“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (31)
Las provisiones 2
Queridos hermanos:
«Recoge toda clase de alimentos y almacénalos para que os sirva de sustento a ti y a ellos». Noé hizo todo lo que le mandó Dios. (Génesis 6, 13-22).
Noé hizo como José, hijo de Jacob, primer ministro del Faraón, cuando proveyó de grano a Egipto aprovechando los siete años de abundancia ante los siete años de hambruna. (cf. Génesis 41, 25-37).
Es lo que no hizo el que enterró su talento pensando quizá que era poco lo que tenía que hacer rendir en comparación con otros a los que se había entregado más (dos talentos a uno y cinco a otro). La envidia es paralizante. (cf. Mateo 25,14-30). También la desconfianza. La confianza consiste, en el caso de Noé, en poner en práctica lo que manda, en este caso, aprovisionarse.
Hay una escena del evangelio donde todo se resuelve desde el aprovisionamiento. ¿Sabéis cuál? El de las vírgenes necias y prudentes. Cinco vírgenes llevaban alcuzas con aprovisionamiento de aceite. Cinco solo llevaron sus lámparas sin alcuzas. “Dadnos de vuestro aceite, dirán las necias. “Mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”, dirán las prudentes. (cf. Mateo 25,1-13).
Nosotros podemos hacer acopio de provisiones de dos formas: recibiendo el don y también dando, es decir, trabajando el don (trabajando los talentos recibidos). Forma rara ésta de atesorar tesoros, de hacer acopio de víveres: “dad y se os dará os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante” (Lucas 6,38). Hagamos acopio de aceite, de esperanza. Con la oración, con la escucha de la Palabra, con la comunión espiritual. Ese aceite es el que estás dando y darás a los demás (a los hambrientos, sedientos, desnudos, enfermos…(cf. Mateo 25,31-46). Como hizo San Pablo, que daba a los demás el consuelo que recibía de Dios mismo (ver 2 Corintios 1, 2-7).
Jesús, vuestro párroco
No hay comentarios:
Publicar un comentario