“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (7)
Dios providente
Queridos hermanos:
No quisiera que pensaras que el cuervo es el malo y la paloma la buena. Esto es
maniqueísmo. Dividir y separar a las personas en malas y buenas.
Fíjate. El cuervo será el ave que alimentará a Elías en su confinamiento en el
torrente Querit. El rey de Israel, Ajab, una persona muy inmadura, se ha casado
con una mujer fenicia, Jezabel, que es muy astuta y consigue sustituir el culto
al Señor por el culto a Baal, divinidad fenicia. Debido a esta idolatría
imperante en Israel, hay una sequía tremenda que durará tres años y medio.
En esa situación el Señor manda a su profeta a refugiarse en un lugar donde hay
agua: el torrente Querit, y donde será alimentado con carne y pan cada día (cf.
1 Reyes 17, 1-6). Ese torrente es ahora mismo la oración en tu casa. La oración
con la Palabra de Dios. Ese pan y esa carne que llevan los cuervos a Elías son
el alimento de cada día, tanto el que va al estómago como el que va al corazón.
Y es que Dios es Padre providente. También cuida de los cuervos. E Igual que
cuida de los cuervos también cuida de ti: “No os inquietéis por la vida, qué
vais a comer; ni por el cuerpo, con qué os vais a vestir, pues la vida es más
que el alimento y el cuerpo más que el vestido. Fijaos en los cuervos: ni
siembran ni cosechan, no tienen despensa ni granero, y Dios los alimenta;
¡cuánto más valéis vosotros que los pájaros! ¿Quién de vosotros, a fuerza de
agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? Por tanto, si no podéis
lo más pequeño, ¿por qué inquietaros por lo demás? (Lucas 12,22-26). San Lucas
ha querido utilizar la expresión “cuervos” en lugar de la expresión “aves” que
utiliza San Mateo. Ni a los cuervos debemos juzgar.
No temas. Dios ya ha provisto el alimento, como al pueblo de Israel le proveyó
con el maná en el desierto (Éxodo 16,35). Ese maná es la Palabra de Dios y la
oración que salvará la vida de las cuatro familias en el arca de Noé y será la
que salve tu vida y tu familia. Y ten por seguro que la oración es muy
poderosa, como ocurrió cuando Elías oró al Señor para que volviera la lluvia
(cf. Santiago 5,10-18).
Jesús, vuestro párroco
No hay comentarios:
Publicar un comentario