3 de julio de 2016

Domingo 3 de julio de 2016. 14 TO C.

HOJA
PARROQUIAL
Parroquia de Sant Francesc de Borja
Email de la parroquia: sfb500@gmail.com


Domingo 3 de Julio de 2016

               Queridos hermanos:
En el evangelio de la semana pasada, la llamada de los discípulos era apremiante y no admitía demora: “Sígueme”, les decía. La tarea de evangelizar era resucitar a los muertos que entierran a los muertos por medio del anuncio del Reino. Una hermosa tarea de llevar la simiente de la vida eterna. También a otro le habló de la tarea de evangelizar como la de abrir con el arado el surco en la tierra para que reciba la semilla. “El que pone la mano en el arado…”. El evangelio este domingo nos habla de mies y, por tanto, de siega. Es otra forma de presentar el trabajo del evangelizador: cosechar lo que otro sembró, como dirá Jesús mismo en el evangelio de San Juan: “yo os he enviado a segar donde vosotros no os habéis fatigado. Otros se fatigaron y vosotros os aprovecháis de su fatiga.” (Juan 4,38). Los 72 del evangelio son “enviados segadores con la hoz del evangelio” (San Agustín. Sermón 101). Antes de que el evangelizador llegara ya estaba el Señor trabajando el corazón. Por eso el Espíritu Santo es el principal evangelizador a través de “su acción silenciosa y discreta”. (cf. Evangelii Nuntiandi 75; Directorio General para la catequesis 288).
El cardenal Ratzinger dio una conferencia en el Jubileo del año 2000. Decía entonces que “todos tienen necesidad del Evangelio; el Evangelio está hecho para todos y no sólo a un sector determinado de personas, por esto estamos obligados a buscar nuevas vías para llevar el Evangelio a todos.” (Conferencia sobre la Nueva Evangelización. 10-diciembre - 2000). Es la “mucha mies” de la que habla Jesús en el evangelio. Y comenta el entonces Cardenal una frase de un famoso párroco italiano, el Padre Didimo: “Jesús debía adquirir de Dios a los discípulos. Esto mismo es siempre válido. No podemos ganar nosotros los hombres. Debemos obtenerlos de Dios para Dios. Todos los métodos están vacíos si no tienen en su base la oración. La palabra del anuncio siempre debe recubrir una vida de oración.” (id.). La oración y siempre la oración es el oxígeno de la evangelización: la oración para pedir trabajadores, la oración para que siembren la semilla de la Palabra de Dios; la oración para que haya una abundante cosecha; la oración para que haya una siega fructuosa.
En este contexto agrícola es fácil comprender la importancia de la paciencia del que evangeliza, desde la preparación del terreno con el arado, como la siembra, el cuidado de lo sembrado, hasta la siega, cosechando frutos para el Señor. Y también la confianza en Dios, que es quien “hace que la semilla de la Palabra de Dios que ha sido sembrada en tierra buena y labrada con amor, nazca, crezca y de fruto.” (Directorio General para la catequesis 289).
Jesús, vuestro párroco
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas                 10, 1-12. 17-20

