10 de abril de 2024

Domingo 14 de Abril de 2024. DOMINGO 3º DE PASCUA. B

DOMINGO 3º DE PACUA. CICLO B
 Hoy Cristo se sigue haciendo presente y se muestra cercano a nosotros; muchos son los testimonios que nos hacen presente a Cristo vivo entre nosotros: cuando encontramos la paz que sólo Cristo nos puede dar; cuando vemos a gente trabajar por los necesitados por el Amor de Dios; cuando los hambrientos son saciados; cuando vemos a una familia vivir en armonía; al valorar la vida que disfrutamos cada día; cuando escuchamos la Palabra de Dios y vemos cómo se hace realidad en nuestras vidas. En realidad son muchas las maneras en las que Dios se hace presente; pero nosotros tenemos que decidirnos a creer que Cristo está vivo entre nosotros, que se encuentra en cada uno de estos acontecimientos. Es la fe la que nos introduce a este mundo maravilloso de Cristo Resucitado, es la fe la que nos permite experimentar la presencia viva de Cristo entre nosotros. Es la fe también la que nos debe impulsar a dar testimonio de este Cristo resucitado. No tengamos miedo, atrevámonos a dar testimonio de Él; pidámosle a Él que ilumine nuestro entendimiento y nuestro corazón para poderlo contemplar y reflejar vivo en nuestras vidas.

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas  24, 35-48. 

Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.

Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con vosotros”. Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: “No temáis; soy yo. ¿Por qué os espantáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tocadme y convenceos: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como veis que tengo yo”. Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: “¿Tenéis aquí algo de comer?” Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos. Después les dijo: “Lo que ha sucedido es aquello de que os hablaba yo, cuando aún estaba con vosotros: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”

Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Vosotros sois testigos de esto”.
Formación en la fe

Celebrar la resurrección 

El misterio de la resurrección recorre todo este tiempo. Se lo contempla bajo todos sus aspectos durante los cincuenta días. La buena nueva de la salvación es la causa del regocijo de la Iglesia. La resurrección se presenta a la vez como acontecimiento y como realidad omnipresente, como misterio salvador que actúa constantemente en la Iglesia. Así se deduce claramente del estudio de la liturgia pascual. Comenzando el domingo de pascua y su octava, advertimos que los evangelios de cada día nos relatan las varias manifestaciones del Señor resucitado a sus discípulos: a María Magdalena y a las otras mujeres, a los dos discípulos que iban camino de Emaús, a los once apóstoles sentados a la mesa, en el lago de Tiberíades, a todos los apóstoles, incluido Tomás. Estas manifestaciones visibles del Señor, tal como las registran los cuatro evangelistas, pueden considerarse el tema mayor de la liturgia de la palabra. Así es ciertamente en la octava, en la que cada día se nos presenta el acontecimiento de pascua bajo una luz nueva.

Después de la octava, no se pierde de vista la resurrección, sino que se la contempla desde una perspectiva diferente. Ahora se destaca sobre todo la presencia activa en la Iglesia de Cristo glorificado. Se lo contempla como el buen pastor que desde el cielo apacienta a su rebaño, o como el camino que lleva al Padre, o bien como la fuente del Espíritu y el que da el pan de vida, o como la vid de la cual obtienen la vida y el sustento los sarmientos.

Considerada, pues, como acontecimiento histórico y como misterio que afecta a nuestra vida aquí y ahora, la resurrección es el foco de toda la liturgia pascual. Es éste el tiempo de la resurrección y, por tanto, de la nueva vida y la esperanza.

Y como este misterio es realmente una buena nueva para el mundo, es preciso atestiguarlo y proclamarlo. Los evangelios nos presentan el testimonio apostólico y exigen de nosotros la respuesta de la fe. También hay otros escritos del Nuevo Testamento, como los Hechos de los Apóstoles, que han consignado para nosotros el testimonio que los discípulos dieron de "la resurrección del Señor Jesús".

No basta con recordar el misterio, debemos mostrarlo también con nuestras vidas. Resucitados con Cristo, nuestras vidas han de manifestar el cambio que ha tenido lugar. Debemos buscar "las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios" (Col 3,1). Esto significa compartir la libertad de los hijos de Dios en Jesucristo.
Rincón de oración

¿POR QUE ORAR?

