“¡Ánimo! Que soy
yo; no temáis” (23)
El arca de Noé caminó sobre las aguas
Queridos hermanos:
Todos
conocemos el pasaje donde Jesús camina sobre las aguas. Nos sirvió de
entradilla a todas estas migajas. Los discípulos están confinados en la barca.
No pueden salir. El viento es contrario. Las olas amenazan inundar la barca.
Pero Jesús camina sobre las aguas y nos dice: “¡Ánimo! Que soy yo; no temáis”
(Mt 14, 27). Este caminar de Jesús sobre las aguas es anticipo de su victoria
sobre la muerte.
Pues bien, el
arca de Noé también participó, en figura, de esta victoria, ya que surcó las
aguas del diluvio sin ser engullida por las aguas de la muerte.
Tras
participar en cuarentena de la Semana Santa iniciamos la Pascua en cuarentena.
Celebramos la victoria de Jesucristo sobre la muerte. Esta victoria de Cristo
requiere que tú también tengas experiencia de ella. Que también pruebes a poner
el pie en el agua y ver que no te hundes. Que degustes que has subido al arca
de Noé, a la barca de Pedro, y el mal y la muerte no te engullen. Es lo que
experimentó Noé. En el arca se salvó de las aguas de la muerte. Y es lo que
quiso experimentar Pedro. Y Jesús quiso que lo experimentara.
Nuestra arca
es Jesús mismo y la fe en él. Por eso podemos caminar sobre las aguas, símbolo
de la muerte. Basta que no dejes de mirarlo y tendrás la experiencia de que no
te hundes. Dejar de mirarlo puede ser fatal. Con todo, Jesús está ahí para
auxiliarnos siempre que le invocamos (Ver Mateo 14, 22-34).
Esas aguas de
la muerte pueden ser algunas circunstancias adversas o el asedio del mundo que
vive como si Dios no existiera. Pues hoy vivimos en “una generación paralizada
por la mundialización de la indiferencia y cegada por el culto a Mammón [=al
dinero]” (Cardenal Marc Ouellet. La Hora de la Vida Contemplativa.
Carta a la Reverenda Madre Agnès, Priora, del Protomonasterio de las Hermanas
Clarisas de Asís. 25 de marzo de 2020).
En esa
batalla entre la fe y la incredulidad, entre las aguas de la muerte y el arca
humilde de madera zarandeada por las olas, lo que vence es nuestra fe: “es
nuestra fe la que vence al mundo (1 Juan 5, 4-5).
Es la fe la
que nos salva, la que nos hace participar de la resurrección de Jesucristo, la
que nos regenera para una esperanza viva (1 Pedro 1, 1-9). Una fe que ha de ser
puesta a prueba como el oro que se aquilata a fuego. Es lo que el mismo Pedro
vivirá en esa experiencia de la barca y en el caminar sobre las aguas. Y esas
experiencias le darán la garantía, la prueba de que es cierto lo que nos
anuncia la fe (Hebreos 11, 1-7).
Ánimo. No
temas. Confía en el Señor.
Jesús,
vuestro párroco
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