12 de abril de 2017

Domingo 16 de abril de 2017. 1 Domingo de Resurreción A

HOJA
PARROQUIAL
Parroquia de Sant Francesc de Borja
Email de la parroquia: sfb500@gmail.com

Domingo 16 de Abril de 2017

EL SANTO FRENAZO    
              Queridos hermanos:
En estos días santos vemos las consecuencias del miedo en los discípulos: niegan y abandonan a Jesús. Huyen, se esconden… Las mujeres, en cambio, acompañan a Jesús hasta el Calvario, miran desde lejos su crucifixión y muerte (cf. Mt 27,55-56), permanecen sentadas frente al sepulcro (cf. Mt 27, 61). Y el primer día de la semana solo acuden a ver el sepulcro (cf. Mt 28,1), a diferencia de los otros evangelistas que nos dicen que fueron a ungir el cuerpo de Jesús.
El miedo nos deja la sensación de desprotección, de impotencia. Nos paraliza. Decía el Papa Francisco: “El miedo es una actitud que nos hace daño. Nos debilita, nos empequeñece. También nos paraliza”. Una persona que tiene miedo “no hace nada, no sabe qué hacer”. Está concentrada en sí misma, para que “no le pase algo malo”. Y “el miedo te lleva a un egocentrismo egoísta y te paraliza”. “Un cristiano miedoso es una persona que no ha entendido el mensaje de Jesús. (Francisco. Meditación diaria. 5-15.2015).
Este miedo se ve en los discípulos: paralizados, ensimismados. No saben qué hacer. Las mujeres, en cambio, “fueron a ver”. Un ángel del cielo nos dice lo que buscaban: “sé que buscáis a Jesús, el crucificado.” (cf. Mt 28, 5). Fueron a buscar al amor de su alma. (cf. Ct 1,5). Lo buscarán hasta que puedan asirse a él, no soltarlo, como la esposa del Cantar de los Cantares. (Cf. Ct 3, 1-4). Lo buscarán, aun cuando puedan recibir algún golpe o paliza en la búsqueda del amado. (cf. Ct 5,6-7).
No ha resucitado y lo buscan. ¿Por qué? Porque fueron amadas por Jesús. Están heridas de amor. Enfermas de amor. (Cf. Ct 5,8). Y la única medicina es Jesús, aunque esté muerto y sepultado. Por ello le seguían donde fuera y le servían. (cf. Mt 27, 55). Este evangelio nos presenta el genio femenino. Una mujer amada es fiel hasta el final. Y si busca al Amado estando difunto, ¿qué no hará la mujer cuando sepa que ha resucitado? Es entonces cuando reciben el anuncio del ángel que les dice: “Ha resucitado, como había dicho.” (Mt 28,6). Si el amor hace salir y buscar, el solo anuncio de que el Amado está vivo hace correr, da pies ligeros: “se marcharon a toda prisa del sepulcro”, “corrieron a anunciarlo”. El miedo paraliza, el amor busca, la alegría de la resurrección hace correr. Y entonces… santo frenazo. Jesús les sale al encuentro. “Alegraos… No tengáis miedo… id a comunicar.” Ellas frenan, pues a quien buscan es a Él, al Amado, y se acercan, y se postran, y le abrazan, y luego van.
Necesitamos empaparnos del genio femenino y parecernos a estas santas mujeres en el amor, la búsqueda, la alegría, la valentía, la comunicación, pero sobre todo, el santo frenazo de pararnos con el Amado y dejar que nos llene de su VIDA.
Jesús, vuestro párroco
Lectura del santo evangelio según san Mateo        28, 1-10

En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: - «Vosotras, no temáis; ya sé que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí. Ha resucitado, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis." Mirad, os lo he anunciado.»
Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:
- «Alegraos.» Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies.
Jesús les dijo: - «No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.»
Palabra del Señor.


La Misericordia de nuestro Dios es infinita e inefable y expresamos el dinamismo de este misterio como una Misericordia «siempre más grande», una Misericordia en camino, una Misericordia que cada día busca el modo de dar un paso adelante, un pasito más allá, avanzando sobre las tierras de nadie, en las que reinaba la indiferencia y la violencia.
Y así fue la dinámica del buen Samaritano que «practicó la misericordia» (Lc 10,37): se conmovió, se acercó al
herido, vendó sus heridas, lo llevó a la posada, se quedó esa noche y prometió volver a pagar lo que se gastara de más. Esta es la dinámica de la Misericordia, que enlaza un pequeño gesto con otro, y sin maltratar ninguna fragilidad, se extiende un poquito más en la ayuda y el amor. Cada uno de nosotros, mirando su propia vida con la mirada buena de Dios, puede hacer un ejercicio con la memoria y descubrir cómo ha practicado el Señor su misericordia para con nosotros, cómo ha sido mucho más misericordioso de lo que creíamos y, así, animarnos a desear y a pedirle que dé un pasito más, que se muestre mucho más misericordioso en el futuro. «Muéstranos Señor tu misericordia» (Sal 85,8). Esta manera paradójica de rezar a un Dios siempre más misericordioso ayuda a romper esos moldes estrechos en los que tantas veces encasillamos la sobreabundancia de su Corazón. Nos hace bien salir de nuestros encierros, porque lo propio del Corazón de Dios es desbordarse de misericordia, desparramarse, derrochando su ternura, de manera tal que siempre sobre, ya que el Señor prefiere que se pierda algo antes de que falte una gota, que muchas semillas se la coman los pájaros antes de que se deje de sembrar una sola, ya que todas son capaces de portar fruto abundante, el 30, el 60 y hasta el ciento por uno. (Francisco. Homilía en la Misa Crismal. Jueves Santo, 24 de marzo de 2016)

