27 de marzo de 2020

Reflexiones sobre la Palabra. Migajas 7


“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (7)

Dios providente

Queridos hermanos:

No quisiera que pensaras que el cuervo es el malo y la paloma la buena. Esto es maniqueísmo. Dividir y separar a las personas en malas y buenas.

Fíjate. El cuervo será el ave que alimentará a Elías en su confinamiento en el torrente Querit. El rey de Israel, Ajab, una persona muy inmadura, se ha casado con una mujer fenicia, Jezabel, que es muy astuta y consigue sustituir el culto al Señor por el culto a Baal, divinidad fenicia. Debido a esta idolatría imperante en Israel, hay una sequía tremenda que durará tres años y medio.

En esa situación el Señor manda a su profeta a refugiarse en un lugar donde hay agua: el torrente Querit, y donde será alimentado con carne y pan cada día (cf. 1 Reyes 17, 1-6). Ese torrente es ahora mismo la oración en tu casa. La oración con la Palabra de Dios. Ese pan y esa carne que llevan los cuervos a Elías son el alimento de cada día, tanto el que va al estómago como el que va al corazón.

Y es que Dios es Padre providente. También cuida de los cuervos. E Igual que cuida de los cuervos también cuida de ti: “No os inquietéis por la vida, qué vais a comer; ni por el cuerpo, con qué os vais a vestir, pues la vida es más que el alimento y el cuerpo más que el vestido. Fijaos en los cuervos: ni siembran ni cosechan, no tienen despensa ni granero, y Dios los alimenta; ¡cuánto más valéis vosotros que los pájaros! ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? Por tanto, si no podéis lo más pequeño, ¿por qué inquietaros por lo demás? (Lucas 12,22-26). San Lucas ha querido utilizar la expresión “cuervos” en lugar de la expresión “aves” que utiliza San Mateo. Ni a los cuervos debemos juzgar.

No temas. Dios ya ha provisto el alimento, como al pueblo de Israel le proveyó con el maná en el desierto (Éxodo 16,35). Ese maná es la Palabra de Dios y la oración que salvará la vida de las cuatro familias en el arca de Noé y será la que salve tu vida y tu familia. Y ten por seguro que la oración es muy poderosa, como ocurrió cuando Elías oró al Señor para que volviera la lluvia (cf. Santiago 5,10-18).

Jesús, vuestro párroco

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