           Llama la atención que el Catecismo de la Iglesia Católica dedique una quinta parte (20%) de sus páginas al tema de la oración, en forma muy extensa y explícita, y tratando todas las formas de oración, inclusive la de la contemplación. Son tan detallados los capítulos que el Catecismo de la Iglesia Católica dedica a la oración, que trae hasta consejos prácticos para la oración y trata también los errores en que pueden caer los orantes. El tratamiento que da el Catecismo de la Iglesia Católica a la oración denota la importancia que le asigna el Magisterio de la Iglesia a la misma.

La oración es la llave que abre nuestro corazón y nuestra alma al Espíritu Santo; es decir, a su acción de transformación en nosotros. Al orar, permitimos a Dios actuar en nuestra alma -en nuestro entendimiento y nuestra voluntad- para ir adaptando nuestro ser a Su Voluntad. (cfr. CIC 2825-1827)

La oración nos va descubriendo el misterio de la Voluntad de Dios.

La oración va conformando nuestro ser a esa forma de ser y de pensar divinas: nos va haciendo ver las cosas y los hechos como Dios los ve.

La oración nos va haciendo conformar nuestra vida a los planes que Dios tiene para nuestra existencia.

En fin: la oración nos va haciendo cada vez más "imagen de Dios".

Es el crecimiento en el Señor, y ese crecimiento hacia la plenitud de Dios no puede darse sin la oración, sin "ese encuentro que cambia la vida". Y ese crecimiento significa ir creciendo en los frutos del Espíritu Santo, algunos de los cuales cita San Pablo en su carta a los Gálatas (5, 22-23): amor, alegría, paciencia, comprensión, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí ... pues el Espíritu Santo va infundiendo ésos y otros frutos en el alma de todo aquél que se abre a su acción de transformación divina, sobre todo a través de la oración.

La oración es tan importante que no podemos, por ejemplo, pretender amar, amar verdaderamente, amar como Dios nos ama, si no nos abrimos a la acción del Espíritu Santo a través de la oración y de los Sacramentos. Porque para amar verdaderamente hay que dejar que sea el Espíritu Santo -que habita en nuestro interior si estamos en estado de gracia– quien ame en nosotros y a través de nosotros. De otra manera, lejos de proyectar el Amor de Dios en nosotros, podemos más bien proyectar nuestro propio yo.

Actividades parroquiales

 Horario de Misas

De lunes a sábado.. 19:30 h.

Domingos .............. 10:00—11:30 h

Rezo del Santo Rosario

De lunes a sábado .. 19:00 h.

Exposición del Santísimo

Jueves .................... 18:30—19:30 h.

Domingos .............. 10:30—11:30 h.

Confesiones

Media hora antes a cada Misa

Cuando alguien lo solicite

Despacho Parroquial

Martes, miércoles

y jueves ................ 18:00—19:00 h.

 Cáritas Parroquial

Atención los miércoles de 18 a 19 h. en los locales de Ciudad de Laval, 30.

Lectio Divina

Iniciación a la oración con la lectio divina, un camino para aprender a orar desde la palabra de Dios. El método de lectio divina sigue cuatro pasos: lectio (lectura), meditatio (meditación), contemplatio (contemplación) y oratio (oración).

Quincenalmente los lunes después de la Santa Misa, a las 20:30 h.

Comenzamos el lunes próximo, día 15.

El ejemplo de los Santos

18 de abril: beato Andrés Hibernón Real, religioso franciscano

Ginés Hibernón y María Real, piadoso y honrado matrimonio, vivían en Alcantarilla, en 1534. Pero pocos días antes de dar María a luz a su hijo, se trasladaron a Murcia, donde tenía un hermano beneficiado en la catedral. En su casa nació Andrés y fue bautizado en la catedral. El 3 de octubre de 1556, a los veintidós años de edad, comenzó el noviciado en el convento franciscano de Albacete, en la condición de hermano lego, profesando el 1 de noviembre de 1557. 

La reforma franciscana de los descalzos, realizada por san Pedro de Alcántara (1534-1602), se extendió enseguida por todas partes. Conocedor Andrés Hibernón de la edificante vida que llevaban los descalzos, consiguió la autorización para ingresar en alguno de los conventos de esta reforma. Andrés Hibernón se ejercitó en los oficios propios de su estado de hermano lego, imitando a san Francisco de Asís, gozando, por ello, en vida de gran fama de santidad. Los últimos años de su vida los pasó en Gandía, donde promovió en toda la comarca una renovación desde la contemplación mística y la caridad, por lo que es venerado en aquella comarca como el “beatet”. Murió plácidamente en la Ciudad Ducal el 18 de abril de 1602, a los sesenta y ocho años de edad.

 

 


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