“Los gestos hablan más que las imágenes y las palabras. Los gestos. Hay, en esta Palabra de Dios que hemos leídos, dos gestos: Jesús que sirve, que lava los pies. Él, que era el jefe, lava los pies a los demás, a los suyos, a los más pequeños. El segundo gesto: Judas que se dirige a los enemigos de Jesús, a los que no quieren la paz con Jesús, para recoger el dinero con el que lo traicionó, las 30 monedas. Dos gestos. (…) Pero detrás de ese gesto, como detrás de Judas, estaban otros. Detrás de Judas estaban los que dieron el dinero para que Jesús fuese entregado. (…) Dos gestos: por una parte Jesús lava los pies, mientras Judas vende a Jesús por dinero.” (Francisco. C.A.R.A. Auxilium. Castelnuovo di Porto (Roma). Jueves Santo, 24 de marzo de 2016)
Oh Cruz de Cristo, símbolo del amor divino y de la injusticia humana, icono del supremo sacrificio por amor y del extremo egoísmo por necedad, instrumento de muerte y vía de resurrección, signo de la obediencia y emblema de la traición, patíbulo de la persecución y estandarte de la victoria.

(…) Oh Cruz de Cristo, imagen del amor sin límite y vía de la Resurrección, aún hoy te seguimos viendo en las personas buenas y justas que hacen el bien sin buscar el aplauso o la admiración de los demás.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los ministros fieles y humildes que alumbran la oscuridad de nuestra vida, como candelas que se consumen gratuitamente para iluminar la vida de los últimos.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en el rostro de las religiosas y consagrados –los buenos samaritanos– que lo dejan todo para vendar, en el silencio evangélico, las llagas de la pobreza y de la injusticia.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los misericordiosos que encuentran en la misericordia la expresión más alta de la justicia y de la fe.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en las personas sencillas que viven con gozo su fe en las cosas ordinarias y en el fiel cumplimiento de los mandamientos.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los arrepentidos que, desde la profundidad de la miseria de sus pecados, saben gritar: Señor acuérdate de mí cuando estés en tu reino.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los beatos y en los santos que saben atravesar la oscuridad de la noche de la fe sin perder la confianza en ti y sin pretender entender tu silencio misterioso.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en las familias que viven con fidelidad y fecundidad su vocación matrimonial.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los voluntarios que socorren generosamente a los necesitados y maltratados.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los perseguidos por su fe que con su sufrimiento siguen dando testimonio auténtico de Jesús y del Evangelio.
Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los soñadores que viven con un corazón de niños y trabajan cada día para hacer que el mundo sea un lugar mejor, más humano y más justo.
En ti, Cruz Santa, vemos a Dios que ama hasta el extremo, y vemos el odio que domina y ciega el corazón y la mente de los que prefieren las tinieblas a la luz.
Oh Cruz de Cristo, Arca de Noé que salvó a la humanidad del diluvio del pecado, líbranos del mal y del maligno. Oh Trono de David y sello de la Alianza divina y eterna, despiértanos de las seducciones de la vanidad. Oh grito de amor, suscita en nosotros el deseo de Dios, del bien y de la luz.
Oh Cruz de Cristo, enséñanos que el alba del sol es más fuerte que la oscuridad de la noche. Oh Cruz de Cristo, enséñanos que la aparente victoria del mal se desvanece ante la tumba vacía y frente a la certeza de la Resurrección y del amor de Dios, que nada lo podrá derrotar u oscurecer o debilitar. Amén. (Palabras del Papa Francisco en el Vía Crucis del Coliseo el 25-3-2016).
«Pedro fue corriendo al sepulcro» (Lc 24,12). ¿Qué pensamientos bullían en la mente y en el corazón de Pedro mientras corría? El Evangelio nos dice que los Once, y Pedro entre ellos, no creyeron el testimonio de las mujeres, su anuncio pascual. Es más, «lo tomaron por un delirio» (v.11). En el corazón de Pedro había por tanto duda, junto a muchos sentimientos negativos: la tristeza por la muerte del Maestro amado y la desilusión por haberlo negado tres veces durante la Pasión.