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
— «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios.”
Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios.”
Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.»
Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:
— «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.»
Él les contestó:
— «Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.»
Palabra del Señor.
787           Desde el comienzo, Jesús asoció a sus discípulos a su vida (cf. Mc. 1,16-20; 3, 13-19); les reveló el Misterio del Reino (cf. Mt 13, 10-17); les dio parte en su misión, en su alegría (cf. Lc 10, 17-20) y en sus sufrimientos (cf. Lc 22, 28-30).
858           Jesús es el enviado del Padre. Desde el comienzo de su ministerio, "llamó a los que él quiso, y vinieron donde él. Instituyó Doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar" (Mc 3, 13-14). Desde entonces, serán sus "enviados" [es lo que significa la palabra griega "apostoloi"]. En ellos continúa su propia misión: "Como el Padre me envió, también yo os envío" (Jn 20, 21; cf 13, 20; 17, 18). Por tanto su ministerio es la continuación de la misión de Cristo: "Quien a vosotros recibe, a mí me recibe", dice a los Doce (Mt 10, 40; cf Lc 10, 16). 
EL PAPA COMENTA
LAS LECTURAS DEL DOMINGO
Hoy la palabra de Dios nos habla de la misión. ¿De dónde nace la misión? La respuesta es sencilla: nace de una llamada que nos hace el Señor, y quien es llamado por Él lo es para ser enviado. ¿Cuál debe ser el estilo del enviado? ¿Cuáles son los puntos de referencia de la misión cristiana? Las lecturas que hemos escuchado nos sugieren tres: la alegría de la consolación, la cruz y la oración.
1. El primer elemento: la alegría de la consolación. El profeta Isaías se dirige a un pueblo que ha atravesado el periodo oscuro del exilio, ha sufrido una prueba muy dura; pero ahora, para Jerusalén, ha llegado el tiempo de la consolación; la tristeza y el miedo deben dejar paso a la alegría: “Festejad… gozad… alegraos”, dice el Profeta (66,10). Es una gran invitación a la alegría. ¿Por qué? ¿Cuál es el motivo de esta invitación a la alegría? Porque el Señor hará derivar hacia la santa Ciudad y sus habitantes un “torrente” de consolación, un torrente de consolación –así llenos de consolación-, un torrente de ternura materna: “Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán” (v. 12). Como la mamá pone al niño sobre sus rodillas y lo acaricia, así el Señor hará con nosotros y hace con nosotros. Éste es el torrente de ternura que nos da tanta consolación. “Como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo” (v. 13). Todo cristiano, y sobre todo nosotros, estamos llamados a ser portadores de este mensaje de esperanza que da serenidad y alegría: la consolación de Dios, su ternura para con todos. Pero sólo podremos ser portadores si nosotros experimentamos antes la alegría de ser consolados por Él, de ser amados por Él. Esto es importante para que nuestra misión sea fecunda: sentir la consolación de Dios y transmitirla. (…) La invitación de Isaías ha de resonar en nuestro corazón: “Consolad, consolad a mi pueblo” (40,1), y esto convertirse en misión. Encontrar al Señor que nos consuela e ir a consolar al pueblo de Dios, ésta es la misión. La gente de hoy tiene necesidad ciertamente de palabras, pero sobre todo tiene necesidad de que demos testimonio de la misericordia, la ternura del Señor, que enardece el corazón, despierta la esperanza, atrae hacia el bien. ¡La alegría de llevar la consolación de Dios!
2. El segundo punto de referencia de la misión es la cruz de Cristo. San Pablo, escribiendo a los Gálatas, dice: “Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (6,14). Y habla de las “marcas”, es decir, de las llagas de Cristo Crucificado, como el cuño, la señal distintiva de su existencia de Apóstol del Evangelio. En su ministerio, Pablo ha experimentado el sufrimiento, la debilidad y la derrota, pero también la alegría y la consolación. He aquí el misterio pascual de Jesús: misterio de muerte y resurrección. Y precisamente haberse dejado conformar con la muerte de Jesús ha hecho a San Pablo participar en su resurrección, en su