“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (12)
El ventanuco del Arca de Noé
Queridos hermanos:
¿Recordáis esta escena? Noé “abrió la claraboya que había hecho en el arca y soltó el cuervo…” Y también respecto a la paloma: “alargando su mano, la asió y la metió consigo en el arca” (Génesis 8, 9). Fijémonos en esa claraboya o ventana que Noé hizo en el arca. Además de la puerta, no consta que hiciera otras ventanas. Seguramente las habría. Pero ésta era especial. Detengámonos en esto. Alguna persona durante este confinamiento me decía: “menos mal que nos asomamos a la ventana y vemos las montañas”. Volvamos nuestra mirada al domingo cuarto de cuaresma. Miremos a ese ciego de nacimiento. Es una persona confinada desde su nacimiento a una habitación a oscuras… y sin ventanas al exterior. Este es el ciego de nacimiento que relata el evangelio. Sin claraboya. Viviendo dentro de sí y sin esperar nada más de la vida.
Y un gesto y una palabra irrumpirán en su vida.
Hasta ahora él no espera nada más de sí mismo. Se ha acostumbrado a vivir así. Tiene cierta autonomía, movilidad. Es conocido y respetado por todos. Se ha dedicado a mendigar y no le va mal. Sus vecinos le conocen y ayudan. Y sus padres y sus vecinos tampoco esperan nada nuevo de él. No esperan que cambie su situación. Esperan, eso sí, que no empeore y que se comporte como hasta ahora. Todos esperan que la vida siga igual.
Pero el Señor lo creó para que en él se manifiesten las obras de Dios. Y Jesús incide en su vida. Irrumpe. Y molesta. Y pone en movimiento. Y recrea con el barro como el Adán del principio. Y le habla. Y le envía a una piscina: “Ve a lavarte a la piscina de Siloé”. Y fue. Y se lavó. Y se abrieron sus ventanas para ver. Y sus puertas para confesar al Mesías. Y su carne para sufrir por Jesús, pues fue expulsado de la sinagoga. Y su corazón para postrarse y adorar (cf. Juan 9, 32-38).
¿Qué espera Jesús de ti? Noé abrió la claraboya que él mismo había construido. Era un arca de madera fabricada por Noé. Pero tú has sido creado por Dios. Por eso di: “señor abre… mis labios… y mi boca… proclamará tu alabanza” (cf. Salmo 51 (50), 3-21). Pues eres hijo de la luz, en tu vida hay ventanas y puertas para entre y salga la luz (cf. 1 Tesalonicenses 5, 5-11 y 14-24). No fuiste creado a tener solo un ventanuco. Fuiste creado para ser “alabanza de su gloria” (Efesios 1, 3-6).
Jesús, vuestro párroco
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Puede ayudar buscar en la Biblia las citas bíblicas que se ofrecen. Pues lo importante es que te hable el Señor. El comentario no es más que una voz que grita en el confinamiento. Pero lo importante es la Palabra de Dios. Ánimo
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