Hay en cambio un detalle que marca un cambio: Pedro, después de haber escuchado a las mujeres y de no haberlas creído, «sin embargo, se levantó» (v.12). No se quedó sentado a pensar, no se encerró en casa como los demás. No se dejó atrapar por la densa atmósfera de aquellos días, ni dominar por sus dudas; no se dejó hundir por los remordimientos, el miedo y las continuas habladurías que no llevan a nada. Buscó a Jesús, no a sí mismo. Prefirió la vía del encuentro y de la confianza y, tal como estaba, se levantó y corrió hacia el sepulcro, de dónde regresó «admirándose de lo sucedido» (v.12). Este fue el comienzo de la «resurrección» de Pedro, la resurrección de su corazón. Sin ceder a la tristeza o a la oscuridad, se abrió a la voz de la esperanza: dejó que la luz de Dios entrara en su corazón sin apagarla.
También las mujeres, que habían salido muy temprano por la mañana para realizar una obra de misericordia, para llevar los aromas a la tumba, tuvieron la misma experiencia. Estaban «despavoridas y mirando al suelo», pero se impresionaron cuando oyeron las palabras del ángel: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?» (v.5).
Al igual que Pedro y las mujeres, tampoco nosotros encontraremos la vida si permanecemos tristes y sin esperanza y encerrados en nosotros mismos. Abramos en cambio al Señor nuestros sepulcros sellados ―cada uno de nosotros los conoce― , para que Jesús entre y lo llene de vida; llevémosle las piedras del rencor y las losas del pasado, las rocas pesadas de las debilidades y de las caídas. Él desea venir y tomarnos de la mano, para sacarnos de la angustia. Pero la primera piedra que debemos remover esta noche es ésta: la falta de esperanza que nos encierra en nosotros mismos. Que el Señor nos libre de esta terrible trampa de ser cristianos sin esperanza, que viven como si el Señor no hubiera resucitado y nuestros problemas fueran el centro de la vida.
Continuamente vemos, y veremos, problemas cerca de nosotros y dentro de nosotros. Siempre los habrá, pero en esta noche hay que iluminar esos problemas con la luz del Resucitado, en cierto modo hay que «evangelizarlos». Evangelizar los problemas. No permitamos que la oscuridad y los miedos atraigan la mirada del alma y se apoderen del corazón, sino escuchemos las palabras del Ángel: el Señor «no está aquí. Ha resucitado» (v.6); Él es nuestra mayor alegría, siempre está a nuestro lado y nunca nos defraudará.
Este es el fundamento de la esperanza, que no es simple optimismo, y ni siquiera una actitud psicológica o una hermosa invitación a tener ánimo. La esperanza cristiana es un don que Dios nos da si salimos de nosotros mismos y nos abrimos a él.” (Francisco. Homilía Vigilia Pascual. 26-3-2016).
 Ayuda a las necesidades que aparecen en la cruz de la entrada.

Anterior recaudación 28-3-2017: 730 €.
Recaudado hasta el 4-4-2017: 240 €.
Total recaudación: 970 €.

GASTOS RESTAURACIÓN VIVIENDA PARROQUIAL
5.623,32 €
Ocho donativos: 1.340 €
Se recaudaron:  3.890,90 
Falta pagar:     1.732,42  €
Donativos en BANKIA
ES83-2038-6230-75-3000420970
 
1. ORDENACIÓN SACERDOTAL: El sábado 22 de abril a las 19.00 h. en la Iglesia del Temple de Valencia será ordenado presbítero por el arzobispo de Valencia D. Antonio Cañizares el diácono Juan Carlos Picornell, CVMD, feligrés de nuestra parroquia, junto a su hermano de congregación Matteo. Recemos por él. Su Primera Misa será al día siguiente, domingo 23 de abril a las 11.30 h. en nuestra parroquia de San Francisco de Borja de Gandía.
2. Durante la semana de la octava de Pascua se interrumpen las oraciones matinales de Laudes a las 9.30 h. Continuarán el martes 25 de abril.
Del 17 al 23 de abril de 2017
Lunes 17. Octava de Pascua.  19.30 h.: En sufragio de: Dif. Fam. Peiró-Camarena. 
Martes 18. Octava de Pascua. 19.30 h.: En sufragio de: Rvdo. D. Bernardino Buendía; Isabel Terrades y Petri Martínez. 
Miércoles 19. Octava de Pascua. 19.30 h.: En sufragio de: Dif. Fam. Vidal—Martínez. 
Jueves 20. Octava de Pascua. 19.30 h.: En sufragio de: Dif. Fam. Espí-Sanchis. 
Viernes 21. Octava de Pascua. 19.30 h.: En sufragio de: los cristianos perseguidos difuntos. 
Sábado 22. Octava de Pascua. Por la tarde: Segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia. 18.00 h.: Con niños. Sin intención. 19.30 h.: Sin intención.
Domingo 23. Segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia. 10.00 h.: Sin intención. 11.30 h.: Pro Pópulo. PRIMERA MISA DE D. JUAN CARLOS PICORNELL MORANT. 19.30 h.: En sufragio de: José Antonio Cabanilles.
Lunes 24. Fiesta de San Vicente Ferrer. Propio Diocesano. 19.30 h.: Sin intención.
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