30 de noviembre de 2019

1 de diciembre de 2019. 1 ADV A.

   
                 Queridos hermanos:
Comenzamos el tiempo de Adviento. Empezamos esperando a Jesús, se venida en el hoy y su venida definitiva. Poniendo medios para despertar el corazón: oración, vigilias, retiros, lectura espiritual… todo lo que ayude al corazón a despertar, a estar preparados a la venida del Señor.
¡Ven! Es el grito que más resuena en este tiempo y en el tiempo de la Iglesia hasta la venida de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. “Dios mío, ven en mi auxilio. Señor date prisa en socorrerme”. Así comienzan la Liturgia de las Horas de la Iglesia. Son dos frases sacadas del salmo 69 (68), 2 y del salmo 40 (39), 14. Ayuda a preparar el corazón a la oración. Presentándose ante el Señor como mendigo de su presencia y de su ayuda. Bien puede ayudarnos en este tiempo de Adviento. Decía Juan Casiano:
    “Si queréis que el pensamiento de Dios more sin cesar en vosotros, debéis proponer continuamente a vuestra mirada interior esta fórmula de devoción: Dios mío ven en mi auxilio; Señor, date prisa en socorrerme. No sin razón ha sido preferido este versículo a todos los de la Escritura. Contiene en cifra todos los sentimientos que puede tener la naturaleza humana. Se adapta felizmente a todos los estados, y ayuda a mantenerse firme ante las tentaciones que nos solicitan.
   En efecto, entraña la invocación hecha a Dios para sortear los peligros, la humildad de una sincera confesión, la vigilancia de un alma siempre alerta y penetrada de un temor perseverante, la consideración de nuestra fragilidad. Hace brotar asimismo la esperanza consoladora de ser atendidos y una fe ciega en la bondad divina, siempre pronta a socorrernos. Quien recurre sin cesar a su protector, adquiere la seguridad de que le asiste a todas horas. Viene a ser como la voz del amor urgente, de la caridad acendrada; es como la explicación del alma cuya mirada se posa medrosa sobre las asechanzas que la rodean, que tiembla frente a los enemigos que la asedian día y noche, y de quienes sabe que no puede librarse sin el auxilio de aquel que invoca…” (Juan Casiano, Colaciones, X,10).
Jesús, vuestro párroco
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo 24, 37-44

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Palabra del Señor.
estad en vela, porque no sabéis
qué día vendrá vuestro Señor.

2730         Cuando Jesús insiste en la vigilancia, es siempre en relación a El, a su Venida, al último día y al "hoy". El esposo viene en mitad de la noche; la luz que no debe apagarse es la de la fe.

2849   La vigilancia del corazón es recordada con insistencia en comunión con la suya (cf Mc 13, 9. 23. 33-37; 14, 38; Lc 12, 35-40). La vigilancia es "guarda del corazón", y Jesús pide al Padre que "nos guarde en su Nombre" (Jn 17, 11). El Espíritu Santo trata de despertarnos continuamente a esta vigilancia (cf 1 Co 16, 13; Col 4, 2; 1 Ts 5, 6; 1 P 5, 8). Esta petición adquiere todo su sentido dramático referida a la tentación final de nuestro combate en la tierra; pide la perseverancia final. "Mira que vengo como ladrón. Dichoso el que esté en vela" (Ap 16, 15).

2612  En Jesús "el Reino de Dios está próximo", llama a la conversión y a la fe pero también a la vigilancia. En la oración, el discípulo espera atento a aquél que "es y que viene", en el recuerdo de su primera venida en la humildad de la carne, y en la esperanza de su segundo advenimiento en la gloria (cf Mc 13; Lc 21, 34-36). En comunión con su Maestro, la oración de los discípulos es un combate, y velando en la oración es como no se cae en la tentación (cf Lc 22, 40. 46).

