31 de marzo de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migajas 11


“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (11)

La esperanza con la alegría

Queridos hermanos:

Durante nuestro confinamiento obligatorio en el arca conviene que alimentemos nuestra esperanza. Una esperanza con alegría, una esperanza que nos tenga alegres, una esperanza que traiga vida al mundo, como dice el Libro de la Sabiduría: “Ya al principio, cuando perecían los soberbios gigantes, la esperanza del mundo se refugió en una balsa [el Arca de Noé] que, pilotada por tu mano, legó al mundo una semilla de vida” (Sabiduría 14,6).

La esperanza de Noé y de su familia se alimentó con esa rama de olivo llevada en el pico por la paloma. Y así todos ellos fueron esperanza para la humanidad. Una semilla de vida.

Cada día el Señor te trae esa rama de olivo llevada por el Espíritu Santo: la Palabra de Dios. Ante la pandemia de desesperanza, desánimo, desilusión, no hay mejor medicina que la lectura de la Sagrada Escritura: “Pues, todo lo que se escribió en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, a fin de que a través de nuestra paciencia y del consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza.” (Romanos 15, 4).

Leer la Sagrada Escritura hará que se cumpla lo que dice el libro de Job: “Un árbol tiene la esperanza de retoñar, aunque sea talado, de que no fallarán sus renuevos. Aunque envejezcan sus raíces en la tierra y su tocón agonice en el polvo, cuando siente el agua reverdece y echa brotes como una planta joven.” (Job 14,7-9). Esa agua que nos hace reverdecer es la Palabra de Dios. Por eso te invito a leer la Palabra de Dios. Y así tu familia será esa Nueva Arca de Jesús, su familia, los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen (Lucas 8, 19-21).

Jesús, vuestro párroco




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