30 de marzo de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migajas 10


“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (10)

La paloma salió para posarse en el Ungido

Queridos hermanos:

La tercera vez que fue soltada la paloma ya no volvió a esa arca. Esperaba el momento de posarse sobre el retoño que brota del tronco de Jesé (Isaías 11, 1-4). Es decir, sobre Jesús, el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1, 29-34).

Si la paloma habita en nuestra casa descubriremos que, al contrario que el cuervo del arca de Noé, “no hay mayor libertad que la de dejarse llevar por el Espíritu, renunciar a calcularlo y controlarlo todo, y permitir que Él nos ilumine, nos guíe, nos oriente, nos impulse hacia donde Él quiera. Él sabe bien lo que hace falta en cada época y en cada momento.” (Francisco. Evangelii Gaudium nº 280).

La presencia del Espíritu Santo dará el buen olor de Cristo, del Ungido, en nuestras vidas: “Doy gracias a Dios, que siempre nos asocia a la victoria de Cristo y difunde por medio de nosotros en todas partes la fragancia de su conocimiento. Porque somos incienso de Cristo ofrecido a Dios, entre los que se salvan y los que se pierden; para unos, olor de muerte que mata; para los otros, olor de vida, para vida” (2 Corintios 2,14-16). Y hará de ti un Noé, es decir, una persona que consolará a los demás (Génesis 5, 28-29).

Jesús, vuestro párroco

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Por medio del Espíritu Santo el Señor hará de ti también un olivo que llevará la alegría y el consuelo a los demás: “Olivo verde de fino fruto te puso por nombre el Señor” (Jeremías 11,16). Y también: “Pero yo, como verde olivo, en la casa de Dios, confío en la misericordia de Dios por siempre jamás” (Salmo 52 (51), 10). Y “tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa” (Salmo 128 (127),3). Y así se cumplirá en ti una vocación misionera: “Desde mi entrada en el arca bendita, siempre he pensado que si Jesús no me llevaba muy pronto al cielo, mi suerte sería la misma que la de la palomita de Noé: que un día el Señor abriría la ventana del arca y me mandaría volar muy lejos, muy lejos, hacia las riberas infieles, llevando conmigo la ramita de olivo” (Santa Teresita del Niño Jesús. Patrona de las Misiones. Historia de un alma).


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