2 de abril de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migajas 13

“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (13)

La tribulación con constancia


Queridos hermanos:
Seguramente la vida en el Arca durante ese largo tiempo produjo tensiones de toda clase. Si al principio pudo vivirse como unas vacaciones, pronto fueron viendo la gravedad del asunto y la necesidad de organizarse para la alimentación propia y de los animales. Pudieron surgir roces, desavenencias, rebeldías, malos gestos, palabras hirientes. Fue un momento de prueba. Al estar tanto tiempo confinados. Pero también una ayuda para desarrollar virtudes y donde hay tentaciones. Lo explica mejor Monseñor Munilla:

Las circunstancias –la providencia, que diríamos los creyentes— nos llaman a vivir este momento como un tiempo de prueba, en el que estamos llamados a desarrollar virtudes, tales como la obediencia, la disciplina, la paciencia, la templanza, la fortaleza, la alegría, la generosidad, la confianza y la fe.

De modo similar a como aconteció a Jesús en los cuarenta días que pasó en el desierto, no han de faltarnos tentaciones en este periodo de confinamiento. Me atrevo a señalar algunas: discusiones y peleas familiares, utilización adictiva de las tecnologías, hábitos alimenticios nefastos, recurso a la pornografía y al juego, desorden, pereza, tristeza, desconfianza, miedo y desesperanza.

Seamos o no conscientes de ello, a lo largo de esta cuarentena/cuaresma, va a tener lugar una batalla en nuestro interior, de forma que en no pocos de nosotros se producirá una transformación notable, para bien o para mal. Las grandes crisis son grandes oportunidades de crecimiento, pero no por ello se han de olvidar todos los peligros que encierran. La trinchera de esta batalla moral a la que me refiero no está fuera de nosotros, sino que atraviesa nuestro corazón. (Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián. Artículo “El Custodio”. 18-3-2020. Fuente: enticonfio.org).

De esta prueba saldrá buen fruto. ¿A alguien se le ocurriría decir: estoy orgulloso del coronavirus? ¡Ufff!. Muy fuerte. El coronavirus es un mal. Pero si de un mal sale un bien… entonces sí podemos estar orgullosos. Del bien que se puede sacar. Escucha a San Pablo decirlo mejor que yo y, donde San Pablo dice “tribulación”, escribe tú “esta prueba del coronavirus” o la dificultad que estés pasando y fíjate: “nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud probada, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Romanos 5,3-5).

La tribulación nos traerá paciencia, la paciencia nos traerá virtud, que habiendo sido puesta a prueba, ha salido victoriosa, la virtud probada nos traerá esperanza. Y esa esperanza es el Espíritu Santo derramado en nuestros corazones, Amor mismo de Dios que no nos deja. Como decía Jesús: “No os dejaré huérfanos” (Juan 14,18), y también: “Nunca te dejaré ni te abandonaré” (Hebreos 13,5).
Jesús, vuestro párroco

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