victoria. En la hora de la oscuridad, en la hora de la prueba está ya presente y activa el alba de la luz y de la salvación. ¡El misterio pascual es el corazón palpitante de la misión de la Iglesia! Y si permanecemos dentro de este misterio, estamos a salvo tanto de una visión mundana y triunfalista de la misión, como del desánimo que puede nacer ante las pruebas y los fracasos. La fecundidad pastoral, la fecundidad del anuncio del Evangelio no procede ni del éxito ni del fracaso según los criterios de valoración humana, sino de conformarse con la lógica de la Cruz de Jesús, que es la lógica del salir de sí mismos y darse, la lógica del amor. Es la Cruz –siempre la Cruz con Cristo, porque a veces nos ofrecen la cruz sin Cristo: ésa no sirve–. Es la Cruz, siempre la Cruz con Cristo, la que garantiza la fecundidad de nuestra misión. Y desde la Cruz, acto supremo de misericordia y de amor, renacemos como “criatura nueva” (Ga 6,15).
3. Finalmente, el tercer elemento: la oración. En el Evangelio hemos escuchado: “Rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies” (Lc 10,2). Los obreros para la mies no son elegidos mediante campañas publicitarias o llamadas al servicio de la generosidad, sino que son “elegidos” y “mandados” por Dios. Él es quien elige, Él es quien manda, Él es quien manda, Él es quien encomienda la misión. Por eso es importante la oración. La Iglesia, nos ha repetido Benedicto XVI, no es nuestra, sino de Dios; ¡y cuántas veces nosotros, los consagrados, pensamos que es nuestra! La convertimos… en lo que se nos ocurre. Pero no es nuestra, es de Dios. El campo a cultivar es suyo. Así pues, la misión es sobre todo gracia. La misión es gracia. Y si el apóstol es fruto de la oración, encontrará en ella la luz y la fuerza de su acción. En efecto, nuestra misión pierde su fecundidad, e incluso se apaga, en el mismo momento en que se interrumpe la conexión con la fuente, con el Señor.
La evangelización se hace de rodillas. Óiganlo bien: “la evangelización se hace de rodillas”. ¡Sean siempre hombres y mujeres de oración! Sin la relación constante con Dios la misión se convierte en función. Pero, ¿en qué trabajas tú? ¿Eres sastre, cocinera, sacerdote, trabajas como sacerdote, trabajas como religiosa? No. No es un oficio, es otra cosa. El riesgo del activismo, de confiar demasiado en las estructuras, está siempre al acecho. Si miramos a Jesús, vemos que la víspera de cada decisión y acontecimiento importante, se recogía en oración intensa y prolongada. Cultivemos la dimensión contemplativa, incluso en la vorágine de los compromisos más urgentes y duros. Cuanto más les llame la misión a ir a las periferias existenciales, más unido ha de estar su corazón a Cristo, lleno de misericordia y de amor. ¡Aquí reside el secreto de la fecundidad pastoral, de la fecundidad de un discípulo del Señor!
Jesús manda a los suyos sin “talega, ni alforja, ni sandalias” (Lc 10,4). La difusión del Evangelio no está asegurada ni por el número de personas, ni por el prestigio de la institución, ni por la cantidad de recursos disponibles. Lo que cuenta es estar imbuidos del amor de Cristo, dejarse conducir por el Espíritu Santo, e injertar la propia vida en el árbol de la vida, que es la Cruz del Señor.
Queridos amigos y amigas, con gran confianza les pongo bajo la intercesión de María Santísima. Ella es la Madre que nos ayuda a tomar las decisiones definitivas con libertad, sin miedo. Que Ella les ayude a dar testimonio de la alegría de la consolación de Dios, sin tener miedo a la alegría; que Ella les ayude a conformarse con la lógica de amor de la Cruz, a crecer en una unión cada vez más intensa con el Señor en la oración. ¡Así su vida será rica y fecunda! Amén.” (Francisco. 7 de julio de 2013) 
“Pensad, pues, amados hermanos, pensad bien en lo que dice el Evangelio: Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies. Rogad también por nosotros, para que nuestro trabajo en bien vuestro sea fructuoso y para que nuestra voz no deje nunca de exhortaros, no sea que, después de haber recibido el ministerio de la predicación, seamos acusados ante el justo Juez por nuestro silencio.” (San Gregorio Magno, papa. Homilía 17 sobre los evangelios).