2772   La Eucaristía y el Padrenuestro están orientados hacia la venida del Señor, "¡hasta que venga!" (1 Co. 11, 26).
EL EVANGELIO COMENTADO POR EL PAPA
“Hoy en la Iglesia inicia un nuevo año litúrgico, es decir, un nuevo camino de fe del pueblo de Dios. Y como siempre iniciamos con el Adviento. La página del Evangelio (cf. Mt 24, 37-44) nos presenta uno de los temas más sugestivos del tiempo de Adviento: la visita del Señor a la humanidad. La primera visita —lo sabemos todos— se produjo con la Encarnación, el nacimiento de Jesús en la gruta de Belén; la segunda sucede en el presente: el Señor nos visita continuamente cada día, camina a nuestro lado y es una presencia de consolación; y para concluir estará la tercera y última visita, que profesamos cada vez que recitamos el Credo: «De nuevo vendrá en la gloria para juzgar a vivos y a muertos». El Señor hoy nos habla de esta última visita suya, la que sucederá al final de los tiempos y nos dice dónde llegará nuestro camino.
La palabra de Dios hace resaltar el contraste entre el desarrollarse normal de las cosas, la rutina cotidiana y la venida repentina del Señor. Dice Jesús: «Como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en el que entró Noé en el arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrasó a todos» (vv. 38-39): así dice Jesús. Siempre nos impresiona pensar en las horas que preceden a una gran calamidad: todos están tranquilos, hacen las cosas de siempre sin darse cuenta que su vida está apunto de ser alterada. El Evangelio, ciertamente no quiere darnos miedo, sino abrir nuestro horizonte a la dimensión ulterior, más grande, que por una parte relativiza las cosas de cada día pero al mismo tiempo las hace preciosas, decisivas. La relación con el Dios que viene a visitarnos da a cada gesto, a cada cosa una luz diversa, una profundidad, un valor simbólico.
Desde esta perspectiva llega también una invitación a la sobriedad, a no ser dominados por las cosas de este mundo, por las realidades materiales, sino más bien a gobernarlas. Si por el contrario nos dejamos condicionar y dominar por ellas, no podemos percibir que hay algo mucho más importante: nuestro encuentro final con el Señor, y esto es importante. Ese, ese encuentro. Y las cosas de cada día deben tener ese horizonte, deben ser dirigidas a ese horizonte. Este encuentro con el Señor que viene por nosotros. En aquel momento, como dice el Evangelio, «estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado» (v. 40). Es una invitación a la vigilancia, porque no sabiendo cuando Él vendrá, es necesario estar preparados siempre para partir.
En este tiempo de Adviento estamos llamados a ensanchar los horizontes de nuestro corazón, a dejarnos sorprender por la vida que se presenta cada día con sus novedades. Para hacer esto es necesario aprender a no depender de nuestras seguridades, de nuestros esquemas consolidados, porque el Señor viene a la hora que no nos imaginamos. Viene para presentarnos una dimensión más hermosa y más grande.
Que Nuestra Señora, Virgen del Adviento, nos ayude a no considerarnos propietarios de nuestra vida, a no oponer resistencia cuando el Señor viene para cambiarla, sino a estar preparados para dejarnos visitar por Él, huésped esperado y grato, aunque desarme nuestros planes.” (Francisco. 27 de noviembre de 2016).
Señor Jesús, Rey eterno que vienes a nosotros, al comenzar el Adviento concédenos ensanchar los horizontes de nuestro corazón, dejarnos sorprender por la vida que nos presentas cada día con sus novedades, sin depender de nuestras seguridades, de nuestros esquemas consolidados. Ven a la hora que el Padre haya determinado, que no te opongamos resistencia cuando vienes a cambiar nuestra vida, a desarmar nuestros planes, que estemos preparados para dejarnos visitar por Ti, huésped esperado y grato, nuestro esposo amado. Haz de nosotros alabanza vigilante de tu gloria.
Queremos, en fidelidad a la llamada de Dios, en esta hora de Dios, que es el tiempo que nos es dado vivir, queremos ser fieles a Dios, buscar, encontrar y cumplir su voluntad y su voluntad es que todos los hombres se sal ven y lleguen al conocimiento de la verdad. Queremos ser Iglesia, que como tú, anunciemos a Jesucristo, para que los hombres crean y vivan en cristo, con El y desde El y así alcancen vida eterna y se sientan queridos por Dios que se vuelca en derroche de amor en favor a los hombres. Sabemos que esto no es posible si no se lleva a cabo una renovación de nuestra Iglesia, de las personas que las formamos, de las instituciones. Y esta renovación es la vida interior, es la vida santa. Que nos conduzca por los caminos de la santidad, tus caminos. Sólo una Iglesia de santos podrá evangelizar nuestro mundo. (De la Homilía de D. Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia, en la misa inicio Sínodo. 15-10-2019).
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé». Así comienza el Evangelio de este primero domingo de Adviento. La tierra está llena de maldad. Noé en cambio ha hallado gracia a los ojos de Dios, camina con Dios, y recibe el encargo de hacer un arca. Aunque en el relato bíblico Noé no dirige la palabra a ninguno de sus contemporáneos, relatos posteriores presentarán a Noé como aquel que les advierte de la catástrofe-diluvio que se acerca, les señala sus pecados, les anuncia la regeneración que se va a producir. Pero en vez de escucharle le trataron como un loco. Siguieron viviendo tranquilos sin darse cuenta de que su vida estaba a punto de perecer: “En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos”. Una invitación a no vivir la vida sin tener en cuenta al Señor y su venida. Una invitación a despertar, a estar atentos al momento que vivimos, a estar vigilantes ante la venida de nuestro esposo.
COMIENZA EL ADVIENTO. El sábado 30 de noviembre, con las primeras vísperas, comienza el Tiempo de Adviento. Se realizará la ORACIÓN COMUNITARIA de lunes a viernes, a las 6.30 de la mañana, excepto el viernes 6 de diciembre.
Les animamos a celebrar la Eucaristía diaria, a preparar su confesión y recibir el perdón de los pecados, a hacer oración, a preparar la corona de Adviento, preparar el Belén en casa… todo aquello que nos ponga en actitud de preparación, de espera, de esperanza.

