“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (127)
Invitación a
crecer
Segunda carta
de San Pedro (1)
Queridos
hermanos:
San Pedro nos
dirige una segunda carta a aquellos que “por la justicia de nuestro Dios y
Salvador Jesucristo han obtenido una fe tan preciosa como la nuestra: a
vosotros gracia y paz abundantes por el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro
Señor. (2 Pedro 1,1-2).
¿Qué se nos
ha concedido con esta fe tan preciosa? “Todo lo que conduce a la vida y a la
piedad” (1,3), “las preciosas y sublimes promesas” (1,4), el ser “partícipes de
la naturaleza divina” (1,4).
¿Cómo se nos
ha concedido esta vida, piedad, promesa, y participación en la naturaleza
divina? “Mediante el conocimiento del que nos ha llamado con su propia gloria y
potencia” (1,3). Pues “Esta es la Vida Eterna: que te conozcan a Ti, el único
Dios verdadero, y al que Tú has enviado, Jesucristo” (Juan 17,3). Conocer,
amar, tener relación íntima. Recibimos la Vida, la Gracia y Paz abundantes por
el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor (1,2).
Por eso se
nos invita a subir al arca “escapando de la corrupción que reina en el mundo
por la ambición” (2 Pedro 1,4). Es un subir al arca de la intimidad y
conocimiento de Dios que haga desear a muchos dejar la corrupción que reina en
el mundo por la ambición. Es un crecer y crecer en la fe que suscite el deseo
de abandonar la injusticia, la violencia y maldad para entrar en el arca.
Por ello San
Pedro invita a entrar más y más en el conocimiento de Dios: “poned todo empeño
en añadir a vuestra fe la virtud, a la virtud el conocimiento, al
conocimiento la templanza, a la templanza la paciencia, a la paciencia la
piedad, a la piedad el cariño fraterno, y al cariño fraterno el amor. Pues
estas cosas, si las tenéis en abundancia, no os dejan ociosos ni
infecundos para el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.” (2 Pedro 1, 5-8).
Ni ociosos ni infecundos en el arca. Si hay quien dice tengo fe y le falta
virtud, intimidad con Cristo, templanza, paciencia, piedad, cariño, amor… está
sin empezar apenas a entrar en el arca. Está en el atrio de entrada todavía.
Pues podemos saber muchas cosas y no entrar en la intimidad con el Señor y en
el cumplimiento de sus mandamientos expresados en el cariño y el amor.
A veces, como vemos mucha mediocridad y falta de fe en nuestro entorno, pensamos que ser cercanos a la gente es mantener la misma mediocridad y falta de fe. Y esto es ser ciegos, cortos de vista, y quedarnos en nuestros pecados: “quien no las tenga [la lista enumerada anteriormente] es ciego y miope, que echa en el olvido la purificación de sus propios pecados. Por eso, hermanos, poned el mayor empeño en afianzar vuestra vocación y vuestra elección; haciendo esto no caeréis nunca. Pues así se os facilitará muchísimo la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.” (2 Pedro 1, 9-11).
Jesús,
vuestro párroco
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