Oremos por los sacerdotes ordenados el sábado 25 de junio. Oremos también por todos los que, de una forma o de otra, han recibido el ministerio de la predicación de la Palabra de Dios en el seno de su iglesia: el Papa, los obispos, presbíteros, diáconos, catequistas, misioneros, educadores, monitores, padres de familia, abuelos, profesores, maestros, didáscalos, pedagogos, teólogos...
Oremos por las personas que escucharán la Buena Noticia del Evangelio, personas que desean escuchar la alegría del amor de Dios, pero faltan, en cambio, quienes se dediquen a anunciarlas. 
Oremos para que seamos trabajadores de su mies.


“Vivimos en una sociedad en la que cada espacio, cada momento, parece que deba «llenarse» de iniciativas, de actividades, de ruidos; con frecuencia ni siquiera hay tiempo para escuchar y para dialogar. Queridos hermanos y hermanas, no tengamos miedo de hacer silencio fuera y dentro de nosotros si queremos ser capaces no sólo de percibir la voz de Dios, sino también la voz de quien está a nuestro lado, la voz de los demás.” (Benedicto XVI. Homilía 4-julio-2010).
 

HORARIO DE VERANO de los sábados:
Misas los sábados tarde a las 19.30 h. y a las 21.00 h. (con las comunidades).

HORARIO DE VERANO de los domingos:
11.00 h. y 19.30 h.
HORARIO DE CONFESIONES
Media hora antes de las misas

1. CAMPAMENTO DE VERANO. Se realizará del 10 al 17 de julio en la población de Uña (Cuenca) en el Albergue la Canadilla para niños entre 6 y 12 años organizado por las Parroquias de Cristo Rey y San Francisco de Borja de Gandía.
2. INFORMACIÓN PEREGRINACIÓN JMJ CRACOVIA
Treinta y tres personas, peregrinarán a la Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Cracovia. Del 27 de julio al 6 de agosto. Yendo al Encuentro con el Papa Francisco en la Vigilia de Oración y la Eucaristía. Visitarán también Wadowice y Campo de concentración de Auschwitz.
3. D. ARTURO PABLO ROS MURGADAS, NOMBRADO OBISPO AUXILIAR DE VALENCIA. Monseñor Ros nació en Vinalesa el 10 de junio de 1964 y recibió la ordenación sacerdotal en Valencia en 1993. Fue superior del Seminario Mayor de 2000 a 2005. Desde 2006 a 2010 fue párroco en Requena y en numerosas pedanías de esta localidad. También fue titular en la ciudad de Valencia de las parroquias Nuestra Señora de la Buena Guía y San Vicente Ferrer. Desde 2010 era vicario episcopal de la vicaría V de la diócesis de Valencia (Llíria-Requena-Ademuz),
El obispo auxiliar electo de Valencia, monseñor Arturo Pablo Ros Murgadas, recibirá la ordenación episcopal el sábado 3 de septiembre, a las 11 horas, en una solemne eucaristía en la Catedral de Valencia. Será el segundo obispo auxiliar de la diócesis, después de D. Esteban Escudero, nombrado por el Papa en mayo de 2015.
Del 4 al 10 de julio de 2016
Lunes 4. Santa Isabel de Portugal. 19.30 h.: En sufragio de: Antonio García García. 
Martes 5. San Antonio Mª Zacarías, pbro. 19.30 h.: En sufragio de: Pilar Moratal Monzó. 
Miércoles 6. Santa maría Goretti, vg. y mr. 19.30 h.: En sufragio de: Rvdo. D. Valeriano Achiaga Fustel. 
Jueves 7. 19.30 h.: En sufragio de: Rvdo. D. Vicente Folgado Ramírez. 
Viernes 8. 19.30 h.: En sufragio de: Antonio Casanova; Fernando Aniceto y Carmen Bardés. 
Sábado 9. Por la mañana: Santos Agustín Zhao Rong, pbro. y comp. mr. Por la tarde: 
Domingo XV del T.O. 19.30 h.: En sufragio de: Dif. Fam. García—Estruch. 21.00 h.: En sufragio de: Dif. Fam. Peiró—Santamaría. Domingo 10. XV del T.O.  11.00 h.: Pro Pópulo. 19.30 h.: Sin intención.
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