3 de abril de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migajas 14

“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (14)


Como Abraham


Queridos hermanos:
Noé se parece a Abraham. Noé esperó un año y diez días a que el Señor le dijera: “sal”.

Abraham esperó 25 años a que Dios le cumpliera su promesa (cf. Génesis 12, 1-5).

Vivamos este tiempo también como Abraham. Que recibió la promesa de una descendencia y perseveró. El Señor le renovaba la promesa y esto le llenaba de esperanza. Por eso di con el salmo: “Recuerda la palabra que diste a tu siervo, de la que hiciste mi esperanza; este es mi consuelo en la aflicción: que tu promesa me da vida” (Salmo 119 (118), 49-50).

Abraham, como Noé en el Arca, “apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza que llegaría a ser padre de muchos pueblos”. Pensad que toda la humanidad murió por el diluvio y quedaba solamente Noé y su familia. Por eso también Noé es patriarca, padre de multitudes.

Igual que Noé, Abraham, “ante la promesa divina no cedió a la incredulidad, sino que se fortaleció en la fe, dando gloria a Dios, pues estaba persuadido de que Dios es capaz de hacer lo que promete” (Romanos 4, 18-21).

Y Abraham experimentó que la esperanza es vivida con alegría. La promesa ya anticipa la alegría. Su cumplimiento la lleva a plenitud. Abraham vio el fruto de su esperanza y se alegró (cf. Juan 8, 56) y a su hijo puso por nombre “Isaac”, que significa “risa de alegría”.

Fomentemos, pues, nuestra esperanza en el Señor, escuchando sus promesas cumplidas en Jesucristo y en tantos santos. Vueltos a él, escuchando su Palabra, uniéndonos a la Eucaristía por televisión o radio, haciendo la comunión espiritual. Sin ceder a la incredulidad fortalezcámonos en la fe. No nos tengamos por llegados. Más bien en camino. Peregrinos de la fe como Abraham.
Jesús, vuestro párroco

No hay comentarios: