15 de febrero de 2019

Domingo 17 de febrero de 2019. 6 TO C.

Parroquia de Sant Francesc de Borja
Email de la parroquia: sfb500@gmail.com
             Queridos hermanos:
Dice el Papa Francisco: “El mundo nos propone…: el entretenimiento, el disfrute, la distracción, la diversión, y nos dice que eso es lo que hace buena la vida.” (Gaudete et Exultate nº 75). A su vez el mundo nos engaña colocando la seguridad de la propia existencia en las riquezas y que, cuando están en riesgo, la propia vida parece desmoronarse. (cf. Ídem nº 67). El mundo mira hacia otra parte “cuando hay problemas de enfermedad o de dolor en la familia o a su alrededor” escapando de las circunstancias que provocan el dolor o el sufrimiento, huyendo de la cruz. (cf. nº 75). El mundo propone una sociedad que excluye al débil, al necesitado, que excluye la cruz. Sus intereses son muchas veces mezquinos, donde todo es objeto de negocio para aumentar los ingresos o mantenerse en el poder. (cf. nº 78). El mundo nos propone sumergirnos en una oscura mediocridad a través de una vida cómoda poniendo a los cristianos el cartel de “no molestar”. (cf. nº 90). El mundo hace del cristianismo “algo mal visto, sospechado, ridiculizado”. (cf. nº 91). ¡Cuántos niños y jóvenes cristianos son ridiculizados en clase con total impunidad del profesor ocasionando en muchos de ellos el silencio por miedo a ser señalado por los compañeros!
Pero eso es lo que nos propone el mundo. Jesús nos propone otro camino, que además lleva a la vida eterna, a la felicidad aquí. No solamente nos lleva a la eterna bienaventuranza en la vida futura.  “Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.” “Aunque las palabras de Jesús puedan parecernos poéticas, sin embargo van muy a contracorriente con respecto a lo que es costumbre, a lo que se hace en la sociedad; y, si bien este mensaje de Jesús nos atrae, en realidad el mundo nos lleva hacia otro estilo de vida.” (cf. nº 65).
Hay que pedir al Señor que ilumine la “la verdad de nuestro corazón”. (cf. nº 67). Solamente hay dos caminos. Uno es Jesucristo, pobre, manso, humilde, hambriento, que llora, que es odiado… en tantos hermanos hoy. El otro camino es el del rico, satisfecho, saciado, burlón, perseguidor que ocasiona injusticias abundantes. Y tantas veces nos quedamos en una vía aparentemente intermedia, la vía del mediocre, con su silencio, arrastrados por la corriente, anestesiados, sin gozo, sin testimonio, sin plenitud, instalados en una falsa seguridad.  Los cristianos son “seres que cuestionan a la sociedad con su vida, personas que molestan”. (cf. nº 90). “El Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada.” (cf. nº 1).   
Jesús, vuestro párroco
+ Lectura del santo Evangelio según San Lucas                 6, 17. 20-26

En aquel tiempo, Jesús bajó del monte con los Doce y se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía: «Bienaventurados los pobres,
porque vuestro es el reino de Dios.
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre,
             porque quedaréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero ¡ay de vosotros, los ricos,
  porque ya habéis recibido vuestro consuelo!
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados,
  porque tendréis hambre!
¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas.
Palabra del Señor.
LAS BIENAVENTURANZAS
CAMINO DE LA VIDA. LOS DOS CAMINOS

1696         El camino de Cristo "lleva a la vida", un camino contrario "lleva a la perdición" (Mt 7,13; cf Dt 30,15-20). La parábola evangélica de los dos caminos está siempre presente en la catequesis de la Iglesia. Significa la importancia de las decisiones morales para nuestra salvación. "Hay dos caminos, el uno de la vida, el otro de la muerte; pero entre los dos, una gran diferencia".

932 Sin el espíritu de las bienaventuranzas no se puede transformar este mundo y ofrecerlo a Dios"

1697 Las bienaventuranzas, único camino hacia la dicha eterna a la que aspira el corazón del hombre.

1717  Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos.

1718 Las bienaventuranzas responden al deseo natural de felicidad. Este deseo es de origen divino.
EL EVANGELIO COMENTADO POR EL PAPA
“Jesús explicó con toda sencillez qué es ser santos, y lo hizo cuando nos dejó las bienaventuranzas (cf. Mt 5,3- 12; Lc 6,20-23). Son como el carnet de identidad del cristiano. Así, si alguno de nosotros se plantea la pregunta: «¿Cómo se hace para llegar a ser un buen cristiano?», la respuesta es sencilla: es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que dice Jesús en el sermón de las bienaventuranzas. En ellas se dibuja el rostro del Maestro, que estamos llamados a transparentar en lo cotidiano de nuestras vidas. La palabra «feliz» o «bienaventurado», pasa a ser sinónimo de «santo», porque expresa que la persona que es fiel a Dios y vive su Palabra alcanza, en la entrega de sí, la verdadera dicha. Aunque las palabras de Jesús puedan parecernos poéticas, sin embargo van muy a contracorriente con respecto a lo que es costumbre, a lo que se hace en la sociedad; y, si bien este mensaje de Jesús nos atrae, en realidad el mundo nos lleva hacia otro estilo de vida. Las bienaventuranzas de ninguna manera son algo liviano o superficial; al contrario, ya que solo podemos vivirlas si el Espíritu Santo nos invade con toda su potencia y nos libera de la debilidad del egoísmo, de la comodidad, del orgullo. Volvamos a escuchar a Jesús, con todo el amor y el respeto que merece el Maestro. Permitámosle que nos golpee con sus palabras, que nos desafíe, que nos interpele a un cambio real de vida. 
Dichosos los pobres  
El Evangelio nos invita a reconocer la verdad de nuestro corazón, para ver dónde colocamos la seguridad de nuestra vida. Normalmente el rico se siente seguro con sus riquezas, y cree que cuando están en riesgo, todo el sentido de su vida en la tierra se desmorona. Jesús mismo nos lo dijo en la parábola del rico insensato, de ese hombre seguro que, como necio, no pensaba que podría morir ese mismo día (cf. Lc 12,16-21).
Las riquezas no te aseguran nada. Es más: cuando el corazón se siente rico, está tan satisfecho de sí mismo que no tiene espacio para la Palabra de Dios, para amar a los hermanos ni para gozar de las cosas más grandes de la vida. Así se priva de los mayores bienes. Por eso Jesús llama felices a los pobres de espíritu, que tienen el corazón pobre, donde puede entrar el Señor con su constante novedad. 
Esta pobreza de espíritu está muy relacionada con aquella «santa indiferencia» que proponía san Ignacio de Loyola, en la cual alcanzamos una hermosa libertad interior: «Es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera, que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás».
Lucas no habla de una pobreza «de espíritu» sino de ser «pobres» a secas (cf. Lc 6,20), y así nos invita también a una existencia austera y despojada. De ese modo, nos convoca a compartir la vida de los más necesitados, la vida que llevaron los Apóstoles, y en definitiva a configurarnos con Jesús, que «siendo rico se hizo pobre» (2 Co 8,9).” (Francisco. Gaudete et Exultate 63-70).
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El año litúrgico es un gran camino de fe, que la Iglesia realiza siempre precedida por la Virgen Madre María. En los domingos del tiempo ordinario, este itinerario está marcado este año por la lectura del Evangelio de san Lucas, que hoy nos acompaña "en un paraje llano" (Lc 6, 17), donde Jesús se detiene con los Doce y donde se reúne una multitud de otros discípulos y de gente llegada de todas partes para escucharlo. En ese marco se sitúa el anuncio de las "bienaventuranzas" (Lc 6, 20-26; cf. Mt 5, 1-12). Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, dice: "Dichosos los pobres... Dichosos los que ahora tenéis hambre... Dichosos los que lloráis... Dichosos vosotros cuando los hombres... proscriban vuestro nombre" por mi causa. ¿Por qué los proclama dichosos? Porque la justicia de Dios hará que sean saciados, que se alegren, que sean resarcidos de toda acusación falsa, en una palabra, porque ya desde ahora los acoge en su reino. Las bienaventuranzas se basan en el hecho de que existe una justicia divina, que enaltece a quien ha sido humillado injustamente y humilla a quien se ha enaltecido (cf. Lc 14, 11). De hecho, el evangelista san Lucas, después de los cuatro "dichosos vosotros", añade cuatro amonestaciones: "Ay de vosotros, los ricos... Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados... Ay de vosotros, los que ahora reís" y "Ay si todo el mundo habla bien de vosotros", porque, como afirma Jesús, la situación se invertirá, los últimos serán primeros y los primeros últimos" (cf. Lc 13, 30).
Esta justicia y esta bienaventuranza se realizan en el "reino de los cielos" o "reino de Dios", que tendrá su cumplimiento al final de los tiempos, pero que ya está presente en la historia. Donde los pobres son consolados y admitidos al banquete de la vida, allí se manifiesta la justicia de Dios. Esta es la tarea que los discípulos del Señor están llamados a realizar también en la sociedad actual. (…)El Evangelio de Cristo responde positivamente a la sed de justicia del hombre, pero de modo inesperado y sorprendente. Jesús no propone una revolución de tipo social y político, sino la del amor, que ya ha realizado con su cruz y su resurrección. En ellas se fundan las bienaventuranzas, que proponen el nuevo horizonte de justicia, inaugurado por la Pascua, gracias al cual podemos ser justos y construir un mundo mejor.
Queridos amigos, dirijámonos ahora a la Virgen María. Todas las generaciones la proclaman "dichosa", porque creyó en la buena noticia que el Señor le anunció (cf. Lc 1, 45.48). (Benedicto XVI. Ángelus. 14-2-2010).
Señor Jesús, que nos has dejado tu rostro dibujado en las bienaventuranzas, que te has mostrado pobre en tu nacimiento, en tu vida y en tu muerte, que has sido hambriento del amor del Padre y de nuestro amor para darnos a Ti mismo como Pan Vivo, que has llorado nuestra incomprensión e indiferencia, que has llorado nuestra dureza y nuestros pecados, que has llorado con nosotros en nuestros sufrimientos y enfermedades, que has sido odiado, excluido, insultado, proscrito. Tú, Santo y feliz Jesucristo, danos un corazón manso y humilde como el tuyo.
Me gustaría animar a todos los enfermos, a las personas que sufren, a los médicos, enfermeras, familiares y a los voluntarios a que vean en María, Salud de los enfermos, a aquella que es para todos los seres humanos garante de la ternura del amor de Dios y modelo de abandono a su voluntad; y a que siempre encuentren en la fe, alimentada por la Palabra y los Sacramentos, la fuerza para amar a Dios y a los hermanos en la experiencia también de la enfermedad.
Como santa Bernadette estamos bajo la mirada de María. La humilde muchacha de Lourdes cuenta que la Virgen, a la que llamaba «la hermosa Señora», la miraba como se mira a una persona. Estas sencillas palabras describen la plenitud de una relación. Bernadette, pobre, analfabeta y enferma, se siente mirada por María como persona. La hermosa Señora le habla con gran respeto, sin lástima. Esto nos recuerda que cada paciente es y será siempre un ser humano, y debe ser tratado en consecuencia. Los enfermos, como las personas que tienen una discapacidad incluso muy grave, tienen una dignidad inalienable y una misión en la vida y nunca se convierten en simples objetos, aunque a veces puedan parecer meramente pasivos, pero en realidad nunca es así.
Bernadette, después de haber estado en la Gruta y gracias a la oración, transforma su fragilidad en apoyo para los demás, gracias al amor se hace capaz de enriquecer a su prójimo y, sobre todo, de ofrecer su vida por la salvación de la humanidad. El hecho de que la hermosa Señora le pida que rece por los pecadores, nos recuerda que los enfermos, los que sufren, no sólo llevan consigo el deseo de curarse, sino también el de vivir la propia vida de modo cristiano, llegando a darla como verdaderos discípulos misioneros de Cristo. A Bernadette, María le dio la vocación de servir a los enfermos y la llamó para que se hiciera Hermana de la Caridad, una misión que ella cumplió de una manera tan alta que se convirtió en un modelo para todos los agentes sanitarios. Pidamos pues a la Inmaculada Concepción la gracia de saber siempre ver al enfermo como a una persona que, ciertamente, necesita ayuda, a veces incluso para las cosas más básicas, pero que también lleva consigo un don que compartir con los demás.
La mirada de María, Consoladora de los afligidos, ilumina el rostro de la Iglesia en su compromiso diario en favor de los necesitados y los que sufren. (Francisco. Mensaje Jornada Mundial del enfermo de 2017).
  1. Colecta Manos Unidas: 812 €
  2. INFANCIA MISIONERA: Total recaudado hasta el momento: 246 €.
  3. Curso de formación sobre el despertar religioso: PARA PADRES, PROFESORES, CATEQUISTAS. Los lunes del mes de febrero, (18, 25), en los locales nuevos de la parroquia de san Francisco de Borja de Gandía. NO TE LO PIERDAS.
  4. Catequesis para jóvenes y adultos: Martes y jueves a las 8.30 noche, entrando en los locales nuevos por la calle Ciudad de Laval 30.
  5. SEMANA DEL ENFERMO: El domingo 17 de febrero a las 17.00 h. pasaremos una película teniendo como fondo la temática de la salud.
  6. El miércoles 20 de febrero a las 17.30 h. reunión del Equipo de Cáritas.
  7. El sábado 23 de febrero en la misa de 18.00 h. se hará la entrega del shemá a los niños de primero de Jesús es el Señor.
Del 18 al 24 de febrero  de 2019
Lunes 18.  19.30 h.: Sin intención.
Martes 19. 19.30 h.: Sin intención.
Miércoles 20. 19.30 h.: En sufragio de: Dif. Fam. Espí—Sanchis; Jesús Lloret Escrivá.
Jueves 21. San Pedro Damiani, obispo y doctor. 19.30 h.: En sufragio de: Vicente Peiró García.
Viernes 22. Fiesta de la Cátedra del apóstol San Pedro. 19.30 h.: En sufragio de: Asunción Borrull; Rvdo. Ismael Fos Santamaría.
Sábado 23. Por la mañana: San Policarpo, obispo y mártir. Por la tarde: DOMINGO SÉPTIMO DEL TIEMPO ORDINARIO.
18.00 h.: Con niños. Sin intención.
19.30 h.: En sufragio de: José Antonio Cabanilles; Ángela Todolí.
21.00 h.: Sin intención.
Domingo 24. DOMINGO SÉPTIMO DEL TIEMPO ORDINARIO.
10.00 h.: Sin intención.
11.30 h.: Pro Pópulo.
19.30 h.: Sin intención.
A lo largo del año, en todas las misas, se reza por todos los difuntos. Algunas celebraciones incluyen una intención particular por algún difunto o por alguna necesidad. Les invitamos a solicitar en el despacho la celebración de intenciones particulares o misas en sufragio.
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Puedes descargar la Hoja Parroquial:

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