“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (3)
La imagen del Arca de Noé
Queridos hermanos:
Esta barca en la que nos encontramos es como la de Noé, donde han de convivir
en poco espacio cuatro matrimonios. Noé y su esposa; los tres hijos de Noé –
Sem, Cam y Jafet - y sus esposas; y animales de toda especie. ¡De toda especie!
Estarán en esa barca sin poder salir. Y así estarán un año y diez días (cf.
Génesis 7,6-16; 8, 13-14). Esperemos que no sea tanto el tiempo en que tengamos
que permanecer en casa.
Lo que sí esperamos es que se cumpla lo que el Señor les dijo al salir: «Sal
del arca con tu mujer, tus hijos y tus nueras». (Génesis 8,16).
Es decir, el tiempo de estancia en el arca no les llevó a olvidar la Palabra de
Dios. Al salir no habían olvidado el timbre de la voz del Señor que les dijo:
“Sal del arca”. Noé reconoció a Dios que le habló. Salió reforzada la relación
íntima con Dios que hizo una alianza con ellos. Y también salió reforzada la relación
entre ellos.
Así pues, si escuchas al Señor tu Dios a lo largo de este tiempo, de esta
especial Cuaresma en Cuarentena, te podrá ocurrir lo que dice Isaías: «Ahora
escucha, Jacob, siervo mío, Israel, mi elegido. Esto dice el Señor que te hizo,
que te formó en el vientre y te auxilia: No temas, siervo mío, Jacob, a quien
corrijo, mi elegido; derramaré agua sobre el suelo sediento, arroyos en el
páramo; derramaré mi espíritu sobre tu estirpe y mi bendición sobre tus
vástagos. Brotarán como en un prado, como sauces a la orilla de los ríos. Uno
dirá: “Soy del Señor”; otro se pondrá por nombre “Jacob”; uno escribirá sobre
su mano: “Del Señor”, lo llamarán con respeto “Israel”». (Isaías 44, 1-5).
Gran premio se espera de la escucha atenta durante este tiempo. “Escucha,
Israel, amarás al Señor... amarás a tu prójimo.... (cf. Marcos 12,28-34). Gran
recompensa por dejar que la Palabra de Dios refresque nuestra memoria de ser
pueblo suyo. A través de la Sagrada Escritura nos habla el Señor. Pues la
Sagrada Escritura es “inspirada por Dios es también útil para enseñar, para
argüir, para corregir, para educar en la justicia” (2 Timoteo 3, 14-17). Los
hijos desearán ser del Señor, como dice la lectura de Isaías: Yo “soy del
Señor”, yo soy fuerte con Dios, soy “Israel”.
Dile pues al Señor: “habla, Señor, que tu siervo escucha”, pues tuyo soy y
quiero ser tuyo.
Jesús, vuestro párroco
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