17 de julio de 2010

Amonestación para la Sagrada Comunión de S. Francisco de Borja

Fecha: 15 de septiembre de 1553.

Este breve escrito lo compuso San Francisco siendo director espiritual de Juana de Austria, hija de Carlos V, llamada la princesa de Portugal y la Gobernadora.

 

San Francisco de Borja dándole la Primera Comunión a su propio hijo. El amor a la Eucaristía es una de las notas características de la espiritualidad de este santo.

Éste es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

He aquí el que bajó del seno del Padre al vientre virginal de la Madre. Éste es el que, nacido eternalmente del Padre, quiso nacer temporalmente de la Madre, porque el hombre naciese espiritualmente con nueva vida.

Éste es el que nació llorando para quitar las lágrimas del hombre pecador. Éste es el que quiso ser puesto en la dureza del pesebre, porque el hombre, que se había vuelto bestia, le hallase y le comiese.

Éste es el que ayunó, por lo que el hombre había comido. Éste es el que quiso estar entre las bestias en el desierto, porque el hombre estuviese entre los ángeles en el cielo.

Éste es el que en la última cena se dio por manjar al hombre, para que cobrase el manjar de la vida que en el paraíso terrenal había perdido. Éste es el que aceptó el cáliz de amargura por el hombre, para que mereciese beber el cáliz excelentísimo, que embriaga las almas de su amor divino.

Éste es el que quiso ser entregado a la voluntad de sus enemigos por librar al hombre de los suyos. Éste es el que quiso llevar sobre sí la indigna y cruel sentencia, porque pudiese el hombre llevar la blanda y piadosa. Éste es el que quiso ser atado, para soltar al hombre; el que quiso ser azotado, porque el hombre no lo fuese; el que quiso ser coronado de espinas, porque el hombre lo fuese de gloria; el que quiso llevar el amargura de la cruz a cuestas, porque el hombre hallase suavidad en ella. Éste es el que quiso ser desnudo, para vestir al hombre; el que quiso enclavar sus pies, por enclavar los afectos del hombre en la cruz; el que abrió su costado, para abrir el corazón del hombre, que estaba cerrado a su Dios. Éste es el que quiso enclavar sus manos en la cruz, por enclavar las obras del hombre en ella. Éste es el que bebió la hiel, el que murió por dar la vida, el que resucitó por resucitar al hombre el que subió a los cielos para abrirlos al hombre, el que envió el Espíritu Santo para que tuviese el hombre consolador en este destierro.

Éste es el que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos, dando a los malos la muerte eterna y a los buenos la gloria del cielo, a los fieles y a los que creen y adoran confesándole por trino y uno y reverenciándolo por Criador, esperando en él como su salvador, adorándole como glorificador.

A estos tales les dará la vida eterna y los aparejará para ella, si con humildad y puridad y verdadero conocimiento le reciben en su alma.

¿Lo creéis así? Señor, no soy digno.

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