“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (30)
Las provisiones 1
Queridos hermanos:
Antes de que comenzara el diluvio el Señor mandó a Noé hacer un arca de madera de ciprés, con compartimentos, cubiertas, una claraboya, para que entrara su mujer, sus hijos y sus nueras, así como “una pareja de cada criatura viviente, macho y hembra, para que conserve la vida contigo. De cada especie de aves, de ganados y de reptiles de la tierra, entrará una pareja contigo para conservar la vida”. Y añadió: Recoge toda clase de alimentos y almacénalos para que os sirva de sustento a ti y a ellos». Noé hizo todo lo que le mandó Dios.” (Génesis 6, 13-22). Noé no dejó de hacer lo que tenía que hacer. Lo hizo como decía San Ignacio de Loyola: "Haz las cosas como si todo dependiera de ti y confía en el resultado como si todo dependiera de Dios". Y recogió toda clase de alimentos y los almacenó. Como si todo dependiera de él. Confiando y sabiendo que todo dependía de Dios.
Hizo como el siervo inútil que cumple con lo que se le ha mandado, sabiendo que en el mandato está la fuerza y la gracia para cumplirlo. (Lucas 17, 5-10). El Señor lo dijo… y Noé lo hizo: “Noé hizo todo lo que le mandó Dios.” Eso es propiamente la fe. Responder con la obediencia a la Palabra de Dios: “Obedecer ("ob-audire") en la fe, es someterse libremente a la palabra escuchada” (Catecismo de la Iglesia Católica nº 144).
Hermanos: ahora es tiempo de aprovisionarse de alimento suficiente de la Palabra de Dios. ¿Os imagináis que hubiera pasado si Noé hubiera sido un “providencialista”? ¿Es decir, que ante el mandato del Señor, no se hubiera provisto de víveres suficientes pensando: “el Señor proveerá”, sin obedecer su mandato, que ya era una providencia de Dios para Él?
A eso mismo se refirió Jesús cuando dijo: “No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 7,21-27).
La voluntad de Dios pasa por “las manos”, por el hacer lo que nos manda. Pues con el mandato da su gracia. Piensen que estuvieron en el arca más de un año. No les digo dónde hubieran ido a parar muchos de los animales (patos, gallinas, conejos…) Seguramente se habrían extinguido porque se los habrían comido. La providencia de Dios pasó por las manos de Noé: “Por la fe, advertido Noé de lo que aún no se veía, tomó precauciones y construyó un arca para salvar a su familia” (Hebreos 11,7). No sabía lo que venía en el futuro. Pero obedeciendo a Dios “tomó precauciones”.
Jesús, vuestro párroco
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