“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (33)
Subsiste un resto por gracia
Las tentaciones de Noé 3
Queridos hermanos:
Existe la tentación de pensar que hemos quedado solos. Nadie más. La tentación de pensar que si no fuera por nosotros la parroquia no sería lo que es. O de que si no fuera por ti la familia no sería lo que es. O que si no fuera por el grupo, comunidad, asociación o movimiento en el que estás, la Iglesia –pobrecitos- la Iglesia, no sería lo que es. Noé pudo tener esta tentación. Pues de hecho Noé y su familia quedaron solos. Ninguno más sobrevivió al Diluvio. Y pudo pensar que ellos estaban en el arca porque se lo merecían y no por pura gracia.
El texto bíblico no nos aborda las tentaciones de Noé. Pero sí las tentaciones de Elías, el profeta. Elías se expresa así al Señor: “Señor, han matado a tus profetas, han derribado tus altares; he quedado yo solo y buscan mi vida” Pero el Señor le responde: “Me he reservado siete mil hombres que no han doblado la rodilla ante Baal.” Y ¡Oh, sorpresa! Pensar que estábamos solos y resulta que el Señor toca muchos corazones de muchas formas. Y es que “también en la actualidad ha quedado un resto, elegido por gracia”. (Puedes ver todo esto en 1 Reyes 19, 9-18 y Romanos 11, 1-6). También hoy, como los pocos que entraron en el arca, como en tiempos de Elías, subsiste un resto elegido por gracia como Sacramento Universal de Salvación: “este pueblo mesiánico, aunque de hecho aún no abarque a todos los hombres y muchas veces parezca un pequeño rebaño, sin embargo, es un germen muy seguro de unidad, de esperanza y de salvación para todo el género humano.” (Concilio Vaticano II. Lumen Gentium 9).
Por gracia han dejado de arrodillarse ante los ídolos (la riqueza, la notoriedad, el buscar reconocimiento, el poder, el placer, la raza, la lengua, los antepasados, los afectos, el Estado, pornografía, la droga, el alcohol, el juego…cf. Catecismo de la Iglesia Católica nºs 1723 y 2113).
Por gracia han aprendido a dar culto en espíritu y verdad (Juan 4, 20-26). Y ahora son un germen de una nueva humanidad (cf. Isaías 4,2-6). Por la resurrección de Cristo. Por gracia.
Jesús, vuestro párroco
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