“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (47)
La cosa más pequeña
Queridos hermanos:
Antes del diluvio Noé visitó a sus contemporáneos hablándoles en las calles y plazas del Señor y la necesidad de su conversión. Pero unos se burlaban, otros se reían, otros pasaban de largo.
Un día les dijo: ¿Sabéis cuál es la cosa más pequeña? ¿Sabríais decirme cual es la cosa más pequeña?
Se juntaron curiosos en torno a él muchas personas, niños, jóvenes, hombres y mujeres. Y un niño respondió: ¡Un pájaro! Que lo voy a cazar y me lo comeré.
Una mujer le dijo al niño: No. Es más pequeño uno de mis hermosos y maravillosos y deslumbrantes cabellos.
A lo que replicó un hombre a la mujer: Calla, bruja. Es más pequeña la punta de una aguja, que te clavaré si no te callas.
Y Noé lloraba desconsolado. Y le preguntaron: ¿Por qué lloras? ¿A qué ese llanto tan amargo?
A lo que respondió Noé: ni el pajarillo que vuela alto, ni la punta dorada del cabello más fino, ni siquiera la punta del alfiler es lo más pequeño.
¿Y qué hay más pequeño, dinos?
Respondió Noé: ¡¡¡ EL AMOR DE LOS HOMBRES AL AMADO Y EL AMOR DE LOS HOMBRES ENTRE SÍ !!! (cf. Jesús Martí Ballester. Comentarios a las Moradas de Santa Teresa leídas hoy). ¡¡¡EL AMOR NO ES AMADO!!!
La generación de Noé fue destruida por su falta absoluta de amor a Dios y al prójimo.
El Amor a Dios y al prójimo es el mandamiento más grande y principal (Ver Marcos 12, 28-34; Deuteronomio 6, 4-9 y Levítico 19, 17-18).
La caridad es la ley en su plenitud (ver Romanos 13, 8-10). Si los discípulos pidieron a Jesús que su fe aumentara, pidamos también nosotros que nuestro amor sea reflejo del suyo, pues el amor asemeja, hace semejantes al amante y al amado.
Jesús, vuestro párroco
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