reconocido injusto. Pilato lo envía posteriormente a Herodes, y este lo devuelve al gobernador romano; mientras le es negada toda justicia, Jesús experimenta en su propia piel también la indiferencia, pues nadie quiere asumirse la responsabilidad de su destino. Pienso ahora en tanta gente, en tantos inmigrantes, en tantos prófugos, en tantos refugiados, en aquellos de los cuales muchos no quieren asumirse la responsabilidad de su destino. El gentío que apenas unos días antes lo aclamaba, transforma las alabanzas en un grito de acusación, prefiriendo incluso que en lugar de él sea liberado un homicida. Llega de este modo a la muerte en cruz, dolorosa e infamante, reservada a los traidores, a los esclavos y a los peores criminales. La soledad, la difamación y el dolor no son todavía el culmen de su anonadamiento. Para ser en todo solidario con nosotros, experimenta también en la cruz el misterioso abandono del Padre. Sin embargo, en el abandono, ora y confía: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46). Suspendido en el patíbulo, además del escarnio, afronta la última tentación: la provocación a bajar de la cruz, a vencer el mal con la fuerza, y a mostrar el rostro de un Dios potente e invencible. Jesús en cambio, precisamente aquí, en el culmen del anonadamiento, revela el rostro auténtico de Dios, que es misericordia. Perdona a sus verdugos, abre las puertas del paraíso al ladrón arrepentido y toca el corazón del centurión. Si el misterio del mal es abismal, infinita es la realidad del Amor que lo ha atravesado, llegando hasta el sepulcro y los infiernos, asumiendo todo nuestro dolor para redimirlo, llevando luz donde hay tinieblas, vida donde hay muerte, amor donde hay odio.
Nos pude parecer muy lejano a nosotros el modo de actuar de Dios, que se ha humillado por nosotros, mientras a nosotros nos parece difícil incluso olvidarnos un poco de nosotros mismos. Él viene a salvarnos; y nosotros estamos llamados a elegir su camino: el camino del servicio, de la donación, del olvido de uno mismo. Podemos encaminarnos por este camino deteniéndonos durante estos días a mirar el Crucifijo, es la “catedra de Dios”. Os invito en esta semana a mirar a menudo esta “Catedra de Dios”, para aprender el amor humilde, que salva y da la vida, para renunciar al egoísmo, a la búsqueda del poder y de la fama. Con su humillación, Jesús nos invita a caminar por su camino. Volvamos a él la mirada, pidamos la gracia de entender al menos un poco de este misterio de su anonadamiento por nosotros; y así, en silencio, contemplemos el misterio de esta semana. (Francisco. Homilía. 20 de marzo de 2016)

La entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén

559 ¿Cómo va a acoger Jerusalén a su Mesías? Jesús rehuyó siempre las tentativas populares de hacerle rey (cf. Jn 6, 15), pero elige el momento y prepara los detalles de su entrada mesiánica en la ciudad de "David, su Padre" (Lc 1,32; cf. Mt 21, 1-11). Es aclamado como hijo de David, el que trae la salvación ("Hosanna" quiere decir "¡sálvanos!", "Danos la salvación!"). Pues bien, el "Rey de la Gloria" (Sal 24, 7-10) entra en su ciudad "montado en un asno" (Za 9, 9): no conquista a la hija de Sión, figura de su Iglesia, ni por la astucia ni por la violencia, sino por la humildad que da testimonio de la Verdad (cf. Jn 18, 37).
Por eso los súbditos de su Reino, aquel día fueron los niños (cf. Mt 21, 15-16; Sal 8, 3) y los "pobres de Dios", que le aclamaban como los ángeles lo anunciaron a los pastores (cf. Lc 19, 38; 2, 14). Su aclamación "Bendito el que viene en el nombre del Señor" (Sal 118, 26), ha sido recogida por la Iglesia en el "Sanctus" de la liturgia eucarística para introducir al memorial de la Pascua del Señor.


Señor Jesús, que has querido necesitar del pollino para entrar como Rey en Jerusalén como figura de que quieres entrar en el fondo de nuestra alma, instalarte en lo profundo de nuestro corazón, y tomar así asiento como un místico caballero, regulando los pasos de nuestra alma, frenando los impulsos de la carne, educándonos en esta suave dirección. Concédenos la dicha de recibirte en las espaldas de nuestra alma, guiados por la brida de tu Palabra para hablar o callar según tu voluntad, siendo una dócil cabalgadura, caminando por la senda que ofrecen tus santos y mártires que han llenado el camino de los mantos de sus vidas hasta la Casa del Padre y no sobre el barro o por sendas falsas. (Inspirado en San Ambrosio. Tratado sobre el Evangelio de San Lucas 9, 9-11).