El domingo 8 de diciembre es la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. A las 5 de la tarde tendrá lugar una procesión por las calles del barrio Los niños sacarán a en andas la imagen de la Inmaculada Concepción. Al finalizar realizaremos una pequeña oración a la Virgen María y una merienda.
A su vez las parroquias de Gandía organizan dos Vigilias de la Inmaculada. A las 21.30 h. Una en la Iglesia del Beato para jóvenes y otra en las Clarisas para todos los públicos.

Esta semana no ha habido donativos para los ventanales:
235 €
Gracias por tu colaboración. Donativos en BANKIA
ES83-2038-6230-7530-0042-0970 
1. Ya tiene a su disposición el Calendario 2020. Ayúdenos a difundirlo. Es una pequeña campaña económica que realiza la parroquia para sufragar los muchos gastos que ocasiona la hipoteca y el crédito. Se deben todavía unos 170.000 €.
2. También puede adquirir EL EVANGELIO 2020 Y LIBRETAS PARA APUNTES, así como las velas de la Corona de Adviento.
3. La Revista Callejeros de la Fe ya puede retirarla en despacho o sacristía.
4. La parroquia ofrece una rifa de un jamón para ayudar a recaudar ingresos para atender a los necesitados de la parroquia. Es una campaña de Cáritas parroquial. Sustituye a la campaña del bote o del kilo. La colecta de Cáritas será el 7 y 8 de diciembre. En la colecta del mes de noviembre se recaudó 397,36 €

Con 114 personas apuntadas, te animamos a este curso para profesores, padres, catequistas educadores.
El curso es los lunes: 2, 9, 16 de diciembre y 13, 20 y 27 de enero; a las 20.15 h. es la acogida y a las 20.30 h. comienza la sesión en el templo parroquial.
Del 2 al 8 de diciembre de 2019
Lunes 2.  19.30 h.: En sufragio de: Dif. Fam. Ferrer - Puig; Alberto Belda Serra
Martes 3. San Francisco Javier, presbítero. 19.30 h.: En sufragio de: José y Nicomedes Peiró Bolta
Miércoles 4. Beato Francisco Galvez. San Juan Damasceno. 19.30 h.: Sin intención. 
Jueves 5. San Mauro, mártir. 19.30 h.: En sufragio de: Casimiro Domínguez Buendía; Lucía Colomina Gisbert; Rvdo. D. Francisco Albuixech Estarlich
Viernes 6. San Pedro Pascual, obispo y mártir. 19.30 h.: En sufragio de: José y Nicomedes Peiró Bolta
Sábado 7. Por la mañana: San Ambrosio, obispo.
Por la tarde: Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María. 18.00 h.: Con niños. En sufragio de: Fam. García - Estruch; Fam. Ojeda - Peiró. 19.30 h.: En sufragio de: José y Nicomedes Peiró Bolta. 21.00 h.: Sin intención.
Domingo 8. Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María. 10.00 h.: Sin intención. 11.30 h.: Pro Pópulo. 19.30 h.: En sufragio de: Antonio Casanova.

A lo largo del año, en todas las misas, se reza por todos los difuntos. Algunas celebraciones incluyen una intención particular por algún difunto o por alguna necesidad. En muchas de las ocasiones se acompaña de una ofrenda para el sacerdote llamada estipendio. Les invitamos a solicitar en el despacho la celebración de intenciones particulares o misas en sufragio.
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Puedes descargar la Hoja Parroquial:

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