DOMINGO DE RAMOS
Sábado 13 de abril:
18.00 y 19.30 h.: Celebración del Domingo de Ramos.
Domingo 14 de abril:
10.00 h.: Celebración del Domingo de Ramos.
11.00 h.: Bendición de Palmas y Ramos en la Iglesia de las Esclavas. Procesión hasta la Parroquia. Al llegar, celebración de la Eucaristía.
19.30.: Celebración del Domingo de Ramos.
Las colectas serán para Cáritas Parroquial por ser segundo domingo de mes.

MARTES SANTO 16 de abril.
20.30 h.: Celebración Comunitaria del Sacramento del Perdón
 JUEVES SANTO 18 de abril
 De 9.00 a 11.00 h.: Confesiones.
11.00 h.: Rezo comunitario de Laudes. A la misma hora, actividades para los niños de 3 a 12 años por parte de los catequistas.
19.30 h.: Misa de la Cena del Señor.
La Colecta será para Cáritas interparroquial.

VIERNES SANTO 19 de abril
8.00 h.: Vía Crucis por las calles del Barrio.
11.00 h.: Rezo comunitario de Laudes. A la misma hora, actividades para los niños de 3 a 12 años por parte de los catequistas.
16.30 h.: Celebración de la Pasión del Señor. La Colecta será para Tierra Santa.

SÁBADO SANTO 20 de abril
11.00 h.: Rezo comunitario de Laudes. A la misma hora, actividades para los niños de 3 a 12 años por parte de los catequistas.
A continuación, preparación de la Vigilia Pascual.
22.00 h.: Solemne Vigilia Pascual. Lleven pequeñas campanitas para los niños para el canto del “Gloria”. Colecta extraordinaria parroquial.

DOMINGO DE RESURRECCIÓN 21 de abril
10.00 h.; 11.30 h.; 19.30 h.: Eucaristías del Domingo de Resurrección. Colecta extraordinaria parroquial
1. Limpieza general del Templo: Lunes Santo desde las 16.00 h. Y Sábado Santo desde las 12.30 h.
2. Celebraciones del Perdón:
- Lunes Santo en la parroquia de Cristo Rey a las 20.30 h.
- Martes Santo en nuestra parroquia a las 20.30 h. y en la parroquia de San Nicolás a las 21.00 h.;
- Miércoles Santo a las 19.45 h. en la parroquia de la Sagrada Familia.
- Jueves Santo confesiones en nuestra parroquia de 9 a 11 h.
- En el palacio Ducal el lunes, martes y miércoles santo de 8.00 a 9.30 h. y de 19.00 a 21.00 h.
- En la parroquia de San Cristóbal de Benipeixcar el martes y miércoles santos a las 19.00 h.
3. De lunes a miércoles a las 6’30 de la mañana, se reza la oración comunitaria de Laudes de modo solemne y cantado.
4. De la cruz de Cuaresma de Cáritas se han recaudado hasta el momento 1.095 €.
Del 15 al 21 de abril de 2019
Lunes Santo. 15 de abril 19.30 h.: En sufragio de: Amelia Sendra.
Martes Santo 16 de abril. 19.30 h.: En sufragio de: María Pradillas Deante.
Miércoles Santo 17 de abril. 19.30 h.: En sufragio de: Isabel Terrades y Petri Martínez; Manuel Vega.
Jueves Santo 18 de abril. 19.30 h. Misa de la Cena del Señor.
Viernes Santo 19 de abril. 16.30 h.: Celebración de la Pasión del Señor.
Sábado Santo 20 de abril. 22.00 h.: Solemne Vigilia Pascual.
Domingo de resurrección 21 de abril:
10.00 h.: Sin intención.
11.30 h.: Pro Pópulo.
19.30 h.: Sin intención.


A lo largo del año, en todas las misas, se reza por todos los difuntos. Algunas celebraciones incluyen una intención particular por algún difunto o por alguna necesidad. En muchas de las ocasiones se acompaña de una ofrenda para el sacerdote llamada estipendio. Les invitamos a solicitar en el despacho la celebración de intenciones particulares o misas en sufragio.
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Puedes descargar la Hoja Parroquial:

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